quinta-feira, 17 de julho de 2014
Integración literaria
Nunca
me cansaré de enfatizar cuánto le debo a la interacción con
algunas personas que leen mis textos, y que se toman el trabajo de
comunicarse con el autor. Este feedback, esta devolución, realimenta
la construcción colectiva de espacios de integración, de liberación
de prisiones mentales y emocionales. El
capitalismo exacerba los distanciamientos, exagera las diferencias en
lo que ellas tienen de oposición entre las personas, entre los modos
de pensar, entre las culturas. Nuestro caminar va en el sentido
contrario. Siempre admiré a los autores y a las autoras que me
incluían en sus relatos, en sus libros. Yo
podía verme en las narrativas de Ray Bradbury y de Howard Philips
Lovecraft, del mismo modo como me sentía incluído, sobre todo, en
las canciones de Los Beatles. Con el pasar del tiempo, fui
desarrollando el escribir como forma de integración en mí mismo, de
mí mismo, y en el mundo, con el mundo alrededor. Rompiendo
la separatividad, de manera lúdica, dialógica, constructiva. Esto
no fue muy bien visto en la llamada academia, donde la mediocracia y
el apego al poder y al dineiro prevalecen, con raras y honrosísimas
excepciones, generando estilos comunicacionales excluyentes,
restrictivos, un cierto lenguaje que los ghettos corporativos llaman
científico. La
cientificidad no tiene nada que ver con la exclusión. Al contrario.
En las avanzadas de la ciencia, las visiones y formas de conocimiento
confluyen. El saber científico y las cosmovisiones religiosas
convergen, más allá de las tentativas de privatización excluyente. El
saber popular, la sabiduría de las personas comunes (y todos y todas
somos personas comunes) y los saberes artísticos, prácticos, etc,
son otras tantas avenidas que confluyen para proporcionar a los seres
humanos, formas de apropiación del mundo que puedan llevar a una
vida más feliz, más plena, más cooperativa. En el escribir ocurre
lo mismo. Hay
quien escriba para no ser comprendido o comprendida. Y en las
relaciones personales también: hay quien se esfuerce para no ser
comprendido o comprendida. Por eso, siempre admiré y me gustó, me
gustóa mucho y continúa gustándome, cada vez más, la escritura
inclusiva, dialógica. Aquella
que se establece desde la horizontalidad de los saberes. La que
construye espacios de interacción en los cuales las diferencias sean
(o puedan llegar a ser) enriquecedoras, y no necesariamente
disociadoras. No
concibo mi vida sin los libros que leí, sin los libros que mi madre
nos leía cuando niños. Esos libros me fueron dando la certeza de
que yo tenía un lugar en el mundo, de que yo podía y puedo ser. Tal
como las canciones de Los Beatles.
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