Difícilmente el mundo interior se deja traducir en palabras. Sus certezas, frecuentemente, nos llegan de modos inequívocos, de los modos como el silencio habla. Distinguir la palabra interna o externa, eterna, de las nociones aproximadas que a veces las desdibujan, es tarea de artista, de poeta, de quien anda en esa línea difusa que separa lo que es de lo que parece ser.
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