Muchas veces me pasa que me pongo a escribir no tanto por
tener algo que decir, sino más bien por una especie de necesidad de estar aquí.
Venir a la hoja. Respirar mejor. Encontrarme
y encontrar el mundo del que formo parte. Ahora por ejemplo diría del paseo por
la peatonal de la Beira-mar en João Pessoa. Primer día del año. 2016 nuevito,
flamante. Ese paisaje siempre nuevo, a pesar de repetido. Si uno presta
atención, nada se repite, aunque se repita. Todo es diferente, cuando prestamos
bastante atención. Unas acacias amarillas en una casa antigua. Otra casita, con
aire medio macabro, pintoresca. Y ese flujo humano en el que tantas veces uno se
sumerge, a veces dejándose llevar, otras no tanto. La vereda nueva del lado de
las edificaciones. Los nuevos hoteles, en medio de los antiguos. En el
horizonte, nubes negras, de tormenta. En el cielo, una pincelada rosa naranja. Y
ahora ya de vuelta, la TV con las escenas de fin de año en algunas capitales
brasileñas.
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