segunda-feira, 9 de maio de 2016

Enraizamiento

Yo no sé si la presidenta de Brasil será finalmente destituída o no, por el golpe ilegal que le mueven ciertos congresistas, sectores del poder judicial, y la prensa al servicio del gran capital. Lo que sí sé es que acá abajo sigue mi vida, en medio de gente que todavía cree --y tiene que seguir creyendo-- que lo que uno hace tiene sentido. Que tiene sentido la familia. Tienen sentido los amigos. Tiene sentido ese trabajito diario de irle dando sentido al estar aquí. Esto de hacerse un lugar en el mundo del modo como cada uno, cada una, puede y sabe. De pronto es escribirle a alguien, o escribirse a uno mismo, como para saber que todavía estamos aquí. Todavía respirando. Quién sabe dejando atrás algunas máscaras y papeles que el tiempo pudo habernos pegado a la piel. Volviendo al lugar que es mío, que siempre fue, que no puede ser de nadie más sino mío. Inevitablemente mío, porque es este cuerpo que habito, que respira, que una tarde lluviosa en João Pessoa, con los recuerdos ya dándome cuerda hacia lugares adonde deberé ir en algún momento, y de los cuales he venido ya hace mucho tiempo. Juntar hojas y verse en las hojas pasadas y presentes. Saberse hoja que va y viene, y que está en ese tiempo parado que llamamos la eternidad. La eternidad en medio de los golpes, como ha sido siempre. Van y vienen los golpes, de una o de otra manera, y en medio de los golpes, lo que permanece, lo que no puede ser destruído, sino que al contrario, gana más fuerza en medio de los atropellos. Poder ver mi vida hoy, ahora, como algo que fue viniendo desde los tiempos pasados, recibiendo las marcas que la violencia fue dejando. Y de las grietas, las flores naciendo, buscando el sol, hundiendo sus raíces en la tierra. Saber que muchas veces la peor violencia fue la que ejercí contra mí mismo, para tratar de adaptarme y agradar. O entonces me confundí, me perdí, lastimé a quienes amaba y me lastimé también. Pero en todo este proceso, en algún momento, una y otra vez, la luz aparece para iluminar otra vez el camino y deshacer equívocos. Entonces ya no son dos cosas sino una sola. Ya no es caer, tropezar, perderse, y encontrarse, reunirse, cosas separadas, sino una sola cosa. El movimiento de la vida. Entonces agradezco, y veo como en un pantallazo, desde los primeros tiempos de mi vida hasta ahora, una ráfaga. Todo fue tan rápido, y al mismo tiempo, todo está aquí, ahora. Un solo tiempo. Ahora.

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