sexta-feira, 26 de abril de 2013

Quadros

Nestes últimos tempos, várias vezes tenho pensado em pintar algumas flores. Mas chego perto de onde estão meus utensílios de pintura, as cores e pincéis, os lápis e as telas, os blocos de papel, e fico ali. Pensando nas flores que estão em algum lugar, esperando para serem pintadas. Será que algum dia irão vir para as minhas telas, que aguardam na prateleira, ou para alguma folha de papel, dessas que se usam para aquarela?

quarta-feira, 24 de abril de 2013

Tiempo

Un día de lluvia. Llueve en la ciudad y las calles. Ves las veredas mojadas y la gente tratando de evitar el agua que cae. El asfalto mojado, los árboles brillando, lustrosas sus hojas. Recuerdas los caminos recorridos esta mañana. El levantarte, pues los caminos comienzan aún antes de que uno salga de la cama. Caminos internos. Las primeras voces internas. Los recuerdos del día de ayer. La revista leída, sobre la poesía y los afectos. La ida al restaurante al final de la playa. La noche, las luces de ayer. Ayer y hoy en un día de lluvia se mezclan, como el cielo y el mar muchas veces a la noche también, que no sabes donde termina uno y donde comienza el otro. De a poco las fronteras se van borrando y el pasado de presenta como presente, o ves el presente y el pasado unificados, uno continuando el otro, sin rupturas, sin cortes, sin ese escalón que de pronto podría haber entre uno y otro. Todo es esto y esto es todo. Llueve en la ciudad y los recuerdos.

segunda-feira, 15 de abril de 2013

Juntando

El proceso de construcción de un libro es tan o más fascinante que el de escribir los textos que lo irán a componer. Cuando vas pensando en el nuevo libro, vienen todo tipo de imágenes. Libros a los cuales te gustaría que el tuyo se pareciera. Libros a los cuales sin duda se parece. Y el processo de visitar los textos que supones podrían llegar a formar parte del nuevo libro, te depara sorpresas muy agradables, muchas veces. Verdaderas revelaciones. Cosas que te traen ecos de tí mismo. Ecos de tanta gente, de tantos lugares, de tantas cosas que pensaste, que sentiste, que hiciste. De pronto escribir un libro, escribir, es como irse juntando. Es como irse recogiendo de millares de situaciones tan diferentes, que se habrían perdido o dispersado si no las hubieras anotado, si no hubieras al menos registrado algunas líneas, algunas palabras.

domingo, 14 de abril de 2013

Vida literaria

De tanto irse al mundo literario, de tanto evadirse hacia esas regiones crepusculares en las cuales encontraba refugio para sus sentidos ávidos de las sensaciones que solamente pueden obtenerse en esos mundos fantásticos pero reales, empezó a ver que se había procesado en su vida el movimento contrario, o sea, que en verdad estaba ya vivendo en el mundo literario, o, mejor dicho, en los mundos literarios a los cuales se había ido acostumbrando a lo largo de toda su vida. Este descubrimiento lo alegró, pues sabía que nunca más estaría preso en las cárceles de ese cotidiano desencantado, de esos mundos fríos y huecos a los cuales nunca podría habituarse. Toda su vida era, es, vida literaria. La casa donde vivía, estaba hecha de cuartos de ficción, retirados o más bien transportados desde los cuentos de los cuales fuera habitante. Ahora el acá y el allá eran un solo y único mundo. Los pasillos del lugar donde vivía, estaban impregnados de las imágenes fantásticas que poblaban sus sueños. Nunca más aquella aridez dolorosa e hiriente de los llamados mundos objetivos. El balcón era el de un poema muy querido, tantas veces escuchado en la voz querida de su madre, de sus abuelas, de su padre tan querido. Las ventanas estaban adornadas de flores que también le llegaran de poemas oriundos de lecturas que hiciera hacía ya muchísimo tiempo, en la casa de sus queridos hermanos. La mesa de la sala, era una transposición de mesas que conociera en las casas de sus abuelos y de sus tíos queridos. En la sala, cristaleras que evocaban aquella mágica casa misteriosa de San Genaro. La casa de la calle San Lorenzo, plena de tesoros y encantos. El patio, eran todos los patios. Los de su infância, otros que conociera en sus numerosísimos viajes por los interiores de tantos lugares. Las paredes, tenían resonancias de las primeras que viera en su vida, paredes de barro, cubiertas por cal. Los jardines, eran transpuestos de todos los que viera a lo largo de su vida. Los libros, entonces, los libros eran casi su propia vida encuadernada. Cada libro era un mundo, es un mundo, son muchos mundos, son todos los lugares a los cuales llegara en sus infinitas incursiones por los mundos de la liteartura, la poesia, la mística, la religión, la ciencia.

sexta-feira, 12 de abril de 2013

Escribiendo

Esa noche, me pondría a escribir por el mero placer de ver las letras llegando a la hoja. Formando palabras, frases, dichos. Dichosos los que pueden, una noche como esta, simplemente dedicarse a hacer lo que se les da la gana. Mientras el sonido de las olas del mar, mientras los grillos. Y el cielo oscuro con las estrelas brillando, cintilando. Qué lindo que es el brillo de las estrellas. Qué lindo es poder ponerse, una noche como esta, a escribir por el mero placer de escribir. Cuántas veces he venido a las Ocas do Indio a hacer algo, interna o externamente. Hoy se me ocurrió, en un momento del día, que también podría disfrutar del estar aquí, escuchando los grillos y el viento. Puedo estar en mí, ser yo, ser feliz. Ser feliz es estar en mí mismo, es ser yo.