segunda-feira, 27 de agosto de 2012

Recordándote

Por ahí uno puede haberse olvidado de uno mismo, de la vida que le tocó vivir hasta el instante actual. Pero en algún momento te acordás, viene a vos la memoria total de lo que hiciste para llegar hasta aquí. La memoria de la persona que sos. Entonces te agigantas, aunque seas chiquitito. Entonces todos tus sentires, tus alegrías y tus tristezas, esa tu manera de andar por ahí sin saber muy bien para qué o por qué, simplemente yendo o viniendo, admirado de estar vivo y viviendo, viendo el mundo a tu alrededor, todo eso, simplemente eso, nada más ni nada menos que eso, te llenan de un sentido pleno. No importa mucho el sentido que puedan tener las palabras, sino el sentido que vos le das a la palabra. A la palabra que sos vos, a ese pedazo de vida con historia que a esta hora, en este momento, mira hacia adentro y hacia afuera de sí y se maravilla con tanto camino recorrido. De tanto escribir, por ahí son las palabras las que vienen a vos, formando una especie de mundo muy tenue, acogedor, alrededor tuyo. Hay momentos en que vives eso, esa especie de capullo de cristal, casi invisible pero real, que te une a todo lo que te rodea, que cose tus pasos hasta aquí, que te extiende y te contrae como una pulsación universal en ti, de ti. Entonces aquellas personas que se han visto y se ven reflejadas en lo que escribes, amigos o amigas muy queridos, son como que la prueba de que este ejercicio es válido. Te ves, te ven, se ven, nos vemos, en las palabras que vienen y que espejan, reflejan, dejan ver luz hacia adentro y hacia afuera de la vida de cada uno, de cada una, formando como un gran sol infinito

sexta-feira, 24 de agosto de 2012

O dia seguinte

Esse dia, acordara com uma disposição diferente. Lembrara da noite anterior, de uma maneira distinta. Era como se as lembranças de ontem, e de tempos muito distantes da sua juventude, tivessem se amalgamado. Algo dentro de si tinha se soltado. Alguma espécie de coação, uma como que obrigação de desempenhar papéis, de agir de certas formas, tinham ido embora. Sabia o que era, não de maneira clara e explícita, ou até também. Mas de maneira vivencial. Deixaria o dia correr. Estava deixando que a vida o levasse. Vira o rosto de Nathalia a mostrar o álbum de fotos no novo apartamento de Josélia. Leila, Caio, Vagneide, Albert, Bruno, a sua companheira. Lembrara que em certo momento, enquanto estavam todos em volta da mesa, voltara uma antiga tristeza. Tristeza? pensara. Vieram lágrimas aos seus olhos, um aperto no peito. Então deixara-se vir, deixara-se fluir, deixara-se estar. Estava ali, nessa mesa em volta dos seus familiares brasileiros do nordeste. De alguma maneira temos que nos referir uns aos outros, pensava, agora, na manhã seguinte. Fora quando na TV começaram a passar os rostos dos candidatos e das candidatas à prefeitura municipal de João Pessoa. Rira com Bruno, comentando os nomes esquisitos que apareciam na tela. Deixara que a tristeza lhe afrouxasse o peito. Vieram lágrimas. Numa fugacidade rapidíssima, nessa fugacidade do pensamento que apenas podes perceber que veio e já se foi, veio a lembrança da outra noitada em família, no bar do Bessa, dias antes. Leila, Regina, Abel, Filipe, Thalita. Família. Pensava nos que estavam longe. Na família em Mendoza, Buenos Aires, Brasília, São Paulo. Agora ria com Bruno dos nomes estranhos. Não sei quem da motocicleta. E a roubalheira do governo. E a greve dos professores, sem que o governo negociara. O cuzcuz na mesa. As empadinhas. O café, o suco. Vira os rostos. Agora é a manhã seguinte. O dia já começou. O canto dos pássaros. As fotos de Paris. Notre Dame. Os jardins de Monet. As flores. Raphaël e as pombas na praça. Deixara-se vir, deixara-se estar. Talvez essa fosse a palavra chave. Uma leveza diferente. Como nos tempos em que tudo era possível. Aqueles tempos e este tempo, um único tempo. O vento uivando no apartamento. A vista da cidade à noite. O mar de luzes a se estender pela noite afora. Sim, a tristeza liberta. Algo em ti se solta. Podes ser feliz. Podes viver. A vida está aí. É isto, como dizia Dom Fragoso. Lembrara do rosto do bispo no bairro de José Américo. A expressão sorridente quando iam sair de passeio pelas manhãs, a visitar doentes. Está disposto? era a pergunta habitual. Visitavam antigos militantes católicos, da JOC. Pérez Esquivel. Deus não mata. Lembrara da reunião da manhã. O aniversário de Magdala e de Ricardo Brindeiro. Tudo voltava. Os padres das Paulinas. Comblin. Agora era o dia seguinte. Mas um único e o mesmo dia. Só tem um dia. É este o dia. O vento uivava pelas frestas das janelas. Que poderias dizer da tua fé, de Deus, do que quer que seja, se tudo está sempre sendo dito, redito, desdito. Os jardins do prédio no Altiplano. Ágora ela dorme e o tic-tac lento do relógio anda sem pressa, como ritmado. Nem sempre se encontram as palavras certas. Às vezes são palavras aproximativas. O que queres deixar registrado, o que fica aqui registrado, é que hoje é o dia seguinte, e que o dia seguinte e os dias anteriores e posteriores, são um único e o mesmo dia, todos os dias.

quarta-feira, 25 de julho de 2012

Ser uno mismo

Verdaderamente no concibo una alegría más grande que la que se siente cuando uno es uno mismo, la persona que en realidad somos, el ser que cada uno, cada una de nosotros, es. Hoy a la mañana, de madrugada, desperté y escribí un texto llamado La importancia de las pequeñas cosas. La principal de las cosas que allí se decían, que allí se dicen, es justamente esto: que uno se alegra de verdad, totalmente, por completo, cuando es uno mismo, cuando somos el ser, la persona, que somos de verdad. Entonces hay fiestas en los cielos. Y en la tierra, que es o puede ser el reino de Dios. Ser uno mismo puede parecer algo trivial, hasta obvio, pero no lo es. El sistema vive de la despersonalización. Nos empujan todo el tiempo para que seamos otra cosa, no lo que somos, no el ser que somos. Me acuerdo de un texto de Allan Watts, el teólogo de los hippies, que decía en su libro Tabu: lo que no te deja saber quién eres, que en la sociedad actual, todo lleva a que uno se torne una falsificación legítima. Uno tiende a transformarse en otra cosa, en lo que no es, para ser aceptado. Cuando me di cuenta, o mejor dicho, a medida que me fui dando cuenta, que no era más yo, que me había transformado en otra cosa que lo que soy en verdad, empecé a traerme de vuelta. No fue un proceso fácil. Uno se confunde a tal punto con las máscaras, que cree que es esas máscaras, esos papeles. Esto le pasa a todo el mundo. Lo he visto en la Terapia Comunitaria varias veces. Me acuerdo de una mujer en Sousa, Paraíba, en 2009, en una formación de terapeutas comunitarios y comunitarias. Una mujer decía que ella creía que era madre y esposa, pero que ahora había descubierto que era ella misma. Esto no me lo olvidé nunca. Yo también me creí, como todo el mundo se cree, que es esto o aquello, los papeles sociales que necesitamos desempeñar para vivir en sociedad. Pero no somos esos papeles. Yo soy sociólogo, soy pintor, soy padre de familia, soy esposo, soy cristiano, soy hijo, soy sobrino, tío. Pero en realidad, lo que soy no es nada que pueda ser definido a partir de esos rótulos, ni siquiera el más amplio, como ser cristiano, o ser humano, ser hombre. Soy todo eso, y algo más. Algo que no se puede del todo decir con palabras, pero a lo cual me voy acercando a medida que me voy despegando de las máscaras, de los papeles con los cuales me confundí durante tanto tiempo. Cualquiera de esos rótulos o papeles podría contener mi ser total. Sin embargo, tengo la impresión de que hay siempre una pequeña o grande diferencia entre el ser y los ropajes del ser. Hay unos momentos en que me sorprende todo, la gente, yo mismo, el mundo, la vida, las plantas, el cielo, todo lo que está aquí. Hay unas horas en que todo es sorprendente. Haber vivido todo lo que viviste hasta aquí. No es poca cosa. Hay momentos en que me voy con la memoria hacia los años 1960 o 1970. Me parece increíble haber vivido esos tiempos, esos acontecimientos. Tanta gente. Tantas emociones. Tanto tanto de tanto. Hasta parece que uno hubiera sido muchos, y no uno solo. Y ¿no será que hay allí mucho más de verdad, de lo que pueda parecer a simple vista? ¿Cuántos somos, cuantas somos? Nos han hecho creer, de pronto nos pudimos llegar a creer, que éramos una sola y única persona. Pero ¿será que es así? ¿Qué dice mi propia experiencia? Esta madrugada, en ese texto que te decía al comienzo, decía que me había dado cuenta, que me di cuenta finamente, que soy un escritor. Eso es lo que sé hasta ahora. No sé qué podrá venir más adelante. Ahora sé esto. O, para decirlo freireanamente, me doy cuenta de que estoy siendo escritor. Ser escritor es estar escribiéndose con el tiempo y con el mundo, con la gente, con lo que ocurre. Cuando veo una palabra que sale de mis manos y va para el papel, del papel a mis ojos, a los ojos de alguien, y vuelve, ya no soy el mismo. Soy más, soy otro, voy siendo un mundo que va siendo y que se va escribiendo sin parar. Estas cosas me llevan de vuelta a otro tiempo. Otro tiempo que vuelve. El tiempo de mi infancia. Escribía y me veía en lo que escribía. Un manantial. Ahora escribo, y, como antes, como entonces, no tengo la pretensión de impactar a quienes puedan leer lo que escribo, lo que sale de mis manos. Escribo como las plantas dan flores o frutos, o flores y frutos. Mis flores y frutos son lo que escribo. Y así escribiendo, viendo lo que viene, voy viendo la vida que va viniendo, y yo viniendo con la vida que viene.

sábado, 21 de julho de 2012

Lagoa Seca 2012

Há umas experiências, umas vivências, que eu gosto de guardar o mais rápido possível. Isto é, como diziam Ray Bradbury e Julio Cortázar, escrever o mais rápidamente possível. Estou me referindo aos dias passados em Lagoa Seca, na formação em terapia comunitária do grupo de estudantes de enfermagem em saúde mental comunitária, e outros participantes de outros municípios. Ontem lembrava, ou foi hoje de manha, não sei, de algumas vistas desde o alto do Centro Marista de Eventos, onde foi realizada a atividade. Os muros marcados de tempo, as escadas apontando para o mais alto. Tudo parecia um símbolo, ou parece agora, na retrospectiva da memória. As conversas com cada um dos participantes, a maioria jovens. O que cada um, cada uma, deixou em mim. Ontem à tarde, já de volta em João Pessoa, vira as fotos do encontro na pizzaria de Campina Grande, e não pude deixar de sentir uma forte emoção. Lembrei do primeiro dia, na verdade, do encontro na primeira noite, no salão de mosaicos desenhados, que chamavam poderosamente a minha atenção. Cada um, cada uma, dizendo algo de si. O que foi que lhe trouxe aqui. As tardes passadas no quarto, a escrever. Ou na salinha ao lado da sala do curso, também a escrever, a perpetuar sonhos, conexões, tecendo redes. Agora já é o primeiro dia depois desta vivência tão intensa, onde me senti tão acolhido. Como estrangeiro, como argentino com já tantos anos de Brasil, no entanto, alguma coisa na gente falta embaixo dos pés. Não vim ao Brasil por outra necessidade a não ser a de viver. Tanta gente vinha para São Paulo pelo mesmo motivo, naqueles anos. Fugindo da seca no Nordeste. Eu fugia da morte que assolava a vida dos argentinos, a mercê dos mercenários do exército e das classes dominantes. Uma história que deixou marcas. Todas as histórias deixam marcas. E naquela noite, nessa primeira noite na roda em que começamos a nos conhecer melhor, pude falar algo desta minha vinda ao Brasil naqueles anos. Outras e outros contaram as suas histórias, e aos poucos foi se criando um clima de acolhimento, de pertencimento. Hoje já voltei da praia com a minha esposa e companheira, Maria, com quem pude ir resignificando a minha vinda ao Brasil, o fato de eu ter recebido tanto amor do lado de cá da fronteira. A gente vai vendo a sua história, vai se soltando de nós que ficaram amarrados no passado. Culpas, raivas. Vai ganhando outro sentido estar vivo, estar aqui. Eu estou convencido, porque a experiência tem me mostrado, que a Terapia Comunitária é uma ferramenta chave para a libertação das pessoas. A pessoa ganha fôlego, pode ver uma perspectiva de reconstrução da sua existência. Não mais está condenada por algo que aconteceu ou acontece. As perguntas que aprendemos a nos fazer a nós mesmos, vão abrindo um espaço dentro de nós. Cada uma das pessoas que vi nestes dias, e com quem partilhei de alguns momentos, deixou algo em mim. Algo bom. Uma esperança, alguma coisa de mito boa e positiva. Ter podido participar desta formação, foi uma coisa muito boa para mim, e estou muito agradecido a todos e todas que dela participaram. E especialmente agradecido a Adalberto Barreto, que criou esta metodologia de libertação da pessoa humana e de construção de uma sociedade mais justa e fraterna, com respeito às diferenças. Uma aposta total na vida. Sei que virão outras lembranças, mas quero partilhar logo as que estão chegando, as que estão mais vivas, esperando que outros e outras me façam chegar também as suas.

sábado, 14 de julho de 2012

Vistas

A veces quisieras compartir algún texto. Unas impresiones. Como la de algunas vistas del antiguo Colegio Marista de Lagoa Seca, donde por segunda vez estás alojado. Ahora, acompañando la formación en Terapia Comunitaria de los alumnos de enfermería de la UFPB y otros de municipios cercanos. Ayer, veías un ángulo de la arcada que rodea el jardín interno. Un árbol florido, iluminado de noche por la luz. El pasto al fondo. Esta mañana, otra vez la misma vista, sólo que de día. Se veia la balaustrada iluminada por los rayos del sol. La luz amarilla sobre la superficie gris. Una impresión como de pasado. Las alumnas y las profesoras en rueda. El día lluvioso y gris ayer, hoy más luminoso. El tiempo que va pasando. Algunos rostros sonrientes, unas expresiones en esas caras jóvenes. Rebobinando el hilo de tu vida. Hablando de uno mismo, cada uno en su momento, y entre todos, tejiéndose la tela solidaria.

sábado, 30 de junho de 2012

Mar cincelado

Hay unos dias em que andas como buscándote. Sientes que no tienes um lugar. Estás en el mundo, en medio de la gente que te quiere, pero una parte tuya anda lejos, sumida en una tristeza profunda. Un tiempo pasado que vuelve como si fuera desde el futuro. Recuerdas el día de hoy, como un mosaico que se va juntando. Como piezas de un rompecabezas inmenso, hecho de infinitas partículas diminutas. El paseo por Pitimbú. El amanecer, ese instante mágico, virginal, en que no dejas de sorprenderte, cada día, por estar aún vivo. La caminata por la playa. La ida por el camino verde de bambuzales y cañaverales, plumerillos como los de Mendoza. El mar plateado, como tallado bajo el sol, refulgente. Te admiras de que el agua pueda parecer cincelada, cortada como con un cincel, en piezas exactas que se acomodan bajo el sol, como paradas, proyectando sombras en movimiento. La tarde se ha hecho noche, y al poner las letras en la hoja, todo empieza a ordenarse. Ya vas ocupando tu lugar, un lugar en movimiento, cambiante. Silencio, movimiento, quietud.

quarta-feira, 20 de junho de 2012

Escribiendo

Algunas veces uno quisiera escribir algo, no tanto por tener algo que decir, sino más bien al contrario, por tener la necesidad de escuchar y escucharse. Mágico ritual este de escribir, que te pone en contacto contigo mismo o contigo misma, y con el mundo a tu alrededor. Después de ya muchos años en esta tarea u oficio (que muchas veces es solamente un juego, pero un juego en serio, de jugar de verdad, jugar a encontrarte y a establecer puentes) vas sintiendo que de a poco, has ido construyendo tu propio mundo. Vives en un mundo que vos mismo o vos misma has creado. Esto es muy lindo. No tiene nada que ver con un aislamiento o autismo, más bien al contrario. El mundo es tuyo, pues de él te has ido apropiando de a poco. Cada vez que ponías una frase en un cuaderno o libreta, fuera para escribir un relato do lo ocurrido en el día, una fantasía, un sueño, o bien para escribir un artículo o un poema, fuiste abriendo puertas hacia ti mismo y hacia afuera. Como ya han pasado muchos años en este ejercicio, al mismo tiempo que has ido haciendo el mundo en que vives, pues otros y otras te han leído y te devuelven sus impresiones, también has ido disolviendo las falsas ideas sobre ti mismo y sobre el mundo. Muchas veces uno suelta una frase tajante, y esto provoca algún lector, o al contrario, eres tenue, y alguien te provoca. Es un juego. No tienes por qué entrar en él si no quieres, puedes jugar y basta. Mucha memoria se ha ido juntando con el pasar del tiempo. Recuerdas textos leídos en tu juventud, la revolución, el cambio social y de la conciencia. Han pasado muchos años, y aunque este mundo actual te resulta en buena medida intransparente, tal vez lo sea porque ya no miras tanto desde el prejuicio y las ideas hechas, sino más bien desde una cierta simplificación de la mirada que a veces te muestra que las cosas no han cambiado tanto así. Nos sigue costando convivir con las personas diferentes. No siempre podemos aprender con lo que nos contraría. Pero es un ejercicio de la vida, el intentar en las circunstancias que se presentan a cada momento, fluir. Hoy veo mucha gente que escribe criticando, y creo que hay muchas cosas que criticar: la indiferencia del gobierno en cuanto a las condiciones de trabajo y remuneración de los profesores universitarios, por ejemplo. O bien el descuido de la municipalidad en cuanto al arreglo que haga transitables las veredas de la ciudad, sin riesgo de que uno tropiece y se rompa la cabeza. Pero no basta la crítica. Es necesario cambiar en el sentido de irse haciendo más permeable a lo que hay, a lo que está. Yo creo que muchas veces le damos duro a lo que los demás deberían hacer, y no hacemos lo que está a nuestro alcance. Escribir te va poniendo en el centro del juego. De pronto no te podés esconder, no de los demás, sino de ti mismo. Has ido construyendo como que un lugar para tí, y ese lugar te va llevando. Te has ido liberando en la escritura, en la literatura.