segunda-feira, 25 de março de 2013

Sentido

¿Qué harías? ¿Qué podrías llegar a hacer? Lo que estás haciendo. Miras la página y ves las palabras que se empiezan a formar. Te olvidas del mundo. Es como si por este acto tan simple, fueras ocupando tu lugar. Este es tu lugar, este es el lugar que has venido a ocupar. Eres un personaje literario, un personaje de ficción, una creación poética, autopoiética. No importa demasiado (e importa mucho) si publicas esto o no, si otras personas lo leen o no. Importa, y mucho, pero lo que más importa es que a través de este simple acto, de este simple juego de ir apretando teclas e imprimiendo palabras en la hoja, te vas imprimiendo a vos mismo, te vas poniendo en tu lugar. Te alivias del peso del mundo. Te olvidas de que existe el mundo. Este es el mundo que existe, el que creas con tus manos. Como el pintor que crea sus figuras e imágenes, derramando colores en la tela o en una hoja. Cuando vas pasando al lado de acá, cuando vas atravesando la frontera para ir a tu verdadeiro lugar, al mundo al que perteneces, al mundo que te pertenece y donde eres de verdad y de hecho la persona que sos, el ser que sos, cuando esto va ocurriendo y ocurre, vas siendo vos otra vez. Dejas los papeles sociales para atrás, los debería, y los debiera. Aquí no debés nada, no tenés obligaciones. Este es un acto gratuito. Como el pájaro que canta en la mañana. Desde hace ya mucho tiempo, has venido dándote cuenta de esto. Has venido creando tu mundo y viniendo a él, viviendo en él aún de día, aún en medio de las relaciones sociales habituales, aún en medio de los debiera, de los debería. Hoy por ejemplo, o ayer, mejor dicho, escuchabas dramas familiares, que no te conciernen en absoluto. Peleas, celos, disputas imbéciles por dinero o por bienes materiales, envidia. Ese no es tu mundo. No tenés nada que ver con eso, a no ser por el reverso. Lo tuyo es lo humano auténtico, la gente que se supera, las personas que son capaces de sacarse toda la porquería de encima, y salir a flote. La gente que rompe con las prisiones del miedo y del prejuico. Esa es tu gente. Y esa gente es la gente que anda por ahí, y que hace que la vida valga la pena de ser vivida. No es la gente que se cree única en el mundo, los imbéciles que creen que el mundo son mercaderías que se pueden comprar en una tienda. Lo tuyo es la verdad, la belleza, el amor. La búsqueda del ser auténtico, como decía Gita Lazarte, como enseña José Comblin, como trata de ser la gente que se busca a sí misma, que no se satisface con la mediocridad alienante y alienadora. Entonces si a esta hora de la mañana, cuando aún es de noche y el mundo duerme, si a esta hora del día o del tiempo, a esta hora de tu vida o de la vida, sigues escribiendo, es que esto tiene sentido. Como tiene sentido pintar o cantar o ser feliz o reír o llorar o soñar o poner granitos de arena para que el mundo sea mejor. Pero algo que te ha quedado claro, es que el sentido no está ahí, el sentido se lo ponés vos. El sentido es lo que para vos tiene sentido. Si tiene sentido escribir y compartir lo que escribes, esto te hace feliz. Una felicidad callada, discreta, si se quiere. No porque creas que escribes cosas geniales que a nadie se le habrían podido ocurrir sino sólo a vos. No, al contrario. Es que dejas que venga la palabra. Dejas que el mundo escriba en vos y por vos, con vos, como va escribiendo con cada persona que está viva. Así también, cuando pintas, dejas muchas veces que el color y la forma vayan jugando, vayan viniendo al papel o a la tela. Entones tiene sentido. Sentido es lo que se siente, lo que uno siente. Respiras, oyes, amas, sufres, sueñas, tienes esperanzas, sumas esfuerzos, pones límites, peleas, y esto es el fluir de la vida. Esto es o puede ser sentido, si para vos tiene sentido.

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