A veces me parece
que puedo estar teniendo algún problema, de diferentes naturalezas.
Entonces recuerdo (pero sin revivir, evocando apenas alusivamente)
épocas en que sí tuve problemas, y graves. Entonces no tengo más
problemas. Esto no funciona automáticamente, ni todo el tiempo. Pero
me ayuda a poner una proporción en las cosas. Por ejemplo, como me
pasó hoy, que me robaron clonando mi tarjeta de crédito. En seguida
viene la rabia, la sensación ultrajante de haber sido invadido en mi
privacidad, la paranoia. De pronto veo que esto no es nada, frente a
cosas que me tocó vivir, en distintos momentos de mi vida. También
me pasa de mirar alrededor. Hay una amiga cuyo marido está en el
hospital, con hipertensión. Otra amiga internada para ser operada.
En fin, miro alrededor. Entonces las cosas cambian de proporción.
Gano espacio, gano fuerzas. Pienso en limitaciones físicas que
vienen con la edad. Vamos teniendo que acostumbrarnos a vivir de otra
manera. Valorizar más lo pequeño. La gentileza de alguien que nos
atiende con buena voluntad. Entonces vuelve el buen humor. Me río.
Veo que todo está bien. Que todo está siempre bien. Alguien me da
una mano, me dice alguna buena palabra. Un gesto de apoyo. Así uno
se rehace, se reconoce en el fluir de los acontecimientos, que no
siempre son como nos gustaría. Pero siempre vale la pena. Es
sorprendente la vida, mirada en perspectiva.
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