quarta-feira, 14 de março de 2012

Vaivenes

A veces el tiempo demora para pasar. Hay algunos días en que te sientes como fuera del mundo. Esta no es una sensación nueva. Hay veces en que uno realmente parece ser una especie de sapo de otro pozo, un extraterrestre. La llave interior parece haberse quedado quieta, no abre la puerta. Tratas de enganchar alguna cosa que te anime, pero el mundo parece haberse quedado fuera de tu alcance. Tratas de poner en marcha alguna cosa que te alegre, pero los recursos parecen haber perdido su efecto. Sabes que el vacío se llena por sí mismo. Menos mal, quiere decir que cuando se termine de vaciar, se empezará a llenar otra vez. No sabemos mucho sobre el mundo que nos rodea. De pronto una luz, un vislumbre, te pueden llegar a aclarar todo, a hacerte saber que todo está como debe ser, todo está en su lugar. Esto te ocurrió ayer, mientras esperabas en uno de los jardines de la universidad. Hoy una charla con viejo amigo muy querido te llenó de alegría. El día fue siguiendo después en una especie de inercia. Algunas noticias muy malas ayer te enojaron y entristecieron. No puedes moldear a la gente a tu gusto. Ni tampoco te debes adaptar tanto que te desfigures. Las cosas se acomodan solas, si les das una oportunidad. Si dejas que el tiempo haga su propio trabajo. Más temprano te llamó la atención el sonido de las cigarras, creando remolinos. Ahora unos pájaros cantan en el patio interior, una sierra en la construcción de enfrente, un bebé que llora. El viento de la tarde. Por ahí te cuesta la soledad. Todos los elogios a la soledad a veces te suenan tan vacíos. Pero ¿estás solo? ¿Qué es estar solo? De repente puede ser no amar, y amas. Puede ser no tener amigos ni proyectos, y los tienes, aunque no siempre tan cerca como quisieras, a los amigos. Y los proyectos a veces animan, a veces también cansan un poco. Todo es así, cambiante. Como un cuadro en que los tonos de amarillo se van diluyendo hacia un color casi blanco. Ahora que has puesto estas cosas en el papel como que estás haciendo pie otra vez. ¿Viste que te dije? Hay que esperar un poco nomás. La vida no se deja atrapar en recetas ni fórmulas. A veces cierras los ojos y ves las montañas de Mendoza, los caminos por donde anduviste en bicicleta. Otras veces, cierras los ojos y ves las flores de los jardines cercanos o el mar. Hay tantas cosas que nos alegran. Una de ellas, esta, escribir, comunicarse. Los pájaros siguen cantando, y ves unas flores rojas y amarillas en el árbol de adelante. Más tarde vendrá la noche con su cielo estrellado. Y mañana y pasado mañana, y ayer y antes de ayer, la corriente del tiempo.

Nenhum comentário:

Postar um comentário