sábado, 30 de junho de 2012

Mar cincelado

Hay unos dias em que andas como buscándote. Sientes que no tienes um lugar. Estás en el mundo, en medio de la gente que te quiere, pero una parte tuya anda lejos, sumida en una tristeza profunda. Un tiempo pasado que vuelve como si fuera desde el futuro. Recuerdas el día de hoy, como un mosaico que se va juntando. Como piezas de un rompecabezas inmenso, hecho de infinitas partículas diminutas. El paseo por Pitimbú. El amanecer, ese instante mágico, virginal, en que no dejas de sorprenderte, cada día, por estar aún vivo. La caminata por la playa. La ida por el camino verde de bambuzales y cañaverales, plumerillos como los de Mendoza. El mar plateado, como tallado bajo el sol, refulgente. Te admiras de que el agua pueda parecer cincelada, cortada como con un cincel, en piezas exactas que se acomodan bajo el sol, como paradas, proyectando sombras en movimiento. La tarde se ha hecho noche, y al poner las letras en la hoja, todo empieza a ordenarse. Ya vas ocupando tu lugar, un lugar en movimiento, cambiante. Silencio, movimiento, quietud.

Nenhum comentário:

Postar um comentário