Estuve mirando esta mangabeira durante un buen rato. A ver
si la iría a dibujar o a pintar. Y con qué material. Si sería lápis grafito o
pastel. Carbonilla. Terminó siendo pastel. Una caja vieja y otra nueva. Ver la mangabeira
allí y dejar que fuera viniendo. Hasta llegar. LLegó en un vaiven, que es como
me voy dando cuenta de que la vida funciona. Ella iba viniendo y yo iba yendo.
Nos encontramos en el papel. De manera precaria, aproximativa. Esto es para mí un
juego. Un juego que tiene algo de serio y de profesional. Pero de manera liviana.
Jugando a dibujar y a pintar. Jugando con colores. Jugar a vivir. Vivir
jugando. Había estado leyendo la lectura diaria de la palabra. Los dones.
Ejercitar los dones. Servir a Dios y al prójimo con los dones que recibimos.
Esto es lo que me decidió a intentar. Gracias. Una vez más, gracias, a quienes
me ayudaron a seguir este camino de color y de alegría.
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