Esta tarde pinté un pequeno cuadro, donde se puede
ver al fondo un cielo azul profundo y un sol enorme, que ocupa el centro de la
superfície. Un campo verde hacia adelante, y un álamo del lado derecho, con una
casa de techo rojo al costado. Un motivo que vengo trabajando desde hace años.
Al ir poniendo los colores sobre la tela, iba sintiendo una alegría tranquila,
una paz. Recuerdos de las personas que me enseñaron a pintar. Mis padres, que
me incentivaron desde chico hacia el dibujo y la pintura, el mundo del color.
Mis hermanos y mi esposa, que en muchos momentos de mi vida también me
estimularon a pintar. A veces acompañando, o incentivando de varias formas.
También recordé muchos de mis cuadros, lo que también me está ocurriendo ahora.
Cuadros muy diferentes de este que acabo de pintar, pero que van formando como
que uma biografia visual y cromática, de formas y lugares. Paisajes. Una mujer
desnuda. Otras casas. Edificios antiguos, como templos. Una mujer de luz
viniendo en un barco. Flores en floreros o jarritos. Un cuadro en homenaje a
Jaime Barrera Oro, desaparecido el 16 de octubre de 1976, en Argentina. Un
arco-íris y un jarrón con una pared semiderruída al lado. Cuadros de hojas de
otoño, que le regalé a mi abuela Mamina.
El rostro de Jesús, en un dibujo colorido que hice en mi adolescencia.
Una imagen de un árbol en blanco y negro, de una plaza em Buenos Aires. Las
exposiciones en las que fui mostrando lo que iba pintando, en los años en que
esto era vital para mí. Una manera de traerme de vuelta, de volver a ser yo.
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