quarta-feira, 30 de setembro de 2020

Esto es todo.

No hay nada extraordinario que yo debería hacer

Lo más extraordinario ya está sucediendo

Estoy vivo. Estoy aquí.

Esto es todo. 


(¡Y es mucho!)

sexta-feira, 25 de setembro de 2020

El valor incalculable de la vida.

Escribo aunque no tenga nada que decir. Cuando lo hago me viene una sensación de que estoy ocupando mi lugar. Gano fuerza para seguir adelante. Me comunico mejor con las demás personas. Vislumbro mejor mi camino, qué hacer. Reavivo mis afectos. Refuerzo mi sensación de pertenecer a una comunidad en movimiento. Pierdo alguna sensación de extrañeza e inseguridad. Recupero la noción de lo que ha sido mi vida hasta ahora. Veo lo que hice y siento una tranquilidad profunda. Me doy cuenta de que fue una vida fecunda y lo sigue siendo. Este tiempo de ahora ya no tiene la presión por desempeño y resultados que hubo en otras etapas. Lo que pasó pasó. Se transformó en flores y en una atención redoblada al instante. Veo lo que fui capaz de generar, el trayecto completo a veces con detalles al punto que me asombra. Entonces respiro hondo y agradezco la familia que tuve y tengo, las amistades que fui capaz de traer a mi interior. Las lecciones que sigo aprendiendo, en particular ese juego de palabras que se arma y desarma a todo momento y del que formo parte. El valor incalculable de la vida.

domingo, 20 de setembro de 2020

Permanencia

 Una vez más llego a mi lugar para decir casi lo mismo o lo mismo. Domingo. Regar las plantas. Cuidar del jardín. Evocar a mi familia y amigos. Renovar mi fe. Conversar con Dios. Rezar, orar. Ver Dios en las flores y en las nubes y en el tiempo que pasa. Escuchar el canto de los pájaros que me envuelve y alegra. Mirar el camino recorrido y sentir una especie de vértigo frente a todo lo vivido. Verme en los libros y colores que me rodean, que guardan otras tantas horas y esperanzas.  

segunda-feira, 14 de setembro de 2020

Escribiendo hago mi lugar.

Esto lo he dicho ya varias veces, con distintos sentidos. Siguen apareciendo nuevas significaciones. Un lugar es donde se puede vivir. Yo voy a la farmacia y veo gente. Algunas personas me llaman la atención. La mirada de una funcionaria nueva. El tono de su voz, acogedor. Algunos funcionarios más antiguos. Una familiaridad se ha ido construyendo a partir de la observación, la vivencia y el registro de lo vivido. Los recuerdos me traen de vuelta momentos anteriores en que estuve en este lugar. Así me siento bien. Una farmacia son otras farmacias. Son todas las farmacias. Los lugares dejan de ser extraños y externos y se transforman en internos y propios. Así las vivencias van siendo compactadas en un vivir concentrado, focalizado y fuerte. Intenso. Varios lugares del barrio han adquirido este sentido de familiaridad. La panadería. La verdulería. La farmacia de la otra esquina, en frente del gimnasio. El área peatonal que está en frente al busto de Tamandaré. Este relato junta incontables relatos anteriores. Lo que ahora cuento de esta jornada por la farmacia junta incontables otras caminatas por distintas ciudades y barrios. Es impresionante el trabajo de la memoria y la atención. Recuerdo el barrio de Belgrano, en Buenos Aires. El lago del Parque San Martín, en Mendoza. Bien dice el artista que el arte existe porque la vida no basta. Ferreira Goulart. Si yo no hubiera emprendido esta tarea de ir recogiendo mi vida en escritos de distinto tipo, es posible que mi vida no hubiera alcanzado el estado de consistencia y plenitud en que me encuentro. Creo que fue fundamental para mi salud haber dejado el ámbito académico. La ciencia que se practicaba predominantemente allí era bastante diversa y opuesta a mi modo de ser, de ver el mundo y de vivir. Creo que es una ciencia separada de la vida. Al contrario, el arte junta, cada vez más reúne, congrega, agrega. La vida es una. Yo soy uno, aunque esta unidad sea una unidad de lo diverso. Traer la persona de vuelta es parte de un esfuerzo desalienante caracteriza la sobrevivencia en la sociedad capitalista. Sólo se vive una vez. Estas anotaciones que ahora dejo en la hoja tratan de recuperar algunas lucecitas que vienen apareciendo en mi vivir. Cuando hablo de arte me refiero no sólo a la actividad artística en sus varias modalidades, sino también y sobre todo al vivir en comunidad. El reconocerse en colectivos en movimiento. Esto es lo que más libera. Se dejan prisiones conceptuales y perceptivas, fijaciones, prejuicios, estereotipos.

Precisamente. Pessoalmente. Pressa. Pressão. Prisão.


Gosto de brincar com palavras. Sempre gostei e continuo a gostar. Coisa de escritor, poeta. Seja como for, é um gosto que saboreio e pratico à vontade. Sem restrições. Não é a mesma coisa uma palavra do que outra, embora nos dias de hoje esteja muito difundido o hábito de dizer não se sabe bem o quê. A despalavra, o desfazimento da fala e da comunicação, é a base da confusão e da dominação. Se não sei o que estou dizendo nem o que estou a ouvir, estou perdido. Muitas e muitas vezes me vejo obrigado a pedir a pessoas que a mim se dirigem, que parem. Palavras demais me atordoam. Necessito parar. Me deter. Cada vez mais ando no meu próprio ritmo. Dessa maneira posso saber o que fazer. Aonde estou indo? O que está acontecendo? O que é que eu quero? O que é isto? Quem é que está aqui? Tenho sido trazido de volta para o mundo do silêncio. No silêncio piso o chão. Sinto a terra sob os meus pés. Estou seguro. O silêncio permite a escuta. Quando escuto vejo. Quando vejo sei. Quando sei o que vejo e escuto sei quem sou e o que quero e aonde estou e para onde vou. Se estou em silêncio posso saber se necessito de fato comprar isto ou aquilo. Se preciso de fato ir a um lugar ou outro ou se fico onde estou. Parecem coisas banais, mas nada há de banal neste bananal. Piadas à parte (que bom era quando fazíamos piadas, lembram?) parece-me de enorme importância prestar atenção ao que digo. As palavras são as coisas. Elas não meramente se referem às coisas, elas são a própria coisa. Quando percebo isto, vivo no meu próprio mundo. É um mundo que faço por mim mesmo. Pessoalmente. Tranquilamente. Do meu jeito. Sem pressa nem pausa. Ou com todas as pausas do mundo. Ao contrário, quando me sinto pressionado, não sou mais eu. É alguém que está aqui no meu lugar me usurpando, usando a minha identidade. Tentando cumprir papéis que foram impostos. É um roubo de personalidade. Detesto e resisto às invasões. Deve ser uma sequela de toda uma vida ameaçada por todos os lados, para que me adaptasse a normas e exigências. Não têm mais exigências. Apenas distância, nada de multidões, higiene das mãos. Sem aglomerações. As únicas multidões que acolho e aceito de bom grado são as que me constituem por dentro. Meus seres queridos e as minhas múltiplas personalidades, identidades, dimensões. Estas formam canções que me embalam e me aninham no eterno. Pelejei muito para ser quem sou. Guardo lembranças desta longa travessia e contemplo no meu interior muitas vezes toda esta jornada que agora está num ponto de difícil expressão em palavras. É muito forte esta sensação. É como estar no topo da montanha e ver de um lado e do outro. As ladeiras íngremes descendo para as profundezas. Um ponto apenas. É tudo que sou. É o que escreve. É isto que está aqui. Quando desatendo o que penso, sinto, digo e escuto, caio numa prisão, num extravio. Desvivo o meu ser. Se desfaz o meu estar aqui numa espécie de ausência da qual saí e continuo a sair como um nadador que insiste com força no meio das ondas, para conseguir chegar à praia. Prefiro ficar em silêncio do que dizer palavras não minhas. Outras vezes solto alguma palavra e ela por si mesma vai dizendo algo que eu fico sabendo ao escutar. O jogo é de um lado e do outro. As palavras abrem caminho, muitas vezes. Algo deve ser dito e ouvido e eu sou a voz que diz e ouve.