domingo, 10 de janeiro de 2016

Cuando lo mínimo es lo máximo

Hay veces que lo mínimo es lo máximo, es todo. Es lo que nos es permitido hacer o disfrutar en un momento. Ir a comprar algo a la esquina. Andar por la vereda. Respirar. Tener una casa. Estar vivo. Amar. Puede ser todo lo que tenemos.

Esta mañana tuve la oportunidad de experimentar esto. Después de cinco días en casa, gripe fortísima, tos brava, otra vez caminar por las veredas. Recordar tiempos en que andar por la vereda era algo que no era siempre permitido.

Dar una vuelta a la manzana, buscando las flores de acacia, amarillas. Pasar por la farmacia, recordar otras veces allí. Los empleados y empleadas sonrientes. Volver a casa. Ver los autos viniendo por la calle. Y ahora redibujar el mapa de mi vida.


Rehacer mis planos, rehacerme a esta altura de la vida. A esta altura de mí mismo. Prioridades. Moverme de acuerdo con las prioridades. Conversar. Dialogar. Elegir. Decidir. Lo que es la vida. Escribirme al escribir. Escribir para irme teniendo cada vez más de vuelta. 

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