quarta-feira, 28 de novembro de 2012

Pintando

Esta tarde, pus a minha escarcela de materiais de pintura e desenho sobre a mesa. Não sabia se iria ou não pintar ou desenhar. Mas apenas este ato, este ficar na frente dos blocos de papel telado ou comum de desenho, os lápis de cor, os pastéis a óleo e comuns, me deu uma satisfação profunda. Abri um dos bloquinhos, e ao ver o desenho que tinha na primeira página, senti uma alegria muito profunda. Era um desenho do mar em Cabo Banco. O barranco, a praia, os barcos, as ondas, o céu, o sol, algum pássaro, uma nuvem. Nessa mesma hora, pensei na potencialidade e na possibilidade, duas coisas que vem me chamando poderosamente a atenção. Nem sempre é necessário que realizemos algo, que levemos a cabo uma ação. Pode ser que sim, mas também pode ser que não. Na possibilidade, na potencialidade, há um espaço vasto para a criatividade, e para um gozo, um desfrute do potencial na vida, muito atraente. Só de ver os blocos de desenho e pintura, as cores e os pastéis de pintar em cima da mesa, me trouxeram uma alegria muito profunda. Foi como se visse de repente, como num relâmpago, muitos desenhos e quadros que já pintei e desenhei na minha vida. Desde os primeiros, umas manchas da cor azul na escolinha aonde ia quando criança. Até outros, de árvores do parque de Mendoza, uma vista do mar em Valparaíso, um arco-iris que dei de presente para uma colega da universidade, o meu primeiro quadro a óleo, uma carroça com um homem indo em direção ao sol. Outros quadros de álamos, uma vista da mata da ponta do Seixas que pintei enquanto meus quatro filhos brincavam na vegetação, quando eram pequenos.

segunda-feira, 26 de novembro de 2012

Pertenecimiento

Cuando alguna cosa me empieza a enfermar de la cabeza, vengo a las letras. Me dejo venir a este mundo aberto, amplio, infinito, donde puedo llegar sin vestir un uniforme, sin recitar algunas palabras clave, alguna consigna. Puedo venir aquí, es decir, en verdad me percibo como estando aquí, pues es un mundo que me abrió las puertas desde hace muchísimo tempo. Vivo en estos territorios inmemoriales de la poesía y de la literatura, en estas regiones crepusculares donde puedo anidarme a cualquier momento. No importa adónde esté, si en el mercadito o en la calle, si paseando por la vereda o por la playa, o hablando por teléfono o tomando mate, puedo venir aquí, me reconozco aquí, en el mundo de las letras.

sexta-feira, 23 de novembro de 2012

¿Qué hacer cuando no hay nada que hacer?

Esta pregunta, aparentemente tan simple que no requeriría mayores indagaciones, no lo es en absoluto, como veremos en seguida. A primera vista, cuando no hay nada que hacer, se abren dos alternativas: si no tengo nada que hacer, puedo ser, o estar. Ser, no da trabajo, no es una actividad. Algo o alguien es, y punto, por ahí termina la cosa. En cuanto al estar, la cosa parece ser también sencilla: si no tengo nada que hacer, estoy, y todo bien. O sea, ser y estar son dos formas de no hacer nada, con lo cual ya dimos un paso, por lo menos, para tratar de adentrarnos en lo que esta pregunta plantea. Pero la cosa no es tan sencila como parece. Ser o estar, pueden darnos trabajo, sí, como no, y esto ya los descartaría como formas de no hacer nada. Cómo es que el ser puede darnos trabajo, se preguntarán con razón ustedes, si simplemente el ser está ahí, tranquilito, como quien no quiere la cosa. Bueno, eso es lo que parece, ¿no cierto? Pero dependiendo del ser que se trate, da un trabajo bárbaro, ¿se dan cuenta? Hay seres que no consiguen quedarse quietos, no consiguen estar sin hacer nada, y de repente tienen que ponerse a hablar, a barrer el piso, a hablar por teléfono, a ver televisión, tienen que ir a comprar algo, se ponen a hacer flexiones en la sala, molestando a todo el mundo, o se ponen a qué se yo, algo tienen que hacer si no, no están en paz. Ya ven entonces que el ser no es tan así una forma de no hacer nada: puede ser una forma de hacer muchas cosas, y de sacarle la tranqulidad a los demás, ¿no es verdad? Y el estar, entonces, ni te cuento. Cómo puede ser que el estar sea una forma de no hacer nada, si la mayor parte de la gente no consegue estarse quieto, por ejemplo. Si los dejás un rato solos, ya tienen que empezar a rascarse la cabeza, a pensar en la vida de otra gente que vive cerca o convive con ellos o con ellas, o, lo que es muy común hoy, se ponen a criticar al gobierno y a la gente que hace daño, lo cual en sí no estaria mal, pero me doy cuenta que me estoy yendo por las ramas, y voy a tratar de volver. La cuestión es que si te ponés a pensar bien en la pregunta del comienzo, che pibe o piba, te vas a dar cuenta, como creo que ya todos nos hemos dado cuenta, que no es tan fácil como parece, no hacer nada.

quinta-feira, 22 de novembro de 2012

Van Gogh

Recuerdo los años que pasé admirando a Van Gogh, sus cuadros, por supuesto. Pero también estudiando su vida, sus sentimentos, sus luchas, sus sueños y frustraciones. Su empeño en tocar los corazones humanos desde sus cuadros, desde el color, desde un pintar que para él fue siempre una forma de contactarse con los demás, de tener un lugar en el mundo, hecho por él mismo. Leía sus Cartas a Théo, que mi abuela Mamina me regaló, y me impregnaba de la belleza de sus cuadros. Sus flores, los girasoles, los lirios, los almendros, el sembrador, los cuadros estilo japonés, los retratos del Dr. Gachet y de él mismo, Vincent. El retrato de Gauguin. La casa amarilla. Aquellos cielos caleidoscópicos, los cipreses, las casas, el café de París. Los reflejos de las luces en el agua, la luna en el cielo, el campo de trigo donde finalmente se fue, su último cuadro. Hoy han pasado ya tantos años desde el tempo en que aquel niño y adolescente se sumergía en el mundo intenso de este pintor admirabilísimo, tan humano y sensible. Quien sabe de pronto a esta edad, ya las cosas no nos tocan con tanto arrebatamento. Pero recordaré siempre con gratitud a mis padres, que me pusieron en contacto con esta criatura inmortal, inolvidable, en quien reconozco a mi primer y más fundamental maestro de la pintura, junto con Miguel Ángel, Gauguin, etc, pero mucho más cerca, sin duda. Vincent Van Gogh siempre más cerca, mucho más cerca. Tan aquí.

domingo, 18 de novembro de 2012

Ubicación

A veces uno se involucra en cosas con las cuales no tiene nada que ver. Se pone a criticar los actos ajenos, como si nos cupiera el papel de jueces. No hay duda de que hay hechos condenables. Pero si yo me pongo a condenar, me condeno. Mi vida no puede ser, no es una condena. Yo soy una persona que ha nacido y renace constantemente. Sé que esto es fruto de un trabajo constante en mi interior y en la red de relaciones de que formo parte. Pero estos días pasados me puse a querer criticar las actitudes de personas que en el presente o en el pasado, actuaron o actúan de maneras que no me agradan en absoluto. Eso no es lo mío, ya salí de ese lugar, por lo menos, espero que no me vuelva a poner en la actitud de quien quiere salvar al mundo. Hay un solo mundo que puedo conformar a mi imagen y semejanza: es mi propio mundo, el lugar que soy yo mismo. Ese lugar es sagrado, es el terreno de mi construcción interna y personal, y también comunitaria y social, pues de ese centro emana como me relaciono conmigo mismo y con Dios, con las personas del círculo más próximo, de mi familia y amigos, y con las personas con quienes me voy encontrando por ahí en la vida. En ese lugar que soy yo, desde ese lugar que soy yo, existe el mundo. Allí se crea mi mundo, el mundo que está en el mundo y el mundo en que soy yo mismo para mí mismo. No hay nadie que pueda estar en mi lugar, sino yo mismo. Y si salgo de allí para tratar de corregir a los demás, queda vacío mi lugar y esto es malísimo: queda una sensación de abandono, de errancia, que substituye a la plenitud de estar en mi propio lugar, de ser lo que soy.

quinta-feira, 15 de novembro de 2012

Nido literario

Pocas cosas me dan tanto placer como el escribir y el leer, el internarme en esos mundos crepusculares a los cuales la literatura y la poesía me dan acceso. Allí me encuentro, allí encuentro a quienes amo y he amado, allí comungo con la belleza, me rehago de la fatiga y del tedio de un mundo demasiado volcado a lo material y a lo objetivo. Cuando veo las letras dibujarse en el papel, en una tarde como ésta, en que no tengo nada que hacer, ni tengo ganas de hacer nada, simplemente dejo que se abra una puerta hacia allá, que me trae más acá. A veces basta mirar alguno de los libros que pululan por la casa. Sea el de Henry James, A outra volta do parafuso, que está en la mesita del luz del dormitorio, y cuya lectura retomé anoche, sea el de García Márquez, El amor en los tiempos del cólera, que hace días que me viene acompañando. O bien sean los libros que se encuentran na la biblioteca de la sala, en sus lugares, lugares cambiantes o más o menos fijos. Me fijo si están o donde están. Graciliano Ramos, con su Insônia y su Angústia. El Martín Fierro, de José Hernández. Los libros del Pe. José Comblin, grávidos de amor y de oración. Los libros de mi madre Gita, Caminando hacia el ser, Crescer. Los libros de Ramón Munoz Soler, mi tío. Los libros de Amado Nervo, de Gabriela Mistral, de Lya Luft, de Martha Medeiros, de Cecília Meirelles, forman como que un nido invisible pero tangible, muy fuerte, que me envuelve y me contiene. Me alimenta y me sostiene, esta tarde y tantas otras tardes. Foto: Gabriela Mistral

terça-feira, 13 de novembro de 2012

Creación contínua

No siempre puedo estar dibujando o pintando o escribiendo, ya que obviamente no siempre tengo a mano un cuaderno o una tela o los colores y los lápices y los pinceles. Pero gracias a Dios esto no me impide de disfrutar de estas actividades tan placenteras. De hecho, puedo pintar sin pinceles y sin las telas o los colores a mano. Hay otras formas de pintar, como también hay otras formas de escribir. Esto me salva de varias cosas al mismo tempo: en primer lugar, de la frustración. En seguida, del consumismo. En tercer lugar, de la chatura de ciertos momentos o de actividades o compañías aburridas que de repente uno no tiene más remedio que soportar. Uno puede ir guardando imágenes en la memoria, o crear situaciones con la imaginación. Esto alivia muchísimo ciertos enfados a los que nadie puede substraerse del todo. Cuando niños, usábamos mucho todos estos recursos adicionales para disfrutar la vida. Nunca es tarde para recuperarlos, che, ¿no te parece?

domingo, 11 de novembro de 2012

Pintando

En estos días pasados, y aún hoy mismo, me he dedicado a pintar pequeños cuadros. Álamos con un sol en el fondo. En uno de ellos, una casita. En otro, una acequia que baja de la montaña. En otro, pintado hoy en un pequeno bloc de papel telado, una casita, un cielo con nubes atrás y arriba, al frente unas plantas con frutos rojos, y también una acequia que baja de la montaña. Me daba cuenta de que había en mí al menos dos actitudes diversas y contrarias al pintar o al dibujar. El niño que juega, y el adulto que busca un resultado, un cuadro con certa calidad y ciertos efectos. Estas dos actitudes diferentes, juegan entre sí, se crea un espacio de incerteza, donde en parte vas haciendo lo que querés o lo que se te da la gana, y en parte la cosa va yendo un poco por sí misma. En el cuadrito de hoy, con la casita con techo de tejas rojas y flores o frutas rojas adelante, noté que había una especie de relajamiento, una especie de dejar de tratar de hacer algo tan determinado, algo tan definido por una idea o un propósito anterior, o por el hábito, o por las casas o cosas anteriormente vistas u oídas. Entonces como que jugué a ver qué aparecía, a ver cómo serían las paredes, cómo los contornos, si el techo iría sólo de rojo o con líneas negras atravesadas, dibujando las tejas. Creé un contorno en negro, como que recortando la casita, conteniéndola en un trazo cerrado sobre sí mismo. El álamo del lado derecho del cuadro, verde subiendo al cielo, amarillo en el lado derecho de su follaje. Las nubes, como que jugando, moviéndose como se mueven las nubes en el cielo que uno ve. Lo lindo en este caso fue no solo el resultado, el papel pintado con colores y formas, que quedó lindo, sino el proceso anterior a la conclusión, el haber pasado días haciendo algunos ensayos previos hasta llegar a esta resolución. Y también lo que fui sintiendo en todo este período de vuelta a los colores, de vuelta al jugar como cuando era chico y después en mi vida, a dar vida a algo que hay en vos que está dentro tuyo o que te remite a experiencias que viviste, y que de repente puede venir a aterrizar en papeles o telas, en diversas versiones hasta que llegás a una en que parece que conseguiste lo que querías. Tambien fue lindo haber recuperado una despreocupación y una alegría infantiles, un estar contento y feliz sólo por saber que los colores y los papeles están allí, los pinceles y los tubos de pintura al óleo o acrílico te están como que esperando.

segunda-feira, 5 de novembro de 2012

Puede haber un silencio

No siempre es necesario hablar, decir, manifestarse. También puede ser una conducta correcta, el silencio. Silencio no es tan sólo callar. Puede ser también aquietarse, permanecer más dentro de uno mismo o de una misma. Hoy por ejemplo, esta tarde de domingo, no se me ocorre qué hacer. Leo el I Ching, el libro de las mutaciones, el hexagrama “La nutrición,” que habla de que es necesario ser moderado en las palabras y en el comer y en el beber. Andaba buscando una orientación. A veces uno no sabe qué hacer y necesita una orientación. Uma indicación de rumbo. Ahora ya ando aceptando un poco más la cuestión de la perecibilidad. Para ser más claro: el hecho de que nos vamos a morir, de que la vida física termina un día. Por certo que esta aceptación es en buena medida resultado del hecho de que la vida me ha ido poniendo en contacto con la enfermedad y con la muerte, con la disminución de las capacidades físicas. Sin embargo, sigo creyendo que, en lo esencial, la muerte en sí no es un problema, pero sí lo es la desistencia, la muerte antecipada, como dice Martha Medeiros en Non-Stop, crónicas do cotidiano. Hoy a la mañana me entretuve un rato pintando un cuadrito de álamos. De un álamo, para ser más preciso. Un sol o una luna amarillos en el fondo, del centro para la izquierda, y un álamo creciendo hacia arriba, como acostumbra ocurrir, subiendo con sus hojas como querendo ganar el cielo. Mientras pintaba, pensaba en varias cosas, como también es bastante habitual. Varias de ellas, relativas al pintar. Me acordaba de Van Gogh, y no pude dejar de recordar una frase de este pintor tan singular. Que para él pintar no era resolver problemas técnicos, sino más bien despertar ecos en los corazones humanos, que reverberarán por siglos. Esto lo dice en una de sus Cartas a Théo. Sin duda lo consiguió. Pero no es sólo esto lo que queria compartir, sino también algo que Osho dijo alguna vez cuando alguien le comentó sobre el suicidio de Van Gogh. Dijo que Van Gogh había cumplido su misión, y que aunque eso pueda llamarse de suicidio, a Osho le preocupaba más la muerte en cuentagotas, esa que se procesa todos los días, sin que la persona se de demasiada cuenta de ello. Hoy a la mañana recordaba un cuento de Julio Cortázar en Historias de Cronopios y de Famas, llamado “Manual de Instrucciones,” en que el escritor se refiere al acto de revolver al café con una cucharita. Uno puede prestar atención a su latido sospechoso, o usarla simplemente para revolver. Nos vamos acostumbrando tanto a las cosas, que es como si perdiéramos el contacto con ellas. Ya no nos dice mucho el vivir. Se transforma en una repetición mecánica. Por eso a veces puede ser necesario parar un poco. Escucharse, prestar atención, no perder el contacto con lo que ocurre dentro y fuera de uno mismo.

Leyendo-escribiendo

No adelanta que yo trate de ir por el camino de otros (u otras). Y si te suena medio rara esta construcción, es porque se trata de una traducción literal del “não adianta” portugués para el castellano. Qué bien que me suena decir castellano, y no español. Allá en Mendoza siempre le dijimos castellano a nuestro idioma. Pero lo que te quería decir, es que solamente cuando empiezo a escribir, empiezo a sentirme bien. Por eso me paso buena parte del día escribiendo. No importa demasiado qué es lo que pueda llegar a escribir. Importa que escriba. Que ponga letras formando palabras y palabras formando frases. Que deje venir lo que hay que expresar. Que el día está lindo y que vi el mar y la gente en la playa. Las flores de las veredas del barrio. El canto de los pájaros, un bebé en su cochecito. No importa mucho qué escribir. Importa escribir. El acto, el hecho, el poner letras, formar palabras, comunicar. Ahí soy yo, allí respiro y tengo mi ser. Así escapo del sinsentido. He tratado de escapar de esa sensación desagradable de no tener un lugar, de varias formas, todas válidas, y todas con alguna utilidad. Pero ninguna consigue ponerme en mi lugar, hacerme sentir que de hecho soy el que soy, como el escribir. Solamente cuando escribo, algo en mí se ajusta. Entonces lo demás, sea lo que sea, es secundario. Lo importante es esto, es lo que está aqui, lo que estás viendo, lo que va apareciendo delante de tus ojos cuando lees. Y uno lee todo el tiempo. Leemos el mundo, nos leemos en la escritura del mundo, como dice Paulo Freire. Uno dice Paulo Freire y siente un alivio. Que alivio pensar en Paulo Freire. Sólo de recordar algunas de sus frases o ideas, uno se da cuenta de que fue una de esas personas que nos ayudan permanentemente a ser más felices, porque más situados o situadas (y esta cuestión de lo femenino-masculino arranca con él) en nuestro propio lugar en un mundo que va siendo; incompletos e incompletas, a camino. La liberación del opresor interno. La horizontalidad. Cuántas cosas nos dejó este infinito maestro del mundo que nos harán siempre respirar mejor. La liberación del intelectualismo, la ruptura con la visión cosificada de la gente y del mundo, el rescate de la dialogicidad, tener o ser. Claro que Paulo Freire bebió en Martin Buber, Karl Marx, Erich Fromm, pero a todo le da un toque persoal, integrando saberes, disolviendo fronteras, mejorando el existir humano em el reconocimiento de que toda persona es detentora de un conocimiento válido, y que sólo ella, en comunidad, puede liberarse y llegar a ser lo que es en verdad, o, mejor dicho, lo que está siendo, con autonomia y reponsabilidad.

sexta-feira, 2 de novembro de 2012

Pintando

Esses dias atrás, por duas vezes, o mesmo ritual. Um copo de água da cor amarela. Umas tintas guache. Um bloco de desenho, uns pincéis, a mesa da sala. Um outro copo, de água azul. E uns álamos vindo ao papel. Ou uma outra figura, ontem, que me pareceu fosse uma semente ou um ouro transbordante, rodeado por um azul envolvente. O álamo de hoje, uma figura solitária numa paisagem de planura. Vermelhas as folhas do lado direito, amarelo o lado esquerdo. Ao pintar o quadrinho de ontem, da semente ou o ouro transbordante, lembro que comecei sem nenhuma ideia pré-determinada. Apenas algumas pinceladas de amarelo. Em seguida, um vermelho mais abaixo, criando uma zona de laranja. Via as cores, e, como não tinha um propósito determinado, curtia as cores. Curtia o amarelo, o vermelho, o laranja. As pinceladas que iam aparecendo tracejadas de amarelo e vermelho, laranja. Depois um verde rodeando o conjunto, e o azul envolvendo todo. Pensava como podem-se sentir as cores, e não apenas usá-las para alcançar um resultado. Também pode importar o resultado, a forma ou o efeito buscado. Mas há alternância nas intenções, e formas distintas de se desfrutar do pintar.