sexta-feira, 10 de setembro de 2010

El hombre mandálico

El hombre mandálico, el hombre calidoscópico, el hombre mosaico, tenía varios nombres, pero era uno sólo y el mismo. Ciertamente te has encontrado con él andando por ahí. Con certeza, en algo te le pareces. En alguna medida, todos somos él.

Pero déjame decirte algunas cosas, no porque no las sepas, sino solamente porque en esta mañana nublada, siento necesidad de decirlas. Una de sus características más notables es que en él todo se reúne. Él es una síntesis de todo lo que es, fue, y será.

En cada instante de su vida confluyen pasado, presente y futuro. Todas las galaxias, los lugares, las personas, los libros, los ríos, los hechos, se dan cita en el hombre mandálico, calidoscópico, mosaico, sintético.

No creas que le es fácil ser como es, muchas veces es de enloquecer, pues nunca sabe exactamente qué está pasando, qué elegir, qué decir o no decir. No porque no sepa qué decir, no me entiendas mal, pero es que tantaas cosas pasan por él en un instante, que a veces lo ves con la mirada distante, en otro lugar.

No está ajeno, está viajando quién sabe por dónde, pero está allí, en ese mismo lugar donde lo encuentras. Se divierte con su naturaleza especial, extraña, sin igual. Libros antiguos dicen que alguien así nace uno en un millón de años. Hoy, por ejemplo, se divertía dándose cuenta de lo que se gana cuando se pierde.

Nadie gana siempre, esto es algo que todos debiéramos saber. Pero si alguien nos roba, lamentamos. De pronto, agradecemos, pues recibimos más de lo que nos robaron. El universo es curioso. Procede de maneras contradictorias. Muchas veces no sabes qué hacer, por qué hacer o no hacer, si vas a salir a la calle o quedarte en casa a dormir o a leer un libro para la reunión del jueves.

Talvez esta indecisión sea la mejor manera de vivir en un mundo cambiante, en un universo en que a todo momento las cosas cambian de lugar. Eres una antena, una reunión de líneas de todo tipo que en ti convergen y de ti divergen. No sufras por lo que es un don singular.

Muchos querrían ser como tú, y talvez un día lo sean, si se dejan llevar como tú, por las olas de la vida, por el movimiento de lo que existe. Sabes que un día haz de llegar a la puerta final, nadie escapa de este destino. En verdad, la hermana muerte corporal es apenas el comienzo de otra vida.

Ella anda por todas partes, como tú, que sales de mañana a la calle y ves la gente, las flores, las casas, el cielo, oyes los pájaros y el sonido del tránsito. Muerte y vida juegan en ti, muerte y resurrección, la fuerza de la vida. Eres el hombre mandálico, disfrútalo.

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