“El secreto de una vejez feliz es un pacto honrado con la
soledad.” Es una frase de Gabriel García Márquez que me viene rondando desde
hace tiempo. Es una buena compañía, sin duda. Un pacto honrado con la soledad.
De pronto esto me da calma. No necesito estar constantemente obligándome a
estar con gente, ni sintiéndome culpable por no haber ido a una fiesta de
cumpleaños. No necesito estar forzándome a nada, a hacer esto o aquello. Basta
estar aquí, basta estar vivo. Basta disfrutar del respirar, del meramente estar
aquí. Ayer compré un libro de Martha Medeiros, Feliz por nada, que coincide com esta valorización de la gratuidad.
Basta de estar pesionándome constantemente para atender a no sé qué padrones de
comportamiento venidos de no sé donde. Venidos sí sé de donde, de la educación
castradora, de la religión alienante, del consumismo y de esa industria de la disconformidad
que anda por todas partes.
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