terça-feira, 30 de outubro de 2012

Páginas

Algunos días uno quisiera ser capaz de resumir lo que fueron las horas vividas. Los caminhos recorridos. Las personas que escuchaste, los humanos y humanas que viste en el hospital, por las veredas, en las calles, en los autos y ómnibus, en la panadería, en la verdulería donde fuiste de mañana a comprar algunas verduras. Los movimentos internos, los juegos de la mente, las charlas con Dios, las meditaciones instantáneas, tan súbitas, en medio del tránsito, en medio de las esperas en los embotellamientos en la avenida Epitácio Pessoa. Y las lecturas de la noche. Los poemas de Cecília Meirelles, y su ricocheteo. La crónica de Martha Medeiros. La evocación de Anaïs Nin. Los poemas de José Martí y su ricocheteo em Stevenson. Affonso Romano de Sant´Anna y su canción para mi exilio más reciente. Los recuerdos de Rio de Janeiro cuando llegaste de Argentina, de Mendoza. Las mulatas, el carnaval. Cultivo una rosa blanca. ¿Cuándo terminar, cuándo termina un poema? La convivencia y sus lecciones. El eterno compañero. Algunos mensajes que te alegraron durante el día. Las lecturas de mañana tempranito, estableciendo como que un tejido de luz que te sostiene durante el día, que cose un día y el otro, como dice el salmo, que un día extiende la mano a otro día. La sonrisa de Doña Marieta en el hospital. Una sonrisa llama otra sonrisa, abuelita Oliva, Mamina, mamá. La ida a Cidade Verde. El almuerzo con Romero y Mara. Gilda, Valdete. Matheus, Mayara. ¿Cuándo termina un día, si la vida continúa, si la vida es contínua? Terminan los días para uno y continúan para el resto del mundo. La vida continúa. La vida es contínua. Y te vas repaginando, vas despaginando, vas atravesando la hoja hasta el otro lado de la hoja, al mundo literario contínuo y perenne.

domingo, 28 de outubro de 2012

Los colores son lugares

Esto podrá parecerle extraño a algunas personas. Pero los colores son lugares, verdaderamente. Pensá en el color naranja, por ejemplo. Recordá lo que has visto de anaranjado en tu vida. Aquellas naranjas en la casa de tus abuelas. Los jugos de naranja que tomaste en algunas terminales de ómnibus, em Buenso Aires, en algunos bares o lanchonetes de São Paulo. Los hábitos de los monjes budistas. El arco-íris, en aquella faja que separa el rojo del amarillo. El naranja es una sensación, es una vibración. Es un lugar. Un lugar te contiene, te acoge, te recibe. Puedes estar allí, en esse sitio, en paz. Si tienes memoria de los colores, podrás ir recuperando una visión de solidez de tu vida. Tu vida como algo consistente, como algo unitario, unificado, sin partes. Una totalidad. Puedes recordar el amarillo, y entonces volverás a recuperar la sensación de aquellos caminos por donde andabas en bicicleta cuando joven. Los cielos del mediodía. Aquel sol tajante. Las siestas en Mendoza. El viaje a Conceição. Recuerdas el solor rosado. Las rosas del jardín de mamá. Las rosas del rosedal. Las chicas de la facultad. Verde. El parque, las matas de Santa Rosa. El bosque de la Bica. Rojo, las luchas en las calles. Negro, la noche. Azul, el cielo, el mar a la tarde. Marrón, los álamos, los carolinos, los robles, los nogales, los pinos, la tierra. Colores son lugares.

quarta-feira, 24 de outubro de 2012

Fluyendo

Esta mañana caminaba por la playa y pensaba en varias cosas, como de costumbre. Una cierta tranquilidad había en el ambiente. No sé por qué caminos, de repente me encontré reflexionando sobre el perfeccionismo, sobre la exigencia interior de hacer siempre todas las cosas bien, de elegir siempre lo correcto, de nunca equivocarme. Me di cuenta de que es imposibe hacer siempre todas las cosas bien, no equivocarse, estar siempre correcto. La vida es un juego, son intentos, tentativas. A veces uno acierta, otras no. Pero no es por allí por donde quería ir. Lo que quería decir, tanto que lo estoy diciendo, es que me vino un alivio bárbaro al darme cuenta de que no debo forzarme a lo imposible. No debo obligarme a nada. O sea, hay cosas obligatorias, pero la vida en sí no es una obligación. Días atrás reflexionaba sobre algo parecido: la noción de deuda, de estar siempre debiendo. Le debés esto a tus padres, esto a tu mujer, aquello otro a tus amigos, lo de más allá a tus hijos, a tus colegas, a tu país. Yo no le debo nada a nadie. Esto lo tengo muy en claro. No le debo nada a nadie, y si no le debo nada a nadie, sino lo elemental, que es el respeto que todos nos debemos unos a los otros y los otros a los unos (pues es recíproco, ¿no cierto?), entonces soy libre, al menos en esencia, en potencia. Hay un sentimiento de agradecimiento, eso sí, pero el agradecimiento no obliga, ¿te das cuenta? El agradecimiento es gratuito, ¿te fijás? No crea obligaciones. Al contrario, nos suelta, nos une. Estas cosas las comparto porque creo que a todos nos pasa, de una manera o de otra. Y al soltarlas, se van yendo, se va alfojando lo que aprisiona.

terça-feira, 23 de outubro de 2012

Pintando

Hoy hice un pequeño cuadrito en pastel. Un álamo verde, naranja y amarillo a la derecha. Un fondo amarillo y verde abajo. Atrás, las montañas a la distancia, marrones y grises, en una línea serrilhada. A la izquierda, unos matorrales difusos, verde claro, verde más oscuro, y verde hoja, apenas perceptibles. El cielo, azul con un solcito amarillo del centro hacia la izquierda. El papel telado del bloquecito iba creando unos efectos bien bonitos al contacto con el pastel. Mientras pintaba, la mente iba parando. Iba de aqui para allá, y paraba. Pensaba: qué magia. Algo tan sencillo como poner los colores en una hojita, crea como que un intervalo, un remanso. Uno se aquieta. Como si empezara un nuevo día.

sexta-feira, 19 de outubro de 2012

GITA LAZARTE

Nació a las ocho de la mañana en Moldes, provincia de Córdoba, Argentina, el 26 de octubre de 1921. Hija de Feliciano Muñoz y Masa y Oliva Soler y Margarit, españoles llegados al país por mar. Oliva era de origen campestre, nacida y criada en Olesa de Montserrat, Cataluña. Tuvo dos hermanos, Ramón Pascual y Agustina. Vivió en Rosario después de la salida de la familia del pueblito en que moraban, y empezó a estudiar en la capital santafesina, cursando allí los grados secundario y terciario. Conocería en esas salas de aula Alma Lazarte, hija del conocido médico rosarino Juan Lazarte, quien la recibiría en la mítica casa de San Genaro. Allí conoció a Omar, por ese entonces aún embalado en el sueño campestre al que retornaría innúmeras veces, en su migración a Mendoza y en sus andanzas por Alta Gracia y Colonia Segovia, llegando a los alrededores de Mendoza (Gobernador Benegas, Godoy Cruz) en el año 1949. Entre cosmos y pinos nacieron tres críos, que las abuelas vinieron a visitar enseguida: Leonardo, Arturo y el Benjamín. Solcito, colorcito y grillito, bautizados así por René Barbuy, educador popular y creativo de la pionera educación por el arte. Fueron creciendo los niños, migrando hacia el colegio Santa de donde egresaron en 1965. De San Ignacio con sus ruinas bucólicas y el clima de hermandad construído, los egresados disemínanse por sus lugares de origen. Gita los dejara con pena en el corazón, como moisés al lado del río, confiando en que la Madre Santa los protegería en el huerto sagrado de su propio corazón. Mística contemplativa, dejó sus recuerdos vivos en quien la conoció y con ella convivió, bien como en un folleto editado en Mendoza, llamado Caminando hacia el ser. Dom Fragoso, de quien tendría noticias, dijera ser contemplativa la naturaleza del Menoro. Vida Retirada (Fray Luis de León), Que el sabio nunca está fuera de su patria (Anónimo), Diario de un alma, Relatos de un peregrino, Sor Juana Inés de la Cruz, San Juan de la Cruz, Santa Teresita de Lisieux, obras espirituales en ella eran vida. Poesía. Trabajo manual incesante, a todos daba el mismo trato, cual aquél de quien se dijera ser el hijo de Dios, enseñara. No se llenaba la boca con palabras vanas. Simone Weil, entre otras místicas cristianas, le llama la atención. Krishnamurti. Dios es la necesidad, repetía. Es el color. Identidad del alma con lo Divino. Yo soy el que soy, dice Dios a Moisés en el Monte Sinaí. Yo soy el que es, dice Cristo cuando le preguntan quién es. Gita Lazarte es lo que es. Lo que fue. Lo que un alma que se une a Dios en la tierra es. En cuanto a sus trabajos materiales, siendo de profesión arquitecta, Gita trabajó en los planes de vivienda del Banco Hipotecario Nacional (Eva Perón, rebautizado 25 de mayo por el régimen ilegal), enseñó en la Escuela Técnica Pouget, de la provincia de Mendoza, creó el ti-co-ti un juego especialmente para niños. No soportaba que sus hijos jugaran con lo que la industria y el comercio quisieran poner en sus manos. De modo que, de chiquitos, sus tres joyas, como los llamaba en su madurez, en la casa de Leonidas Aguirre jugaban a hacer lo que les venía en gana, mientras papá médico venía del Hospital Central donde trabajaba, a tirar por el aire las propagandas médicas: era la rebatiña. El patio se llenaba de gritos y el Doctor, ya sin guardapolvo, y con el pelo cortado a la Kennedy, llevaba los purretes a cococho y a peteco. Otras veces los llevaba a la colonia, un lugar donde se trabajaba en comunidad, plantando, matando hormigas, cuidando de los perros como el Pinky. Más tarde doña Isolina se hizo cargo del lugar, que fue cedido a la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Mendoza y se llamó Escuelita Merceditas de San Martín. En esa época vino María a trabajar en casa, substituyendo Tica, que nos servía el café hirviendo y le dibujábamos a lápiz figuras en la pared, ahorcada. Venían a casa representantes médicos que traían propagandas como valijitas coloridas, una espada verde propaganda de Español, pececitos de colores. Venía Mamina en tren desde Rosario con caramelos de leche, y Chogo. Gita (Herminia Genoveva Muñoz) murió en Mendoza el 19 de octubre de 2007. Escribió Crecer y Crecer por dentro. La biografía de un escritor o escritora, alguien dijo, son sus escritos. En la lápida de su tumba está escrito: La felicidad es obedecer la ley que está escrita en el cielo y en el corazón del hombre.

quarta-feira, 17 de outubro de 2012

Simplicidad

A veces uno se siente un poco raro, y no sabe por qué. No siempre uno sabe qué le pasa. A veces está todo bien, o casi todo, digo pero bien bien, sí, bien en tu interior y bien alrededor tuyo. Pero una sensación rara, como de extrañeza o extrañamiento, de que algo no está del todo en su lugar, te acompaña. Yo no sé si es la propia vida que es así, y ya después de todos estos años de convivir conmigo mismo, prefiero esta incerteza, esta sensación un poco rara de que hay algo fuera de lugar, que aquella sensación de que uno sabe todo y sabe cómo son las cosas y qué es qué. Hoy a la mañana, por ejemplo, encontré unos mensajes en el computador. Dos personas me habían escrito. Aquello me dio una alegría inmensa. Me di cuenta de que mi mundo es ese. Es un mundo escrito, de gente que lee y escribe. Gente que se comunica por escrito. Fui a la universidad, a la editora. A la tarde, sentí que había, que hay para mí, un mundo escrito que me anida y que me envuelve. Son los libros que leí, los libros positivos, que me recibieron, y lo que yo mismo escribí, el mundo que fui creando al escribir, al traerme al papel y al recibir ecos de los lectores y lectoras. Hay una alegría muy propia en ir descubriendo que cada vez más uno es uno mismo, que uno vive en un mundo que uno mismo creó. Esto es lo que entiendo que es la autopoiesis o, más simplemente, la poesía. Hoy vi una maceta con flores a la entrada de la casa. Fue una vista rápida, antes de salir. Pero lo que vi, las flores rojas como círculos o molinetes. La propia maceta marrón en la mesita que la sustenta, y una flor caída, me alegraron muchísimo. A veces me parece que la alegría está más en la forma como nos relacionamos con las cosas y con las personas, con nosotros mismos, que en las cosas en sí. Hay una belleza en lo simple, que es muy tocante. Lo simple es como que un lugar de acogimiento, un lugar de paz. Leía en un escrito de mi madre Gita, que lo simple es lo que no puede ser dividido, es lo que es uno, una sola cosa. Por ahí uno se complica la vida buscando razones o explicaciones, justificativas, y la vida es esto que está aquí, esas nubes que pasan, el pájaro cantando, la gente haciendo lo que hace. Una fruta en el piso, alguien barriendo. Puede ser eso, esas cosas, lo que nos de alegría una tarde como ésta.

domingo, 14 de outubro de 2012

Tiempo y lugar

Quería tener un lugar para mi. Un lugar donde pudiera vivir, donde pudiera ser yo mismo, donde pudiera ser feliz. Ahora que miro estas palabras, pasa como una ráfaga toda mi vida pasada y la presente. Todos mis intentos, la canción, la música, la pintura, la oración, la literatura y la poesia. Los caminos, los lugares. La acción. La belleza. Todas mis tentativas. Hay una canción de Los Beatles que lo dice bien. Se llama There´s a place. Hay un lugar, y está en mi mente. Un lugar donde pueda ir cuando me sienta solo, cuando esté en baja. Los Beatles fueron quienes me dieron un nido muy temprano en mi vida. Las flores, las plantas, los paisajes también. Los lagos, los amigos y amigas. El amor, las luchas, los sueños de ayer y de hoy. Todos los sueños. Y de pronto la vida viene pequeñita, como una niña o un niño. Desde ese mundo silencioso y pleno de la infancia. Como si el tiempo no hubiera pasado. Pero pasó, y no pasó. De pronto me parece, como a García Márquez, que la vida queda y nosotros somos quienes pasamos. Por eso me gusta la literatura y la poesia, porque me llevan a ese tiempo inmemorial, a una vida como la que tenía cuando era chico y miraba las parras de la casa de mis padres en la calle Leonidas Aguirre 313 de Mendoza, Argentina. Y ahora de pronto salgo a las calles de mi barrio aqui en João Pessoa, Paraíba, Brasil (ufa, cuántos nombres) y al andar por las veredas y ver los jardines, las flores amarillas y rojas de la casa de enfrente, al lado del restaurant, rumbo a la panadería o a la frutería, viene de vuelta ese tiempo en que salía a andar por ahí no por algún motivo o con algún propósito, sino salía a andar por ahí nomás, como esta tarde de nuevo. Y entonces ya no importa si es João Pessoa o Mendoza. Importa que es un tiempo recogido, un tiempo unido otra vez. Un tiempo de no pensar en cosas importantes. Sino un tiempo de andar por ahí nomás, porque sí, porque me gusta, porque me hace bien. Pero sin estos motivos, que los motivos se los pone uno de grande. Y ahora es la vereda con el plátano con su tronco marcado con los dibujos de las cortezas que se han ido desprendiendo, inclinado sobre la acequia, y las pelotitas que se sueltan y dejan volar las pelusas con el viento, y los amigos de las casas de enfrente que van a venir a jugar a las figuritas o vamos a cambiar revistas. O vamos a ver televisión en la casa de la vecina que tiene, y donde nos sentamos todos los chicos a ver las películas del Oeste. O entonces vamos a la playa a ver el mar azul turquesa y los barcos como quietos o en un movimiento muy lento, y la gente tomando sol o nadando.

quinta-feira, 11 de outubro de 2012

Plenitud

No sólo no murió, sino que, al contrario, cada vez nacía más. Eso de la vejez, se dio cuenta esta mañana, no es para mí. Yo voy siendo cada vez más yo, cada vez más joven, a medida que el tiempo pasa. Y si esto te puede llegar a parecer una especie de juego, no te has engañado. Lo contrario es que es fatal: pensar que porque los años van pasando, nos vamos transformando en una especie de cosa inútil, algo menos que. Yo, al contrario, lo que compruebo a cada momento, es que de a poco, o de a mucho (depende de los días, sabés, che), voy viviendo cada vez más en una especie de paraíso, en un tiempo atemporal, en que una felicidad muy especial, antigua, pues tiene que ver con mi infancia, y nueva, pues está aquí ahora, nuevecita mesmo, es lo que predomina. No es que viva en una especie de éxtasis, no, no me entiendas mal. Lo que te quiero decir es que hace ya algunos años, estos últimos años, disfruto de cada instante como algo muy precioso. Todo me da alegría, prácticamente. Aún los disgustos cotidianos, en la convivencia, en el tránsito, esas cosas, son como que detalles pintorescos. Lo que predomina, como te dije, es esa sensación de alegría profunda, una paz contenta, si es que me puedo llegar a hacer entender.

quinta-feira, 4 de outubro de 2012

Página eterna

A veces me dejo caer, por decirlo así, en una espécie de hoja. Pero no es que me imagine que hay una hoja y me dejo caer en ella o sobre ella. Es que verdaderamente tengo la sensación inequívoca, de estar dejándome caer sobre una hoja. Es una hoja de un libro, de un color marrón amarillento de tiempo. La sensación es la de ir siendo absorbido por esa hoja inmemorial. Esto me da un consuelo inmenso. El día ha ido pasando, he ido yendo a varios lugares y viniendo de otros, en ese incesante ajedrez cotidiano. Y ahora que ya es de tarde, ahora que la tarde de a poco se va transformando en noche, la sensación de estar ya casi del todo en la hoja, casi ya del otro lado de la hoja, me trae una tranquilidad enorme. Pienso si este consuelo es por la vida de escritor que uno lleva. La poesía es una forma de ser, un modo de estar en el mundo, o varios modos. Hoy en el hospital, mientras dejaba el cuarto de una persona amiga internada, me llevaba su sonrisa como un regalo. Y al entrar en el corredor, vi un haz de luz que venía desde el cuarto de donde estaba saliendo. Supe ésto, que la poesia es una manera de ser, una manera de estar en el mundo. Pensaba que este mundo de los escritores y de las escritoras, es un mundo muy singular. Uno se va adentrando en una dimensión atemporal de la existencia, y allí se encuentra, en ese lugar sin tiempo, en ese tiempo detenido en que las cosas y las personas parecen estar desde sempre y para siempre, incorporado por así decir a la eternidad. Y allí no hay dos sino uno. Allí está todo lo que fue, los seres amados que ya se fueron, más presentes que nunca o tan presentes como siempre. Y esto ocurre en un dia en que las rutinas se rompen y uno por una especie de rendija se contacta finalmente con lo que está aqui, consigo mismo, con el ahora eternamente presente. Las escritoras y escritores forman una especie de comunidad atemporal. Recrean la vida como dioses y diosas incesantes. Y al leer y al escribir, te sumerges en esa página sin tiempo, que incluye todo lo que hay, todo lo que existe.