quinta-feira, 7 de abril de 2011

Beatlemania

A veces me enfermo muchísimo de la cabeza por cosas que no tienen nada que ver. Como ser la normosis, o sea la patología de la normalidad, o ver el mundo sin alternativa y uno como un conejito de indias caminando al matadero sin chistar. Pero estas son cosas que a uno se le pasan si acude, como acudí esta mañana, a un viejo e infalibe expediente, de escuchar una vieja y buena música de Los Beatles. Son cosas simples. Recordar buena gente que conociste en tu vida, o lugares donde la pasaste rebien, o personas a quienes amas, no importa dónde estén. De pronto oír estas canciones, o canciones que llevo dentro de mí, o pensar en la arena esta mañana en la playa, todas esas formas dibujadas en el piso, y yo buscando el control remoto del portón que se me había caído. In my life, está tocando ahora. La reunión con los amigos esta mañana, ese ceremonial de esperarse, de escucharnos unos a los otros, de recopilar tantas charlas, tantos encuentros. O simplemente escuchar esa voz con que la canción concluye y otra vez eres ese joven de otrora, un joven sorprendido de estar aquí, ahora escuchando Norwegian Wood, y no sabes si estás allá y entonces, o aquí y ahora, o si aquél allá y este aquí y este ahora, son un solo y único tiempo. Oyes la canción que habla de una chica que se fue, y los sones vienen a ti y oyes otra vez la misma canción, pero no eres y eres el mismo. Es la magia del tiempo, la magia de esta cosa tan simple que es volver a ti mismo y ver que nada cambió, eres el mismo, no pasó nada, todo está como era entonces.

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