quinta-feira, 31 de dezembro de 2015

Agradeciendo

Saber que eres esta tierra que te acoge. Te enraizaste en esta ciudad, en esta región. Hiciste tuyo este paisaje, este clima, esta gente. Extranjero nunca más, no aquí, no ahora. Nunca aquí, en esta João Pessoa donde me hice y me deschice ya tantas veces. Ando por aquí con la secreta sensación de que me voy diluyendo en este mundo que me envuelve y me incluye. Mis raíces se hunden cada vez más en este pedazo de tierra donde tal vez un día me una para siempre con todo lo que existe. Hasta ese momento, lo de siempre. Lo de todos los días. Ir llegando, cada vez más aquí. Llegando y apartándonos. El juego de la vida. El movimiento de la vida. Y ahora ya hasta parece que estuviera otra vez en 1977. Llegando a una nueva tierra que me recibe y donde decido plantarme. Pero han pasado ya casi 40 años. El tiempo pasa y no pasa. Pasa y vuelve. A veces me parece que nunca hubiera pasado nada. En algún sentido, es así. No pasó nada de lo que sabemos que pasó. Pasó y pasó, y ojalá que nunca más pase en ningún lugar del mundo. Y ahora ya esta tarde. Este calor paraibano nordestino pessoense. Y entonces el niño que fui es el niño que es. Juega y juega sin importarle nada. Solamente me dejo estar. Simplemente estar. Como si hubiera llegado a la Tierra Prometida, donde siempre brilla el sol. Y en algún sentido siento que es así. Hay un lugar del mundo que nos es destinado. No puedo dejar de expresar el sentimento de agradecimiento que tengo hacia tantas personas a quienes debo partes importantes de mi ser. Me he ido haciendo en este amasarme que es la vida, creo que esto es así con todos. Y ahora ya en este momento, en esta especie de espacio vacío, esta grieta que separa un año del otro, una posibilidad. Renacer. 

quarta-feira, 30 de dezembro de 2015

Construcción

Vengo construyendo un libro. Esto no tiene plazo ni prisa. Es algo que hago con la sensación de que es una actividad que es placentera en sí misma y por sí misma. No busca un resultado. Es decir, la construcción del libro se completa en sí misma, su objetivo no es un libro que eventualmente pueda resultar de todo esto, sino la actividad en sí. La construcción tiene por objetivo la propia construcción, y no el libro. El libro en realidad está en perpetuo proceso de construcción y destrucción, ya que los nuevos textos van conformando un mundo en el cual yo me voy incluyendo cada vez más. El libro me contiene. Estoy contenido en el libro. Soy ese libro en construcción, que no tiene plazo ni prisa. 

Ahora

Muchas veces me pasa que vengo a la hoja no tanto por tener algo en particular para decir, sino más bien porque aquí me siento bien. Mi lugar. ¡Aquí encuentro tantas personas queridas, algunas ya en otros planos de existencia! Ahora los colores y las flores. Los libros y las historias. Los afectos y los caminos. Todo lo que es humano, aqui está. Aquí la vida. Aquí la fé. Aquí los sueños que vengo buscando desde niño. De un día no haber más hambre ni violencia ni dominación. Sólo amor y paz. Felicidad y solidaridad. Una gran familia humana, diversa y una con el cosmos, con todo lo que existe. Ahora los caminos de la ciudad me llaman. Tantos recuerdos aquí. En cada lugar, alguna evocación, muchas evocaciones. Es como si yo fuera un punto de reunión de tantos pedazos de mí que andan dispersos por ahí y que sólo reencuentro cuando me encuentro con vos, con alguien, con algunos otros pedazos de mí que andan por ahí. Estas flores de ipé esperaban nuestra vuelta a casa. El ipé fue la primera flor brasileña que vi cuando crucé la frontera (no sabía si pasaría) en diciembre de 1977. Eran manchas amarillas en la floresta verde. Y el ómnibus corriendo en la noche y en la madrugada y en el día. Y ahora hoy, esta mañana, los ipés en la laguna del centro de João Pessoal cerca de la iglesia Bautista. “Oriente-se pelas cores” decía un folleto que leí en São Paulo, al llegar en 1977. Hoy, tantos años después, trato de orientarme por los colores, sí. 

terça-feira, 29 de dezembro de 2015

Ahora, celeste

Hoy, celeste. Simplemente celeste. Verdaderamente celeste. El color del cielo. Los cantos patrióticos cuando niños, en la escuela. Ahora, el cielo. Solamente el cielo. María. El color celeste, sin connotaciones patrióticas, que resuenan a cosas que no debo nombrar. Sé que traté de olvidar el color celeste y blanco, en algunos años. Me había olvidado del himno nacional. Sonaba a muerte. No quería recordar. No recordaba. Ahora recuerdo sí. El himno nacional. Alta en el cielo. Pasaron ya tantos años. Tantos años y ninguno. Miedo de ser argentino. De ser identificado como argentino. São Paulo. Desaparecían argentinos también en São Paulo, Brasil. Miedo. Sí, miedo. Ahora ya no. Ya no tanto. Pero todavía un poco. El pasado pasa pero no del todo. Pero no tanto. Un poco pero no tanto que ya no sea, que ya no haya recuerdo. ¿Cómo podría olvidar, si soy un recuerdo? Ahora ya muchas veces, las raíces. La tierra. Seguridad. Pero del lado de acá de la frontera. Hasta que no haya más fronteras.  Otro tiempo. Un tiempo unificado. Un tiempo sin tiempo. El tiempo poético. Tiempo de poesía. Pois ia a poesia. Tantos años pasados, y ahora el presente. Presencia. Saberte ahí tan cerca. Tan cerca todo este tiempo. Tan ahí y sin embargo. Y ahora ya otra vez, en esa frontera de años y tiempos. Año que pasa y año que viene. Año viejo y año nuevo. Y tu padre pasándote hebras de oro, hilos de sol. Y la vida nueva diciéndote: ¡yo pasé adelante! ¡La vida pasó adelante! Y entonces ya ahora, en esta hora, en este preciso momento en que el calor, y la tarde en João Pessoa. Y las horas todas haciendo fila y para qué. ¿Para que todo esto? Y ya las calles esperándote más tarde. Cuando irás a buscar el libro del Padre José Comblin a la librería de usados. Vocação para a liberdade. E irás por las venas asfálticas de la ciudad. Y los ipés. Y el tránsito en la Epitacio Pessoa. Y todos los recuerdos de todos estos años en João Pessoa, Paraíba, el lugar donde más tiempo viviste en toda tu vida. Y tus raíces aquí. Tus raíces en el cielo. Jesús. El Reino de Dios. Levadura. Semilla de mostaza. Todo esto y nada. Nada y todo. Ahora. Ya. 

quinta-feira, 24 de dezembro de 2015

Ahora

Hay veces que uno podría llegar a creer que le podría llegar a querer gustar escribir algo. No sabes muy bien qué. Pero al hacerlo, algo siempre viene. Navidades, antiguas y esta, la actual. El presente se presenta. Tanta gente querida, en distintos lugares del planeta. La tierra. Por un momento, estamos todos aquí, más allá de las opiniones políticas o las creencias religiosas. Más allá del nível educacional o los rendimientos mensuales. Más allá de los desafios que a cada uno nos toca enfrentar diariamente. Por un momento apenas, somos una unidad. Mundialmente. Familia y amigos. Las redes solidarias que trabajan en el sentido de la construcción de más humanidad. Más solidaridad. Más respeto a las diferencias (también internas) de cada persona. Puedo respirar y sentir el milagro de estar vivo. Pasado y presente. Florecimiento. 

domingo, 20 de dezembro de 2015

Unión

Hay unos días que uno cree que podría llegar a querer resumir en algunas líneas. Pinceladas. El paseo alrededor del lago ahora a la noche. Reunión en familia. Y las horas del día que ahora se te escapan. Dan vueltas como una espiral. Ves la caminata con tu padre a la tarde, por las calles del barrio. Algo intangible se viene cosiendo, uniendo. Las retamas me aquietan. Aromos. Acacias. La mirada del niñito que tuviste en tus brazos. Te sonreía. Reía. Y algo que parece haberse quedado de hecho en el pasado. Agradeces. Amigos. Dios. Oración. Y esa familia ampliada que has venido construyendo, en la cual has sido admitido hace ya tantos años. Escribes. Pintas. Oras. Colores. Es como si al final hubieras llegado. Llegas y sigues llegando.  

sábado, 19 de dezembro de 2015

Cromáticamente

Uno puede vivir cromáticamente. Vivir en colores. Vivir color. Ser color. Esto es muy lindo. Y también es sencillo. Muchas veces cuando pinto, cuando voy a pintar, cuando estoy por pintar, y los colores y el caballete y los pinceles y los lápices todo alrededor, hay una paz profunda. Tiempo detenido. Mucha paz. Una plenitud autocontenida. Armonía. Se parece a ciertos poemas o libros. Uno se incluye en lo eterno, por estos actos. En varias oportunidades, estos días atrás, y también antes, y ahora, el amarillo, en especial. El rojo. El violeta, lila, magenta, fucsia. Uno no piensa, o no piensa tanto. Algunos recuerdos dolorosos vuelven. No lo puedo evitar. Están en algún lugar de la memoria, y vuelven. Pero entonces las retamas. Y las rosas. Las acacias. Todo me contiene. Y esos mismos dolores, se revelan como lo que son, una especie de precondición para la alegría y la felicidad, la paz que ahora puedo vivir y vivo. Todo está unido. Nada está separado o disociado.  

sexta-feira, 11 de dezembro de 2015

Verde tarde noche

Esta tarde el verde fue, en varios momentos, una compañía. Un descanso. Verde que era ya claro, ya más oscuro. Calma. Tranquilidad. Menos exigencia, o casi ninguna exigencia. Me daba cuenta de que las culpas también era como si casi ya no estuvieran. Ocupan mucho lugar, tanto las culpas como las exigencias. Y al final, ¿de qué soy culpable? ¿De ser como soy? ¿De tener los deseos que tengo, y que muchas veces condeno como si no supiera de dónde vienen, qué fue lo que los originó? Las heridas, las llagas. De allí brotan flores, pero tengo que comprender que esto es también una vulnerabilidad y un riesgo. Puedo ser más amoroso conmigo mismo. Compasivo. Comprensivo. No busco la perfección, y sin embargo muchas veces me condeno por no ser perfecto. Esto va disminuyendo. Va mejorando la relación mía conmigo mismo. El verde estuvo hoy en muchos momentos, como una compañía amiga. También tuve muchas veces presente a mi madre. Su presencia me acompañó en varias oportunidades. Y así la tarde se fue haciendo noche, y la noche cubre el mundo ahora, con sus luces.  

segunda-feira, 7 de dezembro de 2015

Caminando

Una de esas tardes de un verano que parece querer estar llegando a aproximarse, desde adentro de una primavera atípica. Sin nada que hacer, uno se ocupa de algunas de esas atividades placenteras con las que nos acostumbramos a entretenernos. Pintar, leer. Colores. Texturas. Rojo y amarillo. Un azul sobre rojo. Una flor que me acompaña. Una zinnia. Violeta. Amarillo. ¡Cómo los colores son buena compañía!  Y un libro de Cronin que ayer empecé a continuar leyendo. O jovem trovador. De esa manera distraída como me gusta leer. Leer como quien se deja llevar por esa puerta que está ahí, abierta, y nos lleva a mundos mágicos maravillosos. Cronin tiene, en particular, la virtud de abrir esos espacios acogedores en los que me distraigo de tanta cosa trivial que quieren que uno piense y sienta. Me siento más yo en estos lugares. Más gente. Más humano, cuando pinto y cuando leo. No son pinturas para exposiciones o galerías. No tienen valor de mercado. Son cosas que hago para sentirme bien, punto. Me siento bien, como dice aquella canción de Los Beatles. I feel fine. Las canciones de Los Beatles vienen de pronto como una especie de reserva emocional. Una reserva que viene desde un tiempo que parece que hubiera quedado sepultado por el tiempo actual, pero está allí, y renace. Rebrota.  Esa es la grandeza de estos jóvenes de ayer, que vuelven y vuelven una y otra vez, como si nunca se hubieran ido. Y también está Van Gogh, el inigualable. Admirabilísimo colorista. Vuelve con sus amarillos. Y ahora ya a esta altura del campeonato, en esta tarde calurosa mendocina, cuando los pájaros y sus cantos. Cuando los recuerdos que van y vienen con su vida propia. Cuando algunas figuras muy queridas, como la de mi madre. Y esto de estar todavía aquí, todavía vivo. Insistiendo en los viejos sueños que me animaron cuando joven. Sueños que tanta gente llevó adelante, perfeccionó, dándoles raíces y rostros concretos. Uno se suma a una marea de gente que no se dobla, que sigue de pie, construyendo, dándose las manos. Sembrando y cosechando esperanza. Y en este instante real y verdadeiro en que escribo estas cosas, para echarlas al viento, sabiendo que capaz que encuentren tus ojos o tus anteojos. Y entonces sepas, como sé yo ahora, que nada se perdió. Y que si aquellas cicatrices que una y otra vez nos dan señales, y que nos recuerdan que hubo un tiempo en el que nuestras vidas valían muy poco, sin estas cicatrices no sabría quién soy yo. No me tendría por gente. No sabría quién es que está escribiendo estas cosas ahora, en esta maquinita luminosa que se ha hecho compañera inseparable de tantas personas en este mundo. Y entonces saber que es de esos cortes, de estas heridas que parece que nunca van a terminar de cicatrizar, es de allí mismo, de esos miedos que te asaltan a cualquier hora, como sin motivo, pero tú sabes, tú recuerdas. De allí viene la luz. Una luz que te señala el camino, y te vas. Vas por allí. Como tanta gente va, señalado su rumbo por dolores que se transformaron en señales para el caminar.

domingo, 6 de dezembro de 2015

Impresiones

A veces los días van pasando y a uno como que le queda la impresión de que algunas impresiones se le han quedado en el tintero. Ciertamente, siempre serán muchas las impresiones que se nos pueden haber llegado a escapar. Pero ahora me gustaría referirme a algunas que parecen estar ahí nomás, bien cerquita. Como la sensación de que la vida es un río que corre a toda velocidad, y que uno de pronto va escapando de las piedras o a veces golpeándose en ellas antes de seguir, y después de tanto correr, estamos en el mismo lugar que al comienzo. O entonces lo que se siente al cruzar la cordillera de los Andes hacia Santiago de Chile o volviendo a Mendoza. Esas moles inmensas, que parecen muchas veces lava recién derretida que se apoya sobre la tierra. Y el río que corre al lado de la ruta, ya bien cerquita, ya alejándose. O el hecho de uno estar en una ciudad, o varias ciudades, pues en João Pessoa es lo mismo o casi lo mismo, con la diferencia de que allá es el mar y no la montaña lo que nos da esa impresión de inmensidad. Y también las flores, que por todas partes dan un toque de eternidad. Y ya ahora en esta mañana de domingo, después de una hojeada al diario, para ver lo que quieren que uno vea y piense de la gente y del mundo. Después de haber recordado a Adalberto Barreto y la Terapia Comunitaria Integrativa, esa tela gigante en la que uno va rehaciendo su identidad, su humanidad. Y ahora ya los pájaros, incesantes. Y el cielo que antes estaba como que anaranjado y tímidamente celeste y blanco, y ahora ya está más bien que casi del todo azul celeste, pero un azul celeste intenso, y el sol. Y cada vez más los colores. El color. La mirada interna. Un mundo que se integra en sentimientos, a partir de imágenes. Entonces el anaranjado y amarillo. El rojo y el violeta. Todos los colores. Poder ser color. Vivir cromáticamente.

sexta-feira, 4 de dezembro de 2015

Volviendo

Volvía de Cacheuta. La montaña. El río. Los álamos. El camino sinuoso. Las curvas. Las retamas. Álvarez Condarco. Las aguas termales. Las piletas. Las bañistas. El almuerzo. Los cactus. Los espinillos. Los pinos y los aguaribays. Los dientes de león. Y ahora, después de Chacras de Coria. Después de los túneles verdes de árboles. Y ya todos estos jacarandás de dentro y de fuera de casa. Después que los recuerdos se organizan y se ordenan. Después de algunos minutos de sueño, en que los colores, siempre los colores, se van arreglando y te van diciendo cosas sin palabras. Los sentimientos. El amarillo naranja rojo que te viene acompañando. Y que es un cuadro que se viene transformando. Y que eran corolas de zinnias y un sol interno. El río de oro, que conecta todas las cosas. Ahora ya cuando la noche debe estar esperando para cubrir el cielo de luces. El día no termina. Los días pasan. Y uno se pregunta qué es esto de los días pasar. Los días pasan como hojas de un libro infinito y en este pasar pasamos también. Hasta quedar para siempre. Hasta eternizarnos, porque unidos a todos los colores y al tiempo sin fin.

quarta-feira, 2 de dezembro de 2015

Amarillo, rojo, lila

Estos días, me he estado acordando de estos colores. Un cuadro rojo de fondo, con una mandala en forma de flor al centro. Este cuadro debe ser del año 1993. Esta figura me ha venido acompañando, y lo sigue haciendo. El centro amarillo es el centro de una zinnia. El rojo son los pétalos, o el fondo lila, que también son pétalos. Estos colores me traen mucha tranquilidad y paz. Aquietamiento. Tengo una tendencia a estar haciendo siempre cosas. No importa qué, pero haciendo. Al fijarme en estos colores, me detengo, me aquieto. Estos colores me traen paz, quietud, centramiento. No necesito estar haciendo cosas todo el tiempo. Puedo parar, detenerme. Y aún cuando esté en actividad, puedo estar quieto por dentro, en silencio, contemplando. Los colores son lugares. El amarillo en especial. Pero también el rojo, el lila, el verde, el celeste, el blanco, todos los demás colores, son lugares. Los lugares son quietos, son inmóviles. El tiempo se detiene si me fijo en un color. Un color es un lugar, es un lugar quieto. Este tiempo inmóvil del color, se parece al tiempo de la poesía y la literatura, que también son tiempos inmóviles.  

Etílicamente

Tengo la impresión de que mi aprecio por el vino, en alguna medida se debe a que él me lleva a este estado en el que no sabemos muy bien qué es qué. Afloja la objetividad, esa cosa forzada que nos imponen y hemos aceptado por costumbre. Puede ser de otra forma, de otras formas. Todo puede ser diferente. La literatura y la poesía, me llevan a lugares así, donde lo posible ocupa el lugar de lo que uno pudo haber creído que era la realidad. La poesía y la literatura, el arte, la pintura, los colores, la belleza, me llevan a ese espacio singular. Lo bello. Un lugar donde puedo estar sin violentarme.  

segunda-feira, 30 de novembro de 2015

Decidiendo

A veces no sé qué hacer. No sé si me pongo a pintar unas zinnias que me andan rondando, o si salgo a caminar por el parque o por el barrio. O si aún, me pongo a leer un libro de Nathaniel Branden sobre “Autoestima,” o si entonces me pongo a hacer alguna de esas tareítas domésticas que uno siempre va dejando para otro momento, como arreglar el mantel, que está cortado. A veces en situaciones como ésta, me pongo a orar. De esta forma, trato de alinearme con lo divino. Pienso en las personas queridas, o en la humanidad como un todo, y le pido a Dios que nos envuelva a todos con su inmenso amor. Entonces, es como si le escapara el bulto a la indecisión. Pienso que a pesar de todo, no es tan malo estar indeciso o ser indeciso. Es como estar frente a muchas posibilidades lindas de cosas que te gustaría hacer. Todas son buenas y necesarias. Pero ponerlas en orden, elegir, me cuesta.  

terça-feira, 24 de novembro de 2015

Cromáticamente

A veces los colores nos llaman de un modo muy peculiar. Su modo. El modo de cada color. Ahora el lila. Un lila amarillo. Un morado azul celeste. Los veía por la ventana del gimnasio esta mañana. Los jacarandás. Las primaveras o santa-ritas, o trinitarias. O entonces ahora un azul blanco; rojo amarillo, de un cuadro que hice y que está en mi casa en João Pessoa. Otro de un rojo morado. Naranja amarillo. Verde de dos tonos. Verde hoja y verde musgo. Cada color es un sentimiento. He estado estos días pasados, y aún hoy, con el color violeta, lila, celeste. Celestinas, unas flores que mi padre tenía en el patio del fondo de su casa. Ahora todos estos colores. Cada uno, cada color y su par. Todos estos pares de colores, son también la presencia de mi madre y de mi abuela. Mis abuelos son otros colores. Colores de campo. Verde ceniza. Los colores vienen en pares. Son pares de colores. Ayer estuve con mis hijos e hijas. Fin de semana que se fue adentrando por el lunes. Amarillo naranja. Amarillo naranja son familia. Ahora mis dos hermanos también están aquí. Recuerdo tiempos pasados. El pasado se presenta en colores. Sólo el ver la palabra colores, ya me trae tiempos pasados. Recuerdo paseos con mi esposa y compañera, por las calles y parques, por las plazas de Santiago de Chile y Buenos Aires, Mendoza y Paraná, Reconquista y Rosario, Posadas y Tarija, en Bolivia. Carabobo, en Venezuela. Tantos lugares. Todos colores. Ahora, esta tarde de noviembre, vienen a mí todos estos colores. El marrón de las palmeras y de los troncos en el parque y también en Padcaya, Bolivia. Uno puede vivir en colores. El color es un lugar que acoge. Uno puede ser color, y allí estar en paz, tranquilo. Personas muy queridas que no he nombrado, y que también viven en mi corazón, están también aquí, en esta evocación cromática. Mis tíos. Algunos amigos que ya se han ido. El Padre José Comblin y Dom Fragoso.  

terça-feira, 17 de novembro de 2015

Tengo mis escritos

Aquí puedo venir cada vez que la vida me destruya. Y por Dios que no han sido pocas estas ocasiones. Ya he escrito tanto y de tal manera, que es ya casi como si las palabras me escribieran. Aquí me he ido rehaciendo. Me he venido recuperando, y lo sigo haciendo. En este juego de reflejos en el que de a poco y de a mucho, me voy teniendo de vuelta. Aquí es como si entrara en un país quieto y tranquilo. Un lugar de paz. Plantas, flores y montañas. Y un río que baja cantando. La voz de ella cantando en mi pecho. Y las nieves eternas. Atravesando la cordillera hacia Chile y hacia Mendoza. Ya tantos caminos, que hemos ido cosiendo nuestra América Latina al mismo tiempo que vamos cosiendo nuestras heridas internas. Tantos lugares, tanta gente querida, tantos momentos de encuentro. Refuerzo de vínculos. A veces cierro los ojos, o aún con los ojos abiertos, y me dejo ir hacia toda esta gente querida de la Terapia Comunitaria Integrativa, mi familia y mis amigos, los colegas y las colegas del trabajo voluntario que he ido encontrando en todas estas jornadas de gente que se busca a sí misma colectiva, comunitariamente. João Pessoa, Lagoa Seca, Sousa, Brejo das Freiras. Montevideo, Paysandú, Uruguay. Misiones, Posadas. Paraná, Entre Rios, Valle María. Reconquista, Santa Fé, y Godoy Cruz, Mendoza, Argentina. Brasilia, Distrito Federal; Coxipó do Ouro, Mato Grosso. Emborozú y Tarija, Bolivia. Ya se ha ido recomponiendo el mapa interno y se sigue recomponiendo. Es una actividad continua. Pero sobre todo, tengo mis escritos. Las Ocas do Indio, Ceará. Mis colores, mis libros. Todo este mundo de afectos de que estoy hecho. Aquí puedo venir cada vez que la vida me destruya. 

domingo, 15 de novembro de 2015

Aprendizado

Acabo de chegar de uma voltinha por Cabo Branco. Orla marítima. Novos prédios, novos hotéis. Muita gente passeando. Nenês, cachorrinhos. Gente de todas as idades. As luzes do barranco da ponta do Seixas, ao longe, foram se acendendo enquanto a gente ia andando. No céu, a lua se escondendo. A calçada nova, já reposta em vários trechos. Tantas lembranças, em cada lugar. Lembranças de tempos diferentes. O mar confundido com o céu da noite. Uma só escuridão. Não podia deixar de pensar no ocorrido na França. Terror lembra outros terrores. Tive a visita da violência durante muitos momentos da minha vida. Distintos tipos de violência. Conversava com a minha esposa, como as pessoas que passaram por muitas dores, nos surpreendem. Isto fui aprendendo na Terapia Comunitária Integrativa. As dores fazem parte da vida. Aprendemos a transformar as dores em força para a vida. Não posso deixar de refletir. Como a violência é uma constante na vida humana! Não deveria ser assim, mas é assim. Enquanto a violência atinge pessoas ao longe, isto nos horroriza. Repudiamos o menosprezo pela vida de pessoas inocentes. Sem dúvida. Mas nós, inocentes, não fomos também alvo da violência? O que podemos extrair, como humanidade, como pessoas a caminho da nossa humanização, de tudo isto? O que eu posso ver como aprendizado é que cada vez que a violência me visitou, a vida voltou com o seu valor redobrado.  

sexta-feira, 13 de novembro de 2015

Cuando vienen las aguas

Cuando vienen las aguas, las recibo. Las siento en todo yo. Son los dolores, las heridas, las alegrías, la esperanza. Estas son mis aguas. Cuando ellas vienen, las recibo. Ellas me abren al mundo y a mí mismo. 

Agradezco cuando vienen las aguas. El Dr. Adalberto Barreto dice que quien no gime de dolor, no gime de placer. Yo no elijo la hora en que vienen las aguas. Apenas las recibo. 

Abro los brazos y las abrazo. Las acojo en mí. Veo entonces el río de mi vida. Lo que ha sido y sigue siendo este mi estar aquí. Aguas del comienzo al fin. 

Na foto, um fícus que cresce no pátio do CEFOR, em João Pessoa, Paraíba.

terça-feira, 10 de novembro de 2015

João Pessoa, tercer día

Acabo de volver de una breve caminata por la beira-mar. Parece que nunca me hubiera ausentado. Uno no se ausenta de lo que quiere, de lo que ama. El amor es presencia. Una persona amada está con uno todo el tiempo, no importa donde pueda estar fisicamente. Esto me pasó ahora mismo, a respecto de mi madre. Sentí ella en mí, su sabiduría, esa su manera tan propia de hacerte saber lo necesario, sin discursos ni pretensiones proselitistas. Compartía lo que sabía, lo dejó también en libros. Yo estaba dudando sobre qué debería hacer, o qué es lo que querría hacer. Entonces recordé que ella siempre decía: Dios es la necesidad. No tuve dudas. Me fui a caminar. Me dí cuenta de que mi madre está presente en mí más allá de lo racional. Dí una vueltita. El veredón en reformas. La gente yendo y viniendo. ¡Tanta diversidad humana! Todo ese paisaje nocturno. Las luces de las barracas. La gente sentada en la murallita. Más allá, el mar oscuro.  ¡Cómo uno se hace uno con una ciudad, con un paisaje! Allá o acá, todo es uno y uno es todo. 

segunda-feira, 9 de novembro de 2015

Literariamente

Hay veces que uno se levanta y el día se presenta un poco, digamos, desconfigurado. Desdibujado. No te das cuenta muy bien cuál es tu lugar. Te dejas llevar, y de a poco, todo va siendo como debe ser. Hoy fué así, o más o menos así. Cuando llegó la claridad del día y finalmente me decidí a levantarme, pasé un tiempo como que no sabiendo bien qué hacer. Dónde ponerme. Esta es uma sensación antigua. Tuve que ir a la verdulería a comprar lechuga, mamón, inhame, rúcula, y naranjas. Después pasé por la panadería y compré pan, queso y jamón. En este ir y venir, este ir haciendo lo necesario, fui como que llegando. Ocupando mi lugar. Más tarde la universidad. Trámites. Telefonemas con las amigas y amigos de Kairós-Nos Também Somos Igreja. La alegría de escucharlas y escucharlos. Saber que ya falta poco para encontrarnos. Disfrutar del encuentro, aún que fugaz, con colegas de salud mental comunitaria. En algún momento, me pareció como que al final estaba por fin donde debería estar, del modo como debería estar. Había hablado por teléfono con mi padre, más temprano. Esto también me dio un sentido de ubicación. Las obligaciones nos ubican. Uno encuentra su lugar. Cuando tomaba el desayuno con mi esposa y compañera, recordamos Julio Cortázar. Su entrevista a la TVE. Vivir literariamente. Vivir lo que se escribe. Ser lo que uno escribe. Ser literariamente. Esto también me dio un sentido de ubicación. Leí de nuevo un artículo mío que fue publicado por La Quinta Pata, la revista digital de Mendoza dedicada a luchas sociales y derechos humanos. En fin, todo esto para decir que entre una cosa y otra, al final, ahora que ya es casi mediodía, me siento ya casi como estando donde debería estar, del modo como debería estar. Literariamente.

domingo, 8 de novembro de 2015

Aquí

Escribiría. Como que para saber que de hecho había llegado. Estaba aquí. Estoy en casa, dijo para sus adentros. Finalmente en casa. Es bueno viajar, pero es muy bueno estar en casa. Volver a casa. Sentir el espacio que a uno le está reservado. Bueno, y ya que estoy aquí, ¿ahora qué? Dejarse llegar del todo. Simplemente esto. Disfrutar del placer de sentirse llegar así, como está siendo ahora. Las imágenes y sensaciones de São Paulo, Santiago de Chile, Mendoza, llegando. ¡Cómo la vida es tan intensa! ¡Tantos momentos vividos! El cruce de la cordillera en ómnibus. El paso de la frontera. Libertadores. Buenas ondas en el control migratorio y en la policía. Los caracoles del lado chileno. Las flores amarillas. Tanta belleza. La llegada a la terminal de Santiago. El hotel, una colmena gigantesca. Y ahora en casa, las impresiones llegando. Las sensaciones. Sentimientos. ¡Tanta gente que interviene para que uno pueda ir de un lado a otro! Agradecimiento. El almuerzo en familia en São Paulo. Verde. Azul. Blanco. Celeste. Amarillo. Oriéntese por los colores. Como en 1977. Como tantas veces. Como siempre. Una sensación de raíces. El cielo es aquí. Este es el reino de Dios.

domingo, 1 de novembro de 2015

Presencia

La hoja en blanco. Miraba la hoja en blanco. Sentía la necesidad de estar aquí. La necesidad de estar para mí. Sólo para mí. El recuerdo de ayer. Cumpleaños. El cariño de tanta gente querida. Me daba un poco de vértigo. De pronto sentir que la vida es esto. Algo tan tenue. Poder por un momento dejar de lado cualquier intento de evaluar algo. Basta de tantas evaluaciones. También dejar de tratar de imponerme cualquier obligación. Ahora, este domingo posterior a mi cumpleaños, un cumpleaños que fue como un baño de amor y de cariño. Amistad. Solidaridad. Lo que le da sentido a la vida. De pronto estoy como un barco que busca la orilla. Estoy en la orilla. Dejar de repente cualquier intento por cualquier cosa. Permitirme solamente estar aquí. Solamente para mí. Puedo permitirme esto. Sin obligaciones de ningún tipo. Sin necesidad de probarle nada a nadie ni a mí mismo. Solamente registrando el estar aquí.  

sábado, 31 de outubro de 2015

A Terapia Comunitária Integrativa e a recuperação da pessoa humana

Você pode ser quem você é. Você pode estar aqui, presente. 

Dias atrás, e agora, estas palavras tem vindo à minha mente com força. Você pode ser quem você é. Você já pensou nisso? Você não precisa se tornar outra pessoa, você pode ser a pessoa que você é. Isto parece absurdo, ou uma obviedade, mas não o é. 

A maior parte de nós, desde pequeno, aprende a se distorcer para agradar, aprende a negar a si próprio, para ser aceito ou aceita. A vida vai indo, o tempo vai passando, e as distintas circunstâncias, as sucessivas adaptações, vão nos distanciando tanto do ser que somos, que em algum momento, podemos não saber mais quem somos. 

A cultura, a sociedade, vão pressionando no sentido da des-personalização. Mas essas mesmas cultura e sociedade, também criam, simultâneamente, mecanismos de recuperação da pessoa humana. Mecanismos que trazem a pessoa de volta para ela mesma. 

Melhor dizendo, esses mecanismos, criam possibilidades concretas para que a pessoa possa novamente ser quem ela é. A pessoa encontra espaços em que é aceita, em que ela não precisa se negar para ser admitida no meio das outras pessoas. 

A Terapia Comunitária Integrativa é um desses espaços, é um desses mecanismos que estimulam o auto-reconhecimento e a auto-aceitação da pessoa tal qual ela é. Eu comecei a contatar a TCI em 2004, quando ela chegou em João Pessoa, no conjunto dos Ambulantes, em Mangabeira. 

E, a partir desse momento, não pude mais deixar de seguir na trilha do auto-conhecimento e da auto-aceitação. Este caminho é contínuo. Eu me via no meio de pessoas simples, pobres materialmente, mas ricas humanamente. Elas tinham uma alegria de viver. 

Eu via elas cada vez mais alegres, mais contentes consigo próprias, mais motivadas para viver uma vida mais autêntica. Isto ia me contagiando. Também ganhei coragem, e trouxe para a roda as dores e dificuldades que me atormentavam. 

Ao invés de explicações e interpretações ou conselhos, encontrei acolhimento e compreensão, simpatia e apoio. Tinha passado durante anos por diversos tipos de terapias, e cada vez estava mais longe de mim mesmo, afundado cada mais no estranhamento e na depressão. 

Comecei a voltar, fiz a minha formação em TCI, e comecei a colaborar em formações em TCI e em sensibilizações, acompanhando também cursos de Cuidando do Cuidador. Incorporei-me à rede da TCI. 

Hoje posso dizer que para mim, a mensagem essencial e mais efetiva da TCI para a pessoa que está em busca dela mesma é: você pode ser. Você pode ser você mesmo, exatamente do jeito que você é. E esta mensagem chega a você de maneira ao mesmo tempo compreensiva, racional, lógica, e vivencial, emocional, experimental. 

sexta-feira, 30 de outubro de 2015

Integración

Recién se me ocurrió pensar en cuánta gente querida ya pasó por mi vida. Ya se fueron de esta forma física de existencia. Se fueron, pero no murieron. Son muchas personas. Familiares, amigos y amigas. Conocidos. 

Me dio como una especie de vértigo. Mucha gente querida, realmente. Se fueron pero no murieron. ¿Por qué? Porque las llevo en mi sentimiento. Viven en mi corazón. Algo de ellas sobrevive en mí, y hace que yo sea una persona mejor. 

Algo de ellas ha quedado en mí. Algo de todos y todas ustedes se ha quedado en mí, y me enraíza en un aspecto más tenue de la realidad. Mis raíces son más hondas y extensas hoy que ayer. 

segunda-feira, 26 de outubro de 2015

Enraizamiento

Hay unos días en que uno cree que podría llegar a querer escribir algo. No sabe muy bien qué. Alguna sensación que te anda rondando. Como de enraizamiento, pero también de acogimiento, que se le parece. De pronto sentirte a gusto en tu tierra. Saber que la vida te lleva de un lado a otro. Peregrinación. Oración. Misiones. Amor. Sentimientos. Compartir. Todo se mezcla dentro de tí. Gira y da más vueltas. Pero es también una fructificación y un florecimiento. Ciertamente que esto es fruto de toda una red en la que uno se ha venido plantando con el pasar de los años. Y ahora esa red de la Terapia Comunitaria Integrativa, mi gran familia, está floreciendo en Mendoza. Los primeros brotes ya se ven en esta primavera invernal. Uno se ve centrado en el amor. Descansa en el amor. Un amor que anda, que camina. Que va de un lado al otro. Como las hormigas. Y medio sin darte cuenta, pero sí, dándote cuenta, ves que está ahí. Está aquí. Es esto. Agradezco. De corazón, agradezco. A tanta gente que ha puesto lo suyo para que esto se venga dando. Para que se venga realizando este sueño de ya tantos años. Daría nombres. Tal vez sería lo correcto. Pero muchas son personas públicas, y podría dársele otro sentido a estas palabras. Llevo a estas personas en mi corazón, pues fue gracias a sus esfuerzos y a su empeño, que ese sueño se está realizando en Mendoza.

domingo, 25 de outubro de 2015

Caminando

Yo recuerdo con frecuencia unas palabras del Padre José Comblin, sobre el mensaje de Jesús. Decía él, que el mensaje de Jesús es simple, pero que esta simplicidad está para nosotros como la ciudad en la cumbre de la montaña: nos movemos como si fuéramos a alcanzarla, sabiendo que tal vez nunca lleguemos allá.
Muchas veces me sucede que, al reflexionar o meditar sobre alguna de las palabras de Jesús, o sobre Jesús en sí mismo, experimento un gran bienestar. La sensación de que me envuelve, o está dentro mío, un amor sin límites, que estuvo conmigo desde el comienzo de mi vida.
Escribo esto y lo comparto, con toda tranquilidad, pues estoy convencido de que cuando lo hago, no estoy practicando algo que pueda de ninguna manera interpretarse como orgullo o vanidad. Más vale me mueve el sentimiento de que el bien que experimento, al compartirlo, se multiplicará.
Hace unos días, recordaba lo que Jesús dice sobre el hacernos niños. Hay una parte nuestra que vive en esa dimensión original. Inocencia. Pureza. Una alegría muy especial, que es lo que sentimos en nuestros primeros años de vida.
Así me ocurre con diversos pasajes de los Evangelios. Los lirios del campo. El pan de vida. La vida eterna. El Reino de Dios. Lo de que no se puede servir a dos señores.
Hoy me viene de compartir estas cosas simples, que vengo experimentando. Tengo certeza de que muchas personas que lean esta breve anotación, también tendrán experiencias para compartir.

terça-feira, 20 de outubro de 2015

El libro que no quiero terminar

Lo voy componiendo, pensando que un día me gustaría verlo impreso. Publicado. 

Pero me doy cuenta de que en realidad lo que me gusta es irlo haciendo. Ir juntando los textos que tal vez podrían llegar a formar parte del libro final. Pero al final, el libro está siempre un poco más allá, y esto me gusta. 

Es como si lo que a mí me agradara, en realidad, es ir llegando casi hasta el final, y ver que no hay final, finalmente.  

quinta-feira, 15 de outubro de 2015

Presencia

Poner unas letras en la hoja y sentir la sensación exacta de estar donde uno debe estar. Respirar hondo por esto. Sentir que los pájaros cantan de manera tenue en este final de tarde. Recordar la caminata por el parque esta mañana. La ida a la universidad a la tarde. El parque otra vez. Y en el medio, muchas veces, la sensación que me proporciona el estar vivo, de maneras diferentes pero las mismas. Saber que soy ese que anda por ahí y de pronto se alegra por ser como es, ni más ni menos. A veces me da un vértigo, tanta vida pasada, y ahora aquí. En tantos momentos del día, experimentar la perpejidad y el asombro de andar por ahí, caminando o en auto, y cada momento como que evoca y reúne a todos los momentos pasados. El tiempo se compacta. Tiempos que parecía que durarían para siempre se terminaron. Hoy es otro tiempo. Muchas veces me sorprendo como si fuera una planta que volvió a la tierra. Y esta tierra mía, mi tierra natal, me reconoce y la reconozco. Esto me pasó esta tarde, y me viene pasando en distintas oportunidades. Reconocimiento. Reencuentro. Es una sensación buena y muy placentera. Como si estuviera volviendo a un tiempo en que no eran tan necesarias las palabras. Explicar. Decir por qué. Bastaba vivir, estar, ser. Todo era más simple. Tiempo infantil.

Caminando

Esta mañana fui a dar una vuelta por el parque. Esto tiene siempre algo de encantador. Sumergirme en el tiempo. La avenida de las palmeras, ya añosas, con sus troncos como tallados en el tiempo y sus hojas que parecen impresas en el aire. La gente haciendo ejercicios o caminando, corriendo, paseando. La fuente de los cinco continentes, una belleza. Y las avenidas cubiertas por las copas de los árboles deshojados, dibujando pulmones en el cielo. Los bosquecillos que uno descubre, como si nunca antes los hubiera visto. Las acequias cantando, llevando el agua a todas partes. Y las flores. Las coronas de novia, blancas. Las acacias blancas. Al volver, por calles que también tienen sus historias, malvones rosados y rojos.  

terça-feira, 13 de outubro de 2015

Presente

A veces se acumulan algunas impresiones, que en un cierto momento dejamos bajar al papel, a la tela, lienzo, bastidor, o como quieras llamarle. Un cuadro de Van Gogh: flores en un jarro. Otras flores, estas en un florero de vidrio transparente, en la mesa del comedor. Los distintos encuentros de estos días en Mendoza. Otra historia se viene construyendo. Vengo construyendo otra historia. Hay algo que ha quedado intacto. Hay un pasado que de pronto va pasando, de verdad. Un pasado que está pasando de hecho a su condición de pasado, dejando lugar al presente. Yo no necesito evocar constantemente aquello que duele. De todos modos, siempre algo o alquien me lo recuerda. El mero hecho de poder andar por las calles con tranquilidad, sin miedo, me recuerda lo que ya no está. Lo que se fue, y que no vuelva más. Cuando vienen esos sentimientos, da tristeza. Y me veo obligado a mirar hacia esas fisuras. Esas grietas que han quedado. La vida va dejando huellas. Cicatrices que siguen doliendo, pero que van cambiando de significado. Me gustó leer en el diario de hoy, que unos artistas, músicos, cantores, están por hacer una presentación en recuerdo de los desaparecidos de Mendoza. Valorizar la vida en democracia. Valorizar la vida. Valorizar la democracia. Encontrar la gente en la calle, y recibir esa gentileza con que muchas veces nos tratamos los humanos. Poder vibrar en esa frecuencia apenas perceptible. Saber que hay algo perenne, algo que no muere, que sobrevive a todas las catástrofes. Aprender que es muy bueno en la vida, aprender a compartir. Saber que por sobre todas las cosas, es el hacer juntos, lo que nos humaniza. Darme cuenta, después de tantos años, que mi sueño de joven se está cumpliendo en mi vida. Y ver los árboles en primavera. El tejido tenue del follaje verde que cubre la ciudad como un tul. Y más allá la cordillera toda nevada. Y los cantos que nos esperan más allá de las fronteras, adonde la vista alcanza. Caminando por muchos países de América Latina, construyendo y reforzando vínculos solidarios. Descubrir que de pronto la eternidad es esto. Es el presente. Esto que está aquí. El único tiempo que nos es dado vivir.


domingo, 11 de outubro de 2015

Pasando

Juntando todos estos pedacitos de tiempo va pasando el tiempo. Voy pasando, tiempo, a tiempo de ir ya viendo cuánto tiempo todavía me queda, de juntar pedazos de tiempo. De pronto me divierte y me admira ver cuánta vida ya pasó. Cuánta vida está pasando. Cuánta vida pasa, vida. ¡Cuánta pasó y cuánta pasa! Y así mientras vida y tiempo pasan, yo, que soy tiempo y vida, paso y no paso. Paso y me quedo. A cada paso, un pasito más hacia la integración.

quarta-feira, 7 de outubro de 2015

Mirando hacia adentro


Esta mañana me pasó que, como muchas otras veces, estaba metido en un debate conmigo mismo, acerca de qué es lo que debería hacer. Pensaba las varias cosas que podría tener que hacer. Obligaciones. Esto me angustiaba. Entonces cambié la mirada. Ví hacia adentro, un adentro que incluye el afuera. Me calmé de inmediato. Ví la continuidad de todo. Adentro mío: amarillo y rojo. Esto me aquietó totalmente. No importa lo que vaya a hacer. No importa si lo hago o no. Importa que estoy en calma. Escuché el canto de los pajaritos, y esto me alegró. No necesito interpretar ni explicar el canto de los pájaros, ni por qué me alegra. Me alegra. Pensé que podría ir al parque o al gimnasio. O que me ocuparía de la obra social. No hice nada de eso. Escribo, que no lo había planeado.  

sexta-feira, 25 de setembro de 2015

Caminando

“Puede haber una luz, uma hendidura. El camino es fatal como la flecha, pero en las grietas está Dios, que acecha”. Jorge Luis Borges


Muchas veces me pasa que vienen a mí algunas palabras de Jesús, como ahora, en que recuerdo especialmente “Porfiad de entrar por la puerta estrecha”. Y cuando estas palabras me vienen a la mente, viene también el sentimiento de una gran amorosidad. Un amor que es infinito e incondicional. 

Yo no sé exatamente qué es lo que Jesús Cristo quiso decir al pronunciar estas palabras, pero no tengo la menor duda de que el amor con que fueron dichas, es nada más ni nada menos que el amor de Dios. Puede ser que la frase se refiera a cosas que se nos presentan en la vida, que tenemos que hacer. No son cosas que nos gustaría hacer, ni cosas que pensamos que deberíamos hacer. 

Son cosas que se nos presentan como obligatorias, impuestas. Muchas veces tenemos que ir por ahí, ir por ese camino. Y allí es donde encontramos el amor de Jesús a nuestro lado, adentro nuestro, en esa misma circunstancia muchas veces difícil o impuesta, que se nos presenta como inevitable. Ahora pensaba que las palabras de Jesús Cristo tienen un poder muy grande, que hace de ellas algo como natural, dado. 

Algo que si bien exige o demanda de nuestra parte un esfuerzo de interpretación o entendimiento, al mismo tiempo nos alcanzan más allá de si mi interpretación es o no la correcta. En algún sentido, no hay interpretación correcta o incorrecta. Hay el amor de Dios, la presencia de Jesús, y mi intento por andar por su camino. Un camino que tiene la naturalidad de la vida. 

Yo sé que estas cosas que comparto, sin lugar a dudas encontrarán quien las pueda comprender como independientes de cualquier doctrina o institución. Debo esta comprensión al padre José Comblin, cuyos escritos vengo meditando y estudiando desde hace años. Sé que la posibilidad que tenemos, como seres humanos, de andar por ese camino que es Jesús, ese camino que supone que la vida nos es dada como un don de Dios, para que seamos felices y vivamos en el amor y la justicia, está hoy a la orden del día, debido a la presencia y a los actos de Francisco, el papa. 

Constantemente, desde que asumió el cargo de jefe supremo de la Iglesia Católica, Francisco vene conmoviendo al mundo por su humanidad y sencillez. Su coraje para no sólo denunciar los males del capitalismo y una sociedad pautada por el dinero y el poder, sino para demostrar, con hechos, que es posible vivir de otra manera. 

El padre Comblin decía que la acción social cristiana es una acción de naturaleza personal. Es una acción que hace que aparezca la persona olvidada. No se trata de convertir ni de convencer. Se trata de actuar de manera tal que aparezca nuestra propia persona, el ser auténtico que cada uno de nosotros es. 

Esto lo dice el padre Comblin en varios de sus libros: La profecia en la Iglesia, Vocación para la libertad, recuerdo en este momento. En uno de sus discursos pronunciados en Estados Unidos, no recuerdo si en el Congreso o en la asamblea general de las Naciones Unidas, Francisco menciona a las personas que se dedican al voluntariado. Esto tiene una acepción amplia. 

En Bolivia, al dirigirse a las personas participantes del Encuentro Mundial de Movimientos Populares, dijo que estos movimientos son el gérmen de una nueva sociedad. Es posible actuar en el sentido de un vivir en sociedad que respete la individualidad y la humanidad de cada persona. Esto no es obra de un partido o una iglesia. Ni tampoco una acción gubernamental, exclusivamente, sino una acción conjunta, en red, donde todos y todas suman, o pueden sumar. 

Hoy tenemos de nuevo, como en los años 1960 y 1970, la conciencia clara de que cada uno y cada una, somos importantes. No es importante solamente un jefe de Estado o una jefa de Estado. Yo, vos, todos y todas somos importantes, a la hora de dar un rumbo al vivir. No estamos condenados a vivir bajo condiciones impuestas. 

Podemos y debemos actuar en el sentido de una existencia libre, justa y solidaria, en que cada uno y cada una seamos condición para la libertad y la plena realización del conjunto. No hay nada de fatal, de predeterminado, en el capitalismo y la explotación de la persona humana. Las personas no tienen valor sólo cuando producen, cuando generan ganancias. 

Esto no tiene nada de natural ni es querido por Dios. Si podemos vernos y ver la creación como expresión de Dios, necesariamente tenemos que actuar en consecuencia. No podemos vivir de cualquier manera. Ahí es donde otra vez resuena uno de los sentidos de las palabras de Jesús: “Porfiad de entrar por la puerta estrecha”. No es tan difícil seguir el camino de lo que es natural. 

El agua tiene su movimiento, fluye, se evapora, da la vuelta alrededor de los obstáculos, en vez de debatirse contra ellos. Pasa y se va, sigue. Así también, podemos hacer nosotros, en lo que se refiere al vivir. Podemos tratar de seguir la vía de lo más simple. Escuchar nuestro corazón, mirar hacia adentro y alrededor, y seguir el camino del agua. 

Fluir, dejarse llevar. Confiar. Decidir, elegir. Trabajar. Construir redes, reforzar las acciones voluntarias que promueven la persona humana en su dignidad y libertad. En el respeto a la individualidad única e irrrepetible que nos habita, que esencialmente somos. Esto también puede ser porfiar de entrar por la puerta estrecha. 

Integración

Esta mañana fuí a Pitimbu (Paraíba, Brasil). Los bambuzales a los costados del camino. Verde, como un tul. El cielo abierto. El mar turquesa. Mar y cielo. Cielo y mar. Verde. Azul. Las colinas o morros, no sé como llamarlas o llamarlos. Un sumergirme por unos momentos, en un interior donde el tiempo anda más despacio. El tiempo se detiene, muchas veces. Gente que conversa, gente que anda sin apuro. No necesito estar siempre apurado, haciendo cosas. Hay cosas que hacer. Sí. Y hay que hacer cosas, pero puede ser en otro ritmo, más lento. A veces me parece que es posibe vivir en esa velocidad casi parada, casi detenida, en ese tiempo que no se mueve, que está como quieto. Veía los yuyos a los lados del camino, a la vuelta. La ruta que va hacia Tambaba para un lado, y a João Pessoa por el otro. ¡Cómo ha crecido la ciudad en estos años! ¡Cuánta vida ya ha pasado en mi vida en todos estos años! Y ahora que he vuelto a Mendoza, Argentina, de manera más permanente, es como si un mundo antiguo estuviera haciéndose presente. Uno ya es abuelo, no podría dejar de registrar este hecho fundamental. Un abuelo ve las cosas de otra manera, más integrada. Es la perspectiva del tiempo más corto y más intenso que nos es dado vivir en esta etapa de la vida.

Pertenecimiento

Había llegado de viaje. Otra vez en casa. Como difusamente, veía todos los lugares por donde había estado. Las personas con las cuales me había encontrado. Los paisajes, los árboles y flores. Las ciudades. Montañas. Los sentimientos forman ahora como una especie de punto que soy yo mismo. Todo yo de vuelta. Aquí. En mi casa. Soy mi casa. Una casa en dos ciudades. Dos países, un país. Y también una ramificación de raíces. Un tejido de afectos que se extiende por varios países de América Latina y Europa. Un mundo hecho de afectos. Quiero terminar mis días en esta red de la Terapia Comunitaria Integrativa. La Terapia Comunitaria Integrativa y mi familia. Mi familia y la Terapia Comunitaria Integrativa. Mis amigos y amigas. Yo sé que el mundo es más grande. Pero sé también que cada uno vive en un mundo delimitado. En mi mundo cada vez hay menos ideologías. Hay menos prejuicios y más realidad. Esto lo debo sobre todo a este mi existir en el espacio de las raíces que me sostienen y me contienen. Aquí yo y mis colores. Yo y mis escritos. Yo y mis libros, mis pinturas, los sueños que me animan. En este lugar, desde este pequeño lugar que es mi mundo entretejido con tantos otros mundos queridos, agradezco a la vida, que me ha dado tanto. ¡Gracias, vida! ¡Muchas gracias!

terça-feira, 8 de setembro de 2015

Presencia

Acabo de volver de unos días en Bananeiras, interior de Paraíba. Tanto verde. Gente cordial, que saluda. Ese sumergirse en el campo, que nos tranquiliza. Los árboles, las vacas. Los pájaros cantando y volando por todas partes. Las mariposas y flores. Tanto verde. Todo ese verde, que de verdad que aunque tenía ganas de volver a casa, también confieso que volví con una cierta tristeza. Alguna parte nuestra se encuentra muy a gusto en la inmensidad y el silencio. Es cierto que la vida sigue, y uno atiende a sus llamados. Misiones aquí, misiones allá. Pero ninguna misión mayor que el amor y la felicidad. La justicia y la celebración de la vida. Ahora al escribir, en este pedazo que es la parte que me cabe en este latifundio, también una sensación de paz me invade. Una sensación de aquietamiento. También aquí están mis afectos. Mis libros, mis amigas y amigos. Mi familia, aún la que vive lejos, o ya en otros planos de existencia, está toda aquí. Todo aquí, y yo también.

quarta-feira, 2 de setembro de 2015

Amarillo

A veces siento necesidad de estar conmigo mismo. Entonces me pongo a escribir. Cuando llego a la hoja, cuando estoy aquí, está todo bien. Todo es como debería ser. Es que este es el lugar donde debo estar. Aquí soy yo. Aquí me recupero de las presiones sociales por desempeño. Aquí no hay exigencias. Es sólo estar. Y estar bien. Aquí estoy bien. Aquí no hay los “debería” ni los “debiera”. Aquí es lo que es. Y lo que es, es paz, es armonía. Esta mañana me desperté y sentí de imediato esa sensación de sorpresa por estar aquí. Respirar. Sentirse vivo. En seguida, empezar las actividades diarias. Sabía que sólo estaría mi lugar, cuando llegara aquí. Cuando empezara a escribir. Se me ocurrió que podría escribir el día que vendría. Sería como construir el día previamente. Puse algunas anotacioes. Amarillo es el color de los afectos. Lo veo-siento cuando no me presiono, cuando no me exijo. Entonces es ese amarillo tenue que es como un tejido fino que está por todas partes. Las cosas pueden ser de una manera o de otra. Puedo hablar o no hablar. Es un juego. No hay necesidad de estar actuando siempre como quien quiere acertar siempre. Acertar puede ser actuar, y puede ser también esperar, escuchar. 

segunda-feira, 31 de agosto de 2015

Presencia

A veces me siento un poco ausente. Como si no estuviera. Como si no fuera. En esas oportunidades, me pongo a escribir. Entonces me hago presente. Este es mi lugar. La hoja. Las hojas. ¡Cuantas hojas ya he escrito a lo largo del tiempo! Generalmente voy registrando lo que veo. Lo que oigo. Los paisajes y la gente. Sentimientos. Sueños. Proyectos. Sensaciones. Así me voy teniendo de vuelta. Así voy volviendo a mí mismo. Me vuelvo a habitar, escribiendo.

sexta-feira, 24 de julho de 2015

Un solo país

Hay una Argentina de cuando estoy afuera y otra de cuando estoy allá. Pero ¿cuándo uno está fuera de su país, si el país es uno mismo? Esto es cierto, pero me refiero al país externo, ese que está fuera de uno, la ciudad de Buenos Aires o Mendoza, los aeropuertos de El Plumerillo o Ezeiza, el ómnibus de Tienda León, las veredas y los taxis, los bares y los kioskos, restaurantes, el país de afuera. Cuando estoy de afuera, el país de afuera está adentro, es un recuerdo. Cuando estoy adentro, no me acuerdo de que hay un país de afuera y el país me parece el mismo país que dejé hace ya tantos años. Un país de historias en los libros, de sueños de un día tornarse un país. Si hay dos Argentinas o tal vez más, parece un juego, pero es verdad. Hay veces que sé bien clarito en la cabeza, que son dos países distintos, y me río de mí mismo por ser tan crítico de un país de tiros y balas, de policía y ejército en la vida de cada uno. De iglesia y balcón de la Casa Rosada, de la casa de Gobierno. Pero hay otro país que he recordado mucho en estos días pasados. Un país sin generales ni tortura ni desaparecidos, ni crímenes contra la humanidad. Una Argentina, un país de chico, de acequias y barquitos. De parras y montaña. Últimamente, te cuento que este país está más que el otro. Es un país de niño, de patio con malvones y juegos en el piso. Los juegos en la vereda, los vecinos, el verdulero italiano y el gallego del almacén. Cada vez más este país, menos el otro. Cada vez más una Argentina, una Mendoza, muy chiquitos. Me veo en ellos o soy ellos. Un solo país.

quarta-feira, 8 de julho de 2015

La vida es más tenue

Uno puede ser menos duro consigo mismo. Puedo tratarme mejor, internamente. No necesito ser tan exigente, ni usar palabras duras. Puedo tratarme mejor. Esta mañana pensaba, en el gimnasio, que muchas veces creo ser muy duro conmigo mismo. En vez de decir: “acostumbro a ser muy duro conmigo mismo”, puedo decir: “a veces ocurre que me trato con excesiva dureza.” Esto establece un espacio. Hay una posibilidad de que las cosas sean distintas. Puedo haberme acostumbrado a ser muy exigente conmigo mismo, en función de presiones sociales. Los hombres son duros. Los hombres no lloran. Pero si me escucho, si converso conmigo mismo, si me escucho sin el afán de imponerme nada, puede haber una posibilidad. Pedo dejar de tratarme con violencia o agresividad, y simplemente escucharme. Entonces entro en contato conmigo mismo. Puedo darme cuenta de que en virtud de circunstancias de mi vida, me ví obligado a tener que desempeñarme con máxima eficiencia, para ser aceptado. Hoy ya no necesito tratarme con tanta exigencia. Puedo relacionarme conmigo mismo en mejores términos. Puedo entender que soy humano, y no una máquina de alcanzar metas y obtener triunfos o realizaciones.  

quinta-feira, 18 de junho de 2015

Ahora

Hay días en que uno querría llegar a escribir alguna cosa. La ida al supermercado y al correo. Caminos y lugares que se empiezan a hacer familiares. Y esto de seguir por aquí día tras día, que también empieza a adquirir aires de familiaridad. Y aquél pasado que se había quedado pegado al presente, empieza a ocupar su lugar de pasado. El presente presente. El pasado pasado. Ahora esto. Ahora aquí. Ahora este estar aquí que se va haciendo natural. Recomponiendo el mapa interno. Juntando pasado y presente. Hay cosas que querría haber olvidado. Pero están ahí. Siguen doliendo, cuando vuelve el recuerdo. Pero agradezco el hoy. Agradezco el ahora. Agradezco la posibilidad de esrar aquí. El hecho de estar aquí. Vivo. Amando. Creyendo. Disfrutando del presente.  

quarta-feira, 17 de junho de 2015

Enfrentamiento

A veces pienso que puedo llegar a estar teniendo algún problema. Una dificultad o inconveniente. Entonces miro hacia adentro. Converso conmigo mismo y me escucho. Miro alrededor. Entonces me doy cuenta de que hay muchos recursos para enfrentar lo que sea. Todos/as tenemos muchos recursos para enfrentar todo lo que se nos presenta. No hay recetas mágicas. Si las hay, no las conozco. Sé que hay recursos. Hay estrategias de enfrentamiento. Y con esto me basta.

terça-feira, 16 de junho de 2015

Ordenando

Una práctica coherente impone el respeto a las diferencias.
A veces no tengo nada que hacer. Entonces me pongo a escribir. Como hace ya tantos años que hago esto, es como si una parte mía se fuera equilibrando. Ordenando.
El lado de allá y el lado de acá se equilibran. Todo está como debe ser. Todo está bien. Por haber escrito ya tanto, es como si mi mayor parte estuviera ya del lado de allá.
Y este que soy yo y que escribe ahora, ganara su verdadera dimensión en esta simetría. Me equilibro. Me ordeno. Es como si ya todo lo que he venido escribiendo en todos estos años, hace ya tantos años, y este exacto estar aquí ahora, estuvieran en perfecto equilibrio.
Entonces es como si algunas cosas que molestan, como la intolerancia de quienes se burlan de la fé de los demás, no fuera nada. Es un delito, lo sé. Gente que se molesta con la discriminación racial, pero no le molesta ofender a los que profesan una creencia o tienen su fé.
No es que esto sea nuevo. No lo es. El ambiente intelectual me parece que tiene siempre una tendencia al desencantamiento. Es como si la fé les pareciera un rasgo de infantilidad o inmadurez.
Ya fui menos tolerante con los intolerantes. Hoy no deja de molestarme su sorna, su desprecio por quienes nos aferramos a una fé o a una creencia. Sin embargo, no les envidio la suerte. El juego es peligroso. El mundo actual es cada vez menos tolerante.
Parece haber menos espacio para el discurso de la discriminación. Y más allá de la contradicción entre decirse defensor de los derechos humanos y burlarse de la fe ajena, está el hecho de que toda forma de discriminación contiene el germen de la violencia.

sábado, 13 de junho de 2015

Amarillo

Hay unos días que uno cree que podría llegar a querer resumir de algún modo. Juntar algunos momentos, algunas sensaciones, algunas imágenes. Algunas palabras que pudieran llegar a decir lo que fue ese día. Lo que está siendo este día. Porque el día todavia está siendo. Algunos hilos de luz vas recogiendo. La ida al mercadito de mañana. La carnicería. El almacén. La frutería. La vinería. La colorería, donde compré unos colores cerca del mediodía. El día había empezado amarillo. Amarillo en medio de la oscuridad y el frío. Amarillo. Entonces empezó el día. Ahora ya es de noche. Entonces el paseo a Cacheuta. El amarillo me acompañó todo el día. Me dí cuenta de como un color puede ser y es una muy buena compañía. Un color es todos los colores. Magenta. Amarillo. Un color es todos los colores. Los colores son una compañía. Un color son sensaciones. Sentimientos. Imágenes. Recordé cuadros en amarillo que pinté durante mi vida. Van Gogh. Los girasoles. Flores. Soles. Calor. Fuego. Fogata. Viajes. Un color es muchas cosas. Sensaciones. Sentimientos. 

domingo, 7 de junho de 2015

¿De dónde viene mi fuerza?

Esta pregunta me trae siempre para mi estar aquí, mi presencia, el ser que soy. Hoy me acordé del color magenta (fúcsia). Este color me trajo una sensación de estar presente. También me han estado viniendo mis escritos, muy fuertemente. Es un alimento interno. 

Una sensación muy buena. Mis escritos y mis colores. Mis amores. Mi sexualidad. Mis deseos. Mi imaginación. Mis sueños, compartidos y personales. Todo lo que soy es mi fuerza. Mi ser es mi fuerza. Mi fuerza soy yo.
Como muchas otras preguntas que nos hacemos en la Terapia Comunitaria Integrativa, esta tiene muchas respuestas. El centro es uno mismo. El centro soy yo. Mi experiencia, mi vivencia. 

Las preguntas que el Dr. Adalberto Barreto –creador de la TCI-- ha creado como medios de recuperación de la persona humana, como formas para que uno vuelva a ser uno mismo o una misma, son simples y directas. 

Y al mismo tiempo, son amplias, y cambiantes, ya que somos seres en construcción, inacabados. A través de estas preguntas, uno va estableciendo otra conversación interna, otra relación con uno mismo o una misma.
Vamos recuperando una escucha de nosotros mismos, que repone nuestra identidad original, aquella parte nuestra que no fue domesticada por la cultura y por la sociedad. Vamos teniendo cada vez más una noción clara del ser que somos. 

Valorizamos más nuestra propia experiencia, los recursos personales que hemos puesto en juego para conseguir sobrevivir, sorteando todo tipo de obstáculos, hasta el momento actual. En especial, uno va recuperando una alegría interior, la propia visión interna, una sensación de libertad y de unidad. 

segunda-feira, 1 de junho de 2015

Integración

Hay algunos momentos que tienen la virtud de reponer nuestra unidad interior. Rehacer el ser que somos. Un momento así es el que me fue dado vivenciar hoy al mediodía, en la celebración del día del sociólogo/a en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo. Llegar al edificio donde estudié, que guarda tantas memorias, fue algo ciertamente arduo. Buenas y malas memorias. Todas juntas. Sentí que había una tristeza en mi pecho, que iría a desaguar. Desaguó. Fué como el río de la montaña que baja. La luvia que cae desde el cielo. Lloré, mientras escuchaba a las compañeras y compañeros decir sus palabras. Gente que dice con palabras, y dice con su ser. Dice con su estar en el mundo. Dice con su sentimiento. Algo en mí se fue rehaciendo, en la medida en que me iba sintiendo incluído en las hablas que iba escuchando. Sueños que no mueren. Esperanzas que prosiguen. Todo esto fuí sabiendo mientas escuchaba las palabras que me contenían. Era como un rompecabezas armándose por dentro, y también alrededor. Pude disfrutar de la reunión, en la que me sentí incluído. Agradezco a cada persona que participó, y especialmente a aquellas con las cuales me fue dado conversar. Cada una me dejó algo. Salí más completo. Me volví más pleno. Ciertamente no olvidaré esos rostros y esos sentimientos. No olvidaré cómo cosí un poquito más mi historia, que en algún sentido sigue cosiéndose. Pasado y presente. Ahora que ya es de noche y los caminos de la vida me llevaron por otros lugares, vuelvo a este momento sin igual. De algún modo, siento que algo muy bueno, que me animó, como animó a toda una generación, a trabajar por un país más unido, más humano, más justo, sigue entero. Esto es lo que hace que me sienta más entero. Gracias.  

quinta-feira, 28 de maio de 2015

Lugares

A veces pienso que podría llegar a querer tener un lugar. Un lugar donde pudiera ser yo. Un lugar donde pudiera ser feliz. Plenamente feliz. Pienso si serán las telas en blanco donde podría llegar a pintar algunos cuadros. O las hojas en blanco donde de pronto anoto algunas cosas. O los libros donde me dejo ir hacia las regiones crepusculares de la imaginación y la magia. Pueden ser todos estos lugares, y algunos otros. La oración, la fé, la amistad, los sueños, los proyectos. El artículo que vengo construyendo sobre “El surgimiento del yo comunitario en las rondas de la Terapia Comunitaria Integrativa.” El libro que vengo construyendo, sobre “La poesía y la literatura en la recuperación de la persona humana.” Los colores. Tantas cosas. Todos estos lugares. El lugar que soy yo. Tantos lugares.  

terça-feira, 19 de maio de 2015

Integración

Hay veces que uno querría poder llegar a decir algunas cosas. Registrar algo que se ha ido recomponiendo a lo largo de la experiencia. Sin embargo, no siempre sabemos por dónde empezar.

Por suerte, el poeta nos recuerda que “se puede empezar por cualquier cosa: el grito de un gato en el tejado. Una lista de desaparecidos. La sinfonía número X de Scriabin” (Julio Cortázar).

Lo que me gustaría compartir ahora se refiere al retorno de mi río interno. La recuperación de una sensación interior de fragilidad. Tal vez la sensación de no ser capaz de hacer algunas cosas.

Un miedo de enfrentar a la gente y ser juzgado, rechazado. Fracasar. Una sensación como de tristeza, de no ser capaz, de no poder. Esto muchas veces me remite a un tiempo primero.

Un tiempo infantil. Pero también me pone frente a frente con mi finitud. Hay un límite (Jorge Luis Borges). La poesía en general es ese salto hacia la unidad (Graciela Maturo).

Esa vivencia directa y completa de la integración de todos los momentos de la vida. Inclusive nuestra fragilidad. Nuestra finitud.

Por eso en esas horas en que se hace más patente lo efímero de mi propio ser, en esos momentos de certeza de una unidad que incluye y también supera la suma de mis días, muchas veces me viene una imagen-sentimiento-comprensión que se ha venido consolidando en varias de mis últimas experiencias con/en la Terapia Comunitaria Integrativa.

Una sensación de ser un árbol, una raíz y ramas, frutos. Algo que está plantado y enraizado en el tiempo. Esto me da una sensación de plenitud difícil de expresar. Como de que todo valió la pena. El pasado y el presente unificados.

Y también la presencia de tanta gente querida con la cual esta unidad se fue realizando. Mi madre, especialmente. Alguien cuya presencia sigue siendo constante. Pero también mis hijos e hijas, cada uno de ellos.

Mi padre y mis hermanos. Mis abuelas y abuelos. Cosas precisas y preciosas que cada uno y cada una dejó en mí y me constituye. Amigos y amigas inolvidables. Colegas de los cursos de formación en Terapia Comunitaria Integrativa.

Gente que se ha venido como si dijera agregándose a mi ser, formando una colcha de retazos infinita. Gente que he ido conociendo y encontrando desde el comienzo de mi vida, a lo largo de tantas situaciones y experiencias, en tantos lugares. En ciertos momentos, la unidad se hace patente. Se hace presente.

sábado, 16 de maio de 2015

El mensaje de Jesus, según Comblin

A veces pienso que podría querer llegar a escribir algo sobre el Padre  José Comblin. Ciertamente vienen muchas memorias en esos momentos. Pero sobre todo, una frase, que no sé si es de O Caminho. Ensaio sobre o seguimento de Jesus, o bien de A profecia na Igreja.

En todo caso, es ésta: "El mensaje de Jesús es simple, pero esta simplicidad está para nosotros como la ciudad en la cumbre de la montaña. Nos movemos como si la fuéramos a alcanzar, sabiendo que tal vez nunca lleguemos allá."

Esta mañana recordé esta frase, como muchas otras veces. Pero de alguna manera, parece que en esta oportunidad, la ficha cayó. Ciertamente recuerdo muchas otras cosas de Comblin, su sueño de una Iglesia pobre volcada hacia los pobres.

El pluralismo del mundo actual, en el cual vivimos, que él siempre enfatizaba. Su simplicidad. Esa su manera de decirnos cosas muchas veces solamente con su mirada, o con un humor muy suyo, que nos tocaba.

Ahora pienso que esa simplicidad del mensaje de Jesús a la cual él se refería, es de hecho algo para alcanzar. Algo a lo cual me dirijo, pensando que un día voy a llegar. Y también me queda claro que este intento de mi parte, no me disocia en absoluto de mi condición humana, sino al contrario, se integra y me integra.

quinta-feira, 14 de maio de 2015

Compartiendo

A veces siento que me falta algo. Mal humor. Entonces vengo aquí, a mi lugar. Aquí estoy bien. De pronto cosas que no puedo cambiar me vienen a la mente. Vecinos mal educados, con los cuales hay que convivir. Quién sabe algo que me gustaría hacer y que, en este momento, no está a mi alcance. Poniendo aquí las cosas, ellas se van, si son malas. Si son buenas, se multiplican. Es el milagro de la página. Algo tan simple, al alcance de la mano. Es como un cuadro que uno quiere pintar. De pronto ya vas viendo la figura o las figuras que se van presentando. Un libro que estoy leyendo, es una compañía. Compañía de las páginas. Esta mañana y ayer, en estos días, como muchas otras veces, siento esta proximidad acogedora. Inclusión. Como si el mundo fuera más real en las páginas que escribo y en las que leo. En las telas donde pinto. En los paisajes que voy viendo por la ciudad. Los parques. Las plazas. Los jardines. La gente que voy encontrando. Gente que vive en mi recuerdo y en mi memoria. Afectos.

segunda-feira, 11 de maio de 2015

Fluyendo

A veces también  vienen las aguas. Tristeza. Dolor. Incomprensión. Desajuste. Una sensación de no tener un lugar, o estar en el lugar equivocado. Todo esto es humano. Todo esto forma parte de la vida. Es el sube y baja. De pronto el vecino y un auto que pasa por tu vereda para estacionarse en la vereda de la casa de al lado.  No todo puede ser a mi gusto. No todo lo podemos enfrentar directamente. A veces sí, a veces no. Es el flujo de la vida. Sube y baja. Todo es así. Todo va y viene, y uno va y viene también. Como las olas. Día y noche. Todo va y viene.

quinta-feira, 7 de maio de 2015

Eternizando

Necesitaba de un lugar para mí. Un lugar donde pudiera estar. Ser yo. Simplemente estar y ser yo. Registrar el flujo de la vida. El estar aquí como una forma de ver la vida pasar. La vida que va pulsando en cada momento, en cada pequeña cosa. Los encuentros y desencuentros de cada día. El ir de un lado a otro. Cumpliendo tareas. O simplemente viendo el cielo y las nubes. Los jardines con malvones rojos como llamas. Las moreras de otoño, con sus verdes y oros incipientes, como tejiendo una retícula muy tenue que se expande por todas partes como un techo y se unifica con los olmos y los aguaribays y los plátanos formando el techo verde amarillo de Mendoza en esta época del año. Y saber que este mundo que se inaugura al poner unas palabras en la hoja, es el mundo que has ido habitando. El mundo que uno construye para sí mismo. Donde podés poner el grito en el cielo contra las injusticias de la tierra y el predominio del poder y del dinero. Y vas anotando también los afectos. Esta lenta repartriación de amigos y familia. Familia y amigos. Otra retícula verde y oro como de raíces que se extienden sobre el suelo y por debajo de la tierra y te sostienen y eres eso. Entonces escribirías infinitamente, porque en este escribir que a veces se pone en la hoja y otras veces se va reteniendo como en una espera que en algún momento también viene a desaguar aquí, vas cancelando la muerte final. Los jarrones eternos del laberinto de Jorge Luis Borges. La urna griega de Keats en el relato de Julio Cortázar. Y el jarrón del pasillo que va hasta el fondo de la casa bajo los parrales. El rostro de la actriz mexicana de la película de anoche. La belleza de unos ojos y un rostro. Una mirada. Una voz. Esa belleza que es la propia inmortalidad. Entonces esta mañana que está oscuro en el cielo salvo la luna, abres una rendija para hacerte un lugar.

domingo, 3 de maio de 2015

Crecer

Hay días que son un poco difíciles de resumir. Parece que no hubiera pasado nada digno de nota, pero al llegar el fin de la jornada, uno se da cuenta de que sí, de que hay cosas para reunir. Un comienzo un poco desorientado. Queriendo hacer algunos arreglos pendientes en casa. Idas y venidas, hasta encontrar el rumbo. Tareas domésticas. El paseo por la tarde, en Chacras de Coria y Godoy Cruz. La plaza de Godoy Cruz. Algo adentro se fue ordenando. Recuerdo de dificultades superadas, o que uno aprendió a convivir con ellas. Acordarme de quién soy. Esto es lo más importante. Cómo fui recuperándome a lo largo de los años. Muchos esfuerzos personales. Ayuda de amigos y familiares. Ahora hay momentos en que me parece haber finalmente llegado al punto de disfrute. Una posibilidad de calma. Integración. Compartir. Dar frutos. Enraizarse y crecer. Seguir creciendo. 

terça-feira, 28 de abril de 2015

Tiempo

A veces uno se siente un poco desubicado. Fuera de lugar. A veces es necesario cambiar de lugar, y uno demora un poco en ubicarse. Es natural. Estabas con un cierto proyecto, en un cierto lugar, y de pronto tenés que irte a otro lugar, a hacer otras cosas o las mismas cosas, pero en otro lugar. En medio de otras personas. Hay que darse un tiempo.  Hay que permitirse el tiempo necesario para que se produzca el ajuste. No somos máquinas. Hay que permitirse el tiempo necesario para que ocurra la adaptación. Ya me han tocado varios cambios más o menos bruscos en la vida. Cambios de lugar, cambios de país, cambios de situación. Tengo que ser capaz de tener paciencia conmigo mismo y decirme: date un tiempo. Take your time, don´t hurry. (The Beatles) 

segunda-feira, 27 de abril de 2015

Escribir es una forma de no hacer nada

Y esto, que podría parecer algo meramente negativo, no lo es, en absoluto. No es negativo no hacer nada escribiendo, pues es un no hacer nada constructivo. Escribir es una forma de no hacer nada que, al mismo tiempo, abre un espacio para una existencia más armoniosa.  No sé si esto puede resultar claro para quien pueda estar leyendo, pero para mí sí es claro. Y diré por qué: cuando escribo, me unifico con la parte más grande de mi ser. Aquella parte ilimitada que existe en cada persona. Esta es la parte mía que se asoma cuando escribo. Y lo hace muchas veces en medio de descripciones de hechos banales, de todos los días. Describo un paseo por el rosedal o por el parque. Una escena vista en una plaza. Un sentimiento sentido al mirar unos álamos. Y al anotar estas cosas simples, el tiempo se va fijando. Al no haber una intencionalidad definida, orientada a resultados, la vida se revela. El mundo viene. Lo que hay de eterno en lo efímero, se muestra, se manifiesta. 

domingo, 26 de abril de 2015

Pertenecimiento

¿Cómo lo que soy y lo que hago están insertos en mi historia de vida? Esta pregunta me sitúa en el momento presente. Dónde estoy, qué hago y quién soy, son cuestiones fundamentales. Cuando me hago esta pregunta, soy yo quien viene como respuesta. Miro donde estoy y qué hago. ¿Qué sentido tiene que yo este aquí donde estoy, en este preciso lugar, en la red de personas con las cuales me relaciono? Cuando presto atención a ésto, puede venir una respuesta imediata. Pero más importante aún, es que yo me dé cuenta de qué es lo que estoy queriendo saber de mí mismo a través de la pregunta. Me hago esta pregunta porque necesito saber que mi hacer actual, mi estar aquí y ahora, y mi ser el ser que soy, están insertos en mi historia de vida. Hay una continuidad, un entrelazamiento de mis actos del pasado y mi presente. Mis proeyctos de vida, lo que pretendo hacer en algunos meses o en los próximos años, también está en armonía con la persona que soy, con el ser que se fue construyendo a lo largo de todos los actos de mi vida. 

sexta-feira, 24 de abril de 2015

Presencia

Muchas veces escribo no para decir algo en especial, o para compartir algo, sino solamente para sentirme aquí, para sentir mi presencia, saber que estoy en mi lugar, estar en mi lugar. Ocurre sin embargo que al empezar a habitar este espacio tan íntimo, y al mismo tiempo tan común, es como si estuviera en un lugar de todos, que, sin embargo, guarda su privacidad. Escribo hasta cuando no estoy escribiendo. Escribo y leo para estar en mí mismo, estar en este espacio único y al mismo tiempo común. Un campo abierto. Una montaña, un río, el mar. Ando por ahí como quien va recogiendo unos hilos de oro. Unas pepitas de oro. Unas joyas raras. Como hoy a la tarde en el rosedal. Un portal de glisinas. Las palmeras de la avenida de las palmeras. Y el lago. La gente caminando o en los prados. Saber entonces que hay un lugar y ese lugar es aquí, aquí y ahora. Un lugar de siempre y desde siempre. Una Mendoza que no cambió o cambió mucho, no sé. No sé cuánto habré cambiado yo. Tavez mucho, talvez poco, tal vez no haya cambiado nada y siga siendo el mismo que siempre fui. Saber que mis raíces están aquí y también allá, en João Pessoa, y en Paraná. Rosario y Posadas. Cuiabá y Brejo das Freiras. Tantos lugares. São Paulo y Brasilia. Brasil y Argentina. Un país. Lugares que he ido construyendo en tantas caminatas. Tantos sueños y algunas pesadillas. Hoy florece. Aún en la noche, serenamente, una paz se hace presente. Una compañía que estuvo a mi lado desde el comienzo de mi vida. Una luz que tiene nombre y que llamo Jesús. Hermano, amigo, familia. Raíces. Redes. Todo permanece. Todo cambia y todo sigue igual. Pero no igual, diferente, de otros modos, siempre. 

segunda-feira, 20 de abril de 2015

Llegando

Ahora veo la hoja en blanco. ¡La cantidad de cosas que podrían llegar a escribirse en este espacio! Y sin embargo a esta hora, cuando el día está apenas empezando a clarear y recién empiezan a sentirse los ruidos de la ciudad que despierta, solamente me vienen a la mente algunas impresiones derivadas del cuento de Julio Cortázar que estuve leyendo anoche, antes de dormir: “Ahí pero dónde, cómo.” La sensación de haber estado en algún lugar con alguien. Alguien preciso, una persona determinada. Yo hablando por telefono desde una cabina que era el porche de una casa de la cual salía una familia con niños. Allí pero dónde, como. Era la ciudad de São Paulo, y yo tenía que llegar a un cierto lugar, cerca de Santo Amaro, donde viví durante muchos años. Anoche al leer el cuento de Cortázar, me vinieron impresiones precisas de lugares que raramente evoco en mi memoria, o que raramente vienen a la conciencia. Anoche también pensaba que después de vivir mucho tiempo, uno al final ya debería tener una noción más propia de lo que es todo esto. Es decir, ya no nos debería bastar la descripción del mundo que nos fue siendo impuesta desde la niñez y a lo largo de las demás etapas de la vida. Ý no me refiero solamente a las cosas más aparentemente obvias y triviales, sino a todo lo que existe, a lo que es la vida como tal, el mundo como tal, nosotros mismos, etc. Salir de lo que nos fue impuesto, para llegar a lo propio.