domingo, 10 de junho de 2012

Perspectivas

Esta mañana llegaste hasta el mar, hasta sus cercanías. Y como siempre, como tantas otras veces, es otro mar, el mismo y otro, siempre cambiante. El reflejo de las olas bajo el sol, como luces brillando, en movimiento. Y el sol, por todas partes el sol. La gente en la arena, los chicos jugando, las sombrillas, los vendedores de agua de coco, de anteojos ahumados. Los barcos flotando, como esperando, plácidos. A lo lejos, como una ráfaga de pintura rápida en el escenario de la realidad, el barranco de Cabo Branco, perdiéndose a lo lejos. Y esta mañana, pensabas, al levantarte: si esto no te dice nada, si estar vivo no te dice nada, nada te dirá alguna cosa. Puedes pensar en lo que falta, en lo que no está, en lo que no es como debría ser, y entonces te pondrás triste. O puedes ver lo que hay, lo que tienes. Estás vivo, bajo un techo, con afectos, entonces te alegras. Uno puede elegir, siempre puede elegir. Aún en las circunstancias más extremas, siempre puedes elegir. Siempre eliges. De hecho, elegimos todo el tiempo. Esto sí, esto no, esto sí, esto no. Ahora sí, ahora no. Más tarde, después, nunca. Estamos siempre eligiendo. Después de tantos años de vivir, ya se ha formado un acúmluo de memoria alrededor y dentro tuyo. Todo pasó tan rápido. Aún aquello que parecía que nunca acabaría, acabó. Ya no es más. Y esto que te duele porque te remite a memorias antiguas de abandono, no será más un día. Hoy eres el padre de tu hijo interno, ese que venció todas las batallas. Puedes ponerlo e tus brazos y abrazarlo y decirle: no estás solo. La vida es un procesamiento contínuo, y las recetas de ayer no sirven para hoy. Hoy estás un poco más allá, un poco más cerca de la línea de llegada. Pero la línea de llegada es aquí, es esto, sos vos, ahora, aquí. Y este momento no fue antes, vos misma o vos mismo, no fuiste antes el que sos ahora, o la que sos ahora. Ahora es otra hora, esta es una hora sin precedentes, una hora que se apoya en el vasto ayer: es la punta de una pirámide, la cúspide de una montaña, y tú eres esa punta que se acerca al infinito, que se hunde en el infinito, que desparece y se confunde con el infinito, pues es el propio infinito.

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