Levantarme temprano
sólo por el placer de estar de pie a estas horas. Como para poder
sentir lo que es el día, el estar vivo, un poquito más. Aunque más
tarde tenga que dormir para recuperar el sueño perdido. No hay sueño
perdido. Hay sueño. Ayer pasé un buen tiempo leyendo, que es una de
mis maneras predilectas de pasar el tiempo. El tiempo no pasa, el
tiempo queda. El tiempo es lo que es, y uno es tiempo. La cuestión
es que de tanto leer, me fui introduciendo en ese mundo vasto que es
la literatura. Un libro leído me lleva a otros tantos libros leídos
a lo largo de la vida. De pronto ya estaba yo en aquél tiempo
inmemorial del cual me fui haciendo parte desde niño, a través de
las lecturas de los libros que mis padres nos leían a los tres
hermanitos. Entonces los libros que estaba leyendo eran puertas hacia
ese mundo acogedor e incluyente, ese mundo infinito y amistoso del
que formo parte, del que todo forma parte, ya que todo es escrito,
todo son letras y palabras. Adentro y afuera es un solo escrito.
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