quarta-feira, 17 de março de 2010

Tempos estranhos

A malandragem da música do Chico Buarque já não é tão romântica assim. As utopias não tem as cores de outrora. A aurora ainda vem, diz o Rig Veda.

terça-feira, 16 de março de 2010

Um dia de tarde

O dia parecia não ter começado até a hora em que punhas a primeira palavra na página. Até saberes ser essa a palavra em que reconheces o dia. Fostes, andastes, vistes rostos, escutastes, falastes. Agora olhas para a página e nela lês a palavra, como desenhando algo que os poucos vai tomando forma. É o dia vindo de tarde, à tarde, bem tarde.

domingo, 14 de março de 2010

Empezó el día

Esa mañana, se había levantado tempranísimo. Después de algunos minutos de dedicarse a escucharse a sí mismo, a observar el fluir de sus pensamientos, empezó a llover. Lo tomó como una buena señal. Los autos pasaban, como siempre. Un pájaro cantó, como empezando el día. El día estaba empezando. Era eso. No se empujaría a nada. No había a qué empujarse ni para qué empujarse o hacia dónde empurase. Era el día que empezaba. Sintió el trino del pajarito una vez más. Las nubes iluminadas por el sol del lado del mar. El día estaba empezando. Eso era lo importante. El día estaba empezando. No se forzaría a nada. Libertad. Respiró fondo, oliendo el aire mojado por al lluvia. El sol iluminaba las copas de los árboles del lado del bosque. No le debía nada a nadie. No se empujaría a nada. No había anda a lo cual empujarse, ni por qué empujarse o adónde empujarse. Un paso cada vez. Un día por vez. No se empujaría a nada. No sabía si podría borrar esa preocupación con la inseguridad de la casa. Los ladrones. El día había empezado. Era domingo. Tomaba mate. Le escribiría a las tías, o no. No sabía si saldría o no, ni hacia dónde. No importaba. El día empezaba. Había empezado el día. No se empujaría a nada. Ni a salir ni a quedarse. Se quedaría, saldría, jugaba. Siempre había jugado. Jugaría siempre. No buscaba satisfacer a nadie sino a sí mismo. ¿Por qué tendría que salir corriendo a caminar por la playa? ¿Por qué tendría que forzarse a ir al supermercado? Había empezado el día. No se forzaría a nada. Estoy aquí para mí, solamente para mí. No buscaba agradar a nadie sino a sí mismo. Estar bien en sí mismo. Venían los pensamientos comunes. Un paso por vez. No se forzaría a nada. No había a qué forzarse ni por qué forzarse. Libertad. Fluyo. Empezó el día.

sábado, 13 de março de 2010

Días sin comienzo

Hay días que comienzan como queriendo no comenzar. Te levantas y es como si aún estuvieras en la cama. Le dices buen día a alguien y es aún como si no te hubieras dicho a ti que el día ha empezado. Me acuerdo de un chiste en que el sol empezaba el día de varias maneras: una de ellas, como que llegando de a poquito. Hoy el día empezó así, empezó sin empezar. Es como si te hubieras quedado en algún lugar del otro lado. Ya has tomado un mate o lo tomas aún, oyes el ruido de la pala en la calle, recuerdas haber hablado con tu amada y con alguien más, leído ciertas cosas, pensado otras, pero es como si todavía no hubieras llegado a este lado, como si aún el día no hubiera comenzado.