sábado, 29 de novembro de 2014

Literariamente

A veces pienso que me gustaría empezar a juntar los textos en dirección a un nuevo libro. Empezar a preparar un nuevo libro. De algún modo, esto parece irse acercando. Es como si hubiera un momento justo, y éste viene llegando. Sumergirme en esa miríada de pequeñas constataciones diarias o casi diarias, en las que vengo explorando y construyendo el mundo poético y literario.
El mundo unitario, unificado, al que me voy integrando cuando de alguna manera me voy soltando de las presiones e imposiciones, de los hábitos adquiridos, los “debe”, los “debería”. El mundo de la Terapia Comunitaria Integrativa, donde me siento tan a gusto con gente que de a poco se ha venido incorporando a mi mundo.
Un mundo que de a poco también, y a veces de repente, se viene abriendo hacia adentro y hacia afuera. Puertas hacia partes de mí que se suman al mapa actual y pasado. Y un mundo interno y externo que se van configurando cada vez más como míos, como hechos por mis propias manos, al escribir, al ir pasando lo vivido al papel.
Disolviendo la sensación de que hay una realidad impuesta y siempre la misma allá afuera o acá adentro. La realidad la voy haciendo yo, en la medida en que me voy soltando de lo habitual, en la medida en que me voy permitiendo vivir sin presiones ni imposiciones. No necesito ser siempre el primero, llegar en primer lugar, vencer a toda costa, es decir, a costa de mí mismo, de mi salud y de empujones hacia todos lados.
A veces sí, hay que empujar, hacerse un lugar. Pero no como una actitud permanente, como si el mundo fuera solamente y siempre un campo de batalla. Es un campo de batalla, sin duda, pero puedo ir haciéndome mi lugar ahí, a mi modo, poéticamente, literariamente. De eso se trata. Eso es lo que he venido haciendo y sigo haciendo.
Y es lo que seguiré haciendo, porque así me voy incorporando a un tiempo sin fin que me contiene, que contiene todo a mi alrededor. Entonces hay paz, hay tranquilidad. Aunque tenga que andar por el shopping lleno de gente comprando o por la calle con autos por todas partes. Puedo de pronto sentir lo literario y poético como algo concreto y real, que incluye todo lo que existe.
Las plantas de la casa de enfrente, el árbol de la vereda y la gente que pasa. La vendedora que me atiende en la tienda. Las verduras en los escaparates. Los libros por todas partes, dentro y fuera de mí, como una hoja contínua y plural escrita a muchas manos, en la cual está contenido todo lo que soy, lo que fui y lo que iré siendo, así como todo lo que ocurre, ocurrió y podrá llegar a ocurrir. Me integro en ese mundo infinito, tranquilo y diverso, en el que la vida es más real que en cualquier noticiero o página de diario.

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