sábado, 25 de maio de 2013

Utilidad de lo inútil

Una de las cosas que más me agrada de la literatura, es su inutilidad. Obviamente, me estoy refiriendo a las novelas, los poemas, cuentos, relatos. Cuando digo esto, sé lo que estoy diciendo y por qué lo estoy diciendo. No estoy de ninguna manera queriendo menospreciar una de las cosas que más amo, sino más bien al contrario, valorizarla por lo que tiene de no-valioso, en el sentido literal de inútil, sin precio, no comercializable. Escribo para mí mismo, y en esto creo que me encuentro en pie de igualdad con todos los escritores y escritoras. Y aquí hay que agregar, para ser justo, a todas las personas que escriben. Uno escribe y lee para sumergirse en un mundo a salvo de lo comercial, de lo que puede venderse, de lo ideológico, de lo político en el sentido de la manipulación, de lo religioso en el sentido de la alienación. Escribir es abrir un espacio al margen de todas las influencias externas, y crear así, al mismo tiempo y por ese mismo acto, un lugar para cualquier persona. Por eso un poema nos acoge, nos recibe sin restricciones. No solamente porque habla de cosas bellas, imperecederas, sino también porque su autora o su autor, se pusieron en cada palabra, en cada imagen, en el sentimiento que los llevó a dejarse enteros o enteras en esas palabras que nos tocan. Y esto vale también para un romance, una novela, un cuento. ¿Quién no guarda con ternura, por ejemplo, el recuerdo vivo de esas primeras lecturas, las que nuestra madre probablemente nos leía? Imágenes y sentimientos que permanecen en lo más íntimo de nuestro ser. En algún momento de nuestra vida, esas imágenes y sentimeintos vuelven, talvez ya sin las palabras, pero queda la emoción, queda el clima. Muchos años han pasado, pero sin embargo nuestro ser continúa volviendo a esos recuerdos primeros, a esa fuente primordial que quedó intacta. Podemos todavía volver a sumergirnos en esos territorios de lo inútil, de lo que existe solamente en función del disfrute y del placer, de la gratuidad. Foto: livro de Consctancio C. Vigil

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