Esta mañana, fui a
caminar por la playa. Ver el mar brillando bajo el sol, al final de
la calle. El sol en lo alto, el mar extendido en medio de las
barracas y palmeras, infinito. Llegar al borde del mar en medio de la
gente que ya estaba allí. Empezar a caminar en una dirección,
viendo al agua que sube sobre la arena, las olas a lo lejos. Los
niños jugando o mirando el agua. La ciudad a tu derecha, como un
dibujo fijo, inmóvil. Una postal. Algunas mujeres que merecieron una
mirada más atenta. Entrar en el agua, sentir el frescor que te
envuelve. Los barcos a lo lejos. El barranco del faro, y las plantas.
Un cuadro, y uno adentro del cuadro. Volver a casa por la calle del
hotel recién inaugurado. La gente en la parada del ómnibus. Los
ipés amarillos a la entrada del edificio. El portero, cordial. La
flor del sertão, recién florecida, con un tono rosado que parecía
más pálido que ayer.
sábado, 27 de fevereiro de 2016
terça-feira, 2 de fevereiro de 2016
Caminar
Uno puede creer que es más que alguien, porque es, o no es. O bien uno puede creer que es menos que alguien, porque es, o no es. Yo no creo que sea más que alguien porque yo sea o no sea. Ni creo que yo sea menos que nadie porque yo sea o no sea. No siempre fué así. Ya me creí mejor o peor que otras personas, por lo que yo creía ser o no ser. Para mí, ser o no ser, no es la cuestión. La cuestión sería: ¿qué creo que soy, o qué creo que no soy? Lo que yo creo ser, no soy. Lo que soy, lo voy sabiendo de a poco, o de pronto. La experiencia me va guiando. Las creencias, a veces me guían, pero otras veces me confunden. Por eso, muchas veces me pregunto: ¿cuál ha sido mi experiencia? La experiencia en general es positiva. Uno es capaz, uno fue capaz. Elegir, dudar, decidir. Esto es permanente e inevitable.
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