sábado, 3 de janeiro de 2015

Leyendo y escribiendo

Son muchas las razones que me mueven a leer y a escribir. A internarme en lo poético-literario. Ya lo hago como parte de mi propia naturaleza, o sea, por la necesidad que tengo de ser más yo, y por eso me sumerjo en esas realidades que nacen de la observación aguda y el sentimiento sutil. O bien (y esto es sólo una entre muchas otras razones o motivaciones), lo hago como un ejercicio placentero que me alivia de cierto tedio que de pronto puede haber llegado a instalarse, oriundo de la rutina, el uso, las costumbres, los diarios, la TV, la propaganda política, la creencia en el estado, los dogmas, etc. La literatura me ofrece entonces un doble descanso, al menos. 

 

Se relaja la opresión de lo instituído (y destituído), y al mismo tiempo respiro mejor. Me animo, me reanimo. Recupero la alegría de vivir o la intensifico. Mi percepción se agudiza, y aumenta mi creatividad, mi sensación de formar parte, de ser parte, y de ser todo con el todo y con las partes. Por otra parte, el escribir y el leer me integran también al vasto mundo de la historia y los países, la gente diversa y sus particularidades. Todo esto me devuelve una sensación de realidad y de eternidad.

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