quinta-feira, 31 de dezembro de 2015

Agradeciendo

Saber que eres esta tierra que te acoge. Te enraizaste en esta ciudad, en esta región. Hiciste tuyo este paisaje, este clima, esta gente. Extranjero nunca más, no aquí, no ahora. Nunca aquí, en esta João Pessoa donde me hice y me deschice ya tantas veces. Ando por aquí con la secreta sensación de que me voy diluyendo en este mundo que me envuelve y me incluye. Mis raíces se hunden cada vez más en este pedazo de tierra donde tal vez un día me una para siempre con todo lo que existe. Hasta ese momento, lo de siempre. Lo de todos los días. Ir llegando, cada vez más aquí. Llegando y apartándonos. El juego de la vida. El movimiento de la vida. Y ahora ya hasta parece que estuviera otra vez en 1977. Llegando a una nueva tierra que me recibe y donde decido plantarme. Pero han pasado ya casi 40 años. El tiempo pasa y no pasa. Pasa y vuelve. A veces me parece que nunca hubiera pasado nada. En algún sentido, es así. No pasó nada de lo que sabemos que pasó. Pasó y pasó, y ojalá que nunca más pase en ningún lugar del mundo. Y ahora ya esta tarde. Este calor paraibano nordestino pessoense. Y entonces el niño que fui es el niño que es. Juega y juega sin importarle nada. Solamente me dejo estar. Simplemente estar. Como si hubiera llegado a la Tierra Prometida, donde siempre brilla el sol. Y en algún sentido siento que es así. Hay un lugar del mundo que nos es destinado. No puedo dejar de expresar el sentimento de agradecimiento que tengo hacia tantas personas a quienes debo partes importantes de mi ser. Me he ido haciendo en este amasarme que es la vida, creo que esto es así con todos. Y ahora ya en este momento, en esta especie de espacio vacío, esta grieta que separa un año del otro, una posibilidad. Renacer. 

quarta-feira, 30 de dezembro de 2015

Construcción

Vengo construyendo un libro. Esto no tiene plazo ni prisa. Es algo que hago con la sensación de que es una actividad que es placentera en sí misma y por sí misma. No busca un resultado. Es decir, la construcción del libro se completa en sí misma, su objetivo no es un libro que eventualmente pueda resultar de todo esto, sino la actividad en sí. La construcción tiene por objetivo la propia construcción, y no el libro. El libro en realidad está en perpetuo proceso de construcción y destrucción, ya que los nuevos textos van conformando un mundo en el cual yo me voy incluyendo cada vez más. El libro me contiene. Estoy contenido en el libro. Soy ese libro en construcción, que no tiene plazo ni prisa. 

Ahora

Muchas veces me pasa que vengo a la hoja no tanto por tener algo en particular para decir, sino más bien porque aquí me siento bien. Mi lugar. ¡Aquí encuentro tantas personas queridas, algunas ya en otros planos de existencia! Ahora los colores y las flores. Los libros y las historias. Los afectos y los caminos. Todo lo que es humano, aqui está. Aquí la vida. Aquí la fé. Aquí los sueños que vengo buscando desde niño. De un día no haber más hambre ni violencia ni dominación. Sólo amor y paz. Felicidad y solidaridad. Una gran familia humana, diversa y una con el cosmos, con todo lo que existe. Ahora los caminos de la ciudad me llaman. Tantos recuerdos aquí. En cada lugar, alguna evocación, muchas evocaciones. Es como si yo fuera un punto de reunión de tantos pedazos de mí que andan dispersos por ahí y que sólo reencuentro cuando me encuentro con vos, con alguien, con algunos otros pedazos de mí que andan por ahí. Estas flores de ipé esperaban nuestra vuelta a casa. El ipé fue la primera flor brasileña que vi cuando crucé la frontera (no sabía si pasaría) en diciembre de 1977. Eran manchas amarillas en la floresta verde. Y el ómnibus corriendo en la noche y en la madrugada y en el día. Y ahora hoy, esta mañana, los ipés en la laguna del centro de João Pessoal cerca de la iglesia Bautista. “Oriente-se pelas cores” decía un folleto que leí en São Paulo, al llegar en 1977. Hoy, tantos años después, trato de orientarme por los colores, sí. 

terça-feira, 29 de dezembro de 2015

Ahora, celeste

Hoy, celeste. Simplemente celeste. Verdaderamente celeste. El color del cielo. Los cantos patrióticos cuando niños, en la escuela. Ahora, el cielo. Solamente el cielo. María. El color celeste, sin connotaciones patrióticas, que resuenan a cosas que no debo nombrar. Sé que traté de olvidar el color celeste y blanco, en algunos años. Me había olvidado del himno nacional. Sonaba a muerte. No quería recordar. No recordaba. Ahora recuerdo sí. El himno nacional. Alta en el cielo. Pasaron ya tantos años. Tantos años y ninguno. Miedo de ser argentino. De ser identificado como argentino. São Paulo. Desaparecían argentinos también en São Paulo, Brasil. Miedo. Sí, miedo. Ahora ya no. Ya no tanto. Pero todavía un poco. El pasado pasa pero no del todo. Pero no tanto. Un poco pero no tanto que ya no sea, que ya no haya recuerdo. ¿Cómo podría olvidar, si soy un recuerdo? Ahora ya muchas veces, las raíces. La tierra. Seguridad. Pero del lado de acá de la frontera. Hasta que no haya más fronteras.  Otro tiempo. Un tiempo unificado. Un tiempo sin tiempo. El tiempo poético. Tiempo de poesía. Pois ia a poesia. Tantos años pasados, y ahora el presente. Presencia. Saberte ahí tan cerca. Tan cerca todo este tiempo. Tan ahí y sin embargo. Y ahora ya otra vez, en esa frontera de años y tiempos. Año que pasa y año que viene. Año viejo y año nuevo. Y tu padre pasándote hebras de oro, hilos de sol. Y la vida nueva diciéndote: ¡yo pasé adelante! ¡La vida pasó adelante! Y entonces ya ahora, en esta hora, en este preciso momento en que el calor, y la tarde en João Pessoa. Y las horas todas haciendo fila y para qué. ¿Para que todo esto? Y ya las calles esperándote más tarde. Cuando irás a buscar el libro del Padre José Comblin a la librería de usados. Vocação para a liberdade. E irás por las venas asfálticas de la ciudad. Y los ipés. Y el tránsito en la Epitacio Pessoa. Y todos los recuerdos de todos estos años en João Pessoa, Paraíba, el lugar donde más tiempo viviste en toda tu vida. Y tus raíces aquí. Tus raíces en el cielo. Jesús. El Reino de Dios. Levadura. Semilla de mostaza. Todo esto y nada. Nada y todo. Ahora. Ya. 

quinta-feira, 24 de dezembro de 2015

Ahora

Hay veces que uno podría llegar a creer que le podría llegar a querer gustar escribir algo. No sabes muy bien qué. Pero al hacerlo, algo siempre viene. Navidades, antiguas y esta, la actual. El presente se presenta. Tanta gente querida, en distintos lugares del planeta. La tierra. Por un momento, estamos todos aquí, más allá de las opiniones políticas o las creencias religiosas. Más allá del nível educacional o los rendimientos mensuales. Más allá de los desafios que a cada uno nos toca enfrentar diariamente. Por un momento apenas, somos una unidad. Mundialmente. Familia y amigos. Las redes solidarias que trabajan en el sentido de la construcción de más humanidad. Más solidaridad. Más respeto a las diferencias (también internas) de cada persona. Puedo respirar y sentir el milagro de estar vivo. Pasado y presente. Florecimiento. 

domingo, 20 de dezembro de 2015

Unión

Hay unos días que uno cree que podría llegar a querer resumir en algunas líneas. Pinceladas. El paseo alrededor del lago ahora a la noche. Reunión en familia. Y las horas del día que ahora se te escapan. Dan vueltas como una espiral. Ves la caminata con tu padre a la tarde, por las calles del barrio. Algo intangible se viene cosiendo, uniendo. Las retamas me aquietan. Aromos. Acacias. La mirada del niñito que tuviste en tus brazos. Te sonreía. Reía. Y algo que parece haberse quedado de hecho en el pasado. Agradeces. Amigos. Dios. Oración. Y esa familia ampliada que has venido construyendo, en la cual has sido admitido hace ya tantos años. Escribes. Pintas. Oras. Colores. Es como si al final hubieras llegado. Llegas y sigues llegando.  

sábado, 19 de dezembro de 2015

Cromáticamente

Uno puede vivir cromáticamente. Vivir en colores. Vivir color. Ser color. Esto es muy lindo. Y también es sencillo. Muchas veces cuando pinto, cuando voy a pintar, cuando estoy por pintar, y los colores y el caballete y los pinceles y los lápices todo alrededor, hay una paz profunda. Tiempo detenido. Mucha paz. Una plenitud autocontenida. Armonía. Se parece a ciertos poemas o libros. Uno se incluye en lo eterno, por estos actos. En varias oportunidades, estos días atrás, y también antes, y ahora, el amarillo, en especial. El rojo. El violeta, lila, magenta, fucsia. Uno no piensa, o no piensa tanto. Algunos recuerdos dolorosos vuelven. No lo puedo evitar. Están en algún lugar de la memoria, y vuelven. Pero entonces las retamas. Y las rosas. Las acacias. Todo me contiene. Y esos mismos dolores, se revelan como lo que son, una especie de precondición para la alegría y la felicidad, la paz que ahora puedo vivir y vivo. Todo está unido. Nada está separado o disociado.