quinta-feira, 29 de março de 2012

Libertatura


Creio que todas as pessoas são, em si mesmas, um mistério, uma realidade apenas desvendável em parte, e muito laboriosamente. Isto faz com que a minha atitude, e entendo que também de muitas outras pessoas, seja de uma profunda reverência pela vida. Quando a pessoa já viveu um certo número de anos, uma densa experiência se acumula na sua memória. Isto é uma fonte de riqueza, mas também pode nos vedar os olhos para uma realidade que está constantemente mudando, dentro e fora de nós.

Tenho tentado encontrar meu lugar no mundo de muitas maneiras, e continuo tentando. Nisto, os humanos somos tenazes. Admiro a persistência das pessoas que não se rendem, que mesmo quebradas (e quem não esteve?), não se abandonam por completo. Uma réstia, uma faísca, permanecem na maior escuridão. Tal vez a imagem que melhor expresse a condição em que me vejo retratado, seja a de um aprendiz. Alguém que trata de ir descobrindo a cada instante, cada dia, o que vem de novo, o que há de novo. E nesta tentativa, a literatura tem se mostrado para mim a ferramenta mais eficaz.

A literatura desfaz a ilusão do repetido, mostra a constante novidade de tudo dentro e fora de nós. Desfaz a ilusão da objetividade. Pior do que a ilusão, a prisão da falsa objetividade criada pelo intelectualismo, como diz Julio Cortázar em A volta ao dia em 80 mundos. Há como que uma inércia, uma força da rotina, que por aí podem ter-nos ido convencendo de que este dia já foi, de que é mais um dia, e não este único dia. A pressão dos papéis sociais aprisionadores, há várias forças que podem ter-nos ido estranhando de nos mesmos.

E a literatura oferece meios para que possamos ir recuperando a noção da originalidade, a plena vivência deste ser único que cada um de nós é, vivendo momentos únicos, e mais: criando a sua própria realidade, pelo aguçamento da capacidade de observação, pelo despertar de uma atenção acentuada, e pela confiança total em que somos capazes, por nós mesmos, de construir o mundo em que desejamos viver.

Flores nascem

Há umas lembranças que ninguém gosta de ter. Mas não há como as não ter. Ocorreram, houve os fatos, rastros ficaram. Mas flores nascem das sepulturas. E vejo as flores. Vejo as flores. Vejo as flores. Verei sempre as flores.

segunda-feira, 26 de março de 2012

Estado Beat

Esta mañana, tuve un vislumbre de lo que me parece que podría llegar a llamarse de estado Beat. Y ahora que lo leo escrito, veo que no tiene nada que ver, al menos no deliberadamente, con estado beatífico, aunque se le parezca. El estado Beat, si me permiten seguir llamándolo así, es algo que nos fue dado vivir a los que fuimos jóvenes en los años 1960, y tiene que ver con una alegre despreocupación. Un estar bien con la vida, con el mundo, con uno mismo. De pronto Beat y beatífico, sí, tienen mucho que ver.

Esta mañana, cuando me vino esta recordación, fue como un relámpago, algo muy fugaz y rápido. Después uno se fue intelectualizando, ideologizando, aunque no tanto, no mucho, no siempre. Y el movimiento de retorno a ese estado Beat, de alegre despreocupación, tiene que ver con dejar atrás esas capas de ideología e intelectualismo, esa enfermedad de ponerle rótulo a todo y así irse alejando de lo que es el vivir, la mera y simple alegría de vivir.

sábado, 24 de março de 2012

Al cielo

Quisieras hacer con las palabras una escalera muy alta, como dice aquella canción. Una escalera muy pero muy alta, y llegar hasta el cielo, adonde puedas ser feliz, siempre feliz. Empiezas a poner palabras en la hoja y las letras que van bajando al renglón van construyendo esa escalera que te lleva, que te trae al cielo. Es aquí.

sexta-feira, 23 de março de 2012

Ubicación

¿Por qué muchas veces uno se enferma de la cabeza? Porque no está donde debería estar. O sea, por dar un ejemplo: me estoy preocupando por cosas que no me dicen respecto, como ser, qué le voy a decir a alguien cuando lo encuentre. O por qué tal persona es como es, y no como yo creo que debería ser. Por qué actúa como lo hace, y no como yo creo que debería hacerlo. Cuando no estoy donde debería estar, me enfermo mucho de la cabeza. Pero sólo yo puedo ir adonde debo ir. Sólo yo sé donde debo estar. Sólo yo puedo estar donde debo estar.

segunda-feira, 19 de março de 2012

Tiempo

A veces el día no ha terminado, y tú estás como que ya no sabiendo bien en qué tiempo estás. La vida ha dado muchas vueltas. De pronto el pasado se hace presente. Las jornadas de tu juventud, en que te empeñaste con tus compañeras y compañeros por un país sin dominación, sin hambre sin violencia. Todo vuelve. El espejo te dice de tu edad, pero por dentro eres ese mismo niño de antes, de siempre. Mendoza, João Pessoa, es un solo país, una sola ciudad. Sales a caminar y ya vas a la playa, las palmeras, la arena, el mar, ya es la montaña, el parque, las acequias, el rosedal, el río. Ya es de noche, hace muchas horas, pero el día no se decide a pasar, como que va y viene y no sale del lugar. Es ayer, es hoy, ¿qué día es?

domingo, 18 de março de 2012

Poeticidad

Hay unos momentos en que consigues ubicarte en la poeticidad del mundo. En esos momentos, desaparece cualquier angustia o preocupación. Es como si el mundo hubiera parado. Y paró, en realidad. Es la eternidad quieta e inmóvil del existir que se detiene. Lo sentiste ahora al mirar el jardín sin ninguna expectativa. Parecía completamente parado. Te asombró esa sensación, no porque fuera nueva o desconocida, sino porque esa quietud es lo poético del mundo, es lo que aparece cuando se mira sin expectativa, cuando simplemente se está. Por ahí uno se enrosca en tristezas o preocupaciones, focalizando lo que no está o no anda como nos gustaría. Un poco de perspectiva, tomar distancia, mirar desde otro lugar, muestra el contexto. Entonces la sensación cambia. Todo se integra, es como debería ser, está en su lugar, ajustado. Esto es lo poético, lo que ubica, lo que integra. Días atrás sentiste la vida como espacio, como estructura espacial. Ayer, sentiste que la vida tiene su propio ritmo, su propia voluntad, podríamos decir. Pensabas que para San Francisco, podría ser la voluntad de Dios, lo que debe ser, lo que es de la estructura, del tejido del universo. Cada persona podrá llamarlo a su manera, pero es eso. Es lo que la poesía sorprende, es lo que está ahí, y vos sos eso. Vos y lo que está ahí, son una sola y la misma cosa. Una quietud, una paz. La poeticidad del mundo a veces la consigues ubicar dejando de fijarte en lo que no funciona, en lo que falta o no está a tu gusto, lo que no es o no está como crees que debería ser. Muchas veces es una cuestión de perspectiva, de tomar distancia, de verlo desde otro lugar, ver el contexto. Entonces vienen unas sensaciones infantiles, que te alegran y te asombran. Como esta mañana en el supermercado cuando veías las manzanas y tuviste la nítida sensación de una memoria antiquísima, y eso te alegró. Eran otras manzanas, anteriores. O también ese papel de caramelo que recordaste hoy mientras manejabas, con dibujo de bananas y duraznos, uvas. Lo ves ahora está ahí. Ahí pero dónde, cómo, como diría Cortázar. Anoche recordabas una abertura de radionovela que escuchabas antes de irte al Liceo en la mañana, en tu adolescencia. Hormiga Negra me llaman, y vengo de San Nicolás, y si alguien quiere probar si la hormiga es brava y pica, vengan guapos a pelear y veremos quién se achica. Eso está ahí, lo poético está aquí, es esto, pero uno tiene que despegarse un poco de lo conocido, o de la forma conocida de estar aquí. Aflojar un poco la normosis, la codificación cosificada y cosificante de que habla Cortázar. Entonces como que te vas deslizando hacia allá, sin darte cuenta y dándote cuenta, te vas yendo a lo poético, a esa quietud que está ahí, que estuvo siempre, que siempre estará, pues es eso, es lo que no cambia, es lo eterno en medio de lo que cambia.

quarta-feira, 14 de março de 2012

Verdad y justicia

Duelen la traición, la falsedad. Son las cosas que más me han lastimado a lo largo de la vida. Y más duelen cuando quien las ha practicado o las practica, es del círculo más íntimo de tu vida. Alguien que te apuñala por la espalda, aprovechándose de tu entereza, que trata de beneficiarse a través de la mentira. Algunas personas creen que te pueden golpear impunemente, sin darse cuenta de que están cortando un lazo que no podrá recomponerse nunca más. Piensan en el dinero que podrían obtener si sus mentiras pudieran convencer, sin darse cuenta de que al traicionar tu confianza, se han disociado profundamente de sí mismos. He encontrado en la vida gente así, y recientemente he sentido este golpe de la traición otra vez, venido de donde nunca debería haber venido. Duele la traición, duele la falsedad. Creo que no las he practicado a lo largo de mi vida, ni las practicaré. He pagado deudas que no tuve, pero que la conciencia me obligó a pagar. Creo que el haber tenido una sola cara, me salvó la vida una vez, tal vez la vez en que más cerca estuve de la muerte física. Vivir con la verdad nos aparta de los falsos amigos, de la gente sin principios, ventajera y oportunista. La vida da muchas vueltas, y no hay otra manera de estar siempre de pie, aunque todo a tu alrededor se sacuda, si tenés una sola cara, una sola forma de actuar. La verdad cuesta, el engaño es más fácil, en apariencia, sólo en apariencia. Vivimos en una sociedad que no prioriza la verdad, sino la ventaja, y éste es el camino que eligen los traidores. Una ventaja que cuesta muy caro, cuesta más que el dinero que se puede obtener a través de la mentira. Podrán talvez obligarme a pagar lo que no debo, otra vez, difícil. El sistema está hecho para que las ratas tengan su oportunidad. Pero les va a salir tan caro que preferirán haber sido derrotadas en sus taimadas intenciones. Hay algo que no tiene precio: una conciencia tranquila, esto no se compra con dinero. Por motivos que desconozco racionalmente, pero que sin duda tienen que ver con el orden más grande que rige la vida, en medio del sentimiento de tristeza y rabia que me embargan, algo en mí está en paz y renaciente. La vida es muy justa, y no hay engaños que puedan tapar los ojos de Quien todo lo ve.

Vaivenes

A veces el tiempo demora para pasar. Hay algunos días en que te sientes como fuera del mundo. Esta no es una sensación nueva. Hay veces en que uno realmente parece ser una especie de sapo de otro pozo, un extraterrestre. La llave interior parece haberse quedado quieta, no abre la puerta. Tratas de enganchar alguna cosa que te anime, pero el mundo parece haberse quedado fuera de tu alcance. Tratas de poner en marcha alguna cosa que te alegre, pero los recursos parecen haber perdido su efecto. Sabes que el vacío se llena por sí mismo. Menos mal, quiere decir que cuando se termine de vaciar, se empezará a llenar otra vez. No sabemos mucho sobre el mundo que nos rodea. De pronto una luz, un vislumbre, te pueden llegar a aclarar todo, a hacerte saber que todo está como debe ser, todo está en su lugar. Esto te ocurrió ayer, mientras esperabas en uno de los jardines de la universidad. Hoy una charla con viejo amigo muy querido te llenó de alegría. El día fue siguiendo después en una especie de inercia. Algunas noticias muy malas ayer te enojaron y entristecieron. No puedes moldear a la gente a tu gusto. Ni tampoco te debes adaptar tanto que te desfigures. Las cosas se acomodan solas, si les das una oportunidad. Si dejas que el tiempo haga su propio trabajo. Más temprano te llamó la atención el sonido de las cigarras, creando remolinos. Ahora unos pájaros cantan en el patio interior, una sierra en la construcción de enfrente, un bebé que llora. El viento de la tarde. Por ahí te cuesta la soledad. Todos los elogios a la soledad a veces te suenan tan vacíos. Pero ¿estás solo? ¿Qué es estar solo? De repente puede ser no amar, y amas. Puede ser no tener amigos ni proyectos, y los tienes, aunque no siempre tan cerca como quisieras, a los amigos. Y los proyectos a veces animan, a veces también cansan un poco. Todo es así, cambiante. Como un cuadro en que los tonos de amarillo se van diluyendo hacia un color casi blanco. Ahora que has puesto estas cosas en el papel como que estás haciendo pie otra vez. ¿Viste que te dije? Hay que esperar un poco nomás. La vida no se deja atrapar en recetas ni fórmulas. A veces cierras los ojos y ves las montañas de Mendoza, los caminos por donde anduviste en bicicleta. Otras veces, cierras los ojos y ves las flores de los jardines cercanos o el mar. Hay tantas cosas que nos alegran. Una de ellas, esta, escribir, comunicarse. Los pájaros siguen cantando, y ves unas flores rojas y amarillas en el árbol de adelante. Más tarde vendrá la noche con su cielo estrellado. Y mañana y pasado mañana, y ayer y antes de ayer, la corriente del tiempo.

terça-feira, 13 de março de 2012

Ventajas del no hacer nada


Un poco preocupado al comienzo, pensando que te quedarías aislado sin un grupo de referencia, comenzaste a ver las ventajas de la soledad. La soledad es como que una especie de anticipo de la unión con Dios. Esto no se me había ocurrido antes de ponerlo aquí, pero vino, y lo dejo. Lo que tenía ganas de decir, además de lo dicho, es que a mí me parece que viene bien no hacer nada, por varios motivos. Uno de ellos, no sé si el principal, pero es el primero que se me ocurre, es que al no hacer nada, se expanden las fronteras de la mente. El hacer cosas determinadas y programadas nos confina a lo definido. Por ejemplo, si estás poniéndole agua a las plantas, o sea regar, que es como normalmente se acostumbra denominar dicha acción, le prestás atención al agua y a donde cae, o al menos deberías hacerlo, para no regar el piso, la alfombra o los sillones. Ya si no tenés nada que hacer, como me pasó esta tarde, no sé si antes o después de la segunda siesta, me puse a pensar en algunos libros de Graciliano Ramos, a saber: Caetês, Insônia, Infância, São Bernardo, Vidas Secas y Angústia. Mientras me acordaba de estos libros, me iba viniendo la sensación que ellos me traen. No todos ellos, pero los tres primeros. Los otros como que se acercan a ese clima o sensación, pero lo rondan, digamos. Lo que Caetês, Insônia e Infância me traen como sensación (fíjense las ventajas del no hacer nada) es una especie de crepúsculo de color marrón arcilla o anaranjado, que se extiende por sobre todo el campo visual, cubriendo el cielo hasta el horizonte. Éste es de un color negro noche. No se me había ocurrido antes que pudiera haber un color negro noche. Pero es así, un cielo de color marrón arcilloso, y una tierra de color negro noche, como es el que se ve al lado del camino cuando uno viene de Cajazeiras. Esta es la sensación primordial que me dan estos tres libros de Graciliano Ramos. Si yo tuviera ocupaciones, tiempo marcado con reloj, horario de reunión, informes que presentar a algún jefe u organismo, no podría haber tenido estas sensaciones. Completa el panorama, el canto de unos pájaros, que es lo que viene de San Bernardo y Vidas Secas. De Angústia probablemente venga el cielo tan especial que algunas noches se ve.

domingo, 11 de março de 2012

Num tom

Em algum momento, a gente olha para trás na sua vida e vê as flores que adornaram o seu caminho. Vem como que uma vontade de agradecer o que se aprendeu, o que se conheceu, dentro e fora, nessa caminhada. O que foi valioso ressalta. Outras coisas somem no esquecimento, ou quase, passam para um plano secundário. Agora sinto a necessidade de dizer que para mim o que fez sentido, o que está fazendo sentido, é amar e escrever. Aqui me encontro, isto faz sentido, mais do que qualquer outra coisa. Encontrei-me na literatura e na poesia, mas sem o amor, sem o amor de uma mulher, não estaria aqui, inteiro, esta noite, celebrando e partilhando. Tentei vários caminhos, mas a beleza prevaleceu, e nada mais belo do que o amor e a poesia, a literatura, o se encontrar, como me encontrei e me encontro, nos livros, nos romances, nos poemas. Ali me achei e me acho. Vim me achando desde os primeiros contos que a minha mãe nos lia em criança, e agora que vejo a luz do crepúsculo mais perto, não posso menos que agradecer ter enveredado por esses caminhos literários, pois ali me encontro muito mais do que do lado de cá das folhas literárias e poéticas, das folhas dos cadernos em que me deixo levar para além da materialidade, do utilitarismo, do intelectualismo, da chatice, de tudo que é pobre e menos que humano. Gostaria de contar algumas coisas, sem o tom ribombante que algumas vezes me seduziu. Mais com o tom humilde e limpo de um poema que não vem, que está ali, mas onde, como, como diria Cortázar. Está em algum lugar e o hás de escutar ou ler, pois está em ti, em mim, em todo lugar. É a beleza da vida, o mistério do estar vivo, respirando, pensando, amando, sentindo, tudo que é o viver. Quando te encontras, tudo está onde deve estar. Cri ser o que não sou, enganei-me, me confundi, perdi amigos que não me acompanharam nas minhas quedas e recomeços. Nada tenho a cobrar de ninguém, apenas agradeço. Vejo agora uma estrada pela qual vim caminhando desde pequeno. Nela há um sol brilhando, uma montanha, as plantas do campo com o seu perfume. Por ali vou, e me alegra ter encontrado o meu lugar, como mais cedo ou mais tarde, todo mundo o há de achar. Um lugar numa folha de papel, na folha de um livro, de livros e cadernos que formam uma mandala infinita.

quinta-feira, 8 de março de 2012

Placer de vivir


Algunos días cuestan para empezar. Uno sabe que el día tiene su comienzo. Es una tirita como la de esos paquetes de galletas, que agarrás, y tirás y se abre. Pues el día de hoy empezó así. Era una gran pared blanca, y en el medio de ella, la tirita del comienzo del día. Tiro y empieza el día. Era el placer, hacer cosas que me den placer. Muchas cosas me dan placer. Saber que estoy vivo, sentirme respirando, escuchar el canto de los pajaritos, ver la claridad del día entrando por la ventana, el cielo, las nubes. Muchas cosas me dan placer. Algunas me molestan, pero no mucho. Desaparecen en el medio del placer de estar vivo. Tengo amigas y amigos muy queridos y queridas, respectivamente, o simultáneamente, o yo no sé cómo, pero personas que me hace bien pensar en ellas y saber que existen, no importa dónde estén.

Y más placer: la sintonía Beatle, la canción Beatle que se engancha en el momento, y todo empieza a brillar cuando algo me empieza a incomodar. Good day, sunshine, escuché dentro de mí cuando me vestía para salir a hacer las cosas. Good day sunshine. Qué lindo empezar el día con una canción tan alegre. Y las flores en el jardín, y el pasto, y la gente yendo a hacer sus cosas. Y el día va yendo, con servicios que son placenteros, pues hace bien hacer cosas que le hacen bien a los demás y a uno también. Algunas cosas ocurren a lo largo del día, vas a algún lugar con una persona muy querida. La vida vuelve sobre sí misma. Ahora es de noche, y has visto las estrellas en el cielo, cosa que a uno le hace bien.

segunda-feira, 5 de março de 2012

Un Dios más cerca

Creo que uno puede compartir sus experiencias en la búsqueda de Dios, sin que esto pueda ser visto como petulancia. En realidad, me parece que es un deber, compartir lo que uno pudo haber avanzado, una vez que, como seres humanos, continuamente estamos apoyándonos unos a los otros, para ir dando pasos hacia adelante, hacia una realización más plena y feliz de la vida, más justa, más amorosa. Si uno entiende que vivir es estar siempre cosiendo con otras personas, errando y corrigiéndose para mejorar, no hay nada de malo en compartir lo que vamos aprendiendo, es más, es un deber. Desde hace algún tiempo, probablemente como consecuencia de la convivencia con personas buscadoras de Dios, siento que Dios está más cerca. Cosas que he ido aprendiendo con gente que vive ayudando a los demás, ayudándoles a creer en sí mismos, a confiar en sus propias potencialidades, a descubrir que juntos podemos más, que nadie es tan extraño que no tenga un lugar en la trama de la existencia. Este proceso de aprendizaje comenzó cuando me jubilé de mi trabajo como docente universitario, y empecé a convivir con personas del medio popular, con enfermeras de salud mental comunitaria, y, en general, con profesionales de la salud y voluntarias de la acción social, entre ellas, hermanas y religiosos. La alegría que fui viendo en toda esta gente, de a poco me fue contagiando. Fui saliendo de la depresión y el aislamiento, y encontrando una razón para vivir. El proceso fue lento y progresivo. Fue como ir saliendo de un castillo de cristal, una prisión, en realidad. En este proceso de salida, fui volviendo a la poesía y a la literatura, sanándome de tanto intelectualismo enfermo y enfermante. Había toda una vida más allá de las cercas de la ciudad universitaria. Todo un mundo de gente más simple, y también más solidaria. Esta convivencia (y aquí tengo que hacer un paréntesis) me fue trayendo de vuelta. El paréntesis se refiere a cosas que ocurrieron en la Argentina y que provocaron mi salida del país, y, después supe, también del cuerpo. Uno se va del cuerpo frente a lo que no puede soportar. Esto lo aprendí en un escrito del prof. Dr. Adalberto de Paula Barreto, creador de la Terapia Comunitaria, con quien fui aprendiendo muchas cosas. El texto se llama “As dores da alma dos excluídos no Brasil”. Por la lectura de esos relatos, comprendí que a mí me había pasado lo mismo que a decenas de migrantes nordestinos con los cuales me encontré en São Paulo a mi llegada a Brasil. Nos habíamos ido del cuerpo, pero se podía regresar. Fui aprendiendo que hay una lectura muy humana del Evangelio y de la vida de Jesus. Que la religión puede ser el reencuentro con una vida más integrada, más solidaria, más unida.

domingo, 4 de março de 2012

Cubitos apilados

Hay días en que uno está no sabe bien cómo. No es que haya algo malo, pero es como si estuvieras fuera de lugar, o como si las cosas no fueran como deberían ser. Haces las cosas habituales, leer, meditar, orar, manejar por las calles de la ciudad, comprar el pan, ir al supermercado, tantas cosas. Todo es como siempre, pero es como si algo no estuviera como debería ser. Miras hacia todos lados y ves la estructura del universo, cubitos apilados, celestes azules, en todas las direcciones.

sexta-feira, 2 de março de 2012

Del no hacer nada


Hay formas de no hacer nada que puede valer la pena experimentar, si es que a uno le puede llegar a interesar aprender a disfrutar de la vida sin la molesta presión de las obligaciones autoimpuestas o adquiridas, que no son iguales, pero para el caso da lo mismo. Una forma de no hacer nada, la más simple tal vez, es una que consiste, lisa y llanamente, en no hacer nada. Bueno, no hacer nada nada no, porque si no hacés nada nada, no respirás, te morís. Creo que se puede entender lo que es no hacer nada en sentido estricto, si una tarde como esta, por ejemplo, en que tenés un libro para corregir y no tenés ganas, simplemente hablás con vos mismo y te decís: mirá, no es que tenga nada contra vos, libro, pero es que hoy no quiero corregir, no quiero hacer nada, no quiero pensar. Lo voy a hacer en otro momento pero ahora no. Ahora lo que quiero es escribir algo sobre el no hacer nada, sin que esto implique en estar transgrediendo lo que estoy tratando de aclarar. No hacer nada puede llegar a darte tanto trabajo, que prefieras volver a la normótica rutina de hacer de todo, porque sí, como un robot, porque aprendiste que siempre hay que estar haciendo algo. ¿Cómo saber cuándo uno quiere hacer algo o nada? Puede ser que uno esté ya tan domesticado, que haya perdido la capacidad de saber cuándo quiere hacer algo porque quiere, o cuándo cree que quiere hacer algo, porque llegó a convencerse de que tendría que querer algo. No sé si me entendés, no creo, yo tampoco. Hace un ratito me dieron ganas de ir a la pileta a mojarme un rato. Pero no sabiendo si lo quería de verdad o si era ceder otra vez a la rutina, me negué. Hace un calor de los mil demonios, no sé si hice la elección correcta. Y vos, que leés esto sin saber adónde va a llevar, ¿no crees que te puede estar pasando lo mismo?