Hay veces que lo
mínimo es lo máximo, es todo. Es lo que nos es permitido hacer o disfrutar en
un momento. Ir a comprar algo a la esquina. Andar por la vereda. Respirar.
Tener una casa. Estar vivo. Amar. Puede ser todo lo que tenemos.
Esta mañana tuve la
oportunidad de experimentar esto. Después de cinco días en casa, gripe
fortísima, tos brava, otra vez caminar por las veredas. Recordar tiempos en que
andar por la vereda era algo que no era siempre permitido.
Dar una vuelta a la
manzana, buscando las flores de acacia, amarillas. Pasar por la farmacia, recordar
otras veces allí. Los empleados y empleadas sonrientes. Volver a casa. Ver los
autos viniendo por la calle. Y ahora redibujar el mapa de mi vida.
Rehacer mis planos,
rehacerme a esta altura de la vida. A esta altura de mí mismo. Prioridades.
Moverme de acuerdo con las prioridades. Conversar. Dialogar. Elegir. Decidir.
Lo que es la vida. Escribirme al escribir. Escribir para irme teniendo cada vez
más de vuelta.
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