quinta-feira, 21 de abril de 2011

Jueves Santo

De pronto se acumuló tanta vida en tu vida, tantos hechos, lugares, personas, situaciones, pensamientos, sentimientos, que de pronto quisieras con todo eso hacer alguna cosa, como darle forma y ponerlo en las páginas de un libro, contar la vida que es la vida, la vida que viviste desde el comienzo, desde tus primeros días en ese cajoncito de madera que mamá había lijado por dentro y en el que te sentías como un rey, allá en la casa de los cosmos, en el carril Sarmiento, hasta esta mañana de jueves santo en que la lluvia, en que María, en que papá, en que Leo, Arturo, los chicos, la gente de la Terapia Comunitaria, los amigos de la Teología de la Liberación, Los Beatles, John Lennon, Van Gogh, Adalberto Barreto, toda tu vida, todas tus vidas. Aquella jornada en la Policía Federal en Buenos Aires en 1977, el miedo de la muerte, la decisión de subir la escalera que te llevaba a los pasaportes observados. Observar lo que vino después, las flores de este lado, liberarte de la lagartija, saber que vos podés, que sos bueno, que la gente te quiere porque sos bueno. Y esta mañana en João Pessoa en que la lluvia, en que Cortázar, Borges, Bécquer, Fernando Pessoa, la poesía, os prosemas, Comblin, Jesus, ah, no, ya no pongas más nombres fuertes que la lluvia, que el jueves santo, que Los Beatles. Pero por qué no, si quiero decirlo lo digo y se acabó. Se acaban los nombres. ¿Qué digo? La lista de nombres es infinita y me acuerdo de todos y de cada uno, de cada cara, de cada ser que vi desde el momento en que abrí los ojos y empecé a ver que en el mundo había gente y que los malvones, las macetas, las baldosas, el ti-co-ti, Tica, la empleada que nos servía en café con leche hirviendo, Mamina, Chogo, el tren, el mercado central, el Liceo Agrícola, el Universitario Central. Los asados, las caminatas, las guitarreadas, la bicicleta en la montaña con el Daniel. Nada de nombres, che. Por qué no nombrarlos, Tric y Trake, el Doctor Merengue, te acordás del Doctor Merengue y su otro yo? Pues yo me acuerdo, si no no te lo estaba contando ahora. Y la lluvia se va parando, o va dejando de llover, o disminuye la lluvia, no sé cuál sería la expresión correcta. Lo cierto es que el sonido va siendo cada vez más tenue, como las teclas de este teclado en que escribes estas cosas y ya vas dejando que los sonidos de las teclas y las gotas, de a poco vayan cesando hasta oír los pasos de ella llegando a la salita y diciéndote alguna cosa y la mano en el pelo, buen día, amor.

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