Saber que eres esta tierra que te acoge. Te enraizaste en esta
ciudad, en esta región. Hiciste tuyo este paisaje, este clima, esta gente.
Extranjero nunca más, no aquí, no ahora. Nunca aquí, en esta João Pessoa donde
me hice y me deschice ya tantas veces. Ando por aquí con la secreta sensación
de que me voy diluyendo en este mundo que me envuelve y me incluye. Mis raíces
se hunden cada vez más en este pedazo de tierra donde tal vez un día me una para
siempre con todo lo que existe. Hasta ese momento, lo de siempre. Lo de todos
los días. Ir llegando, cada vez más aquí. Llegando y apartándonos. El juego de
la vida. El movimiento de la vida. Y ahora ya hasta parece que estuviera otra vez
en 1977. Llegando a una nueva tierra que me recibe y donde decido plantarme. Pero
han pasado ya casi 40 años. El tiempo pasa y no pasa. Pasa y vuelve. A veces me
parece que nunca hubiera pasado nada. En algún sentido, es así. No pasó nada de
lo que sabemos que pasó. Pasó y pasó, y ojalá que nunca más pase en ningún lugar
del mundo. Y ahora ya esta tarde. Este calor paraibano nordestino pessoense. Y
entonces el niño que fui es el niño que es. Juega y juega sin importarle nada.
Solamente me dejo estar. Simplemente estar. Como si hubiera llegado a la Tierra
Prometida, donde siempre brilla el sol. Y en algún sentido siento que es así.
Hay un lugar del mundo que nos es destinado. No puedo dejar de expresar el sentimento
de agradecimiento que tengo hacia tantas personas a quienes debo partes
importantes de mi ser. Me he ido haciendo en este amasarme que es la vida, creo
que esto es así con todos. Y ahora ya en este momento, en esta especie de
espacio vacío, esta grieta que separa un año del otro, una posibilidad.
Renacer.
quinta-feira, 31 de dezembro de 2015
quarta-feira, 30 de dezembro de 2015
Construcción
Vengo construyendo un libro. Esto no tiene plazo ni prisa.
Es algo que hago con la sensación de que es una actividad que es placentera en sí
misma y por sí misma. No busca un resultado. Es decir, la construcción del
libro se completa en sí misma, su objetivo no es un libro que eventualmente
pueda resultar de todo esto, sino la actividad en sí. La construcción tiene por
objetivo la propia construcción, y no el libro. El libro en realidad está en perpetuo
proceso de construcción y destrucción, ya que los nuevos textos van conformando
un mundo en el cual yo me voy incluyendo cada vez más. El libro me contiene. Estoy
contenido en el libro. Soy ese libro en construcción, que no tiene plazo ni
prisa.
Ahora
Muchas veces me pasa que vengo a la hoja no tanto por tener
algo en particular para decir, sino más bien porque aquí me siento bien. Mi
lugar. ¡Aquí encuentro tantas personas queridas, algunas ya en otros planos de existencia!
Ahora los colores y las flores. Los libros y las historias. Los afectos y los caminos.
Todo lo que es humano, aqui está. Aquí la vida. Aquí la fé. Aquí los sueños que
vengo buscando desde niño. De un día no haber más hambre ni violencia ni
dominación. Sólo amor y paz. Felicidad y solidaridad. Una gran familia humana,
diversa y una con el cosmos, con todo lo que existe. Ahora los caminos de la ciudad
me llaman. Tantos recuerdos aquí. En cada lugar, alguna evocación, muchas
evocaciones. Es como si yo fuera un punto de reunión de tantos pedazos de mí
que andan dispersos por ahí y que sólo reencuentro cuando me encuentro con vos,
con alguien, con algunos otros pedazos de mí que andan por ahí. Estas flores de
ipé esperaban nuestra vuelta a casa. El ipé fue la primera flor brasileña que
vi cuando crucé la frontera (no sabía si pasaría) en diciembre de 1977. Eran
manchas amarillas en la floresta verde. Y el ómnibus corriendo en la noche y en
la madrugada y en el día. Y ahora hoy, esta mañana, los ipés en la laguna del
centro de João Pessoal cerca de la iglesia Bautista. “Oriente-se pelas cores”
decía un folleto que leí en São Paulo, al llegar en 1977. Hoy, tantos años
después, trato de orientarme por los colores, sí.
terça-feira, 29 de dezembro de 2015
Ahora, celeste
Hoy, celeste. Simplemente celeste. Verdaderamente celeste.
El color del cielo. Los cantos patrióticos cuando niños, en la escuela. Ahora,
el cielo. Solamente el cielo. María. El color celeste, sin connotaciones
patrióticas, que resuenan a cosas que no debo nombrar. Sé que traté de olvidar
el color celeste y blanco, en algunos años. Me había olvidado del himno
nacional. Sonaba a muerte. No quería recordar. No recordaba. Ahora recuerdo sí.
El himno nacional. Alta en el cielo. Pasaron ya tantos años. Tantos años y
ninguno. Miedo de ser argentino. De ser identificado como argentino. São Paulo.
Desaparecían argentinos también en São Paulo, Brasil. Miedo. Sí, miedo. Ahora
ya no. Ya no tanto. Pero todavía un poco. El pasado pasa pero no del todo. Pero
no tanto. Un poco pero no tanto que ya no sea, que ya no haya recuerdo. ¿Cómo
podría olvidar, si soy un recuerdo? Ahora ya muchas veces, las raíces. La
tierra. Seguridad. Pero del lado de acá de la frontera. Hasta que no haya más
fronteras. Otro tiempo. Un tiempo unificado.
Un tiempo sin tiempo. El tiempo poético. Tiempo de poesía. Pois ia a poesia. Tantos
años pasados, y ahora el presente. Presencia. Saberte ahí tan cerca. Tan cerca
todo este tiempo. Tan ahí y sin embargo. Y ahora ya otra vez, en esa frontera
de años y tiempos. Año que pasa y año que viene. Año viejo y año nuevo. Y tu
padre pasándote hebras de oro, hilos de sol. Y la vida nueva diciéndote: ¡yo
pasé adelante! ¡La vida pasó adelante! Y entonces ya ahora, en esta hora, en
este preciso momento en que el calor, y la tarde en João Pessoa. Y las horas
todas haciendo fila y para qué. ¿Para que todo esto? Y ya las calles
esperándote más tarde. Cuando irás a buscar el libro del Padre José Comblin a
la librería de usados. Vocação para a
liberdade. E irás por las venas asfálticas de la ciudad. Y los ipés. Y el
tránsito en la Epitacio Pessoa. Y todos los recuerdos de todos estos años en
João Pessoa, Paraíba, el lugar donde más tiempo viviste en toda tu vida. Y tus
raíces aquí. Tus raíces en el cielo. Jesús. El Reino de Dios. Levadura. Semilla
de mostaza. Todo esto y nada. Nada y todo. Ahora. Ya.
quinta-feira, 24 de dezembro de 2015
Ahora
Hay veces que uno podría llegar a creer que le podría llegar
a querer gustar escribir algo. No sabes muy bien qué. Pero al hacerlo, algo
siempre viene. Navidades, antiguas y esta, la actual. El presente se presenta.
Tanta gente querida, en distintos lugares del planeta. La tierra. Por un momento,
estamos todos aquí, más allá de las opiniones políticas o las creencias
religiosas. Más allá del nível educacional o los rendimientos mensuales. Más
allá de los desafios que a cada uno nos toca enfrentar diariamente. Por un momento
apenas, somos una unidad. Mundialmente. Familia y amigos. Las redes solidarias
que trabajan en el sentido de la construcción de más humanidad. Más
solidaridad. Más respeto a las diferencias (también internas) de cada persona. Puedo
respirar y sentir el milagro de estar vivo. Pasado y presente. Florecimiento.
domingo, 20 de dezembro de 2015
Unión
Hay unos días que
uno cree que podría llegar a querer resumir en algunas líneas.
Pinceladas. El paseo alrededor del lago ahora a la noche. Reunión en
familia. Y las horas del día que ahora se te escapan. Dan vueltas
como una espiral. Ves la caminata con tu padre a la tarde, por las
calles del barrio. Algo intangible se viene cosiendo, uniendo. Las
retamas me aquietan. Aromos. Acacias. La mirada del niñito que
tuviste en tus brazos. Te sonreía. Reía. Y algo que parece haberse
quedado de hecho en el pasado. Agradeces. Amigos. Dios. Oración. Y
esa familia ampliada que has venido construyendo, en la cual has sido
admitido hace ya tantos años. Escribes. Pintas. Oras. Colores. Es
como si al final hubieras llegado. Llegas y sigues llegando.
sábado, 19 de dezembro de 2015
Cromáticamente
Uno puede vivir
cromáticamente. Vivir en colores. Vivir color. Ser color. Esto es
muy lindo. Y también es sencillo. Muchas veces cuando pinto, cuando
voy a pintar, cuando estoy por pintar, y los colores y el caballete y
los pinceles y los lápices todo alrededor, hay una paz profunda.
Tiempo detenido. Mucha paz. Una plenitud autocontenida. Armonía. Se
parece a ciertos poemas o libros. Uno se incluye en lo eterno, por
estos actos. En varias oportunidades, estos días atrás, y también
antes, y ahora, el amarillo, en especial. El rojo. El violeta, lila,
magenta, fucsia. Uno no piensa, o no piensa tanto. Algunos recuerdos
dolorosos vuelven. No lo puedo evitar. Están en algún lugar de la
memoria, y vuelven. Pero entonces las retamas. Y las rosas. Las
acacias. Todo me contiene. Y esos mismos dolores, se revelan como lo
que son, una especie de precondición para la alegría y la
felicidad, la paz que ahora puedo vivir y vivo. Todo está unido.
Nada está separado o disociado.
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