domingo, 29 de janeiro de 2012

Intentando

Escribir es un intento. Me acuerdo de un libro de Anais Nin que un alumno de la Escola de Sociologia e Politica de São Paulo me regaló. Uno trata de venir a la hoja, trata de estar aquí, de la manera más fidedigna posible. Trata de llegar, como dice Cortázar. Pero nos abe si consigue. Es como cuando pintás. Tratás de traer la vida a la tela, al pincel, al color. Hace días que pienso en un ramillete de flores blancas y amarillas, con centros amarillos, pétalos muy blancos. No sé si las pintaré algún día. Tal vez ya estén pintadas en otro lugar. Lo que me gustaría decir ahora, es que uno intenta, uno trata de llegar a la hoja, trata de estar aquí, trata de traer la vida a la hoja, a la tela, al momento. Hoy anduve por la playa y ví algunas mujeres apreciables. La arena, el sol, el mar. Domingo. Ahora trato de compartir lo que es para mí escribir, que Anais Nin me enseñó, en 1984, en ese libro “En busca de un hombre sensible”. Leí lo que ella escribe, y hasta hoy sigo intentando. Uno a veces consigue y lo sabes por el eco en personas que te leen. Escribir es un intento. Tratas de traer la vida al papel, como la vida puede llegar a venir a la tela, al pincel. Lápiz o pincel, no importa. Importa intentar. Tratar de llegar, como dice Julio Cortázar. No importa si lo consigues o no, importa que sigues intentando Fernando Pessoa podría enfermarse de la cabeza porque le podría pesar el tener que hacer cada día una tentativa. A Van Gogh no sé si le enfermaría de la cabeza seguir intentado, pero intentó. Lo consiguió o no, sólo él lo sabe. Los girasoles. Lo intentó. Fernando Pessoa, lo intentó. Borges, Cortázar, intentaron. Yo sigo intentado. Y aquí estamos, intentando.

quinta-feira, 26 de janeiro de 2012

Buscándote

Uno va buscando su lugar en la vida. Lo buscás por aquí, por allí. Recuerdo que cuando era chico espiaba para dentro de las plantas de malvón que adornaban el patio de la casa que ocupábamos en la calle Leonidas Aguirre, Mendoza. Vas buscando un lugar, lo buscás en las plantas, en las flores, en la lluvia. Lo vas buscando y buscarlo es buscarte, pues lo que buscas en realidad, es a vos mismo. Esto de buscar un lugar y buscarte, es la vida. El tiempo fue pasando. Viviste en muchas casas desde entonces. Casas aquí, casas allá. Y sigues buscando, buscándote. Hoy, esta tarde en esta casa, una casa después de tantas casas, te acomodas en la silla y en el teclado van viniendo estas palabras. Las palabras son lugares, son como casas, habitaciones. Nunca se me había ocurrido esto, o si se me había ocurrido, no lo había escrito. Lo que cada vez me va quedando más claro, es que vivir es buscarse. Han pasado ya muchos años desde que tengo conciencia de estar vivo. Las memorias son infinitas a esta altura de la vida. Todo va siendo memoria, y uno, una memoria entre las memorias. Es interesante notar, que cosas que uno anduvo buscando durante mucho tiempo, están ahora aquí, son esto. Uno anduvo de mochilero, fue al parque, quiso enamorarse o se enamoró, buscó, caminó, subió, bajó, miró, escuchó, pintó, cantó, gritó, corrió, huyó, abrazó, escapó, temió, lloró, rió, dio las manos, rechazó el abrazo, dio vueltas, fue de aquí para allá, soñó, tuvo pesadillas, fue al mercadito y a la panadería, recorrió veredas y calles, puentes y bibliotecas, anduvo por las montañas y los ríos, los lagos, las playas, las costas, y los jardines. Y tanto andar, para llegar adonde estás ahora, a esto que sos, este pedazo de eternidad diluyéndose en la tarde que se va.

sexta-feira, 20 de janeiro de 2012

Realidad literaria

De a poco me iba descubriendo. Era como si mi verdadero ser, lo que soy yo, viniera muy paulatinamente mostrándose, ocupando su lugar. Esto lo atribuía, sobre todo, a mi progresivo sumergirme más y más en literatura, un proceso que había venido realizándose desde mi infancia, y que en los últimos tiempos, había ido ganando más y más visos de realidad. O sea: es como si lentamente, hubiera ido transponiendo las fronteras de la supuesta realidad de lo que está aquí, haciéndome más transparente, y diluyéndome en los mundos literarios que durante tanto tiempo me acogieran, y que lo seguían haciendo. Me fui dando cuenta de que la realidad era aquella, no ésta, era el más allá, no el más acá. O tal vez al revés. Esto que está aquí, yo escribiendo esta mañana en la salita de los libros, sobre los libros y de cómo me fui yendo cada vez más allá, este más acá, fuera en realidad la única realidad.

segunda-feira, 16 de janeiro de 2012

Atitudes positivas

Desde há já algum tempo, venho meditando sobre atitudes que possam melhorar o meu modo de enfrentar dificuldades em geral, e em particular, de convivência. Isto me levou, entre outras coisas, a pensar com frequência, na Oração da serenidade, que aconselha aceitação perante o que não se pode mudar, coragem para mudar o que estiver ao alcance, e sabedoria para distinguir uma da outra. Nessa mesma oração, há um apelo para que a pessoa viva um momento de cada vez. Nestes mesmos dias, coincidentemente, veio-me às mãos um artigo da “Psicologia positiva”, que nada tem a ver com o behaviorismo, mas que destaca a importância de focalizarmos a atenção no que funciona, no que está bem, nas pequenas coisas belas e boas à nossa volta, além de valorizar o bom humor e a gratidão. Achei interessante esta convergência de textos, ambos pequenos.

Breves textos, palavras concisas, sem ânimo doutrinário ou proselitista, propagandístico. Alguma vez, li que meditar é mudar a atenção e mantê-la mudada. Creio que, a partir do que estes dois textos sugerem, surge uma oportunidade. Conviver com pessoas que nos desagradam, é uma situação bastante comum. Focalizar a atenção em pessoas agradáveis na mesma casa, na mesma família, pode ser uma possibilidade de mudar a atenção para o que está bom, para o que faz bem. Pensar, por exemplo, no quanto nos alegra uma pessoa querida que mora conosco, ao invés de pensar na pessoa desafeta.

Agradecer pela saúde que temos, por estarmos vivos, pelas coisas aprendidas ao longo da nossa vida. Valorizar o respirar, o ter os sentidos em funcionamento, o sermos capazes de fazer coisas para o nosso bem e dos demais. Pôr a atenção em uma coisa de cada vez, um momento por vez, como ensinaram Gandhi e Jesus. Não gostaria que as referências a Jesus e Gandhi soassem como apelações ou formas de pressão. Apenas que a Oração da serenidade, tanto como estes dois seres de amor, de justiça e de bondade, nos dão um toque: um momento a cada vez.

Partilho estas reflexões não com a intenção de sugerir comportamentos, mas de evidenciar tentativas de melhorar a vida, melhorar o modo de convivermos com as dificuldades. Não podemos moldar o mundo externo ao nosso bel prazer, mas podemos, e é disto que se trata, mudar atitudes, a atenção, para sermos mais felizes.

O artigo sobre a Psicologia positiva: http://www.clarin.com/sociedad/psicologia-positiva-enfoque-lograr-bienestar_0_616738454.html

segunda-feira, 9 de janeiro de 2012

Sin lugar


Hay unos días en que te sientes como sin un lugar en el mundo, lejos de todos y de todo, lejos del mundo, fuera del mundo. La verdad es que no es una sensación nueva sino muy antigua. No tener un lugar, no ser de aquí. Ese acento, ese pelo largo, esa cara de extranjero, ese jeito medio extraño. Sabes que esto tiene una larga historia en tu vida. Mucho tiempo atrás, ya sentías esto. Lo sientes hoy de nuevo, y tratas de encontrarle una explicación, tratas de encontrar el lugar de esa sensación de no tener un lugar, de no ser de aquí. No ser de aquí, y no eres verdaderamente, pero tampoco eres de allá, aunque seas de allá. Allá también sentías que no eras de ningún lugar. Nowhere man. ¿Te habrías transformado en alguien de ningún lugar? Ahora tomas una cerveza, un dia de calor, mientras oyes las voces en el garaje, mientras recuerdas tus hijas e hijos lejos, tu esposa en la fisioterapia, tu papá con noventa años. João Mendoza, ¿cuál es tu lugar?

sexta-feira, 6 de janeiro de 2012

All you need is love


All you need is love, es la canción de la vida, será la canción de la vida mientras haya vida.

quinta-feira, 5 de janeiro de 2012

Julio Cortázar: "Después hay que llegar"


Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, un golpe de viento en el tejado, el estudio número 3 de Scriabin, un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek, el cuento del gato con botas, el riesgo está en eso, en que se puede partir de cualquier cosa pero después hay que llegar, no se sabe bien a qué pero llegar, llegar no se sabe bien a qué, y el riesgo está en que en una hora final descubras que caminaste volaste corriste reptaste quisiste esperaste luchaste y entonces, entre tus manos tendidas en el esfuerzo último, un premio literario o una mujer biliosa o un hombre lleno de departamentos y de caspa en vez del pez, en vez del pájaro, en vez de una respuesta con fragancia de helechos mojados, pelo crespo de un niño, hocico de cachorro o simplemente un sentimiento de reunión, de amigos en torno al fuego, de un tango que sin énfasis resume la suma de los actos, la pobre hermosa saga de ser hombre.

No hay discurso del método, hermano, todos los mapas mienten salvo el del corazón, pero donde está el norte en este corazón vuelto a los rumbos de la vida, dónde el oeste, dónde el sur. Dónde está el sur en este corazón golpeado por la muerte, debatiéndose entre perros de uniforme y horarios de oficina, entre amores de interregno y duelos despedidos por tarjeta, dónde está la autopista que lleve a un Katmandú sin cáñamo, a un Shangri-La sin pactos de renuncia, dónde está el sur libre de hienas, el viento de la costa libre de cenizas de uranio, de nada te valdrá mirar en torno, no hay dónde ahí afuera, apenas esos dóndes que te inventan con plexiglás y Guía Azul. El dónde es un pez secreto, el dónde es eso que en plena noche te sume en la maraña turbia de las pesadillas donde (dónde del dónde) acaso un amigo muerto o una mujer perdida al otro lado de canales y de nieblas te inducen lentamente a la peor de las abominaciones, a la traición o a la renuncia, y cuando brotas de ese pantano viscoso con un grito que te tira de este lado, el dónde estaba ahí, había estado ahí en su contrapartida absoluta para mostrarte el camino, para orientar esa mano que ahora solamente buscará un vaso de agua y un calmante, porque el dónde está aquí y el sur es esto, el mapa con las rutas en ese temblor de náusea que te sube hasta la garganta, mapa del corazón tan pocas veces escuchado, punto de partida que es llegada.

Y en la vigilia está también el sur del corazón, agobiado de teléfonos y primeras planas, encharcado en lo cotidiano. Quisieras irte, quisieras correr, sabes que se puede partir de cualquier cosa, de una caja de fósforos, de un golpe de viento en el tejado, del estudio número 3 de Scriabin, para llegar no sabes bien a qué pero llegar. Entonces, mira, a veces una muchacha parte en bicicleta, la ves de espaldas alejándose por un camino (¿la Gran Vía, King’s Road, la Avenue de Wagran, un sendero entre álamos, un paso entre colinas?), hermosa y joven la ves de espaldas yéndose, más pequeña ya, resbalando en la tercera dimensión y yéndose, y te preguntas si llegará, si salió para llegar, si salió porque quería llegar, y tienes miedo como siempre has tenido miedo por tí mismo, la ves irse tan frágil y blanca en una bicicleta de humo, te gustaría estar con ella, alcanzarla en algún recodo y apoyar una mano en el manubrio y decir que también tú has salido, que también tú quieres llegar al sur, y sentirte por fin acompañado porque la estás acompañando, larga será la etapa pero allí en lo alto el aire es limpio y no hay papeles y latas en el suelo, hacia el fondo del valle se dibujará por la mañana el ojo celeste de un lago. Sí, también eso lo sueñas despierto en tu oficina o en la cárcel, mientras te aplauden en un escenario o en una cátedra, bruscamente ves el rumbo posible, ves la chica yéndose en su bicicleta o el marinero con su bolsa al hombro, entonces es cierto, entonces hay gente que se va, que parte para llegar, y es como un azote de palomas que te pasa por la cara, por qué no tú, hay tantas bicicletas, tantas bolsas de viaje, las puertas de la ciudad están abiertas todavía, y escondes la cabeza en la almohada, acaso lloras. Porque, son cosas que se saben, la ruta del sur lleva a la muerte, allá, como la vio un poeta, vestida de almirante espera o vestida de sátrapa o de bruja, la muerte coronel o general espera sin apuro, gentil, porque nadie se apura en los aeródromos, no hay cadalsos ni piras, nadie redobla los tambores para anunciar la pena, nadie venda los ojos de los reos ni hay sacerdotes que le den a besar el crucifijo a la mujer atada a la estaca, eso no es ni siquiera Ruán y no es Sing-Sing, no es la Santé, allá la muerte espera disfrazada de nadie, allá nadie es culpable de la muerte, y la violencia es una vacua acusación de subversivos contra la disciplina y la tranquilidad del rey allá es tierra de paz, de conferencias internacionales, copas de fútbol, ni siquiera los niños revelarán que el rey marcha desnudo en los desfiles, los diarios hablarán de la muerte cuando la sepan lejos, cuando se pueda hablar de quienes mueren a diez mil kilómetros, entonces sí hablarán, los télex y las fotos hablarán sin mordaza, mostrarán cómo el mundo es una morgue maloliente mientras el trigo y el ganado, mientras la paz del sur, mientras la civilización cristiana.
Cosas que acaso sabe la muchacha perdiéndose a lo lejos, ya inasible silueta en el crepúsculo, y quisieras estar y preguntarle, estar con ella, estar seguro de que sabe, pero cómo alcanzarla cuando el horizonte es una sola línea roja en la noche, cuando en cada encrucijada hay múltiples opciones engañosas y ni siquiera una esfinge para hacerte las preguntas rituales.

¿Habrá llegado al sur?

¿La alcanzarás un día?

Nosotros, ¿llegaremos?

(Se puede partir de cualquier cosa, una caja de fósforos, una lista de desparecidos, un viento en el tejado-)

¿Llegaremos un día?

Ella partió en su bicicleta, la viste a la distancia, no volvió la cabeza, no se apartó del rumbo. Acaso entró en el sur, lo vio sucio y golpeado en cuarteles y calles pero sur, esperanza de sur, sur esperanza. ¿Estará sola ahora, estará hablando con gente como ella, mirarán a lo lejos por si otras bicicletas apuntaran filosas?

(-un grito allá abajo en la calle, esa foto del Newsweek-)
¿Llegaremos un día?

Texto escrito en 1977, divulgado en Buenos Aires casi 20 años después por el amigo del escritor, el pintor Oscar Mara, cuyas pinturas inspiraron Cortázar. Fue publicado en Buenos Aires por la Revista La Nación, n. 1481 (23 de noviembre de 1997), pp. 73-76

domingo, 1 de janeiro de 2012

Letras cayendo

Dejarías que las letras bajasen una vez más sobre la hoja, a ver qué se forma. Miras el papel y los renglones, ves las letras cayendo como gotas y algo empieza a tomar forma. No sabes bien qué es, parece un animal o una montaña, una nube, una planta. Vas mirando la hoja, como tantas veces miraste, al leer, al escribir, tantas veces tantas hojas, tantos renglones, tantos libros y cuadernos en tu vida. Y las letras que caen como gotas siguen formando líneas que lees y que vas entendiendo de a poco o de una vez. Las letras, los libros, los cuadernos otra vez.

The Beatles: permiso para ser


Los Beatles fueron el primer certificado de sobrevivencia de mi generación. Vos podés ser. Eso es lo que yo supe cuando los escuché, por primera vez, en 1962. Los escucho hoy, primero de enero de 2012, y es lo mismo: Vos podés ser. Ese es el recado de los Beatles: vos podés ser.