quinta-feira, 14 de maio de 2015

Compartiendo

A veces siento que me falta algo. Mal humor. Entonces vengo aquí, a mi lugar. Aquí estoy bien. De pronto cosas que no puedo cambiar me vienen a la mente. Vecinos mal educados, con los cuales hay que convivir. Quién sabe algo que me gustaría hacer y que, en este momento, no está a mi alcance. Poniendo aquí las cosas, ellas se van, si son malas. Si son buenas, se multiplican. Es el milagro de la página. Algo tan simple, al alcance de la mano. Es como un cuadro que uno quiere pintar. De pronto ya vas viendo la figura o las figuras que se van presentando. Un libro que estoy leyendo, es una compañía. Compañía de las páginas. Esta mañana y ayer, en estos días, como muchas otras veces, siento esta proximidad acogedora. Inclusión. Como si el mundo fuera más real en las páginas que escribo y en las que leo. En las telas donde pinto. En los paisajes que voy viendo por la ciudad. Los parques. Las plazas. Los jardines. La gente que voy encontrando. Gente que vive en mi recuerdo y en mi memoria. Afectos.

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