sábado, 20 de novembro de 2010

Testimonio

Algunas veces te pones a escribir, no por tener algo especial para decir, sino talvez para no sentirte tan solo. Quien sabe no sea un destino humano el de tener que buscar, constantemente, espacios de interacción con algo, con alguien, de modo a disminuir la sensación de soledad.

Esto no es un lamento, no me entiendas mal. No estoy tratando de disculparme, y menos aún, pensando que podría hacerlo en nombre de la especie. La humanidad es algo tan vasto, tan imposible de abarcar, y aún de entender por una persona individual, que trato de evitar posturas tan amplias que puedan resbalar hasta una pretensión tan inalcanzable.

Podrás estar preguntándote, querida lectora o lector, adónde quiero llegar con estas líneas. Me gustaría saberlo. Talvez sea, como dije al comienzo, solamente una tentativa de disminuir la sensación de soledad. Talvez algo más, talvez un intento más ambicioso, esta noche de sábado.

No nos toca, como seres humanos, otra cosa que intentar descifrar el enigma de nuestra propia existencia, intentar convivir con el asombro de estar vivos, de estar respirando, de ser una persona con una historia personal, con una familia en la que naciste, que se expandió, creció, se hizo más amplia, y fuiste creciendo con los libros que leíste, con las cosas que viviste, con lo que elegiste vivir y lo que no, lo que te fue impuesto, no sabes si por destino o por imposición nomás de circunstancias que te forzaron a dar a luz lo mejor de ti mismo, en medio a personas que estaban a tu lado y que también eran presionadas a dar a luz lo mejor de sí mismas.

La vida fue pasando, ya no eres joven, no de cuerpo al menos, no lo sabes cuanto al alma o al espíritu, y el hecho de estar esta noche de sábado escribiendo estas cosas, hermanándote, por este simple hecho, a tanta gente que en el mundo, hoy como ayer, y con seguridad mañana, estarán como vos, tratando de dar testimonio –llegó la palabra, al fin— de este misterio que es estar vivo, este misterio que es ser un ser humano individual, en el cual se reúnen tantas personas, tantos hechos, tantos acontecimientos, libros, tardes, noches.

Seguirías escribiendo pues escribir es como un unirte a una tela infinita, a un tejido sin fin que se extiende en todas las direcciones, como la tela de una araña, uniendo todo con todo. Pero de pronto en algún instante has de dejar de teclear en este teclado que ya tiene algunas letras borradas de tanto escribir, deberás asumir el mero hecho de existir del otro lado de la hoja donde estos ojos te leen, y deberás, como todo ser humano, mortal como tú, heredero de tantas tradiciones, ir simplemente a dar un paseo por la playa o, como dice mi prima, por la peatonal al borde del mar.

Nenhum comentário:

Postar um comentário