Saber que eres esta tierra que te acoge. Te enraizaste en esta
ciudad, en esta región. Hiciste tuyo este paisaje, este clima, esta gente.
Extranjero nunca más, no aquí, no ahora. Nunca aquí, en esta João Pessoa donde
me hice y me deschice ya tantas veces. Ando por aquí con la secreta sensación
de que me voy diluyendo en este mundo que me envuelve y me incluye. Mis raíces
se hunden cada vez más en este pedazo de tierra donde tal vez un día me una para
siempre con todo lo que existe. Hasta ese momento, lo de siempre. Lo de todos
los días. Ir llegando, cada vez más aquí. Llegando y apartándonos. El juego de
la vida. El movimiento de la vida. Y ahora ya hasta parece que estuviera otra vez
en 1977. Llegando a una nueva tierra que me recibe y donde decido plantarme. Pero
han pasado ya casi 40 años. El tiempo pasa y no pasa. Pasa y vuelve. A veces me
parece que nunca hubiera pasado nada. En algún sentido, es así. No pasó nada de
lo que sabemos que pasó. Pasó y pasó, y ojalá que nunca más pase en ningún lugar
del mundo. Y ahora ya esta tarde. Este calor paraibano nordestino pessoense. Y
entonces el niño que fui es el niño que es. Juega y juega sin importarle nada.
Solamente me dejo estar. Simplemente estar. Como si hubiera llegado a la Tierra
Prometida, donde siempre brilla el sol. Y en algún sentido siento que es así.
Hay un lugar del mundo que nos es destinado. No puedo dejar de expresar el sentimento
de agradecimiento que tengo hacia tantas personas a quienes debo partes
importantes de mi ser. Me he ido haciendo en este amasarme que es la vida, creo
que esto es así con todos. Y ahora ya en este momento, en esta especie de
espacio vacío, esta grieta que separa un año del otro, una posibilidad.
Renacer.
quinta-feira, 31 de dezembro de 2015
quarta-feira, 30 de dezembro de 2015
Construcción
Vengo construyendo un libro. Esto no tiene plazo ni prisa.
Es algo que hago con la sensación de que es una actividad que es placentera en sí
misma y por sí misma. No busca un resultado. Es decir, la construcción del
libro se completa en sí misma, su objetivo no es un libro que eventualmente
pueda resultar de todo esto, sino la actividad en sí. La construcción tiene por
objetivo la propia construcción, y no el libro. El libro en realidad está en perpetuo
proceso de construcción y destrucción, ya que los nuevos textos van conformando
un mundo en el cual yo me voy incluyendo cada vez más. El libro me contiene. Estoy
contenido en el libro. Soy ese libro en construcción, que no tiene plazo ni
prisa.
Ahora
Muchas veces me pasa que vengo a la hoja no tanto por tener
algo en particular para decir, sino más bien porque aquí me siento bien. Mi
lugar. ¡Aquí encuentro tantas personas queridas, algunas ya en otros planos de existencia!
Ahora los colores y las flores. Los libros y las historias. Los afectos y los caminos.
Todo lo que es humano, aqui está. Aquí la vida. Aquí la fé. Aquí los sueños que
vengo buscando desde niño. De un día no haber más hambre ni violencia ni
dominación. Sólo amor y paz. Felicidad y solidaridad. Una gran familia humana,
diversa y una con el cosmos, con todo lo que existe. Ahora los caminos de la ciudad
me llaman. Tantos recuerdos aquí. En cada lugar, alguna evocación, muchas
evocaciones. Es como si yo fuera un punto de reunión de tantos pedazos de mí
que andan dispersos por ahí y que sólo reencuentro cuando me encuentro con vos,
con alguien, con algunos otros pedazos de mí que andan por ahí. Estas flores de
ipé esperaban nuestra vuelta a casa. El ipé fue la primera flor brasileña que
vi cuando crucé la frontera (no sabía si pasaría) en diciembre de 1977. Eran
manchas amarillas en la floresta verde. Y el ómnibus corriendo en la noche y en
la madrugada y en el día. Y ahora hoy, esta mañana, los ipés en la laguna del
centro de João Pessoal cerca de la iglesia Bautista. “Oriente-se pelas cores”
decía un folleto que leí en São Paulo, al llegar en 1977. Hoy, tantos años
después, trato de orientarme por los colores, sí.
terça-feira, 29 de dezembro de 2015
Ahora, celeste
Hoy, celeste. Simplemente celeste. Verdaderamente celeste.
El color del cielo. Los cantos patrióticos cuando niños, en la escuela. Ahora,
el cielo. Solamente el cielo. María. El color celeste, sin connotaciones
patrióticas, que resuenan a cosas que no debo nombrar. Sé que traté de olvidar
el color celeste y blanco, en algunos años. Me había olvidado del himno
nacional. Sonaba a muerte. No quería recordar. No recordaba. Ahora recuerdo sí.
El himno nacional. Alta en el cielo. Pasaron ya tantos años. Tantos años y
ninguno. Miedo de ser argentino. De ser identificado como argentino. São Paulo.
Desaparecían argentinos también en São Paulo, Brasil. Miedo. Sí, miedo. Ahora
ya no. Ya no tanto. Pero todavía un poco. El pasado pasa pero no del todo. Pero
no tanto. Un poco pero no tanto que ya no sea, que ya no haya recuerdo. ¿Cómo
podría olvidar, si soy un recuerdo? Ahora ya muchas veces, las raíces. La
tierra. Seguridad. Pero del lado de acá de la frontera. Hasta que no haya más
fronteras. Otro tiempo. Un tiempo unificado.
Un tiempo sin tiempo. El tiempo poético. Tiempo de poesía. Pois ia a poesia. Tantos
años pasados, y ahora el presente. Presencia. Saberte ahí tan cerca. Tan cerca
todo este tiempo. Tan ahí y sin embargo. Y ahora ya otra vez, en esa frontera
de años y tiempos. Año que pasa y año que viene. Año viejo y año nuevo. Y tu
padre pasándote hebras de oro, hilos de sol. Y la vida nueva diciéndote: ¡yo
pasé adelante! ¡La vida pasó adelante! Y entonces ya ahora, en esta hora, en
este preciso momento en que el calor, y la tarde en João Pessoa. Y las horas
todas haciendo fila y para qué. ¿Para que todo esto? Y ya las calles
esperándote más tarde. Cuando irás a buscar el libro del Padre José Comblin a
la librería de usados. Vocação para a
liberdade. E irás por las venas asfálticas de la ciudad. Y los ipés. Y el
tránsito en la Epitacio Pessoa. Y todos los recuerdos de todos estos años en
João Pessoa, Paraíba, el lugar donde más tiempo viviste en toda tu vida. Y tus
raíces aquí. Tus raíces en el cielo. Jesús. El Reino de Dios. Levadura. Semilla
de mostaza. Todo esto y nada. Nada y todo. Ahora. Ya.
quinta-feira, 24 de dezembro de 2015
Ahora
Hay veces que uno podría llegar a creer que le podría llegar
a querer gustar escribir algo. No sabes muy bien qué. Pero al hacerlo, algo
siempre viene. Navidades, antiguas y esta, la actual. El presente se presenta.
Tanta gente querida, en distintos lugares del planeta. La tierra. Por un momento,
estamos todos aquí, más allá de las opiniones políticas o las creencias
religiosas. Más allá del nível educacional o los rendimientos mensuales. Más
allá de los desafios que a cada uno nos toca enfrentar diariamente. Por un momento
apenas, somos una unidad. Mundialmente. Familia y amigos. Las redes solidarias
que trabajan en el sentido de la construcción de más humanidad. Más
solidaridad. Más respeto a las diferencias (también internas) de cada persona. Puedo
respirar y sentir el milagro de estar vivo. Pasado y presente. Florecimiento.
domingo, 20 de dezembro de 2015
Unión
Hay unos días que
uno cree que podría llegar a querer resumir en algunas líneas.
Pinceladas. El paseo alrededor del lago ahora a la noche. Reunión en
familia. Y las horas del día que ahora se te escapan. Dan vueltas
como una espiral. Ves la caminata con tu padre a la tarde, por las
calles del barrio. Algo intangible se viene cosiendo, uniendo. Las
retamas me aquietan. Aromos. Acacias. La mirada del niñito que
tuviste en tus brazos. Te sonreía. Reía. Y algo que parece haberse
quedado de hecho en el pasado. Agradeces. Amigos. Dios. Oración. Y
esa familia ampliada que has venido construyendo, en la cual has sido
admitido hace ya tantos años. Escribes. Pintas. Oras. Colores. Es
como si al final hubieras llegado. Llegas y sigues llegando.
sábado, 19 de dezembro de 2015
Cromáticamente
Uno puede vivir
cromáticamente. Vivir en colores. Vivir color. Ser color. Esto es
muy lindo. Y también es sencillo. Muchas veces cuando pinto, cuando
voy a pintar, cuando estoy por pintar, y los colores y el caballete y
los pinceles y los lápices todo alrededor, hay una paz profunda.
Tiempo detenido. Mucha paz. Una plenitud autocontenida. Armonía. Se
parece a ciertos poemas o libros. Uno se incluye en lo eterno, por
estos actos. En varias oportunidades, estos días atrás, y también
antes, y ahora, el amarillo, en especial. El rojo. El violeta, lila,
magenta, fucsia. Uno no piensa, o no piensa tanto. Algunos recuerdos
dolorosos vuelven. No lo puedo evitar. Están en algún lugar de la
memoria, y vuelven. Pero entonces las retamas. Y las rosas. Las
acacias. Todo me contiene. Y esos mismos dolores, se revelan como lo
que son, una especie de precondición para la alegría y la
felicidad, la paz que ahora puedo vivir y vivo. Todo está unido.
Nada está separado o disociado.
sexta-feira, 11 de dezembro de 2015
Verde tarde noche
Esta tarde el verde
fue, en varios momentos, una compañía. Un descanso. Verde que era
ya claro, ya más oscuro. Calma. Tranquilidad. Menos exigencia, o
casi ninguna exigencia. Me daba cuenta de que las culpas también era
como si casi ya no estuvieran. Ocupan mucho lugar, tanto las culpas
como las exigencias. Y al final, ¿de
qué soy culpable? ¿De
ser como soy? ¿De tener
los deseos que tengo, y que muchas veces condeno como si no supiera
de dónde vienen, qué fue lo que los originó? Las heridas, las
llagas. De allí brotan flores, pero tengo que comprender que esto es
también una vulnerabilidad y un riesgo. Puedo ser más amoroso
conmigo mismo. Compasivo. Comprensivo. No busco la perfección, y sin
embargo muchas veces me condeno por no ser perfecto. Esto va
disminuyendo. Va mejorando la relación mía conmigo mismo. El verde
estuvo hoy en muchos momentos, como una compañía amiga. También
tuve muchas veces presente a mi madre. Su presencia me acompañó en
varias oportunidades. Y así la tarde se fue haciendo noche, y la
noche cubre el mundo ahora, con sus luces.
segunda-feira, 7 de dezembro de 2015
Caminando
Una de esas tardes de un verano que parece querer estar
llegando a aproximarse, desde adentro de una primavera atípica. Sin nada que
hacer, uno se ocupa de algunas de esas atividades placenteras con las que nos
acostumbramos a entretenernos. Pintar, leer. Colores. Texturas. Rojo y
amarillo. Un azul sobre rojo. Una flor que me acompaña. Una zinnia. Violeta.
Amarillo. ¡Cómo los colores son buena compañía!
Y un libro de Cronin que ayer empecé a continuar leyendo. O jovem trovador. De esa manera
distraída como me gusta leer. Leer como quien se deja llevar por esa puerta que
está ahí, abierta, y nos lleva a mundos mágicos maravillosos. Cronin tiene, en
particular, la virtud de abrir esos espacios acogedores en los que me distraigo
de tanta cosa trivial que quieren que uno piense y sienta. Me siento más yo en
estos lugares. Más gente. Más humano, cuando pinto y cuando leo. No son
pinturas para exposiciones o galerías. No tienen valor de mercado. Son cosas
que hago para sentirme bien, punto. Me siento bien, como dice aquella canción
de Los Beatles. I feel fine. Las
canciones de Los Beatles vienen de pronto como una especie de reserva
emocional. Una reserva que viene desde un tiempo que parece que hubiera quedado
sepultado por el tiempo actual, pero está allí, y renace. Rebrota. Esa es la grandeza de estos jóvenes de ayer,
que vuelven y vuelven una y otra vez, como si nunca se hubieran ido. Y también
está Van Gogh, el inigualable. Admirabilísimo colorista. Vuelve con sus amarillos.
Y ahora ya a esta altura del campeonato, en esta tarde calurosa mendocina,
cuando los pájaros y sus cantos. Cuando los recuerdos que van y vienen con su
vida propia. Cuando algunas figuras muy queridas, como la de mi madre. Y esto
de estar todavía aquí, todavía vivo. Insistiendo en los viejos sueños que me
animaron cuando joven. Sueños que tanta gente llevó adelante, perfeccionó,
dándoles raíces y rostros concretos. Uno se suma a una marea de gente que no se
dobla, que sigue de pie, construyendo, dándose las manos. Sembrando y
cosechando esperanza. Y en este instante real y verdadeiro en que escribo estas
cosas, para echarlas al viento, sabiendo que capaz que encuentren tus ojos o
tus anteojos. Y entonces sepas, como sé yo ahora, que nada se perdió. Y que si
aquellas cicatrices que una y otra vez nos dan señales, y que nos recuerdan que
hubo un tiempo en el que nuestras vidas valían muy poco, sin estas cicatrices
no sabría quién soy yo. No me tendría por gente. No sabría quién es que está
escribiendo estas cosas ahora, en esta maquinita luminosa que se ha hecho
compañera inseparable de tantas personas en este mundo. Y entonces saber que es
de esos cortes, de estas heridas que parece que nunca van a terminar de
cicatrizar, es de allí mismo, de esos miedos que te asaltan a cualquier hora,
como sin motivo, pero tú sabes, tú recuerdas. De allí viene la luz. Una luz que
te señala el camino, y te vas. Vas por allí. Como tanta gente va, señalado su
rumbo por dolores que se transformaron en señales para el caminar.
domingo, 6 de dezembro de 2015
Impresiones
A veces los días
van pasando y a uno como que le queda la impresión de que algunas
impresiones se le han quedado en el tintero. Ciertamente, siempre
serán muchas las impresiones que se nos pueden haber llegado a
escapar. Pero ahora me gustaría referirme a algunas que parecen
estar ahí nomás, bien cerquita. Como la sensación de que la vida
es un río que corre a toda velocidad, y que uno de pronto va
escapando de las piedras o a veces golpeándose en ellas antes de
seguir, y después de tanto correr, estamos en el mismo lugar que al
comienzo. O entonces lo que se siente al cruzar la cordillera de los
Andes hacia Santiago de Chile o volviendo a Mendoza. Esas moles
inmensas, que parecen muchas veces lava recién derretida que se
apoya sobre la tierra. Y el río que corre al lado de la ruta, ya
bien cerquita, ya alejándose. O el hecho de uno estar en una ciudad,
o varias ciudades, pues en João Pessoa es lo mismo o casi lo mismo,
con la diferencia de que allá es el mar y no la montaña lo que nos
da esa impresión de inmensidad. Y también las flores, que por todas
partes dan un toque de eternidad. Y ya ahora en esta mañana de
domingo, después de una hojeada al diario, para ver lo que quieren
que uno vea y piense de la gente y del mundo. Después de haber
recordado a Adalberto Barreto y la Terapia Comunitaria Integrativa,
esa tela gigante en la que uno va rehaciendo su identidad, su
humanidad. Y ahora ya los pájaros, incesantes. Y el cielo que antes
estaba como que anaranjado y tímidamente celeste y blanco, y ahora
ya está más bien que casi del todo azul celeste, pero un azul
celeste intenso, y el sol. Y cada vez más los colores. El color. La
mirada interna. Un mundo que se integra en sentimientos, a partir de
imágenes. Entonces el anaranjado y amarillo. El rojo y el violeta.
Todos los colores. Poder ser color. Vivir cromáticamente.
sexta-feira, 4 de dezembro de 2015
Volviendo
Volvía de Cacheuta.
La montaña. El río. Los álamos. El camino sinuoso. Las curvas. Las
retamas. Álvarez Condarco. Las aguas termales. Las piletas. Las
bañistas. El almuerzo. Los cactus. Los espinillos. Los pinos y los
aguaribays. Los dientes de león. Y ahora, después de Chacras de
Coria. Después de los túneles verdes de árboles. Y ya todos estos
jacarandás de dentro y de fuera de casa. Después que los recuerdos
se organizan y se ordenan. Después de algunos minutos de sueño, en
que los colores, siempre los colores, se van arreglando y te van
diciendo cosas sin palabras. Los sentimientos. El amarillo naranja
rojo que te viene acompañando. Y que es un cuadro que se viene
transformando. Y que eran corolas de zinnias y un sol interno. El río
de oro, que conecta todas las cosas. Ahora ya cuando la noche debe
estar esperando para cubrir el cielo de luces. El día no termina.
Los días pasan. Y uno se pregunta qué es esto de los días pasar.
Los días pasan como hojas de un libro infinito y en este pasar
pasamos también. Hasta quedar para siempre. Hasta eternizarnos,
porque unidos a todos los colores y al tiempo sin fin.
quarta-feira, 2 de dezembro de 2015
Amarillo, rojo, lila
Estos días, me he estado acordando de estos colores. Un cuadro
rojo de fondo, con una mandala en forma de flor al centro. Este
cuadro debe ser del año 1993. Esta figura me ha venido acompañando,
y lo sigue haciendo. El centro amarillo es el centro de una zinnia.
El rojo son los pétalos, o el fondo lila, que también son pétalos.
Estos colores me traen mucha tranquilidad y paz. Aquietamiento. Tengo
una tendencia a estar haciendo siempre cosas. No importa qué, pero
haciendo. Al fijarme en estos colores, me detengo, me aquieto. Estos
colores me traen paz, quietud, centramiento. No necesito estar
haciendo cosas todo el tiempo. Puedo parar, detenerme. Y aún cuando
esté en actividad, puedo estar quieto por dentro, en silencio,
contemplando. Los colores son lugares. El amarillo en especial. Pero
también el rojo, el lila, el verde, el celeste, el blanco, todos los
demás colores, son lugares. Los lugares son quietos, son inmóviles.
El tiempo se detiene si me fijo en un color. Un color es un lugar, es
un lugar quieto. Este tiempo inmóvil del color, se parece al tiempo
de la poesía y la literatura, que también son tiempos inmóviles.
Etílicamente
Tengo
la impresión de que mi aprecio por el vino, en alguna medida se debe
a que él me lleva a este estado en el que no sabemos muy bien qué
es qué. Afloja la objetividad, esa cosa forzada que nos imponen y
hemos aceptado por costumbre. Puede ser de otra forma, de otras
formas. Todo puede ser diferente. La literatura y la poesía, me
llevan a lugares así, donde lo posible ocupa el lugar de lo que uno
pudo haber creído que era la realidad. La poesía y la literatura,
el arte, la pintura, los colores, la belleza, me llevan a ese espacio
singular. Lo bello. Un lugar donde puedo estar sin violentarme.
segunda-feira, 30 de novembro de 2015
Decidiendo
A veces no sé qué
hacer. No sé si me pongo a pintar unas zinnias que me andan
rondando, o si salgo a caminar por el parque o por el barrio. O si
aún, me pongo a leer un libro de Nathaniel Branden sobre
“Autoestima,” o si entonces me pongo a hacer alguna de esas
tareítas domésticas que uno siempre va dejando para otro momento,
como arreglar el mantel, que está cortado. A veces en situaciones
como ésta, me pongo a orar. De esta forma, trato de alinearme con lo
divino. Pienso en las personas queridas, o en la humanidad como un
todo, y le pido a Dios que nos envuelva a todos con su inmenso amor.
Entonces, es como si le escapara el bulto a la indecisión. Pienso
que a pesar de todo, no es tan malo estar indeciso o ser indeciso. Es
como estar frente a muchas posibilidades lindas de cosas que te
gustaría hacer. Todas son buenas y necesarias. Pero ponerlas en
orden, elegir, me cuesta.
terça-feira, 24 de novembro de 2015
Cromáticamente
A veces los colores
nos llaman de un modo muy peculiar. Su modo. El modo de cada color.
Ahora el lila. Un lila amarillo. Un morado azul celeste. Los veía
por la ventana del gimnasio esta mañana. Los jacarandás. Las
primaveras o santa-ritas, o trinitarias. O entonces ahora un azul
blanco; rojo amarillo, de un cuadro que hice y que está en mi casa
en João Pessoa. Otro de un rojo morado. Naranja amarillo. Verde de
dos tonos. Verde hoja y verde musgo. Cada color es un sentimiento. He
estado estos días pasados, y aún hoy, con el color violeta, lila,
celeste. Celestinas, unas flores que mi padre tenía en el patio del
fondo de su casa. Ahora todos estos colores. Cada uno, cada color y
su par. Todos estos pares de colores, son también la presencia de mi
madre y de mi abuela. Mis abuelos son otros colores. Colores de
campo. Verde ceniza. Los colores vienen en pares. Son pares de
colores. Ayer estuve con mis hijos e hijas. Fin de semana que se fue
adentrando por el lunes. Amarillo naranja. Amarillo naranja son
familia. Ahora mis dos hermanos también están aquí. Recuerdo
tiempos pasados. El pasado se presenta en colores. Sólo el ver la
palabra colores, ya me trae tiempos pasados. Recuerdo paseos con mi
esposa y compañera, por las calles y parques, por las plazas de
Santiago de Chile y Buenos Aires, Mendoza y Paraná, Reconquista y
Rosario, Posadas y Tarija, en Bolivia. Carabobo, en Venezuela. Tantos
lugares. Todos colores. Ahora, esta tarde de noviembre, vienen a mí
todos estos colores. El marrón de las palmeras y de los troncos en
el parque y también en Padcaya, Bolivia. Uno puede vivir en colores.
El color es un lugar que acoge. Uno puede ser color, y allí estar en
paz, tranquilo. Personas muy queridas que no he nombrado, y que
también viven en mi corazón, están también aquí, en esta
evocación cromática. Mis tíos. Algunos amigos que ya se han ido.
El Padre José Comblin y Dom Fragoso.
terça-feira, 17 de novembro de 2015
Tengo mis escritos
Aquí puedo venir cada vez que la vida me
destruya. Y por Dios que no han sido pocas estas ocasiones. Ya he escrito tanto
y de tal manera, que es ya casi como si las palabras me escribieran. Aquí me he
ido rehaciendo. Me he venido recuperando, y lo sigo haciendo. En este juego de
reflejos en el que de a poco y de a mucho, me voy teniendo de vuelta. Aquí es
como si entrara en un país quieto y tranquilo. Un lugar de paz. Plantas, flores
y montañas. Y un río que baja cantando. La voz de ella cantando en mi pecho. Y
las nieves eternas. Atravesando la cordillera hacia Chile y hacia Mendoza. Ya
tantos caminos, que hemos ido cosiendo nuestra América Latina al mismo tiempo que
vamos cosiendo nuestras heridas internas. Tantos lugares, tanta gente querida,
tantos momentos de encuentro. Refuerzo de vínculos. A veces cierro los ojos, o
aún con los ojos abiertos, y me dejo ir hacia toda esta gente querida de la Terapia
Comunitaria Integrativa, mi familia y mis amigos, los colegas y las colegas del
trabajo voluntario que he ido encontrando en todas estas jornadas de gente que
se busca a sí misma colectiva, comunitariamente. João Pessoa, Lagoa Seca, Sousa,
Brejo das Freiras. Montevideo, Paysandú, Uruguay. Misiones, Posadas. Paraná,
Entre Rios, Valle María. Reconquista, Santa Fé, y Godoy Cruz, Mendoza,
Argentina. Brasilia, Distrito Federal; Coxipó do Ouro, Mato Grosso. Emborozú y
Tarija, Bolivia. Ya se ha ido recomponiendo el mapa interno y se sigue
recomponiendo. Es una actividad continua. Pero sobre todo, tengo mis escritos.
Las Ocas do Indio, Ceará. Mis colores, mis libros. Todo este mundo de afectos
de que estoy hecho. Aquí puedo venir cada vez que la vida me destruya.
domingo, 15 de novembro de 2015
Aprendizado
Acabo de chegar de uma voltinha por Cabo Branco. Orla
marítima. Novos prédios, novos hotéis. Muita gente passeando. Nenês,
cachorrinhos. Gente de todas as idades. As luzes do barranco da ponta do
Seixas, ao longe, foram se acendendo enquanto a gente ia andando. No céu, a lua
se escondendo. A calçada nova, já reposta em vários trechos. Tantas lembranças,
em cada lugar. Lembranças de tempos diferentes. O mar confundido com o céu da
noite. Uma só escuridão. Não podia deixar de pensar no ocorrido na França.
Terror lembra outros terrores. Tive a visita da violência durante muitos
momentos da minha vida. Distintos tipos de violência. Conversava com a minha
esposa, como as pessoas que passaram por muitas dores, nos surpreendem. Isto fui
aprendendo na Terapia Comunitária Integrativa. As dores fazem parte da vida. Aprendemos
a transformar as dores em força para a vida. Não posso deixar de refletir. Como
a violência é uma constante na vida humana! Não deveria ser assim, mas é assim.
Enquanto a violência atinge pessoas ao longe, isto nos horroriza. Repudiamos o
menosprezo pela vida de pessoas inocentes. Sem dúvida. Mas nós, inocentes, não fomos
também alvo da violência? O que podemos extrair, como humanidade, como pessoas
a caminho da nossa humanização, de tudo isto? O que eu posso ver como aprendizado
é que cada vez que a violência me visitou, a vida voltou com o seu valor
redobrado.
sexta-feira, 13 de novembro de 2015
Cuando vienen las aguas
Cuando vienen las aguas, las recibo.
Las siento en todo yo. Son los dolores, las heridas, las alegrías, la
esperanza. Estas son mis aguas. Cuando ellas vienen, las recibo. Ellas me abren
al mundo y a mí mismo.
Agradezco cuando vienen las aguas. El Dr. Adalberto
Barreto dice que quien no gime de dolor, no gime de placer. Yo no elijo la hora
en que vienen las aguas. Apenas las recibo.
Abro los brazos y las abrazo. Las
acojo en mí. Veo entonces el río de mi vida. Lo que ha sido y sigue siendo este
mi estar aquí. Aguas del comienzo al fin.
Na foto, um fícus que cresce no pátio do CEFOR, em João Pessoa, Paraíba.
terça-feira, 10 de novembro de 2015
João Pessoa, tercer día
Acabo de volver de una breve
caminata por la beira-mar. Parece que nunca me hubiera ausentado. Uno no se
ausenta de lo que quiere, de lo que ama. El amor es presencia. Una persona
amada está con uno todo el tiempo, no importa donde pueda estar fisicamente.
Esto me pasó ahora mismo, a respecto de mi madre. Sentí ella en mí, su
sabiduría, esa su manera tan propia de hacerte saber lo necesario, sin
discursos ni pretensiones proselitistas. Compartía lo que sabía, lo dejó
también en libros. Yo estaba dudando sobre qué debería hacer, o qué es lo que
querría hacer. Entonces recordé que ella siempre decía: Dios es la necesidad.
No tuve dudas. Me fui a caminar. Me dí cuenta de que mi madre está presente en mí
más allá de lo racional. Dí una vueltita. El veredón en reformas. La gente
yendo y viniendo. ¡Tanta diversidad humana! Todo ese paisaje nocturno. Las
luces de las barracas. La gente sentada en la murallita. Más allá, el mar
oscuro. ¡Cómo uno se hace uno con una ciudad,
con un paisaje! Allá o acá, todo es uno y uno es todo.
segunda-feira, 9 de novembro de 2015
Literariamente
Hay veces que uno se levanta y el día se presenta un poco, digamos, desconfigurado. Desdibujado. No te das cuenta muy bien cuál es tu lugar. Te dejas llevar, y de a poco, todo va siendo como debe ser. Hoy fué así, o más o menos así. Cuando llegó la claridad del día y finalmente me decidí a levantarme, pasé un tiempo como que no sabiendo bien qué hacer. Dónde ponerme. Esta es uma sensación antigua. Tuve que ir a la verdulería a comprar lechuga, mamón, inhame, rúcula, y naranjas. Después pasé por la panadería y compré pan, queso y jamón. En este ir y venir, este ir haciendo lo necesario, fui como que llegando. Ocupando mi lugar. Más tarde la universidad. Trámites. Telefonemas con las amigas y amigos de Kairós-Nos Também Somos Igreja. La alegría de escucharlas y escucharlos. Saber que ya falta poco para encontrarnos. Disfrutar del encuentro, aún que fugaz, con colegas de salud mental comunitaria. En algún momento, me pareció como que al final estaba por fin donde debería estar, del modo como debería estar. Había hablado por teléfono con mi padre, más temprano. Esto también me dio un sentido de ubicación. Las obligaciones nos ubican. Uno encuentra su lugar. Cuando tomaba el desayuno con mi esposa y compañera, recordamos Julio Cortázar. Su entrevista a la TVE. Vivir literariamente. Vivir lo que se escribe. Ser lo que uno escribe. Ser literariamente. Esto también me dio un sentido de ubicación. Leí de nuevo un artículo mío que fue publicado por La Quinta Pata, la revista digital de Mendoza dedicada a luchas sociales y derechos humanos. En fin, todo esto para decir que entre una cosa y otra, al final, ahora que ya es casi mediodía, me siento ya casi como estando donde debería estar, del modo como debería estar. Literariamente.
domingo, 8 de novembro de 2015
Aquí
Escribiría. Como que para saber que de hecho había llegado. Estaba aquí. Estoy en casa, dijo para sus adentros. Finalmente en casa. Es bueno viajar, pero es muy bueno estar en casa. Volver a casa. Sentir el espacio que a uno le está reservado. Bueno, y ya que estoy aquí, ¿ahora qué? Dejarse llegar del todo. Simplemente esto. Disfrutar del placer de sentirse llegar así, como está siendo ahora. Las imágenes y sensaciones de São Paulo, Santiago de Chile, Mendoza, llegando. ¡Cómo la vida es tan intensa! ¡Tantos momentos vividos! El cruce de la cordillera en ómnibus. El paso de la frontera. Libertadores. Buenas ondas en el control migratorio y en la policía. Los caracoles del lado chileno. Las flores amarillas. Tanta belleza. La llegada a la terminal de Santiago. El hotel, una colmena gigantesca. Y ahora en casa, las impresiones llegando. Las sensaciones. Sentimientos. ¡Tanta gente que interviene para que uno pueda ir de un lado a otro! Agradecimiento. El almuerzo en familia en São Paulo. Verde. Azul. Blanco. Celeste. Amarillo. Oriéntese por los colores. Como en 1977. Como tantas veces. Como siempre. Una sensación de raíces. El cielo es aquí. Este es el reino de Dios.
domingo, 1 de novembro de 2015
Presencia
La hoja en blanco.
Miraba la hoja en blanco. Sentía la necesidad de estar aquí. La
necesidad de estar para mí. Sólo para mí. El recuerdo de ayer.
Cumpleaños. El cariño de tanta gente querida. Me daba un poco de
vértigo. De pronto sentir que la vida es esto. Algo tan tenue. Poder
por un momento dejar de lado cualquier intento de evaluar algo. Basta
de tantas evaluaciones. También dejar de tratar de imponerme
cualquier obligación. Ahora, este domingo posterior a mi cumpleaños,
un cumpleaños que fue como un baño de amor y de cariño. Amistad.
Solidaridad. Lo que le da sentido a la vida. De pronto estoy como un
barco que busca la orilla. Estoy en la orilla. Dejar de repente
cualquier intento por cualquier cosa. Permitirme solamente estar
aquí. Solamente para mí. Puedo permitirme esto. Sin obligaciones de
ningún tipo. Sin necesidad de probarle nada a nadie ni a mí mismo.
Solamente registrando el estar aquí.
sábado, 31 de outubro de 2015
A Terapia Comunitária Integrativa e a recuperação da pessoa humana
Você
pode ser quem você é. Você pode estar aqui, presente.
Dias atrás, e agora, estas palavras tem vindo à minha mente com força. Você pode ser quem você é. Você já pensou nisso? Você não precisa se tornar outra pessoa, você pode ser a pessoa que você é. Isto parece absurdo, ou uma obviedade, mas não o é.
A maior parte de nós, desde pequeno, aprende a se distorcer para agradar, aprende a negar a si próprio, para ser aceito ou aceita. A vida vai indo, o tempo vai passando, e as distintas circunstâncias, as sucessivas adaptações, vão nos distanciando tanto do ser que somos, que em algum momento, podemos não saber mais quem somos.
A cultura, a sociedade, vão pressionando no sentido da des-personalização. Mas essas mesmas cultura e sociedade, também criam, simultâneamente, mecanismos de recuperação da pessoa humana. Mecanismos que trazem a pessoa de volta para ela mesma.
Melhor dizendo, esses mecanismos, criam possibilidades concretas para que a pessoa possa novamente ser quem ela é. A pessoa encontra espaços em que é aceita, em que ela não precisa se negar para ser admitida no meio das outras pessoas.
A Terapia Comunitária Integrativa é um desses espaços, é um desses mecanismos que estimulam o auto-reconhecimento e a auto-aceitação da pessoa tal qual ela é. Eu comecei a contatar a TCI em 2004, quando ela chegou em João Pessoa, no conjunto dos Ambulantes, em Mangabeira.
E, a partir desse momento, não pude mais deixar de seguir na trilha do auto-conhecimento e da auto-aceitação. Este caminho é contínuo. Eu me via no meio de pessoas simples, pobres materialmente, mas ricas humanamente. Elas tinham uma alegria de viver.
Eu via elas cada vez mais alegres, mais contentes consigo próprias, mais motivadas para viver uma vida mais autêntica. Isto ia me contagiando. Também ganhei coragem, e trouxe para a roda as dores e dificuldades que me atormentavam.
Ao invés de explicações e interpretações ou conselhos, encontrei acolhimento e compreensão, simpatia e apoio. Tinha passado durante anos por diversos tipos de terapias, e cada vez estava mais longe de mim mesmo, afundado cada mais no estranhamento e na depressão.
Comecei a voltar, fiz a minha formação em TCI, e comecei a colaborar em formações em TCI e em sensibilizações, acompanhando também cursos de Cuidando do Cuidador. Incorporei-me à rede da TCI.
Hoje posso dizer que para mim, a mensagem essencial e mais efetiva da TCI para a pessoa que está em busca dela mesma é: você pode ser. Você pode ser você mesmo, exatamente do jeito que você é. E esta mensagem chega a você de maneira ao mesmo tempo compreensiva, racional, lógica, e vivencial, emocional, experimental.
Dias atrás, e agora, estas palavras tem vindo à minha mente com força. Você pode ser quem você é. Você já pensou nisso? Você não precisa se tornar outra pessoa, você pode ser a pessoa que você é. Isto parece absurdo, ou uma obviedade, mas não o é.
A maior parte de nós, desde pequeno, aprende a se distorcer para agradar, aprende a negar a si próprio, para ser aceito ou aceita. A vida vai indo, o tempo vai passando, e as distintas circunstâncias, as sucessivas adaptações, vão nos distanciando tanto do ser que somos, que em algum momento, podemos não saber mais quem somos.
A cultura, a sociedade, vão pressionando no sentido da des-personalização. Mas essas mesmas cultura e sociedade, também criam, simultâneamente, mecanismos de recuperação da pessoa humana. Mecanismos que trazem a pessoa de volta para ela mesma.
Melhor dizendo, esses mecanismos, criam possibilidades concretas para que a pessoa possa novamente ser quem ela é. A pessoa encontra espaços em que é aceita, em que ela não precisa se negar para ser admitida no meio das outras pessoas.
A Terapia Comunitária Integrativa é um desses espaços, é um desses mecanismos que estimulam o auto-reconhecimento e a auto-aceitação da pessoa tal qual ela é. Eu comecei a contatar a TCI em 2004, quando ela chegou em João Pessoa, no conjunto dos Ambulantes, em Mangabeira.
E, a partir desse momento, não pude mais deixar de seguir na trilha do auto-conhecimento e da auto-aceitação. Este caminho é contínuo. Eu me via no meio de pessoas simples, pobres materialmente, mas ricas humanamente. Elas tinham uma alegria de viver.
Eu via elas cada vez mais alegres, mais contentes consigo próprias, mais motivadas para viver uma vida mais autêntica. Isto ia me contagiando. Também ganhei coragem, e trouxe para a roda as dores e dificuldades que me atormentavam.
Ao invés de explicações e interpretações ou conselhos, encontrei acolhimento e compreensão, simpatia e apoio. Tinha passado durante anos por diversos tipos de terapias, e cada vez estava mais longe de mim mesmo, afundado cada mais no estranhamento e na depressão.
Comecei a voltar, fiz a minha formação em TCI, e comecei a colaborar em formações em TCI e em sensibilizações, acompanhando também cursos de Cuidando do Cuidador. Incorporei-me à rede da TCI.
Hoje posso dizer que para mim, a mensagem essencial e mais efetiva da TCI para a pessoa que está em busca dela mesma é: você pode ser. Você pode ser você mesmo, exatamente do jeito que você é. E esta mensagem chega a você de maneira ao mesmo tempo compreensiva, racional, lógica, e vivencial, emocional, experimental.
sexta-feira, 30 de outubro de 2015
Integración
Recién se me
ocurrió pensar en cuánta gente querida ya pasó por mi vida. Ya se
fueron de esta forma física de existencia. Se fueron, pero no
murieron. Son muchas personas. Familiares, amigos y amigas.
Conocidos.
Me dio como una especie de vértigo. Mucha gente querida,
realmente. Se fueron pero no murieron. ¿Por
qué? Porque las llevo en mi sentimiento. Viven en mi corazón. Algo
de ellas sobrevive en mí, y hace que yo sea una persona mejor.
Algo
de ellas ha quedado en mí. Algo de todos y todas ustedes se ha
quedado en mí, y me enraíza en un aspecto más tenue de la
realidad. Mis raíces son más hondas y extensas hoy que ayer.
segunda-feira, 26 de outubro de 2015
Enraizamiento
Hay unos días en que uno cree que podría llegar a querer escribir algo. No sabe muy bien qué. Alguna sensación que te anda rondando. Como de enraizamiento, pero también de acogimiento, que se le parece. De pronto sentirte a gusto en tu tierra. Saber que la vida te lleva de un lado a otro. Peregrinación. Oración. Misiones. Amor. Sentimientos. Compartir. Todo se mezcla dentro de tí. Gira y da más vueltas. Pero es también una fructificación y un florecimiento. Ciertamente que esto es fruto de toda una red en la que uno se ha venido plantando con el pasar de los años. Y ahora esa red de la Terapia Comunitaria Integrativa, mi gran familia, está floreciendo en Mendoza. Los primeros brotes ya se ven en esta primavera invernal. Uno se ve centrado en el amor. Descansa en el amor. Un amor que anda, que camina. Que va de un lado al otro. Como las hormigas. Y medio sin darte cuenta, pero sí, dándote cuenta, ves que está ahí. Está aquí. Es esto. Agradezco. De corazón, agradezco. A tanta gente que ha puesto lo suyo para que esto se venga dando. Para que se venga realizando este sueño de ya tantos años. Daría nombres. Tal vez sería lo correcto. Pero muchas son personas públicas, y podría dársele otro sentido a estas palabras. Llevo a estas personas en mi corazón, pues fue gracias a sus esfuerzos y a su empeño, que ese sueño se está realizando en Mendoza.
domingo, 25 de outubro de 2015
Caminando
Yo recuerdo con frecuencia unas palabras del Padre José Comblin, sobre el mensaje de Jesús. Decía él, que el mensaje de Jesús es simple, pero que esta simplicidad está para nosotros como la ciudad en la cumbre de la montaña: nos movemos como si fuéramos a alcanzarla, sabiendo que tal vez nunca lleguemos allá.
Muchas veces me sucede que, al reflexionar o meditar sobre alguna de las palabras de Jesús, o sobre Jesús en sí mismo, experimento un gran bienestar. La sensación de que me envuelve, o está dentro mío, un amor sin límites, que estuvo conmigo desde el comienzo de mi vida.
Escribo esto y lo comparto, con toda tranquilidad, pues estoy convencido de que cuando lo hago, no estoy practicando algo que pueda de ninguna manera interpretarse como orgullo o vanidad. Más vale me mueve el sentimiento de que el bien que experimento, al compartirlo, se multiplicará.
Hace unos días, recordaba lo que Jesús dice sobre el hacernos niños. Hay una parte nuestra que vive en esa dimensión original. Inocencia. Pureza. Una alegría muy especial, que es lo que sentimos en nuestros primeros años de vida.
Así me ocurre con diversos pasajes de los Evangelios. Los lirios del campo. El pan de vida. La vida eterna. El Reino de Dios. Lo de que no se puede servir a dos señores.
Hoy me viene de compartir estas cosas simples, que vengo experimentando. Tengo certeza de que muchas personas que lean esta breve anotación, también tendrán experiencias para compartir.
terça-feira, 20 de outubro de 2015
El libro que no quiero terminar
Lo voy componiendo, pensando que un día me gustaría
verlo impreso. Publicado.
Pero me doy cuenta de que en realidad lo
que me gusta es irlo haciendo. Ir juntando los textos que tal vez
podrían llegar a formar parte del libro final. Pero al final, el
libro está siempre un poco más allá, y esto me gusta.
Es como si
lo que a mí me agradara, en realidad, es ir llegando casi hasta el
final, y ver que no hay final, finalmente.
quinta-feira, 15 de outubro de 2015
Presencia
Poner unas letras en la hoja y sentir la sensación exacta de
estar donde uno debe estar. Respirar hondo por esto. Sentir que los pájaros
cantan de manera tenue en este final de tarde. Recordar la caminata por el
parque esta mañana. La ida a la universidad a la tarde. El parque otra vez. Y en
el medio, muchas veces, la sensación que me proporciona el estar vivo, de
maneras diferentes pero las mismas. Saber que soy ese que anda por ahí y de pronto
se alegra por ser como es, ni más ni menos. A veces me da un vértigo, tanta
vida pasada, y ahora aquí. En tantos momentos del día, experimentar la
perpejidad y el asombro de andar por ahí, caminando o en auto, y cada momento
como que evoca y reúne a todos los momentos pasados. El tiempo se compacta.
Tiempos que parecía que durarían para siempre se terminaron. Hoy es otro tiempo.
Muchas veces me sorprendo como si fuera una planta que volvió a la tierra. Y
esta tierra mía, mi tierra natal, me reconoce y la reconozco. Esto me pasó esta
tarde, y me viene pasando en distintas oportunidades. Reconocimiento.
Reencuentro. Es una sensación buena y muy placentera. Como si estuviera volviendo
a un tiempo en que no eran tan necesarias las palabras. Explicar. Decir por
qué. Bastaba vivir, estar, ser. Todo era más simple. Tiempo infantil.
Caminando
Esta mañana fui a
dar una vuelta por el parque. Esto tiene siempre algo de encantador.
Sumergirme en el tiempo. La avenida de las palmeras, ya añosas, con
sus troncos como tallados en el tiempo y sus hojas que parecen
impresas en el aire. La gente haciendo ejercicios o caminando,
corriendo, paseando. La fuente de los cinco continentes, una belleza.
Y las avenidas cubiertas por las copas de los árboles deshojados,
dibujando pulmones en el cielo. Los bosquecillos que uno descubre,
como si nunca antes los hubiera visto. Las acequias cantando,
llevando el agua a todas partes. Y las flores. Las coronas de novia,
blancas. Las acacias blancas. Al volver, por calles que también
tienen sus historias, malvones rosados y rojos.
terça-feira, 13 de outubro de 2015
Presente
A veces se acumulan algunas impresiones, que en un cierto
momento dejamos bajar al papel, a la tela, lienzo, bastidor, o como quieras
llamarle. Un cuadro de Van Gogh: flores en un jarro. Otras flores, estas en un florero
de vidrio transparente, en la mesa del comedor. Los distintos encuentros de
estos días en Mendoza. Otra historia se viene construyendo. Vengo construyendo otra
historia. Hay algo que ha quedado intacto. Hay un pasado que de pronto va pasando,
de verdad. Un pasado que está pasando de hecho a su condición de pasado,
dejando lugar al presente. Yo no necesito evocar constantemente aquello que
duele. De todos modos, siempre algo o alquien me lo recuerda. El mero hecho de
poder andar por las calles con tranquilidad, sin miedo, me recuerda lo que ya
no está. Lo que se fue, y que no vuelva más. Cuando vienen esos sentimientos, da
tristeza. Y me veo obligado a mirar hacia esas fisuras. Esas grietas que han
quedado. La vida va dejando huellas. Cicatrices que siguen doliendo, pero que
van cambiando de significado. Me gustó leer en el diario de hoy, que unos
artistas, músicos, cantores, están por hacer una presentación en recuerdo de
los desaparecidos de Mendoza. Valorizar la vida en democracia. Valorizar la
vida. Valorizar la democracia. Encontrar la gente en la calle, y recibir esa
gentileza con que muchas veces nos tratamos los humanos. Poder vibrar en esa
frecuencia apenas perceptible. Saber que hay algo perenne, algo que no muere,
que sobrevive a todas las catástrofes. Aprender que es muy bueno en la vida,
aprender a compartir. Saber que por sobre todas las cosas, es el hacer juntos,
lo que nos humaniza. Darme cuenta, después de tantos años, que mi sueño de
joven se está cumpliendo en mi vida. Y ver los árboles en primavera. El tejido tenue
del follaje verde que cubre la ciudad como un tul. Y más allá la cordillera
toda nevada. Y los cantos que nos esperan más allá de las fronteras, adonde la
vista alcanza. Caminando por muchos países de América Latina, construyendo y
reforzando vínculos solidarios. Descubrir que de pronto la eternidad es esto.
Es el presente. Esto que está aquí. El único tiempo que nos es dado vivir.
domingo, 11 de outubro de 2015
Pasando
Juntando todos estos pedacitos de tiempo va pasando el tiempo.
Voy pasando, tiempo, a tiempo de ir ya viendo cuánto tiempo todavía me queda,
de juntar pedazos de tiempo. De pronto me divierte y me admira ver cuánta vida
ya pasó. Cuánta vida está pasando. Cuánta vida pasa, vida. ¡Cuánta pasó y
cuánta pasa! Y así mientras vida y tiempo pasan, yo, que soy tiempo y vida, paso
y no paso. Paso y me quedo. A cada paso, un pasito más hacia la integración.
quarta-feira, 7 de outubro de 2015
Mirando hacia adentro
Esta mañana me pasó
que, como muchas otras veces, estaba metido en un debate conmigo
mismo, acerca de qué es lo que debería hacer. Pensaba las varias
cosas que podría tener que hacer. Obligaciones. Esto me angustiaba.
Entonces cambié la mirada. Ví hacia adentro, un adentro que incluye
el afuera. Me calmé de inmediato. Ví la continuidad de todo.
Adentro mío: amarillo y rojo. Esto me aquietó totalmente. No
importa lo que vaya a hacer. No importa si lo hago o no. Importa que
estoy en calma. Escuché el canto de los pajaritos, y esto me alegró.
No necesito interpretar ni explicar el canto de los pájaros, ni por
qué me alegra. Me alegra. Pensé que podría ir al parque o al
gimnasio. O que me ocuparía de la obra social. No hice nada de eso.
Escribo, que no lo había planeado.
sexta-feira, 25 de setembro de 2015
Caminando
“Puede haber una luz, uma hendidura. El camino es fatal como
la flecha, pero en las grietas está Dios, que acecha”. Jorge Luis Borges
Muchas veces me pasa que vienen a mí algunas palabras de
Jesús, como ahora, en que recuerdo especialmente “Porfiad de entrar por la
puerta estrecha”. Y cuando estas palabras me vienen a la mente, viene también
el sentimiento de una gran amorosidad. Un amor que es infinito e incondicional.
Yo no sé exatamente qué es lo que Jesús Cristo quiso decir al pronunciar estas
palabras, pero no tengo la menor duda de que el amor con que fueron dichas, es
nada más ni nada menos que el amor de Dios. Puede ser que la frase se refiera a
cosas que se nos presentan en la vida, que tenemos que hacer. No son cosas que
nos gustaría hacer, ni cosas que pensamos que deberíamos hacer.
Son cosas que
se nos presentan como obligatorias, impuestas. Muchas veces tenemos que ir por
ahí, ir por ese camino. Y allí es donde encontramos el amor de Jesús a nuestro
lado, adentro nuestro, en esa misma circunstancia muchas veces difícil o
impuesta, que se nos presenta como inevitable. Ahora pensaba que las palabras
de Jesús Cristo tienen un poder muy grande, que hace de ellas algo como
natural, dado.
Algo que si bien exige o demanda de nuestra parte un esfuerzo de
interpretación o entendimiento, al mismo tiempo nos alcanzan más allá de si mi
interpretación es o no la correcta. En algún sentido, no hay interpretación
correcta o incorrecta. Hay el amor de Dios, la presencia de Jesús, y mi intento
por andar por su camino. Un camino que tiene la naturalidad de la vida.
Yo sé que
estas cosas que comparto, sin lugar a dudas encontrarán quien las pueda comprender
como independientes de cualquier doctrina o institución. Debo esta comprensión
al padre José Comblin, cuyos escritos vengo meditando y estudiando desde hace
años. Sé que la posibilidad que tenemos, como seres humanos, de andar por ese camino
que es Jesús, ese camino que supone que la vida nos es dada como un don de Dios,
para que seamos felices y vivamos en el amor y la justicia, está hoy a la orden
del día, debido a la presencia y a los actos de Francisco, el papa.
Constantemente,
desde que asumió el cargo de jefe supremo de la Iglesia Católica, Francisco
vene conmoviendo al mundo por su humanidad y sencillez. Su coraje para no sólo
denunciar los males del capitalismo y una sociedad pautada por el dinero y el
poder, sino para demostrar, con hechos, que es posible vivir de otra manera.
El padre Comblin decía que la acción social cristiana es una acción de naturaleza personal.
Es una acción que hace que aparezca la persona olvidada. No se trata de
convertir ni de convencer. Se trata de actuar de manera tal que aparezca
nuestra propia persona, el ser auténtico que cada uno de nosotros es.
Esto lo dice
el padre Comblin en varios de sus libros: La profecia en la Iglesia, Vocación
para la libertad, recuerdo en este momento. En uno de sus discursos
pronunciados en Estados Unidos, no recuerdo si en el Congreso o en la asamblea
general de las Naciones Unidas, Francisco menciona a las personas que se
dedican al voluntariado. Esto tiene una acepción amplia.
En Bolivia, al
dirigirse a las personas participantes del Encuentro Mundial de Movimientos
Populares, dijo que estos movimientos son el gérmen de una nueva sociedad. Es
posible actuar en el sentido de un vivir en sociedad que respete la individualidad
y la humanidad de cada persona. Esto no es obra de un partido o una iglesia. Ni
tampoco una acción gubernamental, exclusivamente, sino una acción conjunta, en red,
donde todos y todas suman, o pueden sumar.
Hoy tenemos de nuevo, como en los
años 1960 y 1970, la conciencia clara de que cada uno y cada una, somos importantes.
No es importante solamente un jefe de Estado o una jefa de Estado. Yo, vos, todos
y todas somos importantes, a la hora de dar un rumbo al vivir. No estamos
condenados a vivir bajo condiciones impuestas.
Podemos y debemos actuar en el
sentido de una existencia libre, justa y solidaria, en que cada uno y cada una seamos
condición para la libertad y la plena realización del conjunto. No hay nada de
fatal, de predeterminado, en el capitalismo y la explotación de la persona humana.
Las personas no tienen valor sólo cuando producen, cuando generan ganancias.
Esto
no tiene nada de natural ni es querido por Dios. Si podemos vernos y ver la
creación como expresión de Dios, necesariamente tenemos que actuar en consecuencia.
No podemos vivir de cualquier manera. Ahí es donde otra vez resuena uno de los
sentidos de las palabras de Jesús: “Porfiad de entrar por la puerta estrecha”. No
es tan difícil seguir el camino de lo que es natural.
El agua tiene su movimiento,
fluye, se evapora, da la vuelta alrededor de los obstáculos, en vez de
debatirse contra ellos. Pasa y se va, sigue. Así también, podemos hacer
nosotros, en lo que se refiere al vivir. Podemos tratar de seguir la vía de lo
más simple. Escuchar nuestro corazón, mirar hacia adentro y alrededor, y seguir
el camino del agua.
Fluir, dejarse llevar. Confiar. Decidir, elegir. Trabajar.
Construir redes, reforzar las acciones voluntarias que promueven la persona humana
en su dignidad y libertad. En el respeto a la individualidad única e
irrrepetible que nos habita, que esencialmente somos. Esto también puede ser porfiar
de entrar por la puerta estrecha.
Integración
Esta mañana fuí a Pitimbu (Paraíba, Brasil). Los bambuzales a los costados del camino. Verde, como un tul. El cielo abierto. El mar turquesa. Mar y cielo. Cielo y mar. Verde. Azul. Las colinas o morros, no sé como llamarlas o llamarlos. Un sumergirme por unos momentos, en un interior donde el tiempo anda más despacio. El tiempo se detiene, muchas veces. Gente que conversa, gente que anda sin apuro. No necesito estar siempre apurado, haciendo cosas. Hay cosas que hacer. Sí. Y hay que hacer cosas, pero puede ser en otro ritmo, más lento. A veces me parece que es posibe vivir en esa velocidad casi parada, casi detenida, en ese tiempo que no se mueve, que está como quieto. Veía los yuyos a los lados del camino, a la vuelta. La ruta que va hacia Tambaba para un lado, y a João Pessoa por el otro. ¡Cómo ha crecido la ciudad en estos años! ¡Cuánta vida ya ha pasado en mi vida en todos estos años! Y ahora que he vuelto a Mendoza, Argentina, de manera más permanente, es como si un mundo antiguo estuviera haciéndose presente. Uno ya es abuelo, no podría dejar de registrar este hecho fundamental. Un abuelo ve las cosas de otra manera, más integrada. Es la perspectiva del tiempo más corto y más intenso que nos es dado vivir en esta etapa de la vida.
Pertenecimiento
Había llegado de viaje. Otra vez en casa. Como difusamente, veía todos los lugares por donde había estado. Las personas con las cuales me había encontrado. Los paisajes, los árboles y flores. Las ciudades. Montañas. Los sentimientos forman ahora como una especie de punto que soy yo mismo. Todo yo de vuelta. Aquí. En mi casa. Soy mi casa. Una casa en dos ciudades. Dos países, un país. Y también una ramificación de raíces. Un tejido de afectos que se extiende por varios países de América Latina y Europa. Un mundo hecho de afectos. Quiero terminar mis días en esta red de la Terapia Comunitaria Integrativa. La Terapia Comunitaria Integrativa y mi familia. Mi familia y la Terapia Comunitaria Integrativa. Mis amigos y amigas. Yo sé que el mundo es más grande. Pero sé también que cada uno vive en un mundo delimitado. En mi mundo cada vez hay menos ideologías. Hay menos prejuicios y más realidad. Esto lo debo sobre todo a este mi existir en el espacio de las raíces que me sostienen y me contienen. Aquí yo y mis colores. Yo y mis escritos. Yo y mis libros, mis pinturas, los sueños que me animan. En este lugar, desde este pequeño lugar que es mi mundo entretejido con tantos otros mundos queridos, agradezco a la vida, que me ha dado tanto. ¡Gracias, vida! ¡Muchas gracias!
terça-feira, 8 de setembro de 2015
Presencia
Acabo de volver de unos días en Bananeiras, interior de Paraíba. Tanto verde. Gente cordial, que saluda. Ese sumergirse en el campo, que nos tranquiliza. Los árboles, las vacas. Los pájaros cantando y volando por todas partes. Las mariposas y flores. Tanto verde. Todo ese verde, que de verdad que aunque tenía ganas de volver a casa, también confieso que volví con una cierta tristeza. Alguna parte nuestra se encuentra muy a gusto en la inmensidad y el silencio. Es cierto que la vida sigue, y uno atiende a sus llamados. Misiones aquí, misiones allá. Pero ninguna misión mayor que el amor y la felicidad. La justicia y la celebración de la vida. Ahora al escribir, en este pedazo que es la parte que me cabe en este latifundio, también una sensación de paz me invade. Una sensación de aquietamiento. También aquí están mis afectos. Mis libros, mis amigas y amigos. Mi familia, aún la que vive lejos, o ya en otros planos de existencia, está toda aquí. Todo aquí, y yo también.
quarta-feira, 2 de setembro de 2015
Amarillo
A veces siento necesidad de estar conmigo mismo. Entonces me
pongo a escribir. Cuando llego a la hoja, cuando estoy aquí, está todo bien.
Todo es como debería ser. Es que este es el lugar donde debo estar. Aquí soy
yo. Aquí me recupero de las presiones sociales por desempeño. Aquí no hay exigencias.
Es sólo estar. Y estar bien. Aquí estoy bien. Aquí no hay los “debería” ni los “debiera”.
Aquí es lo que es. Y lo que es, es paz, es armonía. Esta mañana me desperté y sentí
de imediato esa sensación de sorpresa por estar aquí. Respirar. Sentirse vivo. En
seguida, empezar las actividades diarias. Sabía que sólo estaría mi lugar,
cuando llegara aquí. Cuando empezara a escribir. Se me ocurrió que podría
escribir el día que vendría. Sería como construir el día previamente. Puse
algunas anotacioes. Amarillo es el color de los afectos. Lo veo-siento cuando
no me presiono, cuando no me exijo. Entonces es ese amarillo tenue que es como un
tejido fino que está por todas partes. Las cosas pueden ser de una manera o de otra.
Puedo hablar o no hablar. Es un juego. No hay necesidad de estar actuando
siempre como quien quiere acertar siempre. Acertar puede ser actuar, y puede
ser también esperar, escuchar.
segunda-feira, 31 de agosto de 2015
Presencia
A veces me siento un poco ausente. Como si no estuviera.
Como si no fuera. En esas oportunidades, me pongo a escribir. Entonces me hago
presente. Este es mi lugar. La hoja. Las hojas. ¡Cuantas hojas ya he escrito a
lo largo del tiempo! Generalmente voy registrando lo que veo. Lo que oigo. Los
paisajes y la gente. Sentimientos. Sueños. Proyectos. Sensaciones. Así me voy
teniendo de vuelta. Así voy volviendo a mí mismo. Me vuelvo a habitar, escribiendo.
sexta-feira, 24 de julho de 2015
Un solo país
Hay una Argentina de cuando estoy afuera y otra de cuando estoy allá. Pero ¿cuándo uno está fuera de su país, si el país es uno mismo? Esto es cierto, pero me refiero al país externo, ese que está fuera de uno, la ciudad de Buenos Aires o Mendoza, los aeropuertos de El Plumerillo o Ezeiza, el ómnibus de Tienda León, las veredas y los taxis, los bares y los kioskos, restaurantes, el país de afuera. Cuando estoy de afuera, el país de afuera está adentro, es un recuerdo. Cuando estoy adentro, no me acuerdo de que hay un país de afuera y el país me parece el mismo país que dejé hace ya tantos años. Un país de historias en los libros, de sueños de un día tornarse un país. Si hay dos Argentinas o tal vez más, parece un juego, pero es verdad. Hay veces que sé bien clarito en la cabeza, que son dos países distintos, y me río de mí mismo por ser tan crítico de un país de tiros y balas, de policía y ejército en la vida de cada uno. De iglesia y balcón de la Casa Rosada, de la casa de Gobierno. Pero hay otro país que he recordado mucho en estos días pasados. Un país sin generales ni tortura ni desaparecidos, ni crímenes contra la humanidad. Una Argentina, un país de chico, de acequias y barquitos. De parras y montaña. Últimamente, te cuento que este país está más que el otro. Es un país de niño, de patio con malvones y juegos en el piso. Los juegos en la vereda, los vecinos, el verdulero italiano y el gallego del almacén. Cada vez más este país, menos el otro. Cada vez más una Argentina, una Mendoza, muy chiquitos. Me veo en ellos o soy ellos. Un solo país.
quarta-feira, 8 de julho de 2015
La vida es más tenue
Uno puede ser menos duro consigo mismo. Puedo tratarme mejor,
internamente. No necesito ser tan exigente, ni usar palabras duras.
Puedo tratarme mejor. Esta mañana pensaba, en el gimnasio, que
muchas veces creo ser muy duro conmigo mismo. En vez de decir:
“acostumbro a ser muy duro conmigo mismo”, puedo decir: “a
veces ocurre que me trato con excesiva dureza.” Esto establece un
espacio. Hay una posibilidad de que las cosas sean distintas. Puedo
haberme acostumbrado a ser muy exigente conmigo mismo, en función de
presiones sociales. Los hombres son duros. Los hombres no lloran.
Pero si me escucho, si converso conmigo mismo, si me escucho sin el
afán de imponerme nada, puede haber una posibilidad. Pedo dejar de
tratarme con violencia o agresividad, y simplemente escucharme.
Entonces entro en contato conmigo mismo. Puedo darme cuenta de que en
virtud de circunstancias de mi vida, me ví obligado a tener que
desempeñarme con máxima eficiencia, para ser aceptado. Hoy ya no
necesito tratarme con tanta exigencia. Puedo relacionarme conmigo
mismo en mejores términos. Puedo entender que soy humano, y no una
máquina de alcanzar metas y obtener triunfos o realizaciones.
quinta-feira, 18 de junho de 2015
Ahora
Hay días en que uno
querría llegar a escribir alguna cosa. La ida al supermercado y al
correo. Caminos y lugares que se empiezan a hacer familiares. Y esto
de seguir por aquí día tras día, que también empieza a adquirir
aires de familiaridad. Y aquél pasado que se había quedado pegado
al presente, empieza a ocupar su lugar de pasado. El presente
presente. El pasado pasado. Ahora esto. Ahora aquí. Ahora este estar
aquí que se va haciendo natural. Recomponiendo el mapa interno.
Juntando pasado y presente. Hay cosas que querría haber olvidado.
Pero están ahí. Siguen doliendo, cuando vuelve el recuerdo. Pero
agradezco el hoy. Agradezco el ahora. Agradezco la posibilidad de
esrar aquí. El hecho de estar aquí. Vivo. Amando. Creyendo.
Disfrutando del presente.
quarta-feira, 17 de junho de 2015
Enfrentamiento
A veces pienso que puedo llegar a estar teniendo algún problema. Una dificultad o inconveniente. Entonces miro hacia adentro. Converso conmigo mismo y me escucho. Miro alrededor. Entonces me doy cuenta de que hay muchos recursos para enfrentar lo que sea. Todos/as tenemos muchos recursos para enfrentar todo lo que se nos presenta. No hay recetas mágicas. Si las hay, no las conozco. Sé que hay recursos. Hay estrategias de enfrentamiento. Y con esto me basta.
terça-feira, 16 de junho de 2015
Ordenando
Una práctica coherente impone el respeto a las diferencias.
A veces no tengo nada que hacer. Entonces me pongo a escribir. Como hace ya tantos años que hago esto, es como si una parte mía se fuera equilibrando. Ordenando.
El lado de allá y el lado de acá se equilibran. Todo está como debe ser. Todo está bien. Por haber escrito ya tanto, es como si mi mayor parte estuviera ya del lado de allá.
Y este que soy yo y que escribe ahora, ganara su verdadera dimensión en esta simetría. Me equilibro. Me ordeno. Es como si ya todo lo que he venido escribiendo en todos estos años, hace ya tantos años, y este exacto estar aquí ahora, estuvieran en perfecto equilibrio.
Entonces es como si algunas cosas que molestan, como la intolerancia de quienes se burlan de la fé de los demás, no fuera nada. Es un delito, lo sé. Gente que se molesta con la discriminación racial, pero no le molesta ofender a los que profesan una creencia o tienen su fé.
No es que esto sea nuevo. No lo es. El ambiente intelectual me parece que tiene siempre una tendencia al desencantamiento. Es como si la fé les pareciera un rasgo de infantilidad o inmadurez.
Ya fui menos tolerante con los intolerantes. Hoy no deja de molestarme su sorna, su desprecio por quienes nos aferramos a una fé o a una creencia. Sin embargo, no les envidio la suerte. El juego es peligroso. El mundo actual es cada vez menos tolerante.
Parece haber menos espacio para el discurso de la discriminación. Y más allá de la contradicción entre decirse defensor de los derechos humanos y burlarse de la fe ajena, está el hecho de que toda forma de discriminación contiene el germen de la violencia.
sábado, 13 de junho de 2015
Amarillo
Hay unos días que uno cree que podría llegar a querer resumir
de algún modo. Juntar algunos momentos, algunas sensaciones, algunas imágenes.
Algunas palabras que pudieran llegar a decir lo que fue ese día. Lo que está
siendo este día. Porque el día todavia está siendo. Algunos hilos de luz vas
recogiendo. La ida al mercadito de mañana. La carnicería. El almacén. La
frutería. La vinería. La colorería, donde compré unos colores cerca del
mediodía. El día había empezado amarillo. Amarillo en medio de la oscuridad y
el frío. Amarillo. Entonces empezó el día. Ahora ya es de noche. Entonces el paseo
a Cacheuta. El amarillo me acompañó todo el día. Me dí cuenta de como un color
puede ser y es una muy buena compañía. Un color es todos los colores. Magenta.
Amarillo. Un color es todos los colores. Los colores son una compañía. Un color
son sensaciones. Sentimientos. Imágenes. Recordé cuadros en amarillo que pinté
durante mi vida. Van Gogh. Los girasoles. Flores. Soles. Calor. Fuego. Fogata.
Viajes. Un color es muchas cosas. Sensaciones. Sentimientos.
domingo, 7 de junho de 2015
¿De dónde viene mi fuerza?
Esta
pregunta me trae siempre para mi estar aquí, mi presencia, el ser
que soy. Hoy me acordé del color magenta (fúcsia). Este color me
trajo una sensación de estar presente. También me han estado
viniendo mis escritos, muy fuertemente. Es un alimento interno.
Una sensación muy buena. Mis escritos y mis colores. Mis amores. Mi sexualidad. Mis deseos. Mi imaginación. Mis sueños, compartidos y personales. Todo lo que soy es mi fuerza. Mi ser es mi fuerza. Mi fuerza soy yo.
Una sensación muy buena. Mis escritos y mis colores. Mis amores. Mi sexualidad. Mis deseos. Mi imaginación. Mis sueños, compartidos y personales. Todo lo que soy es mi fuerza. Mi ser es mi fuerza. Mi fuerza soy yo.
Como
muchas otras preguntas que nos hacemos en la Terapia Comunitaria
Integrativa, esta tiene muchas respuestas. El centro es uno mismo. El
centro soy yo. Mi experiencia, mi vivencia.
Las preguntas que el Dr. Adalberto Barreto –creador de la TCI-- ha creado como medios de recuperación de la persona humana, como formas para que uno vuelva a ser uno mismo o una misma, son simples y directas.
Y al mismo tiempo, son amplias, y cambiantes, ya que somos seres en construcción, inacabados. A través de estas preguntas, uno va estableciendo otra conversación interna, otra relación con uno mismo o una misma.
Las preguntas que el Dr. Adalberto Barreto –creador de la TCI-- ha creado como medios de recuperación de la persona humana, como formas para que uno vuelva a ser uno mismo o una misma, son simples y directas.
Y al mismo tiempo, son amplias, y cambiantes, ya que somos seres en construcción, inacabados. A través de estas preguntas, uno va estableciendo otra conversación interna, otra relación con uno mismo o una misma.
Vamos
recuperando una escucha de nosotros mismos, que repone nuestra
identidad original, aquella parte nuestra que no fue domesticada por
la cultura y por la sociedad. Vamos teniendo cada vez más una noción
clara del ser que somos.
Valorizamos más nuestra propia experiencia, los recursos personales que hemos puesto en juego para conseguir sobrevivir, sorteando todo tipo de obstáculos, hasta el momento actual. En especial, uno va recuperando una alegría interior, la propia visión interna, una sensación de libertad y de unidad.
Valorizamos más nuestra propia experiencia, los recursos personales que hemos puesto en juego para conseguir sobrevivir, sorteando todo tipo de obstáculos, hasta el momento actual. En especial, uno va recuperando una alegría interior, la propia visión interna, una sensación de libertad y de unidad.
segunda-feira, 1 de junho de 2015
Integración
Hay algunos momentos
que tienen la virtud de reponer nuestra unidad interior. Rehacer el
ser que somos. Un momento así es el que me fue dado vivenciar hoy al
mediodía, en la celebración del día del sociólogo/a en la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional
de Cuyo. Llegar al edificio donde estudié, que guarda tantas
memorias, fue algo ciertamente arduo. Buenas y malas memorias. Todas
juntas. Sentí que había una tristeza en mi pecho, que iría a
desaguar. Desaguó. Fué como el río de la montaña que baja. La
luvia que cae desde el cielo. Lloré, mientras escuchaba a las
compañeras y compañeros decir sus palabras. Gente que dice con
palabras, y dice con su ser. Dice con su estar en el mundo. Dice con
su sentimiento. Algo en mí se fue rehaciendo, en la medida en que me
iba sintiendo incluído en las hablas que iba escuchando. Sueños que
no mueren. Esperanzas que prosiguen. Todo esto fuí sabiendo mientas
escuchaba las palabras que me contenían. Era como un rompecabezas
armándose por dentro, y también alrededor. Pude disfrutar de la
reunión, en la que me sentí incluído. Agradezco a cada persona que
participó, y especialmente a aquellas con las cuales me fue dado
conversar. Cada una me dejó algo. Salí más completo. Me volví más
pleno. Ciertamente no olvidaré esos rostros y esos sentimientos. No
olvidaré cómo cosí un poquito más mi historia, que en algún
sentido sigue cosiéndose. Pasado y presente. Ahora que ya es de
noche y los caminos de la vida me llevaron por otros lugares, vuelvo
a este momento sin igual. De algún modo, siento que algo muy bueno,
que me animó, como animó a toda una generación, a trabajar por un
país más unido, más humano, más justo, sigue entero. Esto es lo
que hace que me sienta más entero. Gracias.
quinta-feira, 28 de maio de 2015
Lugares
A veces pienso que
podría llegar a querer tener un lugar. Un lugar donde pudiera ser
yo. Un lugar donde pudiera ser feliz. Plenamente feliz. Pienso si
serán las telas en blanco donde podría llegar a pintar algunos
cuadros. O las hojas en blanco donde de pronto anoto algunas cosas. O
los libros donde me dejo ir hacia las regiones crepusculares de la
imaginación y la magia. Pueden ser todos estos lugares, y algunos
otros. La oración, la fé, la amistad, los sueños, los proyectos.
El artículo que vengo construyendo sobre “El surgimiento del yo
comunitario en las rondas de la Terapia Comunitaria Integrativa.”
El libro que vengo construyendo, sobre “La poesía y la literatura
en la recuperación de la persona humana.” Los colores. Tantas
cosas. Todos estos lugares. El lugar que soy yo. Tantos lugares.
terça-feira, 19 de maio de 2015
Integración
Hay veces que uno querría poder llegar a decir algunas cosas. Registrar algo que se ha ido recomponiendo a lo largo de la experiencia. Sin embargo, no siempre sabemos por dónde empezar.
Por suerte, el poeta nos recuerda que “se puede empezar por cualquier cosa: el grito de un gato en el tejado. Una lista de desaparecidos. La sinfonía número X de Scriabin” (Julio Cortázar).
Lo que me gustaría compartir ahora se refiere al retorno de mi río interno. La recuperación de una sensación interior de fragilidad. Tal vez la sensación de no ser capaz de hacer algunas cosas.
Un miedo de enfrentar a la gente y ser juzgado, rechazado. Fracasar. Una sensación como de tristeza, de no ser capaz, de no poder. Esto muchas veces me remite a un tiempo primero.
Un tiempo infantil. Pero también me pone frente a frente con mi finitud. Hay un límite (Jorge Luis Borges). La poesía en general es ese salto hacia la unidad (Graciela Maturo).
Esa vivencia directa y completa de la integración de todos los momentos de la vida. Inclusive nuestra fragilidad. Nuestra finitud.
Por eso en esas horas en que se hace más patente lo efímero de mi propio ser, en esos momentos de certeza de una unidad que incluye y también supera la suma de mis días, muchas veces me viene una imagen-sentimiento-comprensión que se ha venido consolidando en varias de mis últimas experiencias con/en la Terapia Comunitaria Integrativa.
Una sensación de ser un árbol, una raíz y ramas, frutos. Algo que está plantado y enraizado en el tiempo. Esto me da una sensación de plenitud difícil de expresar. Como de que todo valió la pena. El pasado y el presente unificados.
Y también la presencia de tanta gente querida con la cual esta unidad se fue realizando. Mi madre, especialmente. Alguien cuya presencia sigue siendo constante. Pero también mis hijos e hijas, cada uno de ellos.
Mi padre y mis hermanos. Mis abuelas y abuelos. Cosas precisas y preciosas que cada uno y cada una dejó en mí y me constituye. Amigos y amigas inolvidables. Colegas de los cursos de formación en Terapia Comunitaria Integrativa.
Gente que se ha venido como si dijera agregándose a mi ser, formando una colcha de retazos infinita. Gente que he ido conociendo y encontrando desde el comienzo de mi vida, a lo largo de tantas situaciones y experiencias, en tantos lugares. En ciertos momentos, la unidad se hace patente. Se hace presente.
Por suerte, el poeta nos recuerda que “se puede empezar por cualquier cosa: el grito de un gato en el tejado. Una lista de desaparecidos. La sinfonía número X de Scriabin” (Julio Cortázar).
Lo que me gustaría compartir ahora se refiere al retorno de mi río interno. La recuperación de una sensación interior de fragilidad. Tal vez la sensación de no ser capaz de hacer algunas cosas.
Un miedo de enfrentar a la gente y ser juzgado, rechazado. Fracasar. Una sensación como de tristeza, de no ser capaz, de no poder. Esto muchas veces me remite a un tiempo primero.
Un tiempo infantil. Pero también me pone frente a frente con mi finitud. Hay un límite (Jorge Luis Borges). La poesía en general es ese salto hacia la unidad (Graciela Maturo).
Esa vivencia directa y completa de la integración de todos los momentos de la vida. Inclusive nuestra fragilidad. Nuestra finitud.
Por eso en esas horas en que se hace más patente lo efímero de mi propio ser, en esos momentos de certeza de una unidad que incluye y también supera la suma de mis días, muchas veces me viene una imagen-sentimiento-comprensión que se ha venido consolidando en varias de mis últimas experiencias con/en la Terapia Comunitaria Integrativa.
Una sensación de ser un árbol, una raíz y ramas, frutos. Algo que está plantado y enraizado en el tiempo. Esto me da una sensación de plenitud difícil de expresar. Como de que todo valió la pena. El pasado y el presente unificados.
Y también la presencia de tanta gente querida con la cual esta unidad se fue realizando. Mi madre, especialmente. Alguien cuya presencia sigue siendo constante. Pero también mis hijos e hijas, cada uno de ellos.
Mi padre y mis hermanos. Mis abuelas y abuelos. Cosas precisas y preciosas que cada uno y cada una dejó en mí y me constituye. Amigos y amigas inolvidables. Colegas de los cursos de formación en Terapia Comunitaria Integrativa.
Gente que se ha venido como si dijera agregándose a mi ser, formando una colcha de retazos infinita. Gente que he ido conociendo y encontrando desde el comienzo de mi vida, a lo largo de tantas situaciones y experiencias, en tantos lugares. En ciertos momentos, la unidad se hace patente. Se hace presente.
sábado, 16 de maio de 2015
El mensaje de Jesus, según Comblin
A veces pienso que podría querer llegar a escribir algo sobre el Padre José Comblin. Ciertamente vienen muchas memorias en esos momentos. Pero sobre todo, una frase, que no sé si es de O Caminho. Ensaio sobre o seguimento de Jesus, o bien de A profecia na Igreja.
En todo caso, es ésta: "El mensaje de Jesús es simple, pero esta simplicidad está para nosotros como la ciudad en la cumbre de la montaña. Nos movemos como si la fuéramos a alcanzar, sabiendo que tal vez nunca lleguemos allá."
Esta mañana recordé esta frase, como muchas otras veces. Pero de alguna manera, parece que en esta oportunidad, la ficha cayó. Ciertamente recuerdo muchas otras cosas de Comblin, su sueño de una Iglesia pobre volcada hacia los pobres.
El pluralismo del mundo actual, en el cual vivimos, que él siempre enfatizaba. Su simplicidad. Esa su manera de decirnos cosas muchas veces solamente con su mirada, o con un humor muy suyo, que nos tocaba.
Ahora pienso que esa simplicidad del mensaje de Jesús a la cual él se refería, es de hecho algo para alcanzar. Algo a lo cual me dirijo, pensando que un día voy a llegar. Y también me queda claro que este intento de mi parte, no me disocia en absoluto de mi condición humana, sino al contrario, se integra y me integra.
En todo caso, es ésta: "El mensaje de Jesús es simple, pero esta simplicidad está para nosotros como la ciudad en la cumbre de la montaña. Nos movemos como si la fuéramos a alcanzar, sabiendo que tal vez nunca lleguemos allá."
Esta mañana recordé esta frase, como muchas otras veces. Pero de alguna manera, parece que en esta oportunidad, la ficha cayó. Ciertamente recuerdo muchas otras cosas de Comblin, su sueño de una Iglesia pobre volcada hacia los pobres.
El pluralismo del mundo actual, en el cual vivimos, que él siempre enfatizaba. Su simplicidad. Esa su manera de decirnos cosas muchas veces solamente con su mirada, o con un humor muy suyo, que nos tocaba.
Ahora pienso que esa simplicidad del mensaje de Jesús a la cual él se refería, es de hecho algo para alcanzar. Algo a lo cual me dirijo, pensando que un día voy a llegar. Y también me queda claro que este intento de mi parte, no me disocia en absoluto de mi condición humana, sino al contrario, se integra y me integra.
quinta-feira, 14 de maio de 2015
Compartiendo
A veces siento
que me falta algo. Mal humor. Entonces vengo aquí, a mi lugar. Aquí estoy bien.
De pronto cosas que no puedo cambiar me vienen a la mente. Vecinos mal educados,
con los cuales hay que convivir. Quién sabe algo que me gustaría hacer y que,
en este momento, no está a mi alcance. Poniendo aquí las cosas, ellas se van,
si son malas. Si son buenas, se multiplican. Es el milagro de la página. Algo
tan simple, al alcance de la mano. Es como un cuadro que uno quiere pintar. De
pronto ya vas viendo la figura o las figuras que se van presentando. Un libro que
estoy leyendo, es una compañía. Compañía de las páginas. Esta mañana y ayer, en
estos días, como muchas otras veces, siento esta proximidad acogedora.
Inclusión. Como si el mundo fuera más real en las páginas que escribo y en las
que leo. En las telas donde pinto. En los paisajes que voy viendo por la
ciudad. Los parques. Las plazas. Los jardines. La gente que voy encontrando.
Gente que vive en mi recuerdo y en mi memoria. Afectos.
segunda-feira, 11 de maio de 2015
Fluyendo
A veces también
vienen las aguas. Tristeza. Dolor. Incomprensión. Desajuste. Una sensación
de no tener un lugar, o estar en el lugar equivocado. Todo esto es humano. Todo
esto forma parte de la vida. Es el sube y baja. De pronto el vecino y un auto
que pasa por tu vereda para estacionarse en la vereda de la casa de al lado. No todo puede ser a mi gusto. No todo lo podemos
enfrentar directamente. A veces sí, a veces no. Es el flujo de la vida. Sube y
baja. Todo es así. Todo va y viene, y uno va y viene también. Como las olas.
Día y noche. Todo va y viene.
quinta-feira, 7 de maio de 2015
Eternizando
Necesitaba de un lugar para mí. Un lugar donde pudiera
estar. Ser yo. Simplemente estar y ser yo. Registrar el flujo de la vida. El
estar aquí como una forma de ver la vida pasar. La vida que va pulsando en cada
momento, en cada pequeña cosa. Los encuentros y desencuentros de cada día. El ir
de un lado a otro. Cumpliendo tareas. O simplemente viendo el cielo y las
nubes. Los jardines con malvones rojos como llamas. Las moreras de otoño, con sus
verdes y oros incipientes, como tejiendo una retícula muy tenue que se expande
por todas partes como un techo y se unifica con los olmos y los aguaribays y
los plátanos formando el techo verde amarillo de Mendoza en esta época del año.
Y saber que este mundo que se inaugura al poner unas palabras en la hoja, es el
mundo que has ido habitando. El mundo que uno construye para sí mismo. Donde podés
poner el grito en el cielo contra las injusticias de la tierra y el predominio del
poder y del dinero. Y vas anotando también los afectos. Esta lenta
repartriación de amigos y familia. Familia y amigos. Otra retícula verde y oro
como de raíces que se extienden sobre el suelo y por debajo de la tierra y te
sostienen y eres eso. Entonces escribirías infinitamente, porque en este
escribir que a veces se pone en la hoja y otras veces se va reteniendo como en una
espera que en algún momento también viene a desaguar aquí, vas cancelando la
muerte final. Los jarrones eternos del laberinto de Jorge Luis Borges. La urna
griega de Keats en el relato de Julio Cortázar. Y el jarrón del pasillo que va
hasta el fondo de la casa bajo los parrales. El rostro de la actriz mexicana de
la película de anoche. La belleza de unos ojos y un rostro. Una mirada. Una voz.
Esa belleza que es la propia inmortalidad. Entonces esta mañana que está oscuro
en el cielo salvo la luna, abres una rendija para hacerte un lugar.
domingo, 3 de maio de 2015
Crecer
Hay días que son un poco difíciles de resumir. Parece que no
hubiera pasado nada digno de nota, pero al llegar el fin de la jornada, uno se
da cuenta de que sí, de que hay cosas para reunir. Un comienzo un poco
desorientado. Queriendo hacer algunos arreglos pendientes en casa. Idas y
venidas, hasta encontrar el rumbo. Tareas domésticas. El paseo por la tarde, en
Chacras de Coria y Godoy Cruz. La plaza de Godoy Cruz. Algo adentro se fue
ordenando. Recuerdo de dificultades superadas, o que uno aprendió a convivir con
ellas. Acordarme de quién soy. Esto es lo más importante. Cómo fui
recuperándome a lo largo de los años. Muchos esfuerzos personales. Ayuda de
amigos y familiares. Ahora hay momentos en que me parece haber finalmente
llegado al punto de disfrute. Una posibilidad de calma. Integración. Compartir.
Dar frutos. Enraizarse y crecer. Seguir creciendo.
terça-feira, 28 de abril de 2015
Tiempo
A veces uno se siente un poco desubicado. Fuera de lugar. A
veces es necesario cambiar de lugar, y uno demora un poco en ubicarse. Es
natural. Estabas con un cierto proyecto, en un cierto lugar, y de pronto tenés
que irte a otro lugar, a hacer otras cosas o las mismas cosas, pero en otro lugar.
En medio de otras personas. Hay que darse un tiempo. Hay que permitirse el tiempo necesario para
que se produzca el ajuste. No somos máquinas. Hay que permitirse el tiempo necesario
para que ocurra la adaptación. Ya me han tocado varios cambios más o menos
bruscos en la vida. Cambios de lugar, cambios de país, cambios de situación. Tengo
que ser capaz de tener paciencia conmigo mismo y decirme: date un tiempo. Take your time, don´t hurry. (The
Beatles)
segunda-feira, 27 de abril de 2015
Escribir es una forma de no hacer nada
Y esto, que podría
parecer algo meramente negativo, no lo es, en absoluto. No es negativo no hacer
nada escribiendo, pues es un no hacer nada constructivo. Escribir es una forma
de no hacer nada que, al mismo tiempo, abre un espacio para una existencia más
armoniosa. No sé si esto puede resultar
claro para quien pueda estar leyendo, pero para mí sí es claro. Y diré por qué:
cuando escribo, me unifico con la parte más grande de mi ser. Aquella parte
ilimitada que existe en cada persona. Esta es la parte mía que se asoma cuando
escribo. Y lo hace muchas veces en medio de descripciones de hechos banales, de
todos los días. Describo un paseo por el rosedal o por el parque. Una escena
vista en una plaza. Un sentimiento sentido al mirar unos álamos. Y al anotar
estas cosas simples, el tiempo se va fijando. Al no haber una intencionalidad definida,
orientada a resultados, la vida se revela. El mundo viene. Lo que hay de eterno
en lo efímero, se muestra, se manifiesta.
domingo, 26 de abril de 2015
Pertenecimiento
¿Cómo lo que soy y lo que hago están insertos en mi
historia de vida? Esta pregunta me sitúa en el momento presente. Dónde estoy,
qué hago y quién soy, son cuestiones fundamentales. Cuando me hago esta
pregunta, soy yo quien viene como respuesta. Miro donde estoy y qué hago. ¿Qué
sentido tiene que yo este aquí donde estoy, en este preciso lugar, en la red de
personas con las cuales me relaciono? Cuando presto atención a ésto, puede
venir una respuesta imediata. Pero más importante aún, es que yo me dé cuenta
de qué es lo que estoy queriendo saber de mí mismo a través de la pregunta. Me
hago esta pregunta porque necesito saber que mi hacer actual, mi estar aquí y
ahora, y mi ser el ser que soy, están insertos en mi historia de vida. Hay una continuidad,
un entrelazamiento de mis actos del pasado y mi presente. Mis proeyctos de
vida, lo que pretendo hacer en algunos meses o en los próximos años, también
está en armonía con la persona que soy, con el ser que se fue construyendo a lo
largo de todos los actos de mi vida.
sexta-feira, 24 de abril de 2015
Presencia
Muchas veces escribo no para decir algo en especial, o para
compartir algo, sino solamente para sentirme aquí, para sentir mi presencia,
saber que estoy en mi lugar, estar en mi lugar. Ocurre sin embargo que al empezar
a habitar este espacio tan íntimo, y al mismo tiempo tan común, es como si
estuviera en un lugar de todos, que, sin embargo, guarda su privacidad. Escribo
hasta cuando no estoy escribiendo. Escribo y leo para estar en mí mismo, estar
en este espacio único y al mismo tiempo común. Un campo abierto. Una montaña,
un río, el mar. Ando por ahí como quien va recogiendo unos hilos de oro. Unas
pepitas de oro. Unas joyas raras. Como hoy a la tarde en el rosedal. Un portal
de glisinas. Las palmeras de la avenida de las palmeras. Y el lago. La gente
caminando o en los prados. Saber entonces que hay un lugar y ese lugar es aquí,
aquí y ahora. Un lugar de siempre y desde siempre. Una Mendoza que no cambió o
cambió mucho, no sé. No sé cuánto habré cambiado yo. Tavez mucho, talvez poco,
tal vez no haya cambiado nada y siga siendo el mismo que siempre fui. Saber que
mis raíces están aquí y también allá, en João Pessoa, y en Paraná. Rosario y Posadas.
Cuiabá y Brejo das Freiras. Tantos lugares. São Paulo y Brasilia. Brasil y
Argentina. Un país. Lugares que he ido construyendo en tantas caminatas. Tantos
sueños y algunas pesadillas. Hoy florece. Aún en la noche, serenamente, una paz
se hace presente. Una compañía que estuvo a mi lado desde el comienzo de mi
vida. Una luz que tiene nombre y que llamo Jesús. Hermano, amigo, familia. Raíces.
Redes. Todo permanece. Todo cambia y todo sigue igual. Pero no igual, diferente,
de otros modos, siempre.
segunda-feira, 20 de abril de 2015
Llegando
Ahora veo la hoja en blanco. ¡La cantidad de cosas que podrían
llegar a escribirse en este espacio! Y sin embargo a esta hora, cuando el día
está apenas empezando a clarear y recién empiezan a sentirse los ruidos de la
ciudad que despierta, solamente me vienen a la mente algunas impresiones derivadas
del cuento de Julio Cortázar que estuve leyendo anoche, antes de dormir: “Ahí
pero dónde, cómo.” La sensación de haber estado en algún lugar con alguien.
Alguien preciso, una persona determinada. Yo hablando por telefono desde una cabina
que era el porche de una casa de la cual salía una familia con niños. Allí pero
dónde, como. Era la ciudad de São Paulo, y yo tenía que llegar a un cierto lugar,
cerca de Santo Amaro, donde viví durante muchos años. Anoche al leer el cuento
de Cortázar, me vinieron impresiones precisas de lugares que raramente evoco en
mi memoria, o que raramente vienen a la conciencia. Anoche también pensaba que
después de vivir mucho tiempo, uno al final ya debería tener una noción más
propia de lo que es todo esto. Es decir, ya no nos debería bastar la
descripción del mundo que nos fue siendo impuesta desde la niñez y a lo largo
de las demás etapas de la vida. Ý no me refiero solamente a las cosas más
aparentemente obvias y triviales, sino a todo lo que existe, a lo que es la
vida como tal, el mundo como tal, nosotros mismos, etc. Salir de lo que nos fue
impuesto, para llegar a lo propio.
Assinar:
Postagens (Atom)