sexta-feira, 13 de fevereiro de 2015

Presencia

Ayer a la tarde pasé un buen rato sin tener nada que hacer. Esto me llevó a reflexionar, como lo he hecho varias veces, sobre el ocio, la inactividad, como situaciones positivas. En un momento, en que me sentí por entero libre de cualquier obligación o compulsión a la acción, simplemente disfruté del estar aquí, vivo. Sin mayores consideraciones en la mente, simplemente registré el bienestar que me venía por el hecho de estar aquí, respirando. Estar aquí. Esto me dio gran alegría. Después me puse a hojear algunos libros. La Poesía de John Keats. Parecía tan sintonizada conmigo y con mi vivencia de ese momento, que no pude dejar de admirarme. Leí la Oda al ruiseñor, que era muy apreciada por Jorge Luis Borges. Leí también algunos otros poemas de Keats, donde el poeta expresa su sentir acerca de la fantasía. Esto me alegró mucho también, ya que me parece que la fantasía es una dimensión importantíssima de la vida humana. Ella nos expande, nos integra con el todo. Más tarde leí algunos trechos de O médico nativo, de Cronin, un autor cuya lectura siempre me trae una gran sensación de bienestar. En algún momento, leí algunos trechos de No caminho de Swann, de Marcel Proust, uno de los tomos de su Em busca do tempo perdido. Otro viaje agradabilíssimo. ¡Qué maestría la de Proust! ¡Cómo su descripción de los seres humanos nos devuelve nuestra propia humanidad, lejos de los esteretipos y la rutina que despersonaliza!

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