domingo, 13 de julho de 2014

Argentina: hay una posibilidad

Faltan pocas horas para que se defina cuál será el equipo de futbol campeón mundial. Estoy muy lejos de ser lo que se podría decir un fanático de este deporte. Casi se podría afirmar lo contrario. Pero en estos días en que me está siendo dado vivir en la Argentina el período más largo que he permanecido dentro de sus fronteras desde que me vi obligado a emigrar en 1977, estoy teniendo la posibilidad de procesar algunos sentimientos que se habían quedado presos en el tiempo.

Recuerdo que leí, en 1999, un informe de la OPAS-OMS intitulado "La salud mental en el mundo." En él se analizaban las consecuencias de los regímenes de terrorismo de estado, tal como el implantado en la la Argentina a partir de 1976, sobre la moral de la población. Una frase en particular, me quedó en la memoria, al leer el extenso informe de la organización internacional dedicada a la salud.

Se refería a la dificultad de que las poblaciones sometidas a las prácticas terroristas como las impuestas por el Estado argentino en ese entonces (así como en Brasil a partir de 1964, en Chile después de 1973, en Uruguay etc)  pudiesen recuperarse de las secuelas morales derivadas de la imposición del miedo como práctica política desde el poder.

Secuestros, tortura, desapariciones, la mentira como política de Estado. Han pasado muchos años desde ese entonces. Pero no tanto que se puedan haber borrado las secuelas del miedo. Todavía quedan memorias de esos tiempos. Y las memorias del miedo que se nos impuso entonces, no se revierten facilmente. Pero es posible. Y es en esta posibilidad en la que creo que vale la pena apostar.

Hacía muchos años que yo no hinchaba por el triunfo de una selección argentina de futbol en un campeonato mundial. La última vez fue en 1978. Yo me encontraba viviendo en São Paulo como tantos otros compatriotas emigrados. Necesitábamos una alegría. La Argentina necesitaba una alegría, en medio de la atroz dictadura cívico-militar que imperaba.

Han pasado muchos años desde 1978. Pero los argentinos y las argentinas continuamos necesitando de una alegría. Esta alegría puede venir de un campo de futbol. No estaría nada mal, talvez como una forma de celebrar los 31 años de vida en democracia. Pero nadie sabe cual será el resultado de este juego que se llevará a cabo en el Maracanã.

Lo que importa, lo que quiero enfatizar aquí, es que esta alegría que esperamos que nazca de un triunfo deportivo esta tarde, puede y debe ser una alegría que nos ayude a vernos de otra manera como nación, como pueblo, como gente. Que podamos vernos otra vez como gente capaz de movilizarse colectivamente para construír una nación de verdad, más allá de los partidos y de los gobiernos.

Una nación de gente que sabe que puede, que puede construir formas de convivencia social más amorosas y justas, más fraternas, barriendo de nuestro cotidiano el autoritarismo, la explotación y la violencia. Necesitaba decir estas cosas y las dije. Es una forma de ir apostando en esta posiblidad a la que me refería al comienzo de estas consideraciones.

Es posible vivir sin miedo. Es posible y es necesario vivir con fe y con alegría. Es necesario vivir con fe y con alegría. Puede ser la alegría de un triunfo futbolístico, pero puede ser también la simple alegría de vivir. Estar feliz por estar vivo. Nada más ni nada menos que eso.

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