Un golpe es siempre
desagradable. Un asalto, una violencia. Abuso, arbitrariedad.
Pero la
vida tiene esas cosas. Si uno mira el panorama de su vida, no han
faltado injusticias ni arbitrariedades. Sin embargo, esto nos ha
hecho crecer, como personas y como familias. Uno se reorganiza, se
fortalece. Encontramos fuerza en la flaqueza. Nos volcamos con más
énfasis en el mundo a nuestro alcance, aquello que depende solamente
de nuestro propio esfuerzo y de la solidaridad con las personas
afines. Miramos menos al Estado y a las organizaciones, y más a las
caras y corazones. Sumar. Arremangarse y hacer lo que está a nuestro
alcance. El mundo es también lo que está aquí abajo, en la base de
la sociedad.
En realidad, todo lo que se construye está apoyado en
lo que está en la tierra.
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