“El espíritu se sumerge en la apatía a menos que sus
invisibles tentáculos estén yendo continuamente en dirección a una luz
inalcanzable.” Herbert Read (Imagen e
idea. La función del arte en el desarrollo de la conciencia)
Vengo desarrollando un proyecto cuyo objetivo principal es el
disfrute de cuentos y poemas. Mientras leo y disfruto obras de arte poética de
distintas épocas y nacionalidades, presto atención a lo que va sucediéndome.
¿Qué me pasa al leer el poema de Cecília Meireles “Medida da significação”? ¿Y
cuando leo Angústia, de Graciliano
Ramos? Se van deshaciendo las fronteras que me separaban de todo a mi
alrededor. Vuelvo a ser yo. Se juntan todos mis tiempos. Esto también me sucede
cuando presto atención al habla de ciertas personas amigas y familiares. La
belleza me transporta a un mundo de puro placer. Se suspenden las presiones
internas. Me reconozco en el poema que acabo de citar. Y el libro que menciono
me fascina por la forma como el autor es capaz de hacer verídico su personaje
principal. El flujo de la conciencia. Escribir como vivir. Ser lo escrito y el
que escribe. Esto me sucede a veces en momentos singulares, en que soy lo que
he leído y lo que he escrito. Creo que esta sea la principal razón por que leo.
Me reencuentro, me unifico. Soy lo leído y soy el que lee. Todo es uno. Es una
paz y una tranquilidad maravillosa. La razón de la obra de arte es ser el que
uno es. Dejar de ser lo que los demás quieren que uno sea y ser apenas quienes
somos. Yo no hablo porque alguien quiera que yo hable. Puedo hablar si tengo
algo que decir. Si no, quedo en silencio, que es como mejor capto el mundo. Y
en esta captación callada percibo a la gente, el espacio, los paisajes, la
casa, lo que voy viendo. Vuelvo a escuchar como antes, como soy yo. No temo que
alguien me obligue a decir lo que no quiero o no debo. El silencio me da tranquilidad
y seguridad. Hoy esperé el sol nacer y presté atención al color del cielo. Era
un rosado lila anaranjado. Precioso. No necesito estar externando continuamente
mis opiniones, pensamientos o impresiones. El diálogo ocurre cuando hay escucha
recíproca. Y si no hay nadie con quien conversar externamente, me escucho a mí
mismo y converso com mis seres queridos interiores. No me obligo a concordar ni
discordar de quien esté a mi lado. La coexistencia impone prestar atención a
quienes están cerca nuestro, pero esto no significa que yo no siga prestando
atención a lo que estoy prestando atención, interna o externamente. La atención
va y viene en distintas direcciones. El canto de un pájaro, ella que dice algo
o pasa, un recuerdo de alguien querido o de algo doloroso que nos obligó a
generar resistencia. Una frase de un poema que contiene lo que estamos
viviendo. Una rosa roja o blanca. Disminuyen o desaparecen los conflitos de
convivencia. Fluyo mejor desde que me fui viendo y leyendo en lo que leo y
escribo. Es como si ya nada o casi nada estuviera fuera de mí.
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