Una tarde como esta, en que miras por
la ventana del cuarto y ves esas plantas verdes en el jardín interno
del hotel. Y tus pasos hasta ahora resuenan en los pasillos. Y una
alegría infantil vuelve a tí, intacta después de tanto tiempo.
Alegría de ser simplemente quien sos. Alguien que desde esta edad
externa e infancia interna, eterna, mira la larga hilera de sus días
con asombro. Y anoche la luz de la luna en el cielo. Y el agua de la
pileta bajo las nubes del sol que se iba yendo. Y el canto de los
pájaros que a la mañana y al atardecer reponen un toque de
eternidad en todo lo que existe. Y el eco de todo lo vivido hasta
este momento es como un niño que te mira y ríe. Y sabes que es el
tiempo. El tiempo es ahora. Es esta hora. Este justo momento en que
la heladera con su ronronero eléctico le da un toque de realidad a
todo esto. Y la charla sobre la pedagogía de Paulo Freire y la
Terapia Comunitaria Integrativa esta mañana, Y el baile de despertar
el cuerpo. Y los deseos despertando. Y esta tu insistencia de seguir
trayéndote en anotaciones. Guardando las vivencias, guardando lo
vivido, guardándote en palabras imágenes. No necesito negarme para
estar entre ustedes.
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