sábado, 28 de abril de 2012

Interiores

Há lugares que nos levam para um tempo parado, um tempo muito antigo que vivemos na nossa infância ou, talvez, depois. Hoje na casa de Dona Marieta na Cidade Verde, enquanto a minha cunhada punha uns pratos à mesa, fiquei olhando a toalha de mesa de material plástico, florida. Toquei o material, e senti uma sensação familiar, antiga. Via o movimento na cozinha, a luz amarela nas paredes, o silêncio do bairro. Lembrei de lugares de interior onde estivera, em diferentes ocasiões. San Genaro, na província de Santa Fé, na Argentina, onde moravam meus avós paternos. Cajazeiras, Souza, Patos, na Paraíba. Lugares de tempo parado. Lugares por onde você passa pelas calçadas, ou passava, e a sensação é, ou era, de que tinha muito pouça gente pelas ruas. É como se a rua fosse sua. Grilos, pássaros, insetos. À noite, as nuvens de mosquitos em volta das lâmpadas da praça. A água do poço. Os jardins com flores. Hoje tive saudades desses interiores. Lugares onde estive muito pouco tempo, mas pude experimentar sensações muito boas, um silêncio, uma quietude, as pessoas sem pressa, com tempo para conversar, para lhe dar uma informação, para saber se você está bem, se necessita de alguma coisa. Lembro de Sousa, quando fomos fazer uma formação em Terapia Comunitária, no Centro de Formação de Professores, em 2009. Havia uns jardins interiores, com pergolados. As lajotas no piso. Uma outra vez, em Patos, num antigo mosteiro então usado como local para hospedagem, outro evento na área de saúde mental comunitária. Outra vez, jardins internos. Habitações amplas. Silêncio. Uma quietude. Em Cajazeiras, um lago à cuja beira ficamos um tempo, à noite. Tempo parado. Lugares de tempo detido. A gente relembra destes lugares com saudade. Saudade de uma quietude que não se encontra nas grandes cidades.

sexta-feira, 27 de abril de 2012

Inclusão

Hoje de manhã vira o livro aberto. As páginas de um e outro lado, e do lado esquerdo, uma silhueta de homem, descendo para adentro, pelas páginas. Como se um boneco recortado com tesoura, tivesse descido atravessando as páginas. Várias vezes retornara a esta imagem. E a sensação era sempre a mesma. Inclusão. Pertencimento.

terça-feira, 24 de abril de 2012

Amanhecendo

Caminhava em direção à praia nesta manhã, lembrando das palavras que trocara com a minha companheira na porta de casa. Paciência. Esperar. À minha frente, quase ao chegar à beira-mar, aquela superfície de ondas se mexendo ritmadamente, prateadas, sob a luz do sol. O céu lá muito longe, claro, quase querendo se confundir com a luz prateada do mar ondulante. Na areia, as pegadas dos caminhantes e das caminhantes. Mais cedo, o amanhecer, visto pela janela do quarto. A luz clareando, a escuridão se indo. Os pássaros cantando. Desfrutar da vida como um dom divino. Agora, de volta em casa, escrevendo estas coisas que chegam aos teus olhos.

Cristianismo

Entiendo el cristianismo como lo contrario de la indiferencia. No cabe en mi entendimiento que alguien pueda decirse seguidor o seguidora de Jesus y sea indiferente a su prójimo, que no le importe si las otras personas viven o mueren o si son explotadas. O se vive para la verdad, y esto compromete con la justicia, o se está del lado de la indiferencia, y esto es ser cómplice de un sistema sin alma, que explota, roba, mata.

segunda-feira, 9 de abril de 2012

Unidad con la vida


Ayer pensaba que un amor entrañable, muy profundo por la vida, nos funde con ella, nos unifica a tal punto con el existir, que ya somos uno o una con la eternidad. Esto no es algo abtracto o genérico, sino concreto, y paso a explicarlo si me permiten por un momento esto que podría llegar a ser o parecer petulante. Estoy hablando de una experiencia que vengo haciendo, y no de una creencia o idea que pueda haber tomado de alguien y estuviera repitiendo. Hay que aclarar, porque si no por ahí te puede venir alguien con algún comentario que te la voglio dire. Si digo que uno se va fundiendo con la vida por amor, o si digo que uno puede ir eternizándose al unirse a lo que existe, debido a un amor entrañable por la existencia, estoy hablando de cosas que hago.

Cosas que todo el mundo hace o puede llegar a hacer, si se deshace de un cansancio vital impuesto por la rutina, por el hábito de haber adquirido la creencia falsa de que el vivir se repite, de que lo que ocurre se repite, y de que después de toda esa repetición falsa, inexistente, no hay más nada, o, al contrario, está el reino de los cielos. Yo no voy a discutir creencias o religión con nadie. Cada uno con sus creencias, ¿vio? Para mí lo más extraordinario, es que si una hoja de parra produce un sonido muy leve al arrastrarse por el viento sobre la tierra seca, y ese sonido tan delicado me conmueve y me llama la atención, entonces es posible que, por ese encantamento entre la hoja de parra y ese su ruidito tan particular, la hoja de parra y yo, ese sonidito tan delicado y yo, vayamos fundiéndonos, vayamos siendo una sola cosa.

Y esto tiene que ver con la unidad, con ser uno, el objetivo de la vida. La vida es unidad, no disociación, aunque nos quieran convencer de lo contrario, o aunque nos hayamos creído lo contrario durante años. Un día uno despierta y ve que no, que la inmortalidad no está en el más allá, sino en el más acá, en este aquí y ahora tan fascinante en que voy disolviendo las falsas fronteras que me separaban de todo lo que existe, y me voy uniendo con todo lo que existe. Les pido que me disculpen todas estas repeticiones. Uno repite a veces por descuido, o también, y espero que sea este el caso, por el entusiasmo de estar compartiendo algo muy lindo, algo muy bueno.

Una puerta hacia la eternidad está al alcance de cada uno, de cada una, si amamos intensamente la vida, y vamos borrando por este amor excesivo y por una atención y cuidado extremados con todo lo que ocurre, las falsas barreras que nos separaban e iban convenciéndonos de que estábamos solos, que éramos algo extraño y diferente, separado. Repito y repito y no me canso de repetir, pues de tanto repetir, un descubrimiento se va haciendo nuestro. Así como nos convencieron a fuerza de repeticiones, de que este vivir era un sufrimiento sin fin, podemos convencernos de lo contrario, de que es una pura plenitud, si lo repetimos incansablemente. Esa atención y afecto, ese cuidado continuo con la vida, nos abren puertas a la eternidad.

La literatura y la poesía están en esa búsqueda, en esa construcción de puentes hacia la unidad. También lo está la actitud religiosa auténtica, esa fascinación por la creación, por la vida de uno mismo y por la vida de cada insecto o flor o por la nube que anda por el cielo y por el sol que a esta hora debe estar escondido no se sabe adónde, en qué países o lugares. Estas cosas las comparto para que se eternicen en tí y en mí, y que entre todos y todas, vayamos sacándonos de la cabeza esa falsa noción de que esto no es nada más que lo mismo que ya fue. Y está también la memoria, la que nos trae el recuerdo de la infancia y de todo lo bueno y maravilloso que fuimos viviendo en la juventud y después, hasta aquí, y este recuerdo continuará.

sábado, 7 de abril de 2012

Escribir, compartir

Hay unos días en que uno está sólo parcialmente por aquí. Antes de todo, debo aclarar que estas cosas que escribo, no pretenden darle lecciones a nadie. Son solamente experiencias personales que comparto. Lo digo pues, aunque generalmente recibo comentarios positivos sobre lo que escribo, eventualemnte alguna persona se siente autorizada a agredir no sé por qué, con aires de sapiencia injustificados por la poca experiencia. Cuado uno escribe, está extendiendo puentes, está compartiendo la vida.

Quien no esté en condiciones de compartir, puede seguir su camino a su modo, pero deje que aquellos que son capaces de intercambiar fraternalmente y de modo constructivo, lo sigan haciendo. El ejercicio de escribir es arduo, como toda tarea. Hay quien pueda escribir por no tener otra cosa que hacer, y hay quien escriba pues es lo que tiene que hacer. Yo escribo para tratar de ir encontrando mi lugar en el mundo. Un lector poco respetuoso, me dejó un comentario que tuve que suprimir: con aire sobrador, me decía si la vida había sido alguna vez otra cosa que este irse buscando.

Yo no hablo de la vida de otras personas. Hablo de mi propia vida, con la perspectiva de quien, a la edad que tengo, ha recorrido un camino bastante largo. Mucho aprendizaje. Y un ideal que no desiste, de ir construyendo, entre muchos, un mundo mejor que empieza en el interior de uno mismo, y se va extendiendo hacia los ámbitos en que cada uno convive. No creo que esto haga de mí alguien mejor ni peor que nadie. Apenas tengo la alegría de saber que no estoy solo. Que hay gente que trata de vivir su vida pautada en la fidelidad a sí misma, asentados en el amor y la justicia.

En mi caso, me he apoyado en el amor sobre todo a la belleza. Ayer cuando fui al parque, me di cuenta de que la imagen que veía delante mío, el bosque bañado por el sol, los árboles verdes subiendo hacia el cielo para el lado del Rosedal, esa imagen estaba adentro mío. Era una imagen que estaba adentro mío. Lo repito pues me admiró. Esto no lo comparto porque me crea mejor que nadie, sino porque creo que cuando uno va compartiendo las cosas buenas que va descubriendo, el mundo va mejorando. Uno va enriqueciendo lo noble, la maravilla, la extraordinaria maravilla que es estar vivo, la maravilla que es la vida.

quinta-feira, 5 de abril de 2012

Resurrección

A veces escribes sin palabras. Vas anotando en algún lugar invisible lo que te va llegando, y de algún modo las frases se van formando. Pero no pones una única palabra en el papel. Hay sueños de tu juventud por los cuales has segudo trabajando, como tanta gente. Cosas que soñaste, que quisiste. Todo se va cosiendo. En estos últimos años, tu vocación, ese querer construir a muchas manos una nueva humanidad, amorosa y solidaria, se ha venido concretizando. Se sigue construyendo. Una sensación de satisfacción interior, de realización, se viene afirmando en tu vida. E inclusive el corte con las actitudes mendicantes y culposas, es una señal de ruptura con la prisión del pasado. El presente se abre como una flor en el final de tu vida. No terminarás tus días antes de haber cumplido tu sueño de construir entre muchos, un mundo fraterno, sin hambre, sin violencia ni dominación. Hoy veías en Uspallata, los bosques de álamos, las montañas. El verde y amarillo del follaje perdiéndose en la profundidad de las florestas. El fin de la alienación y el comienzo de la vida plena.