sexta-feira, 31 de maio de 2013

Caminando

Para llegar a lo más lejano, tenía que venir plenamente a lo que está aquí. Esto lo comprendí esta mañana. Esta tarde, me vino de buscar dentro de mí, un rayo de luz. Lo encontré, me alegré. No es necesario que estés en una oscuridad total. Basta un pequeño oscurecimiento, alguna obscuridad pasajera, un desánimo. Dentro tuyo está esa luz que no se apaga nunca. Eso que llamas de Dios. Basta un pequeno esfuerzo de tu parte, y allí está. Ela te alumbra, te ilumina, te muestra lo que es verdad, te acompaña y te consuela. Yo no te estoy hablando de cosas que no conozcas, claro que sabes todo ésto. Siempre lo sabemos, pero también nos olvidamos, y alguien nos lo recuerda. Ahora me toca a mí recordártelo, pues lo recordé esta tarde. Pero otras personas ya me lo han recordado a mí mismo muchas veces antes, a lo largo del camino que me trajo hasta aqui, donde estoy ahora. La vida es muy singular, es un mostarse y esconderse. La sabiduría popular lo dice directamente: No hay mal que por bien no venga. Todos sabemos cuánto hemos aprendido con las dificultades que hemos ido encontrando en las distintas situaciones de la vida. Esta mañana temprano leía en las páginas de un libro muy antiguo, sobre la sabiduría, un don que Dios nos ha dado para que nos guíe. Podemos usarlo, debemos usarlo para permanecer en el camino del bien. Quien sabe no siempre podamos permanecer en el buen camino. Podemos equivocarnos y caer, lastimarnos o lastimar a alguien por ignorancia. Entonces podemos tomar distancia, reflexionar, mirar mejor, poner las cosas en su contexto, para tratar de comprender y actuar rectamente. Yo no te digo estas cosas como quien quere presentarse ante los demás como un sabio o cosa que se le parezca. Apenas trato de dejar que estas cosas salgan a la luz, para que el camino se nos vaya allanando a todos y a todas.

sábado, 25 de maio de 2013

Utilidad de lo inútil

Una de las cosas que más me agrada de la literatura, es su inutilidad. Obviamente, me estoy refiriendo a las novelas, los poemas, cuentos, relatos. Cuando digo esto, sé lo que estoy diciendo y por qué lo estoy diciendo. No estoy de ninguna manera queriendo menospreciar una de las cosas que más amo, sino más bien al contrario, valorizarla por lo que tiene de no-valioso, en el sentido literal de inútil, sin precio, no comercializable. Escribo para mí mismo, y en esto creo que me encuentro en pie de igualdad con todos los escritores y escritoras. Y aquí hay que agregar, para ser justo, a todas las personas que escriben. Uno escribe y lee para sumergirse en un mundo a salvo de lo comercial, de lo que puede venderse, de lo ideológico, de lo político en el sentido de la manipulación, de lo religioso en el sentido de la alienación. Escribir es abrir un espacio al margen de todas las influencias externas, y crear así, al mismo tiempo y por ese mismo acto, un lugar para cualquier persona. Por eso un poema nos acoge, nos recibe sin restricciones. No solamente porque habla de cosas bellas, imperecederas, sino también porque su autora o su autor, se pusieron en cada palabra, en cada imagen, en el sentimiento que los llevó a dejarse enteros o enteras en esas palabras que nos tocan. Y esto vale también para un romance, una novela, un cuento. ¿Quién no guarda con ternura, por ejemplo, el recuerdo vivo de esas primeras lecturas, las que nuestra madre probablemente nos leía? Imágenes y sentimientos que permanecen en lo más íntimo de nuestro ser. En algún momento de nuestra vida, esas imágenes y sentimeintos vuelven, talvez ya sin las palabras, pero queda la emoción, queda el clima. Muchos años han pasado, pero sin embargo nuestro ser continúa volviendo a esos recuerdos primeros, a esa fuente primordial que quedó intacta. Podemos todavía volver a sumergirnos en esos territorios de lo inútil, de lo que existe solamente en función del disfrute y del placer, de la gratuidad. Foto: livro de Consctancio C. Vigil

domingo, 19 de maio de 2013

Sobre la crítica

“Siempre fue más fácil criticar”, escribió certa vez Graciliano Ramos, en Linhas tortas. De la reacción automática. Evitar la acción mecánica. Estas cosas se movían en su mente. Decidió tratar de dejar que viniera a flote lo que las unía. Siempre fue más fácil criticar. Evitar la reacción imediata, sin reflexión. Evitar la acción mecánica. ¿Qué es lo que estas cosas tienen en común? Tratar de responder de inmediato, sería como empezar a alejarse de lo que estas cuestiones nos tratan de mostrar. Puedo tratar de ir viendo lo que se presenta, dejándolo venir.

Estos días pasados, varias veces he pensado en lo que la Terapia Comunitaria Integrativa frecuentemente nos presenta como alternativas de comportamento. La TCI no es un sistema de reprogramación de la persona, al menos aparentemente. No se presenta, de imediato, como un sistema de recetas comportamentales que deberían seguirse. Sin embargo, con el pasar de los años y en la sucesión de experiencias con la TCI, lo que he venido experimentando, es que en este contexto, repetidas veces, se presentan alternativas de comportamento que rompen un automatismo, una reacción mecánica.

Un ejemplo vendía bien para que se pueda ver com más claridad. No me gusta una pesona, o pienso que no me gusta. Entonces cada vez que la veo o pienso en ella, me siento mal. Paso a evitarla. Pienso mal de ella. Pero no sé por qué no me gusta, ni por qué la rechazo. Simplemente la rechazo y me siento mal con ella, no la quiero. ¿Pero será que no la quiero? La duda se instala. Esta perona al menos aparentemente, no me ha hecho mal. Al contrario, ha tenido y tiene buenas actitudes a mi respecto.

“Cuando la reacción es desproporcionada al hecho, no estamos reaccionando al hecho, sino a lo que el hecho nos remite”, es una de las frases que frecuentemente escuchamos en la TCI. Rechazo a alguien y no sé por qué. No sé qué hacer con este mi rechazo, que me hace mal. Puedo desenganchar la reacción automática, si miro hacia otro lugar. Si miro las cosas buenas que esta pesona hace a mi respecto. Las actitudes positivas que tiene y tuvo en el pasado. Algo se puede ir soltando dentro de mí. Puedo ir saliendo del automatismo. Un espacio se abre dentro de mí, cuando no sé, cuando no puedo simplemente actuar reactivamente, rechazando, criticando. Puedo respirar mejor, soltarme de la amargura del rencor y del prejuicio, que me separan de una persona sin saber por qué.

Hay una parte nuestra que es el yo niño, la consciencia de niño o de niña que todos tenemos. Esa parte nuestra sabe, sin dudas. Sabe y confía. En la TCI somos llevados a escuchar y obedecer a esa consciencia interior de niños, de niñas. A esa parte nuestra que sabe, que confia. Que sabe lo que es bueno, lo que es verdad. Puedo ser más libre si atiendo y escucho, si obedezco esta parte mía que conoce más allá del prejuicio, más allá de la reacción imediata, mas allá del automatismo.

sábado, 18 de maio de 2013

Nunca más

Hay cosas que nunca deberían haber ocurrido, y hay personas que nunca deberían haber existido. Pero esas cosas y essas personas existieron, ocurrieron esos hechos que la consciencia humana repudiará mientras exista una persona honesta y decente en el mundo. No hay argumentos que puedan justificar lo injustificable. Lo ocurrido en la Argentina desde el 24 de marzo de 1976, pertenece al terreno de lo infame, de la abominación. Hay cosas que deberían ser olvidadas, si el olvido no se pareciera a una especie de perdón. No hay perdón para la abominación. La abominación es abominable, tan simple como ésto. Pero dichas estas cosas, es necesario trabajar para que nunca más pueda ocurrir nada parecido. Y es aquí donde me pregunto, con la humildad que debe impregnarnos cuando nos enfrentamos al misterio de la vida, es aquí donde me pregunto, digo, si como argentinos y argentinas, como seres humanos, estamos de hecho haciendo algo para evitar que se pueda repetir una tragedia como la desatada por la furia apátrida y mercenaria de 1976. Porque no basta condenar al asesino y a sus financiadores. No basta condenar las ideologías del odio, el desprecio a la vida que impregnó la operación amoral perpetrada por el ejército, la iglesia y el empresariado, con la complicidad de tantos intelectuales y periodistas, y, por qué no decirlo, de tanta gente común, dueñas de casa, que decían “por algo será”, cuando se sabía de alguien que había sido golpeado por los mercenarios uniformados. No basta la condena, que es sin embargo necesaria e imprescindible. No basta, no. Es necesario un enérgico progreso en el sentido del bien, como dice el I Ching, el libro de las mutaciones. No es posible un compromiso con el mal. Y cuando el miedo lleva a callar, cuando el miedo se disfraza de ocultamiento de la verdad, se pueden estar creando las condiciones para una repetición de 1976. Sólo la verdad nos puede libertar. Y esto no es sólo la repetición de un enunciado que de tan repetido puede ya no estar significando más nada. La verdad es que solamente la verdad libera, porque la verdad es el contacto con la realidad. Y cuando yo leo los diarios de oposición en Argentina, y cuando yo escucho el discurso oficial en la Argentina, tengo la impresión de que la verdad está tan lejos de uno como de otro lugar. ¿Y donde está, o donde podría llegar a estar la verdad? ¿De qué verdad estamos hablando, para empezar? De lo que ocurre, de lo que está pasando. Lo que acaba de morir, es algo que simplemente se negaba sistemáticamente a la verdad. Era la pura negación de la verdad, la mentira como práctica gubernamental cotidiana. ¿Y será que esto está ausente de la Argentina de hoy? Me van a llover pedradas de todos lados, pues hasta la oposición es oficialista en la Argentina. No se atreven a mirar la realidad, más allá de la denuncia, necesaria, cuando es honesta, hay que decirlo. Pero la denuncia no basta, como la condena no basta. No puedo imaginarme una Argentina al gusto del diario La Nación, por ejemplo. Pero me aterra la Argentina del partido gobernante, que sólo se escucha a sí mismo. Entre os que sólo ven el mal, y los que sólo ven el bien que les conviene mostrar, la verdad queda muy lejos. La verdad se quedó afuera. Y como uno de los tantos argentinos que se tuvo que ir del país cuando lo que acaba de morir se adueñó de nuestra patria, me pregunto, con el derecho que me asiste como asiste a toda persona que se quiera en busca de la verdad, me pregunto, digo, si hoy no se cultiva el mismo culto a la mentira, tanto desde la oposición a rajatablas, que sólo ve el mal como desde ese gobierno que se cree más allá de toda crítica constructiva.

quarta-feira, 15 de maio de 2013

Pintando

Hoje à tarde, fiz um pequeno quadrinho a cores. Um sol enorme em um céu azul, sobre um campo verde e laranja, com um álamo do lado direito, uma casa no fundo, e um caminho ao sol. Brinquei com cores, seria a forma mais certa de dizer, porque não estive a procurar alguma perfeição inatingível nem nas formas, nem na resolução dos pontos de encontro entre as cores nem, menos ainda, me preocupei com o fato de já ter pintado este mesmo motivo incontáveis vezes. Seja a óleo, ou a lápis, ou ainda com outros materiais. Este brincar me fez bem. Ganhei energia. Recuperei um estado de ânimo que estava precisando melhorar. Afora o fato de que, ao pintar, ao ver as cores se espalhando pelo papel, vieram lembranças felizes, muito felizes, de infância e adolescência, juventude. Uma minha professora que quando eu lhe perguntava alguma coisa, alguma dúvida sobre o pintar ou o desenhar, dizia: experimente. Pois experimento. A minha mãe, meu pai, meus irmãos pintando ou desenhando. Boas companhias, sem dúvida. Tempos da faculdade. Desenhos coloridos presentados às moças de quem eu gostava, que foram muitas e muito belas. Muito queridas naqueles tempos, luzes na escuridão. As cores e elas. As cores sempre me iluminaram e continuam a me iluminar por dentro e por fora. Me guiam nos meus caminhos pela minha alma e pela cidade, pelos lugares por onde vou.

sábado, 11 de maio de 2013

Presencia

De pronto uno quisiera decir alguna cosa, escribir alguna cosa que pudiera estabelecer un contacto con alguien que está ahí, que podría llegar a estar allí. No para decir algo determinado, sino simplemente para estabelecer un contacto. Quién sabe solamente para contar de cosas que pasan por aqui, y querer saber de cosas que puedan llegar a estar pasando por allí. De pronto has pasado toda tu vida tratando de llegar, como dice Julio Cortázar en “Después hay que llegar” (1977). Has tratado de llegar y sigues tratando de llegar. Llegar no sabes bien adónde, pero llegar. Vas por la playa con tu amada y andas sintiendo la arena caliente bajo los pies. Ves a la gente nadando o simplemente estando allí. Ha pasado ya tanta vida. Has vivido ya tantas cosas, tantos días. Todo está muy vivo en tu memoria. Y ahora vos, ahora vos aqui. Ahora vos, todavía vivo, aún vivo. Siempre vivendo. Siempre intentando un contacto con lo que está allí. Julio Cortázar se transformó para tí como que en una bandera. Una bandera de tí mismo. No una bandera de un partido, de una ideología, de una iglesia, de un grupo de salvadores de la patria. No hay salvadores de la patria. La patria sos vos, como dice Hermann Hesse: “La patria no es allá ni acá, es adonde estás, o en ningún lugar.” Sólo te queda estar presente a tí, como has estado, como decía Gita Lazarte, tu madre. ¡Qué sabiduría, la de la madre! Vive presente a tí, como has vivido.

quinta-feira, 9 de maio de 2013

Las pequeñas cosas

Puede haber un silencio. También puede haber un silencio. Las pequenas cosas. Estas frases sonaban en su mente. Había pasado la mañana en pequenas cosas. El ritual de los jueves. Pasar a buscar a los dos compañeros del grupo de Teología de la Liberación. Un ritual de ya tantos años. Tomar por las avenidas rumbo a la universidad. Las acacias. El olor a lluvia cuando había llovido. Aquellos árboles inmensos. Puede haber un silencio, escuchaba en su corazón. Algunas presencias queridas de seres que lo habitaban, se hacían presentes. Esperara a su esposa en la puerta del banco. El kiosko. Las revistas de literatura. Una profesora te saluda. Un profesor pasa y conversan sobre el tiempo ido y el tiempo presente. Otra profesora pasa y conversan algunas cosas. La gente en el banco. La farmacia. El sebo. Un libro de Graciliano Ramos. El correo. Tanto tiempo pasado aquí, pensó. La vida compactada en este instante, en el presente. El presente es toda mi vida, pensó. Todo mi pasado está aqui. Yo soy todo este instante, todo este mundo, toda esta vida que está aqui.