segunda-feira, 27 de dezembro de 2010

Realidad

A veces los libros, piensa en los libros, en los libros que hay en varias partes de la casa. Pero no piensa pensando, como alguien podría estar acostumbrado a pensar. Piensa sintiendo. Siente los libros, los climas, las historias. Vagamente los autores y sus ambientes se le hacen presentes. Esta tarde, por ejemplo, se rodeó de un libro de Edgar Allan Poe, otro de Jorge Luis Borges, uno de Fernando Pessoa, otro de Graciliano Ramos y uno, por fin, de Carlos Fuentes. Leyó algunos poemas de Fernando Pessoa, lo suficiente como para recordar algunas de las cosas que Fernando Pessoa le recuerda. Leyó la "Composición escrita en un ejemplar de la gesta de Beowulf", de Jorge Luis Borges. El comienzo de "La muerte de Artemio Cruz," de Carlos Fuentes. Hojeó algunas líneas de Eleonora, de Edgar Allan Poe, en Historias Extraordinarias. Y se puso a ler el primer escrito de "Linhas tortas", de Graciliano Ramos. Se rió con Fernando Pessoa y con Graciliano Ramos. Disfrutó del alejarse de un presente demasiado presente, de un aquí y ahora demasiado aquí y ahora. De algún modo, había estado necesitando volver a tenerse sin rótulos, del modo simple como alguien puede ser simplemente la persona que es. Y se lo debe a estos y otros libros. A la convivencia con escritos y escritores. Al hecho de poder, gracias a los libros, olvidarse, pues es necesario olvidarse, de un tal aquí y ahora demasiado exigente.

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