quarta-feira, 2 de junho de 2010

Un mundo sin estado

Las recientes agresiones de Israel a un grupo de personas que llevaba ayuda humanitaria a los palestinos de los campos de exterminio de Gaza, me han hecho pensar, como deben haber hecho pensar a mucha gente en el mundo, en lo que es el estado, el estado fascista, nazi, sionista, y los mecanismos estatales de dominación, de explotación y de muerte.

Más allá o más acá de los hechos que Israel protagoniza, cercando y matando de hambre a los palestinos sitiados en los campos de exterminio, queda el hecho de que la vida de las personas sigue en manos de quienes dicen que deberían protegerla. El estado es y será, no hay como deje de ser, un mecanismo de robo, de explotación, de engaño y de muerte.

Pienso en Imagine, de John Lennon, y no puedo dejar de soñar, como mucha gente deberá estar soñando a lo largo y a lo ancho del mundo, con un mundo sin fronteras, sin militares, sin bombas ni fusiles, sin violencia ni muerte.

Yo sé que esto puede parecer imposible, pero algo me dice que un día podremos vivir sin cadenas, sin mentiras, sin engaños, sin corrupción, sin ejércitos ni torturas, sin campos de concentración o de exterminio, sin fuerza bruta, sin estado.
Un mundo sin explotadores ni explotados, donde la existencia de cada uno sea una posibilidad de crecimiento para los demás, y no una condición o posibilidad de explotación, como en el sistema actual. Y cuando digo sistema, me refiero a un modo de relacionarse las personas entre sí, con el tiempo, con las cosas, con la vida, con la naturaleza.

El modo capitalista instaura la relación única de la dominación, de la apropiación privada, del tener en vez del ser. Es un sistema o un modo de relacionarse, que vive de la exclusión, de la separatividad, del yo tengo y vos no, yo soy y vos no.

En el sistema o modo capitalista, el otro o es un obstáculo a eliminar, y ahí viene la lógica bélica, la de la guerra, la del matar para vencer, o bien el otro es alguien a quien dominar, a quien explotar, de quien sacar energías para mi beneficio propio y personal, con exclusión del colectivo o social.

En el mundo sin estado que muchos soñamos, no habrá necesidad de mediadores, de alguien que lucre con la vida ajena, nadie que viva para que otros vivan mejor mientras él o ella se hunde y se degrada, se transforma en cosa. Ese otro mundo es posible, depende de otros estados de conciencia que no son el de la propiedad privada ni el de la exclusión. Supone otra ética, otros principios y otros valores, ya enunciados y practicados por millares de personas por todo el mundo.

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