sexta-feira, 25 de setembro de 2020
El valor incalculable de la vida.
Escribo aunque no tenga nada que decir. Cuando lo hago me
viene una sensación de que estoy ocupando mi lugar. Gano fuerza para seguir
adelante. Me comunico mejor con las demás personas. Vislumbro mejor mi camino,
qué hacer. Reavivo mis afectos. Refuerzo mi sensación de pertenecer a una comunidad
en movimiento. Pierdo alguna sensación de extrañeza e inseguridad. Recupero la
noción de lo que ha sido mi vida hasta ahora. Veo lo que hice y siento una tranquilidad
profunda. Me doy cuenta de que fue una vida fecunda y lo sigue siendo. Este tiempo
de ahora ya no tiene la presión por desempeño y resultados que hubo en otras
etapas. Lo que pasó pasó. Se transformó en flores y en una atención redoblada
al instante. Veo lo que fui capaz de generar, el trayecto completo a veces con detalles
al punto que me asombra. Entonces respiro hondo y agradezco la familia que tuve
y tengo, las amistades que fui capaz de traer a mi interior. Las lecciones que
sigo aprendiendo, en particular ese juego de palabras que se arma y desarma a
todo momento y del que formo parte. El valor incalculable de la vida.
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