segunda-feira, 23 de setembro de 2013

Mandalicamente

A veces tengo la sensación de que los humanos somos una especie de realidad translúcida, como una especie de mandala que se junta y se dispersa, que se va formando y desarmando, pero sin nunca perder su propia unidad, su propia identidad. Esta sensación es como la de si fuéramos cubos o formas geométricas, una especie de caleidoscópio ambulante, integrado con todo lo que existe.

domingo, 8 de setembro de 2013

Oración

Muchas veces me gustaría compartir algo sobre Yogananda. Cómo me hizo bien conocer su escrito sobre la Madre Cósmica, el aspecto femenino de Dios, que leí cuando era bastante joven. Ese librito me hizo muy bien, pues me ayudó a ver a Dios como lo veo, como belleza, como amor, un amor que está por todas partes, inclusive en el dolor, en la pérdida, en la muerte. En ese pequeño texto, Yogananda cuenta cómo cuando su madre falleció, pudo verla en el cielo, en las estrellas, por todas partes. Muchas veces siento ese amor envolviendolo todo, el amor de la Divina Madre. Para los hindúes, el amor de la Madre es eterno, la unión con la madre es imperecedera. Hoy leía uno de mis textos sobre terapia comunitária y su efecto desalienante y me emocioné. Sentí cómo uno de hecho se ha puesto al servicio de ese amor sin barreras, un amor que no separa, un amor que une y que engloba todo, el amor de la Divina Madre. Me vino una tranqulidad muy grande, pues me acordé de que mi madre decía que nada se compara a la sensación del deber cumplido. Recordé, mejor dicho, recuerdo ahora, que las oraciones me han hecho bien durante toda mi vida. No solamente oraciones recitadas, sino estados de oración, de contemplación, de unidad, de comunión. Creo que la oración une. Y orar es ser esa unidad, serlo tanto que ya no sabes quién ora, o si tu eres orado por todo lo que existe. Foto: Paramahansa Yogananda

sábado, 24 de agosto de 2013

Conteniendo

Ya ha comenzado el día. Has ido a la playa. Has visto el mar y caminado por la arena. La gente alrededor del busto de Tamandaré. Alguna corrida de motos. Una rama florida, de duraznero o de damasco, de almendro: la ves cuando entras al cuarto de pintura. Algo como un silencio sólido te envuelve, te contiene. Estás donde deberías estar, donde debes estar. Escribes cosas que vas viendo, que vas vivendo. De pronto alguien las lee y trae sus cosas también, se instala el diálogo, tan fecundo. Cuando escribo estoy donde debería estar, soy lo que debo ser. Al escribir, lo que he leído a lo largo de mi vida, lo que he ido aprendiendo en las diversas circunstancias, se compacta, se condensa, se transforma en letras y palabras. Las palabras en párrafos, y estos en capítulos que llevan algún título. Así las hojas se van yendo, se van pero se quedan, revolotean como cuando en verano o en invierno o en primavera o en el tempo que sea, las hojas hacen remolinos y dan vueltas, giran y dan vueltas. No pretendo escribir como alguien que admire, sino de las formas como me va viniendo de escribir. Admiro y admiraré a muchos escritores y escritoras, que sin duda contribuyen para que mi escritura sea de alguna forma una continuidad de la escritura general del mundo y de la vida, la escritura de la humanidad, esa escritura en que todo el mundo escribe y todo el mundo lee. Pero no trato de escribir como esos escritores o escritoras. Trato de escribir como la palabra me va escribiendo, como la palabra va siendo en mí. Y esto es un aprendizaje continuo. De pronto he pensado en pintar esas flores de almendro o de duraznero o de damasco, pero no sé si las pintaré, o si ya están pintadas, en algún lugar. No sé, y al no saber, es como un juego, como cuando uno anda por la vereda y alguien viene en sentido contrario, no sabes si pasarás del lado izquierdo o del lado derecho de la persona. La otra talvez tampoco sepa, y en ese juego, en esa incertidumbre, se repite la incertidumbre general de todas las cosas.

segunda-feira, 29 de julho de 2013

Toda esta vida

Toda esta vida. ¿Quién no soñó con poner en una hoja toda su vida? Todos sus días, todas sus noches. Todos los minutos vividos y soñados. Los caminos recorridos. Los lugares y la gente. Aquellas personas inolvidables que te marcaron. Lo que quisieras que no hubiera ocurrido, y en qué lo transformaste y lo seguís transformando. Los colores, los ríos, las montañas. Las mujeres, los niños, los amigos. Las películas. Los libros. Todo lo vivido en una única página. Todo lo que viste, sentiste, oíste, cantaste. Lo que aprendiste desde que abriste los ojos por primera vez, hasta ahora, hasta mañana, hasta después del instante final. Toda tu vida en una página. En esta página. ¿Qué palabra resumiría toda tu vida? Extraordinario. Fascinante. Maravilloso. Hermoso. Bello. Divino. Humano. Toda tu vida en esta hoja.

sábado, 27 de julho de 2013

Recolhimento

Há alguns dias em que a gente se permite um pouco de recolhimento. Ficar um pouco aquém do que poderia se esperar de um desempenho social. Não que possa haver algo de desagradável no contato ou no convívio com as pessoas. Talvez ao contrário. É que, com o decorrer do tempo, a tua vida foi se integrando com tudo o mais, e, nestas horas, é como se necessitasses um pouco mais de escuta interna. Elaborar um pouco mais o que vida vai te oferecendo. O que tens vivido. O caminhado até aqui. Nós podemos ser observadores de nós mesmos. E esta fugacidade que é o viver, este estar a toda hora como que numa corda bamba, nessa incerteza acerca de tudo ou quase tudo, como que beirando a eternidade, de repente te traz um pouco mais para cá, para uma quietude envolvente, que abrange e compreende tudo que há, dentro e fora de ti.

terça-feira, 9 de julho de 2013

Lições das águas

Essa manhã fora, como tantas outras vezes, ao auditório das Livrarias Paulinas. A cidade sob um céu cinza que, na hora da saída, transformou-se em um chovisco fino quase chuva. Andara no meio dos livros, olhando, refletindo, deixando a mente vagar. Imitação de Cristo, Assim falou Zarathustra, Padre Pio, Dom Helder Câmara. E nós aqui, nesta caminhada de formigas, como dizia Dom Fragoso. Trabalhos miúdos, quase imperceptíveis. A praça com o mandacaru. As palmeiras, a estátua. Os prédios oficiais em volta. As pessoas perambulando. O pedinte na porta da livraria. As lembranças. Tudo tinha um sabor de passado essa manhã. Depois o dia prosseguia. “Libertar a linguagem,” lera no livro de Júlio Cortázar a noite anterior. Libertar a linguagem. Deixar que a palavra se faça verbo. Tornar-se verbo, como dizia o Pe. José Comblin. Essa manhã, a lembrança do velho amigo veio mais forte. Onde andaria, onde vamos quando morremos? Ninguém sabe. Ninguém veio para contar. Lembrara de tantas belas palavras lidas em tantos livros. Formando como um quebra-cabeças infinito. E tú no meio, vais te montando e desmontando, no ritmo da vida. Viver para amar uma mulher. Viver no amor de uma mulher. Pode haver coisa mais bela? Tudo é tão frágil. Te deixas levar, como água que flui pela terra, no entanto, também tens que tentar dar um rumo aqui e ali. Não é só se deixar levar. Está também a tua vontade. Te deixas levar e remas. Remas e te deixas levar. Lições das águas.

sexta-feira, 5 de julho de 2013

Jornada

Essa tarde, estivera no Hospital Santa Izabel. Vira as escadarias de tempo, o prédio manchado pela chuva. As estátuas religiosas no topo dos tetos. As árvores de flores amarelas nos jardins. Lembranças de outras visitas e reuniões. Vira descer do primeiro andar, uma antiga colega da saúde, bela como sempre. Detiveram-se ambos a se cumprimentar. Os belos olhos da moça, agora mãe. Desfrutara da contemplação desse lindo rosto que sorria, feliz, contando da sua maternidade. Vira, mais tarde, uma estátua de Jesus na capela do hospital. As pessoas esperando na sala de espera, que é o que se espera que as pessoas façam na sala de espera. Vira o pessoal da higienização limpando os pisos. Lembrara de outra visita a um outro hospital, essa manhã, dessa vez, no bairro de Valentina. Uma odisseia para chegar lá. Mas chegaram, encontraram a médica. Tranquilidade. Cumprindo missões. Cuidar da saúde. Sara Senhor onde dói, sara Senhor bem aqui, sara Senhor onde eu não posso ir. Lembrara do Conjunto dos Ambulantes, em Mangabeira. As primeiras reuniões da Terapia Comunitária Integrativa em João Pessoa. O florescer, o renascer coletivo na associação de moradores. E um renascer que prossegue, que continua se processando, que a vida é um ir para adiante. Flores, árvores, céu, mulheres, beleza, esperança, vida, paz.