domingo, 30 de maio de 2010
Tiempo
El tiempo no es contínuo e indiferenciado, pero sí discontínuo y diferenciado. Esto lo puedes descubrir por ti mismo. Las cosas no son para ser hechas en cualquier momento, pero sí en un tiempo cierto, en el tiempo justo o adecuado. En el lenguaje del Eclesiastés, podemos decir que: hay un tiempo para todas las cosas.
Ayer
Algún recuerdo cobrándote por lo que no hiciste ayer, por qué no hiciste esto, lo otro, lo de más allá. Y tú te preguntas qué puede uno hacer en relación a lo que ya pasó como no sea aprender para otra vez? ¿Cuál sería la lección? ¿No dejarte atropellar? ¿Te habrías de hecho dejado atropellar por no reclamar de quien pasara delante de ti, haciéndote esperar más de lo debido, injustamente? ¿Cuál habría sido la reacción correcta, para que hoy, un día después, no te hubiera quedado un gusto amargo, como de que te dejaste pisotear? ¿Deberías haberle gritado al tipo que venía en la camioneta cara y te dejó para atrás? ¿Sería esa la actitud correcta? O haberle dicho con amabilidad que no lo hiciera, que estabas tú adelante, ya siendo atendido por el mecánico que cambiaba el aceite de tu auto. No lo sabes. Aún hoy, el eco de lo que no estuvo bien contamina este comienzo de día. También te sientes un poco solo, ella viajará y no vas con ella, y la casa sin ella o el día sin ella son vacíos, tristes. Puedes colmarte a ti mismo, llenar tu día de sentido. Y no necesitas culparte por el día de ayer, lo que no hiciste, ten piedad de ti, perdónate, no siempre estás en pie de guerra para defender tus derechos. Eres un ser humano sensible y bueno, y a veces no te sabes defender. Pero no siempre es así. No dejes de verte en movimiento. Todo cambia, constantemente. No te chicotees.
sábado, 29 de maio de 2010
Esta noche
Esta mañana volviste a Praia Bela: el río que desemboca en el mar había cambiado el paisaje. Anduviste con ella por la playa, soñando con viajes, con el tiempo futuro, hablando de la vida, de las cosas, de la gente, tantas cosas. Ahora escribes estas cosas, en el comienzo de la noche. Oyes los grillos. Un auto pasa. La luna estará en el cielo.
sexta-feira, 28 de maio de 2010
Noche
Esta noche veías con ella la luna naciendo en el cielo para el lado del farol de Cabo Branco. Amarilla, enseguida las nubes la fueron escondiendo. Disminuía de tamaño a medida que subía por el cielo. El mar, bajo el cielo oscuro, era otra masa oscura en movimiento. Oías el rumor de las olas. Unas luces a lo lejos, barcos en la oscuridad.
Pasado y presente
Hay veces en que el pasado se integra con el presente, no sólo como una evocación actual de lo que fue, como una rememoración de cosas que ya pasaron, sino también --y sobre todo--como una continuidad indisociable de lo que es con lo que fue. Un recuerdo te trae algo que te impactó, una frase de un libro de un escritor a quien admiras, viene en medio de una charla con amigos. Lo pasado y lo presente se unen, indisociablemente.
Escritura
Escribiría, de pronto, cuanto quisiera. Sería el libro más largo del mundo, y el más divertido también. En él encontrarías cuantas cosas quisieras, y muchas que irían a sorprenderte. Verías en sus páginas la historia del mundo y la tuya también, o las tuyas, pues cada uno o cada una tienen muchas historias para contar. Lo empiezas a leer y sus páginas te llevan a lugares de belleza sin igual, que ni soñaste que podrían existir. Vas leyendo y a medida que lees el escrito se va diseñando, en lenguas que aprendes mientras las palabras y los signos aparecen delante de ti. Miras y miras y el libro no tiene fin. Ves alrededor tuyo y entonces sabes: es el libro de la vida, donde está escrito todo lo que es, lo que ha sido y lo que será. Miras una y otra vez en todas las direcciones, y entonces descubres tus caminos y tantos caminos de tanta gente desde tiempos inmemoriales, tejidos con la tela del cosmos. En todas las direcciones la escritura te incluye e incluye cuanto existe: animales, plantas, montañas, ríos, mares. Todo lo que hay y lo que habrá, está en la escritura que lees y de la que formas parte.
Mañana
Esta mañana salí a caminar por la beira-mar. El sol salía por debajo de las nubes, y paré para ver esa luz que aparecía sobre el horizonte. La gente pasaba, caminando, trotando, conversando, mientras el sol salía sobre el horizonte, esta mañana, por el lado del mar. El mar estaba casi quieto, ondulaba levemente. Algunas personas miraban hacia el horizonte, como yo, o andaban por la arena. Otras, seguían caminando o trotando, esta mañana. Una fina garúa caía.
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