Lo que no
es mío casi me mata. Me toca aprender, o reaprender, a dejar afuera lo que no
me pertenece. Lo que me hace mal. Lo que aunque se disfrace con ropajes
seductoras, simplemente mata. Del mismo modo como le cierro la puerta a quien
quiera entrar a mi casa a hacer daño, aprendo o reaprendo a cerrar las puertas
a lo que no quiero que entre en mí porque daña, lastima, hiere, perjudica, hace
mal. Mata. Aprendo que tengo el poder y
aún el deber de cerrarle la puerta en la cara a todo lo que destruye y mata. El
odio. La mentira. El engaño, la confusión. La confusión creo que es lo que más
me ha hecho daño. Y veo que esto sucede también con otras personas. ¿Adónde
quiero llegar?
En enero-febrero
de 2023 tuve sensaciones de proximidad de la muerte (https://revistaconsciencia.com/reconstrucao-2/)
Ahora estoy en la proximidad de
participar de una nueva jornada literaria en el sindicato docente de la
UFPB-JP. Madona dos Páramos, de
Ricardo Guilherme Dicke. Estoy en una etapa de la vida en que todo vuelve a
tener un valor especial. Todo se reúne. Los frutos se muestran de manera
evidente. La sensación de pertenecimiento y seguridad, el afecto como valor
esencial que sostiene la vida, se hacen también más evidentes.
Lo que
estoy tratando de decir, y no sé si lo estoy consiguiendo, es que ya no puedo
más coquetear con el enemigo. Ahora me toca vivir como viví toda mi vida, de
manera todavía más consciente. Cada instante es aún más precioso. La luz que me
ilumina y soy. La luz que me guía desde adentro y alrededor, son ya inocultables.
Vivo para
el amor. Mi proyecto no es la muerte, aunque me sentí pegado y me quedé pegado
a muertes plantadas. Es el arte del enemigo. Mis artes, sin embargo, y mi
persistencia en tenerme de vuelta, me han ido mostrando de nuevo la realidad.
Lo que es verdaderamente real. Lo que existe de hecho. Lo que hay es una breve
eternidad que transitamos como humanos, cuyo sentido, dirección y sabor, es en
buena medida fruto de nuestras propias elecciones y decisiones. Responsabilidad.
Ahora me
toca, decía, mirar de frente al ser que soy. La vida que fui capaz de construir
desde mis días de niño hasta crecer y fructificar. Madona dos Páramos es talvez una metáfora de esa búsqueda en la
cual hoy me veo como vencedor. Alguien que vive su sueño.
Alguien que
empezó de nuevo y sigue empezando de nuevo cada día, a toda hora, en todo
momento. Yo soy así, que voy a hacer.