segunda-feira, 6 de setembro de 2010

Libros son puertas

Libros son puertas, son casas, son lugares. Pero no como las casas donde entras y hay cuartos y techo y paredes. Lugares, pero no sólo como los lugares que conoces, y sí también lugares de sueño. Recuerdas las puertas de las casas de cartón de cuando eras chico. Las puertas de las casas y lugares donde viviste.

Pasaste la vida pasando puertas, yendo a lugares diferentes, para volver al lugar de donde nunca te habías ido. Vas abriendo las tapas de los libros y de los cuadernos, los cuadernos con puertas a lugares que creas, que vas conociendo a medida que vas escribiendo o leyendo. Escribiendo y leyendo.

Recuerdas los primeros cuadernos y los primeros libros por donde fuiste a lugares. Las casas que conociste en esos viajes. Los lugares por donde anduviste en tu vida. Las flores, los cielos, los olores, los cantos, al gente, los mares, los ríos, lo que viviste en toda tu vida lo lees como si lo estuvieras viviendo en este mismo instante.

Toda tu vida en esta hoja, en esta puerta, en este lugar, en esta casa donde estás ahora escribiendo estas cosas, esta noche, en este país, esta ciudad, esta silla, este computador, a esta precisa hora de la noche en que intentas poner fin a estos escritos que vienen porque quieren, porque no tienes nada mejor que hacer a no ser dejarlos venir y los ves viniendo y van bajando de los renglones de la memoria y de la vivencia y todo es un hilo que te vuelve al comienzo del ovillo.

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