terça-feira, 19 de maio de 2015

Integración

Hay veces que uno querría poder llegar a decir algunas cosas. Registrar algo que se ha ido recomponiendo a lo largo de la experiencia. Sin embargo, no siempre sabemos por dónde empezar.

Por suerte, el poeta nos recuerda que “se puede empezar por cualquier cosa: el grito de un gato en el tejado. Una lista de desaparecidos. La sinfonía número X de Scriabin” (Julio Cortázar).

Lo que me gustaría compartir ahora se refiere al retorno de mi río interno. La recuperación de una sensación interior de fragilidad. Tal vez la sensación de no ser capaz de hacer algunas cosas.

Un miedo de enfrentar a la gente y ser juzgado, rechazado. Fracasar. Una sensación como de tristeza, de no ser capaz, de no poder. Esto muchas veces me remite a un tiempo primero.

Un tiempo infantil. Pero también me pone frente a frente con mi finitud. Hay un límite (Jorge Luis Borges). La poesía en general es ese salto hacia la unidad (Graciela Maturo).

Esa vivencia directa y completa de la integración de todos los momentos de la vida. Inclusive nuestra fragilidad. Nuestra finitud.

Por eso en esas horas en que se hace más patente lo efímero de mi propio ser, en esos momentos de certeza de una unidad que incluye y también supera la suma de mis días, muchas veces me viene una imagen-sentimiento-comprensión que se ha venido consolidando en varias de mis últimas experiencias con/en la Terapia Comunitaria Integrativa.

Una sensación de ser un árbol, una raíz y ramas, frutos. Algo que está plantado y enraizado en el tiempo. Esto me da una sensación de plenitud difícil de expresar. Como de que todo valió la pena. El pasado y el presente unificados.

Y también la presencia de tanta gente querida con la cual esta unidad se fue realizando. Mi madre, especialmente. Alguien cuya presencia sigue siendo constante. Pero también mis hijos e hijas, cada uno de ellos.

Mi padre y mis hermanos. Mis abuelas y abuelos. Cosas precisas y preciosas que cada uno y cada una dejó en mí y me constituye. Amigos y amigas inolvidables. Colegas de los cursos de formación en Terapia Comunitaria Integrativa.

Gente que se ha venido como si dijera agregándose a mi ser, formando una colcha de retazos infinita. Gente que he ido conociendo y encontrando desde el comienzo de mi vida, a lo largo de tantas situaciones y experiencias, en tantos lugares. En ciertos momentos, la unidad se hace patente. Se hace presente.

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