quarta-feira, 26 de março de 2014

Escribiendo

Hay veces en que escribirías algo, no por tener alguna cosa en especial para compartir, sino por el mero placer de ver las letras bajando al renglón. Sientes una tranquilidad muy grande cuando esto ocurre. Es un quehacer talvez sin sentido para otros, pero no para tí mismo. Escribir por escribir, ¿no sería una locura, o una tontería? ¿Por qué todas las cosas tendrían que tener algún sentido práctico? ¿Y acaso no es algo con sentido el jugar? ¿No tiene sentido divertirse? Tiene, y mucho. Cuando uno es chico, no se pregunta por el sentido. Juega, y el tiempo pasa sin que uno se de cuenta. Después, de grandes, nos creemos que tenemos que hacer siempre cosas serias, importantes.

No hay nada de malo en que también hagamos cosas importantes. ¿Pero hay algo más importante que ser feliz? Cuando escribo como ahora, sin un propósito definido, algo en mí se suelta, se afloja. Me acuerdo entonces de la caminata por el veredón al lado del mar. Me acuerdo de mis hijos e hijas, sus rostros, lo que cada uno y cada una es para mí. Me acuerdo de mi madre, lo que ella es, fue y seguirá siendo siempre para mí.

Hoy y ayer, estos días, he estado sintiendo fuertemente la presencia de Dios. Alguien podrá decir: esas cosas no se dicen en público, hay que esconderlas, qué van a decir. La experiencia me ha enseñado que los tesoros compartidos se multiplican. Es un estado de bienestar que no elimina mis dificultades humanas, mundanas. Mis problemas de convivencia y de aceptación de los demás y de mí mismo. Pero es un amor infinito que abarca todo y envuelve todo. Sólo puedo agradecer, y agradezco. Jugaba a dejar que las letras fueran bajando al renglón, y apareció algo para compartir, algo no programado. Por eso sigo escribiendo, sigo creyendo, creando.

sábado, 15 de março de 2014

Fluidez

A fluidez pode ser não apenas uma possibilidade, mas também uma necessidade. Refiro-me ao agir humano cotidiano, às relações sociais, ao acontecer de cada dia. Tenho experimentado a fluidez várias vezes, nestes dias. No relacionamento com meus filhos e filhas, no meu afazer cotidiano. E também naquela dúvida que tantas vezes tenho, acerca do que fazer. Antigamente considerava a indecisão como algo ruim, que deveria ser superado. As pessoas devem ser decididas, acreditava. E eu não o era; então, eu era inadequado. Hoje, tendo a pensar mais em termos da indecisão como algo que corresponde à minha natureza, e também à natureza das coisas, do existir. Antigamente eu era muito estruturado: entre mim e o mundo, existia uma rígida expectativa, uma exigente exigência. Aquilo era uma prisão. Se dizia a tal hora, tinha que ser a essa hora, nem um minuto antes ou depois. Agora, tendo a ver a fluidez, como uma condição de possibilidade, que estabelece um relacionamento mais suave, menos chocante, com o mundo. Posso deixar-me ir, deixar acontecer, sem necessidade de tanta previsão ou antecipação. Aprendo a confiar mais, a deixar a vida me levar.