Esta mañana mientras conversaba con mi
padre, me di cuenta de que la mirada poética deshace la ilusión de
lo repetido. Esto es algo que yo ya sabía, al menos teóricamente.
Pero en ese momento, mientras conversaba com él, tuve la certeza. Ya
he hablado muchas veces con mi padre, sin embargo, de algún modo,
había algo nuevo en ese encuentro. No sé qué sería, si su alegría
al despertar, no lo sé en verdad. Me di cuenta de que muchas veces
actuamos automáticamente, damos la respuesta hecha, seguimos el
hábito, desconectados de lo que estamos haciendo. Un poco antes,
había estado hablando con una vecina que conoce a mi padre. Algo me
dijo que me detuviera para conversar con ella. Fue un buen encuentro,
también. Me permití una conversación sin preparativos ni
objetivos. Charlar por charlar nomás. Y ese encuentro fue como una
introducción al que tuve en seguida con mi padre. A veces me parece
como si la vida fuera un encaje perfecto, o encajes perfectos que a
veces se nos hacen evidentes. Ahora está lloviznando y tengo que
esperar un intervalo para salir a hacer algunas diligencias.
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